El pensamiento económico del Presidente Rafael Correa podría servir de epílogo a una extensa y más elaborada obra sobre el pensamiento político del coronel Aureliano Buendía. Empezaría allí donde termina Cien Años de Soledad: “porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”; y ocurre que el Ecuador sí tuvo una segunda oportunidad que el correísmo desaprovechó de la manera más absurda e irresponsable.
Durante estos meses se ha escrito una serie de artículos sobre los paralelismos entre el período 1972 – 1978 (Nacionalismo Revolucionario) y el de 2007 – 2015 (Revolución Ciudadana). Los detalles, a groso modo, son los siguientes:
Auge de las exportaciones de petróleo y expansión económica acelerada.
Crecimiento del PIB y de los principales indicadores macroeconómicos como consecuencia del alto ingreso de dólares por exportación de petróleo.
Inyección de recursos financieros que provoca un cambio positivo en la relación del Estado con la sociedad civil.
Construcción de proyectos públicos que influyen en la acumulación privada y pública.
Intentos de industrializar la economía ecuatoriana.
Papel decisivo del Estado como multiplicador de la demanda interna, ya que destina una proporción importante de los recursos financieros al gasto público.
Fortalecimiento de la capacidad financiera del Estado.
Balanza Comercial no petrolera negativa.
Desvalorización del dólar.
Agresivo endeudamiento interno y externo.
Y así podríamos pasarnos horas leyendo AUGE PETROLERO, MODERNIZACIÓN Y SUBDESARROLLO, EL ECUADOR DE LOS AÑOS SETENTA, de Arnaldo M. Bocco; y pensar que estamos leyendo un periódico de hoy.
La cuestión es: ¿qué le pasó al Ecuador después de la dictadura?
Habrán oído hablar ustedes de la famosa década pérdida de los ochenta del siglo pasado. ¡Si! Leyeron bien. Diez años perdidos en América Latina. Sin embargo, en el caso de Ecuador, para salir de la crisis, fueron necesarios más de veinte años.
Los gobiernos posteriores a la dictadura afrontaron ya no el auge ni la bonanza, sino la crisis. Con sus caídas y levantadas no pudieron resolverla completamente y terminamos en el breakdown de 1999.
Lo que les quiero decir es que administrar una crisis no es un desfile ni un paseo. A veces los políticos que lo hacen deben inmolarse. Otros, en cambio, la aprovechan para enriquecerse o enriquecer a los sectores a los que se deben.
No debemos olvidar nunca lo que nos hizo tocar fondo: el impuesto del 1% a la Circulación de Capitales y la derogatoria del impuesto a la renta; así como también la famosa Ley de la AGD. Estas medidas fueron tomadas en el momento más crítico de la economía nacional por un gobierno que asumía el poder y que nunca le dijo al pueblo ecuatoriano, en su campaña electoral, la magnitud de la crisis ni las medidas económicas que iba a tomar. Por esta razón es importante aprender del pasado y exigir a quienes aspiran gobernar el Ecuador respuestas claras a la forma cómo van a enfrentar la presente crisis, cuyo responsable es el modelo económico del correísmo, que, por otro lado, no es nada nuevo sino una mala copia de la última dictadura.
Las elecciones del 2017, salvo que ustedes ya no tengan componte ni aprendan del pasado, deben alejarse de los eslóganes, la canción y la tarima.
(Ramiro Aguilar es político y asambleísta nacional independiente)
Me parece acertado su comentario, lo malo es que están apareciendo los de siempre mal reencauchados, diciendo todos contra Correa pero sin propuestas, el discurso es en contra de Correa y nada mas, quiere decir “el poder por el poder”
Saludos
Dr. Ramiro Aguilar que capacidad de presentar un análisis histórico en una forma tan clara y corta, los ecuatorianos no debemos dejar de leer esta clase de artículos si queremos entender el imperdonable proceder del déspota Correa que no supo por lo menos revisar la historia para al menos evitar provocar semejante descalabro en todos los órdenes: económico, social y político.
Como siempre muy lucidos sus escritos Doctor.
Como siempre doctor, tan bien acertado.