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Un desenlace fatal para nuestro fútbol

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Este martes 8 de marzo de 2016 se aceptó la renuncia de Luis Chiriboga Acosta como Presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, en medio del escándalo del “FIFA-Gate”.

Su carta de renuncia es el reflejo del cinismo que ha imperado, no en el fútbol, sino en nuestro país entero a lo largo de estos años. Considerar el hecho de que los triunfos deportivos y la mejora en infraestructura prevalecen sobre los temas de fondo (crisis reputacional, crisis económica de los clubes, crisis en los registros de los juveniles, violencia en el fútbol, falta de transparencia en las formas) es incorrecto y afecta la construcción de un proyecto que debería generar bienestar y ejemplo. Estos son aspectos de los que no se ha hablado en las últimas horas en la Federación y que tomará muchos años para lograr repelerlos definitivamente. Es una especie de imposición de la lógica del “pero tenemos carreteras” que tanto daño le hace al país.

En los últimos años, Luis Chiriboga aprovechó hábilmente el contexto político del Ecuador para replicar varias de las mismas prácticas clientelares y prepotentes que se consolidaron como ‘normales’ en nuestra vida de Estado. Y es que el fútbol no está alejado de la realidad social que tiene un país. Varios autores del estudio del deporte consideran al gobierno del fútbol como un fiel reflejo de la sociedad.

Esta etapa dirigencial nos permite analizar el modelo de conducción social que tiene el Ecuador enquistado desde hace algunas décadas: prebendas y favoritismos por votos, clientelismo con casi todos los actores inherentes a la actividad, círculos de confianza encargados de los negocios, nepotismo, adjudicaciones sin licitación. Fue cómico que en los últimos años de su gestión, inclusive se utilizaban en la Federación los mismos términos con que el correísmo nos ha divertido –por decirlo menos- desde el 2006. Un ejemplo es el recurso de “los odiadores de siempre”, término con el que en varios boletines se catalogaba desde la institución a los críticos de Chiriboga -y Correa-.

Su renuncia marca el fin de su presidencia, mas no el fin de su poder. Hábilmente ha logrado que la dirigencia en pleno apoye un proceso de transición con su segundo a bordo, que aunque ha querido marcar distancias en las últimas semanas enviando un mensaje a favor de la institucionalidad, tendiendo además puentes con los otrora clubes de “oposición”, es evidente que habiendo acompañado por 18 años a Chiriboga como Vicepresidente, guarda un conveniente silencio que se refleja en no haber dado nunca un criterio distinto de cómo se conducía el fútbol ecuatoriano y menos aún haber levantado alertas públicas por los graves problemas de manejos institucionales. Sorprendentemente, también han quedado -así sea transitoriamente- los mismos directivos (salvo los que no han sido detenidos para las investigaciones) que han estado allí, ‘firmes en el barco’, todo este tiempo.

Es lamentable que mientras la fiscalía de Estados Unidos estableció públicamente y con claridad, un presunto delito de estos dirigentes que aprovecharon sus cargos para obtener recursos ilegítimos, en las esferas de nuestro país se intente generar una cortina de humo con esta renuncia para que las estructuras del poder continúen como antes. Y esto sería grave: no se acusa a los procesados de hechos sucedidos en sus vidas profesionales o personales; se los acusa en su desempeño como dirigentes de una actividad que debería ser ejemplar para la sociedad. Si los hechos sucedieron, aún más, si quienes participaron de los mismos, en su mayoría, se han declarado culpables, nos debemos cuestionar ¿por qué la FIFA, las confederaciones y federaciones no activaron sus procesos internos para auto depurarse y establecer qué hicieron mal estos dirigentes? Nada ha hecho la Federación para establecer si su presidente participó en esos hechos y si al hacerlo desprestigió a la institución y a la imagen del país. Esa sola omisión nos hace pensar que el futuro no será diferente. Y esto es triste para el fútbol… y para el país.

Los triunfos deportivos fueron de los jugadores, del proceso de algunos técnicos y también de los clubes. No fueron sólo de la Federación Ecuatoriana de Fútbol ni de su directorio. La infraestructura es discutible. Pero en todo caso, hay que recordar que el fútbol es sobre todo un juego noble, que divierte y apasiona. Y que gracias a los hinchas, ese espectáculo se convirtió en altamente rentable, siendo además una forma de redención social de grupos excluidos. El fútbol es para muchos, en nuestro país, la única opción para salir de la pobreza y de la tristeza.

Es hora de devolverle a los futbolistas y a los hinchas su justa participación en los réditos del fútbol. Para esto, solo podemos pensar en que desde todos los sectores de esta actividad se inicie una gran discusión sobre el contexto en que debe manejarse este deporte. El fútbol no es privado, es público. Más aún en esta coyuntura nacional, que requiere muestras urgentes de formas distintas en el ejercicio del poder. Es necesario que se asuma en el gobierno del fútbol principios que deberían ser ejemplares para la sociedad: la democracia, la rendición de cuentas y la transparencia. Principios que han sido destruidos desde lo público por muchos políticos, pero que desde el fútbol podrían iniciar la reconstrucción del tejido social.

No podemos permitir que después de 18 años de esta etapa dirigencial, lo único que nos dejen sean las “carreteras” de la FEF y no nos quede la experiencia de que los modelos de gobernanza clientelares, prepotentes y sin transparencia, terminan siempre perjudicando al bien común. Desde el fútbol se debe mostrar a la sociedad entera que las cosas se pueden hacer bien, con decencia y eficiencia. Los nuevos modelos planteados, como la Liga Profesional o el recambio dirigencial, deben asumir esta premisa.

6 Comments

  1. Bien Juan Carlos lo expresado en el artículo y coincido plenamente de que unicamente ha terminado la presidencia de Luis Ch. más no el poder, en vista de que todo quedo en casa y el segundo a bordo como titular de la FEF, seguirá mostrando lealtad e informando todo lo que sucede a quién guarda prisión en su propio domicilio.

    • He querido únicamente emitir un comentario ante el buen articulo de Juan Carlos, no entiendo eso de que mi comentario esta pendiente de moderación

  2. La liga profesional es la opción urgente para frenar la continuidad que ha vuelto a posicionarse en la dirigencia del fútbol con la venía de la otrora oposición radical. Un gran análisis que no deja espacio para controversias y solo certezas de que el manejo del fútbol ecuatoriano sigue amarrado al pasado.

  3. Estoy de acuerdo con todo lo expresado por Juan Carlos Holguín a la ves que le envío mi cordial saludo de bienvenida y le auguro exitos en su debido espacio, añadiendo que me causa admiración, el que no se nombre a otra persona como presidente de la FEF, habiendo jovenes honestos y talentosos,basta al continuismo.

  4. Me parece que no es justo por decirlo menos asociar los actos delincuenciales de Luis Chiriboga y sus acolitos con la gestion del Gobierno.Desde hace mas de diez años en la FEF existian actos de corrupcion que fueron callados por los periodistas y dirigentes con el cuento de los exitos de nuestra seleccion.Por el bien del Futbol deberian irse todos por que en el fondo la olla sigue podrida

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