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El País Casino

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“En Economía, como en la vida, puedes tomar buenas decisiones, pero puedes tener mala suerte”. Rafael Correa.

Entonces es fácil:

Invierto el 100% de los recursos de un país que necesita arreglar sus urgencias económicas, y esa inversión y gasto fomentan y ponen a mover la economía. Si algún rato aparece la “mala suerte”, ahí vemos como recortar o tomar deuda. Perfección. En el simple universo AP.

Imaginemos a un banquero en el descrito universo de la suerte: Toma todos los depósitos que le han confiado y los presta a un solo deudor. Un día en el futuro, ese deudor entra en problemas y deja de pagar sus deudas, y la reacción del banquero ante sus depositantes es: “es que tuve mala suerte”.

En el mundo real, confiar en la suerte es no entender su naturaleza. Lo único certero son los cambios, vaivenes, humores, ciclos, sucesos incontrolables. Y esos vaivenes se han hecho más agudos e imprevisibles con el devenir de la globalización y la integración. Hoy en día, un buen empresario es un buen administrador de riesgo, tanto como un buen vendedor de cosas. Pero un administrador económico/político tiene que ser excepcional en esa tarea, porque de ello dependen millones de personas.

Aprendamos lecciones simples de México:

Año a año, ese país administra su presupuesto como banquero, midiendo y cubriendo sus riesgos. Sabe que sus ingresos petroleros son 1/3 del presupuesto (cifra no muy diferente a la nuestra en el boom), y decide proteger un posible escenario descenso del precio. ¿Cómo lo hace? Contrata con un sindicado de bancos internacionales una serie de “derivados financieros” que en su conjunto no hacen más que asegurar su precio a $76.40 como mínimo. Si el precio baja de ese nivel, sería el sindicado el que cubriría la diferencia, todo sobre 228 millones de barriles de producción (cifra muy cercana a la nuestra).

Si no estábamos de acuerdo con los “fonditos” porque se hacían polvo en un mes, o dos segundos (depende a quién le preguntamos), debimos tener una política responsable de coberturas. Una política similar a la de México hubiera generado ingresos adicionales en 2015 y 2016 por trece mil millones de dólares, todo eso por la módica suma de 700 millones anuales de costo, menos que lo que había en los fonditos.

Tal vez este balance de costo beneficio no era perfecto para Ecuador, pero, ¿cuál fue la política de cobertura de riesgo del estado? ¿Con qué precio de crudo nos sentíamos cómodos, y por qué no lo garantizamos? ¿Cuál fue la política de cotización del dólar, con qué cotización nos sentimos cómodos, porque no lo cubrimos con permutas, o cualquier otro instrumento?

Si lo administrábamos con criterios prácticos, el “colchón” que nos permitíamos aminoraba la crisis casi a cero estos dos años. Y en ese tiempo advirtiendo el vencimiento de los “seguros”, teníamos espacio para flexibilizar políticas, bajar el gasto fiscal, por consecuencia corregir la presión externa, bajar inflación, subir competitividad, que bajaba el contrabando, la salida de depósitos, y la des financiación del sector real, que subía la confianza, y entrábamos al 17 como un Tigre rampante.

Pero lo que hicimos en vez, es jugarle la bolita al rojo por 8 años, y al año 9 cayó en el negro. Y como sabemos, en economía puedes hacer buenas decisiones, pero puedes tener mala suerte.

4 Comments

  1. Excelente análisis. Se aposto a que el precio del Petróleo no bajaría, y ahora todos los problemas económicos son por la “pura mala suerte”. Gracias por dejarnos entender la ineptitud del gobierno.

  2. Muy buen análisis Felipe. Me alegro que estés participando en esta página. Felicitaciones
    Espero tus próximas publicaciones

  3. Esa misma teoría de la “mala suerte” aplicaron a los helicopteros DHRUV y ya sabemos los resultados. La verdadera mala suerte fue que Correa gane las elecciones.

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