Dicen que Enrique IV de Francia (1553 – 1610) que era un protestante (de religión, no de andar protestando por cada cosa) se convirtió al catolicismo en 1593 para poder ser coronado rey de Francia; y se le atribuye una frase espectacular: “París bien vale una misa”.
Cada vez que oigo la palabra Unidad en la política ecuatoriana, me viene a la mente la frase: “La Presidencia bien vale la Unidad”. Unidad por aquí, unidad por allá. Pero a la hora del té, hay más unidades que partidos y movimientos políticos individuales.
Hasta antes del correísmo, fuimos una sociedad plural. Había en el Ecuador varios partidos y movimientos políticos; porque en toda democracia sana hay diversidad de pensamiento sobre la economía, la política, los derechos, etc.
Rafael Correa y su populismo mesiánico tomaron de la izquierda más sectaria la idea del partido único, del pensamiento único; y cooptaron, desde su partido, todas las instituciones y los poderes republicanos.
Mientras hubo dinero por montones, la mayoría de la gente no se dio cuenta de la forma como avanzaba este proceso de secuestro de la democracia. Cuando la crisis económica llega, se cae el velo y todos vemos el derroche, la arbitrariedad y corrupción del gobierno. En estas condiciones nos llegan las urgencias de ganar las elecciones presidenciales del 2017, casi como un asunto de vida o muerte. Y entonces, como si el fin justificara todos los medios, llegamos al lugar común de que: “La Presidencia bien vale la Unidad”; en el sentido de que cualquier diferencia que pudiera haber entre los políticos y ciudadanos es mínima, comparada con la necesidad de frenar el despilfarro, la inmoralidad y el totalitarismo.
¿Es esto cierto?
La crisis fiscal es tan grande que incluso el 2017 puede ser tarde para tomar decisiones que nos salven de llegar a condiciones de pobreza, desabastecimiento, corridas de depósitos y caos. Sin embargo, como las reglas del juego son claras, hay que asumir las consecuencias y llegar a las elecciones presidenciales del 2017.
Hay que ganar las presidenciales. No sirve de nada ganar solamente la Asamblea Nacional, pues el presidente tiene la facultad de vetar leyes. Además, con la cooptación de las instituciones por parte de Alianza País, el nuevo Presidente, de no ser su partidario, será su rehén.
¿Para qué la Unidad?
Más que la Presidencia en sí, lo que requiere de unidad absoluta y consenso nacional es el desmontaje del correísmo. Porque todo lo que hagamos para liberar la democracia secuestrada deberá ser refrendado por consulta popular.
El reto es transformar el lugar común de la Unidad en verdadera unidad; y para ello, es necesario que todos caminemos juntos. Que cuando se tomen medidas de ajuste no salgan los sectores sociales a enfrentar al gobierno porque esos sectores deben estar inmersos en el nuevo gobierno y ser consultados sobre el ajuste.
¿Unidad con todos?
Solamente Jesús fue capaz de perdonar a un ladrón por su arrepentimiento sincero segundos antes de morir en la cruz. Obvio, solo Dios puede conocer el auténtico arrepentimiento. Los demás mortales vemos con mucha suspicacia que Dimas, el ladrón bueno, vea el reloj y en el momento preciso se arrepienta y se pase al bando contrario.
Nada de arrepentidos, ni de primera ni de última hora. Todos son corresponsables. Todos quedaron contaminados.
Algunos bebieron del bacilo de la Ley de Comunicación; del latrocinio de la burocracia dorada; de las consultorías sobrepagadas. Primero deberán devolver lo robado; pagar con la cárcel sus delitos.
La Unidad por la unidad, sin tomar en cuenta este análisis, es simpleza; y como decía Todorov: “El primer enemigo de la democracia es la simplificación, que reduce lo plural a único y abre así el camino a la desmesura”.
Unidad aunque sea con el diablo ,pero nunca con un correista arrepentido.
Claro. Gracias por sus reflexiones que nos permiten aportar al debate.
Claramente el escribir no es lo tuyo y la política menos, nos recuerdas a la vieja política.
Excelente análisis. Habría que volver sobre este tipo de enfoques.
Por su solvencia y honorabilidad desplegada en la Asamblea, considero que usted sería el personaje indicado para promover activamente LA UNIDAD. Esto demandará:
1.- Motivar a quienes se interesan, especialmente profesionales en general, por identificar el país que dejaría el correismo en el 2017. Los economistas podrían dar un gran aporte al diagnóstico que se levantaría.
2.- Elaborar el Programa Económico de estabilización que el país demanda (menos el correísmo).
3.- Promover foros de discusión en todo el pais con quienes cierren filas para impulsar el referido programa.
4.- Los foros aclararán e inducirán a que se genere una mayoritaria convergencia ANTICORREISTA de todo quien es político o no. Este escenario contrarrestará la asfixiante campaña de propaganda que desplegarán los gobiernistas.
5.- Con la nueva corriente de pensamiento y plataforma política que sobrevendría, habría lugar a que nazca el nuevo Ecuador: libre, democrático, equitativo y próspero.
6. Atrás quedará el país que impuso el hechicero del siglo XXI: despilfarro, corrupción, abusos de poder, desgobierno, improductividad,…
Interesante su propuesta, permitiría que en el futuro se vuelva a estructurar la organización social, destruida por el estado de propaganda y reprensión. Pondría además un jaque tácito a los partidos políticos para enfrentar los retos de la unidad y les obligaría a desencuartearse de sus posiciones interesadas.
Lamentablemente, la gestión política es mucho más compleja que el análisis académico; pero lo es mucho más cuando los encargados de gestionarla (léase los líderes de la oposición) diseñan las estrategias desde la tertulia de sobremesa y no desde el rigor que impone la responsabilidad de su función.
Felicitaciones, Ramiro. Analisis hondo y preciso. Corresponde repetirlo hasta el cansancio hasta que todos entiendan