El modelo correísta responde a mecanismos que se repiten: estos son sus mandamientos.
Tras nueve años es factible observar la forma cómo el correísmo se piensa, estructura lógicas, instituye mecanismos, inventa eufemismos, articula coartadas… Nueve años en los cuales políticas, decisiones, actitudes y propaganda han perfilado un credo correísta. Este es su decálogo.
- La Supremacía Moral: el correísmo procede, con la sociedad y los políticos, como hacían órdenes y cofradías en sus guerras religiosas: otorgándose la mayor preeminencia a la cual una autoridad puede aspirar: la moral. Desde la campaña, en 2006, dividieron el mundo entre ellos y el resto. Se dieron atributos que los pusieron a distancia sideral de los otros: manos limpias, mentes lúcidas, corazones ardientes. El bien absoluto, el sentido de la historia, son ellos. Los otros son, en cualquier sentido, injustificables.
- La negación del otro: gobierno, luego existo. Y existo solo. El correísmo se instaló en esa máxima y cambió el sentido de la democracia que supone, por definición, interlocutores, detractores, contradictores… El otro, el ciudadano contestatario, el disidente fue convertido en enemigo. Y un enemigo está destinado a desaparecer. Simbólicamente, se entiende. Pero ese enemigo es merecedor de ser denostado, convertido en objeto de burla o de persecución. Solo, el poder queda suelto y su pretensión natural es perennizarse.
- La intemperancia callejera: una obsesión del modelo correísta es el control ciudadano. Otra es el orden. Una tercera: su intemperancia ante las acciones que, de una u otra forma, cuestionan su autoridad. El correísmo ha impuesto sus reglas; una de las cuales es no discutir bajo presión. Es decir, no ceder nunca. Y usar las fuerzas de choque contra disidentes o descontentos que osan ir a la calle. También ese espacio, último reducto de los ciudadanos, quiso apropiárselo. Para exhibir su fuerza.
- La judicialización de la vida: antes del correísmo, se acusaba a los políticos de haber politizado la justicia y haber judicializado la política. El correísmo mejoró la ecuación: judicializó todo. La esfera pública es hoy un espacio peligroso. No hay tema que escape a la tentación correísta de usar los jueces a su favor. Incluso un pedido documentado para que un funcionario sea investigado corre el riesgo de mutar en “denuncia maliciosa y temeraria”. Su autor puede ir preso. El correísmo ha convertido hasta los debates en arreglos de cuentas ante los tribunales.
- La propaganda como verdad absoluta: el correísmo no se concibe como una tendencia política en disputa con otras. Es la verdad. Es la versión única de la historia. Existe para ser admitida, reconocida y celebrada. Por eso creó el aparato encargado de convertir la buena palabra del poder en doctrina ciudadana. Esparcir esa verdad oficial es tan vital como combatir a los impíos. La esfera pública dejó de ser una ágora y pasó a ser una iglesia. Dudar es exponerse. Decirlo tiene costos. La salvación es creer a pie juntillas en lo que digan los publicistas oficiales.
- La victimización: la lógica de un poder todopoderoso no es asumirse como tal; es declararse víctima. El correísmo se instaló en ese papel poco después de llegar a Carondelet. El Presidente tenía cerca un guardaespalda con manta antibalas. “Quieren matar al Presidente” equivale a “los grandes poderes fácticos complotan contra la Revolución Ciudadana” o ‘hay una restauración conservadora en marcha contra nosotros”. La victimación funciona como una cortina de humo tras la cual se guarecen los victimarios. Pura y cínica sicología proyectiva.
- La ley del macho alfa: este gobierno no solo archivó a Montesquieu. Liquidó también la lógica, el sentido común, el arte de razonar y argumentar: impuso la ley del más fuerte. La ilustra muy bien el Presidente descendiendo de su carro blindado, rodeado de guardaespaldas y militares para detener a ciudadanos que le han hecho dedo. Un Presidente valiente que expulsa periodistas de Carondelet, insulta sin que el agraviado pueda defenderse y demanda penalmente, por el motivo que sea, a ciudadanos que se le atraviesan en el camino. Correísmo y macho alfa se han vuelto sinónimo.
- La mitificación del poder: gigante de América, leyenda, epopeya… el correísmo no rehúye los superlativos y reitera que “a cada rato tenemos jornadas históricas”. El correísmo ha acariciado las fibras patrióticas y fabricado un imaginario hecho de lemas y eslóganes. Ecuador, según el discurso oficial, tiene el mejor aeropuerto de América, las mejores rutas del continente … incluso ya entró, con Pegaso, en la era espacial. En esa lógica, Correa no es un mero Presidente: es el nuevo prócer de la historia nacional.
- El absolutismo monárquico: Rafael Correa se declaró jefe de todos los poderes. No fue una boutade. La concentración de poder corresponde exactamente al Estado que el concibe y al papel que se otorga: principio y fin de todas las cosas. No solo concentra el poder: reemplazó a los mediadores sociales e incluso a la sociedad que ahora también encarna. La Constitución de Montecristi fraguó este poder híper presidencialista, centralizado, controlador, castigador y dueño de la honra y el destino de los ciudadanos. Un Rey Sol en los Andes.
- El culto al discurso tecnocrático: el correísmo sostiene que Ecuador ya cambió. Tiene Escuelas del Milenio, Yachay (una universidad del futuro), profesores con título de Ph.D., oficinas públicas de lujo, el mejor centro de planificación del continente (Semplades), experiencias de corte mundial para exportar… El correísmo profesa un gran culto a la retórica tecnocrática; consecuencia directa del deseo presidencial de imitar a Corea del Sur. Un deseo que produjo ficciones como Yachay… para justificar el culto al discurso. Para mostrar que un metalenguaje puede reemplazar sin costo alguno la realidad.
Que gracioso tanto odiador en un solo sitio, con la honrosa excepcion de Rodolfo Asar, todos son lo mismo, amargados por Correa, si no fuera por el, ninguno tuviera ni la mas minima atencion, sean conscientes, Ustedes solo tienen una razon de ser, el momento que Correa termine su mandato, lo cual se acerca, deberan encontrar un nuevo objetivo, es triste ver que su creencia de que hacer periodismo es enfilar sus plumas hacia una sola persona, con razon la creencia general de que nuestra prensa y sus gestores son de lo peor.
A ESTE CORREA HAY QUE INMORTALIZARLO ES PRECISO QUE ALGUIEN YA LO HAGA Y DE ESA MANERA SE LO RECUERDE COMO UN HEROE GARROTERO, DE LO CONTRARIO SEGUIRA SIENDO MAS ESTUPIDECES Y HARA QUE OLVIDE EL PUEBLO QUE “ISO CARRETERAS, COLEGIOS DEL MILENIO Y HOSPITALES , PORQUE PARA ENTONCES TENDREMOS UN PAIS EN RUINAS Y ENDEUDADO POR ALGUNAS DECADAS. QUE ALGUIEN YA LO HAGA ¡¡¡¡INMORTALICENLO¡¡¡¡ YA
Siempre muy contundentes y reales sus expresiones concuerdo con todo lo enunciado.
No soy bueno para interpretar mis mismos pensamientos tengo más acción que palabra, digo esto porque tanto la opsosición como los mismos seguidores de este ilustre “ciudadano” lo consideran aunque sea para la maldad un prominente pensador creador de una nueva acción política o un rey o un Dios y ahora hasta mandamientos, breve, soy electricista y alguna vez quice sacar un acrilico de una lampara ubicada en el techo, lo hacía con cuidadado para que no se rompiera acción que la he hecho cientos de veces y de las cuales debo haber perdido unas dos, un joven viendo que se me tornaba dificil dijo, no podrá sacar eso déjeme a mí, le pregunte cuantas veces había hecho eso dijo nunca, le permiti, y saco sin romper y fácil, volvio a ocurrir lo mismo pero esta vez se le hizo pedasos, la primera vez dijeron es que es habil, voz ya esta viejo cuando rompio la otra ya no dijeron nada, callaron, mutis, suerte de principiante, la ignorancia es atrevida, acaso no es eso lo que ocurre con este señor, que con la primera vez que acerto le llenaron de flores utilizo esto y hasta ahora por la publicidad no ha permito que aún un grupo no se den cuenta que es un ilustre mediocre? el presente articulo “EL DECALOGO CORREISTA” creo debería ser “EL DECALOGO PUBLICITARIO” porque no es correa son quienes estan de trás de él los que arman todo esto, sino repasemos todas las incoherencia y hasta el querer hablar en ingles buscando sorprender y mejor a dejado al descubierto sus falencias.
Muy buen artículo. Felicitaciones