Correa es clasista y humilla al burlarse de los ‘nombres manabitas’

Se necesita haber perdido todo sentido de humanidad para despreciar y decir que la quiebra de un centro dedicado a la cura del cáncer no es “un tema interesante”. Pero para reírse y burlarse de las personas por los nombres que tienen, cuando se ejerce la Presidencia, se necesita no preocuparle la humillación ajena y no tener conciencia de lo que significa ejercer un cargo público.

Ocurrió con Rafael Correa durante el enlace 465, desde Vilcabamba en la provincia de Loja. Correa, sabedor como pocos que nada mejor para atraer la atención que las risas, echó mano del recurso de las burlas. Casi al inicio del enlace ya había anticipado que más adelante hablaría de los nombres “raros” que hay en Manabí.  Incluso pidió al Prefecto de la provincia que le envíe por correo electrónico algunos ejemplos. Cuando la lista le llegó a su inbox no cabía de la dicha. Claro, era el momento de distender a la audiencia, seguramente ya cansada de las tediosas explicaciones sobre el seguro de desempleo y las desentonadas alabanzas a Hugo Chávez y Lula. Con su risita falseta y su forzada mirada de sorpresa leyó en el computador, que le colocaron a su lado, los “exóticos” nombres que le habían despachado para su lucimiento en el show.

Y ahí desfilaron nombres como Perfecta Luz Clara, Floiling Tímido, Queridoecuador, Primitivo Yaruluzo, Eruménica Risalinda, Aguasanta o Yadolcompuesto Zambrano… A cada nombre que leía le seguía un esfuerzo redoblado por hacer visible su risita burlona y, cuando saltaban unos que le sorprendían más, sus gestos eran aún más histriónicos. Justoempate Saldarrieaga, por ejemplo, fue uno de los que mereció una risa que le salió casi en forma de tos. Hubo un momento en el que dejó ver que era consciente de que lo que estaba haciendo era irrespetuoso y dijo, como quien quiere dejar en claro que los malos son otros y no él:  “Ojalá no se resientan por nombrarles.  Resiéntanse con los que les pusieron esos nombres”.

Y cuando llegaban nombres con alguna referencia al tema sexual pedía disculpas, claro, tan pudoroso él. “Perdonen pero así dice: Orgasmo Salvatierra”, dijo leyendo la pantalla y sin dejar mostrar su risita forzada. Cuando lanzó el nombre de Segundo Condón Suárez recurrió al travieso y coqueto gesto de taparse el rostro con el dorso de una de sus manos, lo que inmediatamente fue seguido (gracias a la magia de la televisión) de la imagen de una guapa chica sonrojada y sonriente.

“Si se hace el campeonato de nombres raros hay que poner el Vice campeonato nomás, porque el campeonato no se lo quita a nuestra querida Manabí”, exclamó casi al final de su segmento cómico al que remató con un comentario, con dejo irónico por supuesto, sobre los manabitas: “siempre tan ingeniosos”.

Correa ejerce la Presidencia como si fuera dueño del cargo. Si supiera que no lo es, tendría el recato de no abusar, para burlarse de otros, ni de su calidad de empleado público ni de los recursos públicos que supone un acto como la sabatina.

El recurso de burlarse de nombres extraños y sobre todo de los manabitas es antiguo y cabe perfectamente, a pesar de todo lo que supone, en una reunión social privada pero nunca en un acto público y financiado con fondos estatales. ¿Cómo se sentirá  quien tiene uno de los nombres de los que se burló Correa cuando un amigo o conocido le mencione el gracioso episodio del enlace 465? Peor aún si lo vio en vivo y en directo.

Burlarse de nombres exóticos no solo es un burdo acto de bullying, se trata de un gesto profundamente clasista. Quien lo hace está dejando en claro, de una u otra manera, que no pertenece al grupo de personas que, por su precariedad social, ha hallado en determinadas palabras una sonoridad capaz de adornar la identidad de sus hijos sin percatarse del significado o origen que tengan. Es posible que haya un impulso mucho más amoroso y poético en nombrar a alguien como Idilio Romántico, Espartaco Tarzán o Nostalgia Inefable (nombres sacados de la lista que leyó Correa) que hacerlo con algún nombre extraído del santoral. Como Rafael, por ejemplo.

Correa humilla, además, porque su énfasis está en provocar risas a costa de personas que llevan un nombre que no escogieron. Que se resientan con quienes le pusieron esos nombres, dijo como cuidándose de no mancharse con un gesto que él sabe ofensivo y dejando que la responsabilidad de llamar a alguien Olvido Románico recaiga sobre otros y no sobre quien hace mofa de ello.

Pocas cosas deben ser tan humillante para alguien como ver a un Jefe de Estado burlándose de su identidad.  Correa no tiene derecho a hacerlo.

Foto Presidencia de la República