Es el mayor descubrimiento científico de 2015: Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier ponen un pie en la ciencia ficción.
Hace relativamente poco que los humanos hemos comenzado a independizarnos de las fuerzas de la naturaleza. Y aunque seguimos estando atados a buena parte de las leyes de la evolución, las desafiamos cada vez que nos vacunamos, socorremos a niños famélicos o prolongamos la vida de los ancianos. Pero ha sido inevitable que el azar genético determinara que millones de personas nazcan y malvivan con terribles enfermedades. Hasta ahora.
Los seres humanos, como todos los organismos, nos formamos a partir de las instrucciones que vienen en nuestro ADN. Altos o bajos, morenos o rubios, predispuestos a uno u otro tipo de cáncer, todo eso viene escrito en los genes y ordenado en una determinada secuencia, por ejemplo, AABAA. Pero cuando hay un cambio accidental en esa secuencia -digamos ABAAA- se produce una mutación y entonces sucede una de estas dos cosas: o heredamos una enfermedad genética, o una ventaja que nuestros padres no tenían.
Se han identificado hasta hoy más de 6 mil enfermedades genéticas. Entre las más frecuentes, la fibrosis quística, el síndrome de Down, la distrofia muscular y la hemofilia. De al menos 2 mil de estas enfermedades se conocen ya cuáles son los genes que las causan, las secuencias erróneas. Y aquí viene lo increíble: ahora podemos “editar” esos genes: ordenarlos, quitar, añadir, o reemplazarlos y ponerlos en la secuencia correcta de manera rápida, barata y relativamente sencilla.
Las responsables de esta asombrosa técnica que está al alcance de casi cualquier laboratorio del mundo, se llaman Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier, dos científicas a quienes difícilmente se les escape el premio Nobel de este año. El método que inventaron se llama CRISPR (conocido también como Cas9) y consiste en cortar y pegar genes de nuestro propio organismo. Utilizando como “tijeras” determinadas proteínas e insertando ADN sintético se puede corregir la secuencia y eliminar la mutación, incluso en el embrión.
La prestigiosa revista Science calificó a esta técnica como el mayor hallazgo científico del 2015. Por la velocidad con que se ha comenzado a experimentar -“como un tsunami” dice Doudna- hay quienes van más lejos y afirman que el mundo está a punto de presenciar una profunda revolución en la aplicación de la genética. Desde nuevas variedades de plantas hasta bacterias de diseño, la vida sobre la Tierra no volvería a ser igual: estamos dando un salto enorme por encima de la evolución natural.
Por ejemplo, ¿qué sucedería si se hace ingeniería genética inversa? Todos los seres vivos tenemos genes atávicos, genes de nuestros ancestros más lejanos que dejaron de utilizarse pero siguen con nosotros, dormidos. Si se los consiguiese despertar, podríamos resucitar animales prehistóricos; por ejemplo, un dinosaurio a partir de ciertas aves, proyecto que en realidad ya está en curso y ahora avanzaría más velozmente.
Las revolución que significa la edición genética es esperanzadora para la cura de enfermedades, pero también ofrece perspectivas aterradoras. Todavía estamos lejos de un escenario como el de la novela Un mundo feliz o la película Gattaca, en que los seres humanos son diseñados para nacer con rasgos presuntamente perfectos. Hacer niños inteligentes es por ahora imposible porque eso involucra millares de genes, y sobre todo se desarrolla en la interacción con la sociedad. Pero aumentar algunas capacidades físicas, crear humanos “potenciados” ya deja de sonar a ficción.
Por eso los científicos han comenzado a abrir el paraguas. En diciembre pasado, expertos de las academias de Ciencias de China, Gran Bretaña y Estados Unidos se reunieron en Washington para establecer normas éticas comunes en las investigaciones. El punto más importante de su extensa declaración es tajante en cuanto a que la edición de los genes por lo pronto no debe hacerse sobre las células germinales, es decir, aquellas que puedan transmitir los genes modificados de una persona a su descendencia.
Advierten que sería difícil predecir los efectos dañinos que los cambios genéticos pudieran tener cuando interactúen con otras variantes genéticas manipuladas y con el ambiente. Peor aún, una vez introducidas estas modificaciones genéticas sería casi imposible que esos cambios puedan ser anulados, o evitar que se extiendan a otras poblaciones humanas.
La polémica apenas ha comenzado. Ya se han programado foros internacionales para debatir límites y recomendaciones éticas que sean incorporadas a las legislaciones nacionales. Los científicos y la UNESCO han pedido una moratoria urgente en la aplicación de esta técnica.
Es algo parecido a lo que sucedió tras la clonación de la oveja Dolly en 1997, cuando un acuerdo ético mundial impidió que se avance en la clonación humana. Sin embargo, no se puede descartar que en un futuro más o menos cercano la presión social (y los negocios, por supuesto) logren que los gobiernos modifiquen disposiciones para permitir que se diseñen bebés acordes al gusto del momento: por ejemplo, rubios de tez morena, ojos verdes y levemente rasgados. Todos parecidos, por la moda.
Y luego, quién sabe, podremos elegir entre lampiños o peludos, resistentes al calor o al frío, veloces o corpulentos… Y claro, sería un suicidio como especie ir acotando la enorme diversidad y riqueza genética que nos ha permitido a los humanos adaptarnos y sobrevivir en las condiciones más extremas del planeta, desde el Ártico hasta las agobiantes temperaturas de los desiertos. Un cambio súbito en las condiciones climáticas nos condenaría a la extinción.
Cuando llegue el momento en que debamos decidir como sociedad si otorgamos o rechazamos el permiso para avanzar en el diseño genético, tendremos que saber con claridad qué se está discutiendo, cuáles son sus beneficios y peligros potenciales. Para eso sirve informarse y divulgar los temas sobre ciencia.
Ya nos hacía falta un espacio de periodísmo científico, gracias por la información y la oportuna reflexión.
la grave falencia de ingenieros genetistas y médicos… olvidan -o ignoran- el factor termodinámico, el cual ha “modelado” desde el inicio toda la evolución. Nada sobra y nada está de más, o de menos, en la codificación genética; la evolución nos debe llevar a entender y aceptar de mejor manera la enfermedad, la vejez y la muerte, ojalá dentro de un sistema de iguales oportunidades para todos.
De miedo. Pero así están las cosas. Gracias por la información oportuna y necesaria.
Otro round de ciencia ficción rosa para engañar a las masas. A veinte y pico años de “revolución genética ” las consecuencias han sido abrumadoramente negativas para la humanidad, en los planos productivo, económico, social, legal y ecológico. A estas alturas los únicos que defienden el modelo actual de ingeniería genética son los representantes de las empresas que pugnan por monopolizar su control sobre la vida, y los científicos que esperan sacar su tajada. Para que puedan los lectores formar su opinión escuchando ambas partes les recomiendo el documental Modern Nature de Craig Leon y para una visión de la crítica les invito a leer http://www.allpachaski.com/2015/10/los-transgenicos-en-debate/
Jugar a Dios debe ser precioso. El problema es que aprenderemos el camino correcto por la via dura. Una pena por las victimas. Pero, ahi vamos en el siguiente paso de la evolución.
Aunque sea posible editar los genes hay todavía un reto muchísimo mayor y es que apenas se entiende el código genético, es como si tuvieramos un inmenso libro del cual sabemos todas las letras pero apenas conocemos unas pocas palabras de su lenguaje. Por ello editar las palabras conlleva un riesgo altísimo, no sabemos como eso afecta al “parrafo” o al “libro”, por tanto, estamos lejos de curar algunas enfermedades o controlar nuestra propia evolución.
Debate ético, ante todo. Mientras leo, me pregunto si sometería a mi hijo, que tiene una traslocación del brazo intersticial del cromosoma 3 (o algo así), a este tipo de intervención. Evitaríamos posiblemente efectos secundarios relacionados con dicha mutación: enfermedades renales, cardíacas, etc… pero él, que tiene una discapacidad intelectual, dejaría de ser quien es. ¡Y a mí cuánto me gusta que él sea como es! Tremendo debate… Gracias por esta nota.
EL AVANCE DE LA CIENCIA Y TECNOLOGÍA A ESTOS NIVELES PUEDE CAUSAR GRANDES CAMBIOS EN EL COMPORTAMIENTO HUMANO Y PODRÍA LLEVAR A LA DESTRUCCIÓN DE LAS MAS ELEMENTALES FORMAS DE VIDA.