Funcionarios públicos, políticos de oposición y miembros de la sociedad civil reclaman con inquietante insistencia a la academia. Todos parecen tener una opinión sobre lo que profesores universitarios deberíamos -o no- estar diciendo. Sus percepciones sobre la academia y el rol que juega en la sociedad y en el debate público, son inconciliables. Mientras unos exigen una academia más activa e involucrada con el debate político, otros cuestionan a los profesores que hacen opinión pública.
Al gobierno le incomoda la academia. Así lo evidencia la excesiva regulación a través de la cual el gobierno ha conseguido ahogar a los profesores en trámites y papeleos absurdos al tiempo que ha impuesto la renovación de sus autoridades, a quienes les ha negado la posibilidad de reelección indefinida de la que se beneficiará todo funcionario público en virtud de la reciente enmienda constitucional. Los desesperados intentos del gobierno por apoderarse ilegítimamente del rectorado de la Universidad Andina Simón Bolívar, dan cuenta de la relevancia de la voz de la academia en la sociedad actual.
También existe, dentro de la propia academia, una cultura que ve con malos ojos el involucramiento de profesores en la opinión pública. Desde esta perspectiva, un académico que se respeta sólo dialoga con otros académicos, al punto que un académico que participa de discusiones con personas fuera de la academia es percibido como un académico de segunda categoría. De hecho, muy pocas universidades valoran la participación activa en el debate público como parte de la carrera académica. Lo que sí cuenta, a efectos de esta carrera, son las publicaciones periódicas en revistas indexadas de alto prestigio, a las que, por lo general, sólo los pares acceden. Así, además de distraerte de la investigación, participar del debate público puede tener un verdadero impacto en la carrera académica.
Quizá estamos olvidando que la academia debe generar conocimiento y desarrollar pensamiento crítico, y para hacerlo debe transmitir. Existen innumerables formas a través de las cuales la academia puede transmitir conocimientos y pensamiento crítico. Tradicionalmente se lo hace a través de las clases, investigaciones y publicaciones. También hay quienes destacan su participación en conferencias y debates. Pero los cambios sociales exigen que la academia se adapte y explore nuevas formas de participar activamente en el debate social. Considerando el poderoso rol que juegan los medios y el internet como herramientas de comunicación, no veo por qué no hay más profesores escribiendo editoriales, hablando en las radios, posteando blogs o tuiteando. De hecho, me entristece encontrar entre mis colegas a algunas de las más brillantes mentes del país, ausentes de todo debate público. No desmerezco la importancia de la investigación y publicación académicas, tan sólo extraño voces podrían jugar un rol constructivo en el diálogo social actual.
El internet es particularmente interesante como medio para comunicar ideas pues permite interacción, y con la interacción una comprensión más profunda de los fenómenos sociales. Un académico no puede limitarse a dar charlas magistrales o a escuchar la opinión de otros académicos, es imperioso que escuchemos a los distintos actores de la sociedad para asegurarnos de que nuestras investigaciones respondan a sus necesidades. Después de todo, nuestro trabajo debe ser relevante no sólo dentro de la academia sino también más allá de ella.
Por supuesto, existen riesgos inherentes a la participación en la opinión pública, particularmente cuando existen intereses políticos o económicos de por medio. En Ecuador existe una la lista cada vez más larga de profesores universitarios a quienes el propio Presidente se refiere en sus enlaces sabatinos como pseudo-académicos, para luego pasar a insultarlos. Están también los que han recibido amenazas o incluso los que han perdido su libertad por participar en protestas sociales. Pero la única forma de pasar por la vida sin provocar que otros se escandalicen por nuestras opiniones es no adoptar posturas, y ese es un lujo que los académicos no podemos darnos.
Aclaro que la academia debe jugar un rol crítico en el debate político, pero sobre todo en el debate público en general. La voz de la academia es indispensable cuando se debaten temas que van desde cuestiones ambientales o de salud pública, hasta políticas fiscales y económicas, pasando por una lista interminable de asuntos de interés público. Dentro de su área de experticia, cada académico tiene mucho por aportar al diálogo social. No en vano algunos llaman a la academia la conciencia de la sociedad.
Por eso inauguro mis contribuciones a este medio con un llamado a la academia, para que no olvide su rol como catalizadora de cambio y transformación social. La sociedad reclama una academia involucrada, comprometida y responsable, una academia activa que asuma con seriedad su rol en el debate público. A pesar de los desincentivos y riesgos, expresarnos libremente y comunicar nuestras ideas, es nuestro derecho no sólo como ciudadanos sino también como académicos. Después de todo, no entramos a la universidad con la única aspiración de construir una carrera académica, sino para marcar una diferencia. ¿Cierto?
Disculpas por lo que mencionaré pero todo el artículo como los comentarios están embarrados de “ACADEMIA”… ¿eso como académico se refiere a docente? ¿solamente debatiendo (opinando) se genera conciencia en la ciudadanía? ¿Y el papel de la extensión universitaria, y de la investigación? Claro, a veces por opinar sin hacer es que el docente pierde peso en sus reflexiones.
Una cosa muy cierta es que el rol de la universidad está cooptado… tal vez sea necesario que el docente universitario encuentre nuevas formas de participar en el debate público, y de ellas las puede encontrar mediante la extensión y la investigación, pero construidas no desde la élite, sino llegando a quien necesita de la voz de la universidad en diversos aspectos.
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[…] Daniela Salazar: SOS Academia […]
Quieren convertir a los docentes en burócratas tramitadores (no se puede esperar menos de una política construida por burócratas). Nos inundan con innecesario papeleo, pero exigen publicaciones e investigaciones y no nos dan tiempo para hacer investigación a conciencia. Quienes mas o menos participamos en otros espacios somos vistos con recelo, incluso con desconfianza y hasta un poco de celos. Da la impresión de que los trámites y urgencias innecesarias surgen como un mecanismo para evitar que algunos docentes tengan este tipo de presencia. Que todos seamos una masa sin proyecto de vida e intereses individuales, que nadie sobresalga, que nadie tenga mecanismos distintos de transmitir conocimiento. Como en muchos espacios arruinados por las políticas absurdas del gobierno, este es uno donde el afán de que todo sea sistematizado y uniforma tendrá como consecuencia el ahogo de la creatividad y el fomento de la mediocridad. Las ideas nunca han florecido en espacios asfixiantes.
Un académico sí debe participar del debate y de la generación de ideas. No es incompatible con su papel de intelectual la participación política. Lo que sí es incompatible es la participación “partidista”, me refiero a buscar ser electo o a ser parte de un gobierno. En cuando participe en una elección o acepte un puesto público debe renunciar a la academia, pues desde ese momento sus intereses personales superan sus intereses intelectuales.
Hola Franklin
Creo que lo que dices es que cualquiera que piense no debe ser electo!
Brillante!
🙂
Se ha implementado en las universidades del país (a pretexto de la famosa acreditación) una visión de la academia totalmente lejana dela realidad y del contexto. Se pretende hacer de los académicos docentes, una remembranza viva de esa figura caricaturesca del científico despistado que ni siquiera sabe en que año está, o del antropólogo de baranda que puede contemplar a los “otros”, medir sus comportamientos pasarlos a un software y creer que pueden ser replicables y manipulables en favor del próximo triunfo revolucionario. Y quien sacramenta todo esto? …nada más y menos que las tan lejanas publicaciones en las revistas indexadas.
Excelente Daniela!!! Los académicos debemos involucrarnos más en el debate público
La academia es un medio que debe aplicarse para construir opiniones que permitan llegar a acuerdos beneficiosos para toda la sociedad civil. La academia se la vive a diario.. me parece un buen editorial de Daniela.
Tmbien estoy de acuerdo.
Articulo oportuno e inteligente.Hace poco un amigo para referirse a los “académicos puros”, dijo una frase que me pareció espectacular:Hay algunos académicos tan ensimismados que parecen levitar
Conciencia social mas debate de ideas
Estoy de acuerdo.