Última entrega del relato de Raul do Valle sobre la corrupción en Brasil. ¿Cuáles son las alternativas políticas para salir de la cleptocracia? El analista político pinta un panorama desolador.
“El año pasado Brasil aprobó un presupuesto deficitario. Vamos a ganar ochenta y el presupuesto es de cien. El tribunal de cuentas dijo que eso no es posible. La Cámara de Diputados, donde el PT tiene la mayoría, dijo que sí, que es posible, y aprobó el presupuesto. ¿De dónde vamos a sacar la plata?
El gobierno no está dispuesto a cortar ningún gasto. Entonces ¿cómo? Para eso están los bancos oficiales. El Banco de Brasil, la Caja Económica Federal. Sale Dilma en la televisión y lo anuncia de esta manera: ciudadanos, el gobierno quiere hacerles casas populares. El gobierno quiere darles un bono familiar. La plata para eso la vamos a tomar del Banco de Brasil. Porque ¿de quién es el Banco de Brasil? De Brasil. Entonces que pague eso. ¿De quién es la Caja Económica Federal? Del gobierno federal, como su nombre lo indica. Que pague también.
Por esta cuestión, Dilma Roussef está siendo procesada por crimen de responsabilidad fiscal. ¿Por qué en medio de todos estos problemas Dilma se permite abandonar el país y viajar al Ecuador, por ejemplo? Precisamente para huir un poco de Brasil, de la presión que tiene. Ella va a todas partes. No pierde oportunidad. Tiene un avión que compró Lula donde puede tomar un baño, dormir en una buena cama. Lo que digo en broma es cierto.
Ella va a todas partes y no dice nada. Por una tradición Brasil abre las sesiones de la Asamblea de las Naciones Unidas. La última vez la gente decía: ¿hay un problema de traducción simultánea? Porque no se entiende nada de lo que habla esta señora. Y no, no era un problema de traducción: era que Dilma no hablaba nada con nada. Ella no sabe hablar, le falta. Habla cosas enrevesadas, inconexas. Dice barbaridades que se hacen famosas. Lo que dijo en las Naciones Unidas fue más o menos esto: hay una crisis energética en Brasil. El gran problema es que dependemos del agua para llenar las represas. Una solución posible es la energía generada por el viento, la energía eólica. Pero también hay un problema: no se ha resuelto hasta el momento cómo almacenar vientos (estocar o vento: ver videos). Y se lanzó todo un discurso sobre cómo desarrollar una tecnología para almacenar el viento. Esas cosas se convierten en motivo de risa.
Todo esto, más los escándalos de corrupción, más el fraude de su campaña de 2014, porque prometió muchas cosas e hizo exactamente lo contrario, está restando credibilidad a Dilma. Según las encuestas, ella tiene un rango de aceptación que va del 7 al 9 por ciento. Para alguien que está en el primer año de su segundo mandato es bajísimo.
¿Y la oposición? La oposición no sabe hacer oposición, algo que el PT hacía perfectamente. No se atreve. Tiene miedo de excederse, está siempre resguardándose. ¿Quiénes pasaron a ser protagonistas del proceso político de oposición a este gobierno? La gente. Principalmente la clase media, que con el tiempo fue ganando el apoyo de la clase media baja y de los trabajadores. Se convocaban por las redes sociales para salir a las calles en Brasilia, Recife, Portoalegre, todos se articulaban y organizaban una manifestación en el Brasil entero el mismo día. En la avenida paulista ha habido manifestaciones de un millón de personas. Por Internet se han creado movimientos sociales nuevos, como el movimiento Vem pra rua (Ven a la calle). Son jóvenes golpeados por la situación.

En estas circunstancias, es posible imaginar un escenario: si Lula no va preso, él puede a regresar en 2018. Lula ha tenido la suficiente habilidad para diferenciarse poco a poco de ella. Él dice, por ejemplo, que no está de acuerdo con el nombramiento de Joaquim Levy, un banquero que Dilma puso al frente del ministerio de Hacienda. Y no está de acuerdo con muchas medidas, dice que se han cometido errores, como si no fueran de él. Usa los movimientos sociales que controla, los trabajadores sin tierra, la central única que por supuesto no es única, y los saca a las calles cuando hay manifestaciones, con banderas y todo eso. Usa esa cuestión. Así se va distanciando. Hoy en día, Dilma y Lula no se soportan. En realidad es una cosa muy insidiosa, donde la culpa de los problemas de Brasil va quedando para Dilma y el gran responsable de alguna forma se va corriendo.
Lo que más preocupa es la imposibilidad de darle un sentido político a todo esto. Porque la opinión pública brasileña se ha manifestado a través no de los partidos, sino de los movimientos. Por supuesto que los movimientos sociales son interesantes, reflejan indignación. Pero carecen de formación política. Cuando ven, por ejemplo, al PT con sus banderas rojas, sus camisas rojas y sus consignas, dicen: esos son comunistas. Aliados de los comunistas de Venezuela, del Ecuador y de todos los gobiernos bolivarianos que siempre están defendiendo a Cuba. Y así va creciendo un sentimiento que está totalmente fuera de tiempo, un anticomunismo que no tiene lugar porque no es una disyuntiva del mundo moderno.
Actualmente Lula tiene una popularidad del 20 por ciento. Ese 20 puede crecer, Lula puede llegar a una segunda vuelta si se presenta a las elecciones, es una cosa muy peligrosa, es el gran problema. El gran problema no es Dilma, Dilma es nadie. Lula la escogió. Si José Dirceu (el jefe del gabinete de Lula que fue el cerebro del caso mensalão) no estuviera preso, ese hampón sería el presidente de Brasil. Porque Lula lo habría puesto y el que cuenta es Lula.
Hoy el escándalo es el departamento de lujo de Lula en Guarujá, en el litoral del Sao Paulo. Tiene los tres últimos pisos de un edificio, tiene ascensor interno, piscina, una departamento a todo dar. Pero él dice: yo no soy el dueño. Y parece que el departamento viene de unos negocios que tenía el Moch con las constructoras (¿se acuerdan del Moch, el tesorero del PT?). Vendían departamentos en planos. Hoy todos esos departamentos están siendo investigados por indicios de lavado de dinero, incluido el de Lula en Guarujá. Lula dice que no es dueño que sólo tiene una opción de compra. Que el dueño es una constructora: OAS.
Eso no es un crimen. Crimen es que un tipo que se dice humilde y que empezó su vida así haya perdido todos los valores éticos y crea que el mundo le debe eso, porque no entiende la frontera entre lo público y lo privado. Crimen es que un tipo así haya creado todo un ambiente de impunidad para que florezca una cleptocracia.
No sé qué decir sobre el futuro. ¿Qué va a ocurrir? No hay forma de saberlo. Lo que más me preocupa es que todas esas personas que protestan en la calle, personas que tienen una gran preocupación y una gran indignación por el atraco, carecen de toda formación política. Sólo tienen odio, odio por todos los políticos de cualquier connotación. Porque los políticos son ladrones. Hay una cultura de caos que ha creado un vacío. Y ese vacío, ¿quién lo llena?”.

Los vientos del Socialismo del Siglo XXI se volvió una vorágine que terminó con todos los valores éticos y morales transformando a la nueva casta política en una mafia colosal. El Ecuador no escapó a este cáncer que ha hecho metástasis en la sociedad y amenaza con destruirla totalmente, porque ya destruyó cuatro cosas: la economía, el sistema de seguridad social, las instituciones y los valores democráticos. En el 2006, cansados de la tan denostada partidocracia, creímos en la promesa de un joven y desconocido académico, rodeado de un montón de descamisados, les encargamos el poder y ahora no quieren irse. Por eso, sentí rabia y vergüenza cuando en el discurso inaugural de la cumbre de la CELAC, se hizo mención a tres sátrapas como ejemplos de la unidad, la integración, la justicia, la igualdad y el progreso: Fidel Castro, Hugo Chávez, Néstor Kirchner. Habría que añadir a esa lista de personajes perversos también a Lula da Silva, Daniel Ortega y todos los caporales socialistas. Nuestro rayo de esperanza es el nuevo proceso electoral del 2017 y entonces sabremos las tropelías que realizaron los supuestos izquierdistas a quienes les entregamos el poder en el 2006.