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Rodas: el ilusionista que no despega

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¿Con quién me voy a encontrar? ¿Con el alcalde o con el candidato? Es la pregunta que se hacen los altos funcionarios municipales cuando entran en el despacho de Mauricio Rodas. Nadie quiere encontrarse con el alcalde, prefieren al candidato. El alcalde les parece pusilánime y enrevesado. El candidato, en cambio, es recursivo y dinámico. El problema es que, con un candidato a la presidencia en el Municipio, Quito anda con un alcalde a medio gas.

Cuando asumió su cargo, el equipo que formó tuvo otra impresión. Rodas venía de una ONG y parecía un técnico. Sus primeros secretarios, que también lo eran, se ilusionaron con la idea de armar un plan de desarrollo y ordenamiento territorial, trazar políticas públicas de mediano y largo plazo y mirar la ciudad al margen de cálculos inmediatistas. Esto duró un tiempo: hubo gabinetes técnicos, reuniones políticas, secretarios con espacio para pensar políticas públicas… Muy pronto, Rodas prefirió el esquema de una mesa chica de decisiones a la que llegarían, con los meses, Armando Rodas, Mauro Terán, Santiago Zeas, Jaime Durán y Santiago Nieto de Informe Confidencial.

En vez de técnicos, se rodeó de amigos. En vez de planificación, impuso la política del quick win (ganar rápido). En vez de un modelo de gestión basado en políticas públicas, aplicó una política reactiva basada en sus estados de ánimo y sus necesidades inmediatas. En vez de construir una alcaldía, se dedicó a fabricar una marca. En vez de ser alcalde, desde el primer día pensó en cómo llegar a Carondelet.

En este proceso Rodas mostró una gran capacidad para quemar talento político. Su equipo técnico, del cual se jactó en los medios de comunicación, se deshizo en meses: Alexandra Pérez, administradora general; Mariana Andrade, secretaria de Cultura; Juan Carlos Holguín, de Desarrollo Productivo; Juan Pablo Bustamante, de Educación; María Isabel Roldós, de Salud; Alberto Rosero, de Territorio; Jean Paul Armijos, de Movilidad; Anamaría Correa, directora de Inversiones… Los titulares de diez dependencias municipales renunciaron o fueron removidos en el lapso de un año. Luz Elena Coloma, directora de Turismo, y Margarita Carranco, secretaria de Inclusión Social, duraron un poco más.

Esta desbandada se explica, en parte, porque Rodas nunca logró articular su equipo. En la medida en que se desembarazaba de los técnicos se fue rodeando de las personas que lo ven como futuro presidente y comparten con él la visión de que la alcaldía es sólo un trampolín. Quienes lo conocen aseguran que desde pequeño se colocó la banda presidencial y no ha dejada de llevarla. En esta vocación fue fundamental su madre, Victoria Espinel, una mujer de personalidad recia y con mucho interés en la política, en cuya familia hubo ministros y funcionarios. De niño, Rodas prefería los noticieros a los dibujos animados y jugaba a las elecciones para ser presidente de la familia. Era retórico y se diferenciaba de los niños de su edad por su lenguaje rebuscado.

Rodas pasó por las juventudes socialcristianas pero siempre quiso convencer a sus amigos de que él no era de derecha. Tuvo tanto afán por llegar a la presidencia que, a su regreso de México, donde trabajó en la fundación Ethos, entró en campaña ni bien desembarcó. Nunca se supo de dónde venían los fondos, pero le alcanzaron para constituir un partido (SUMA: Sociedad Unida Más Acción) y recorrer el país. En las elecciones de febrero de 2013 obtuvo el 3,9% de la votación.

Un año más tarde, como resultado del péndulo político, reemplazó a Augusto Barrera en la alcaldía de Quito. Rodas siempre pensó que los quiteños votaron por sus méritos cuando en realidad los sondeos sugerían que el voto castigo contra el correísmo iba a ser mayoritario. Con esa convicción, la de tener un enorme caudal electoral, “desde el día uno en el Municipio, tuvo la mira puesta en la presidencia de la República”, dice una excolaboradora.

Poner el énfasis en sí mismo lo llevó a gobernar con un modelo que uno de sus exsecretarios municipales llama “administración radial”: los subalternos no trabajan entre sí sino que cada uno está forzado a establecer un nexo directo con el alcalde. Lejos de generar institucionalidad, este esquema lleva a la formación de grupos que compiten entre ellos y cuyo poder se mide en función de su proximidad o distancia con Rodas. Es un modelo de gestión que prescinde de la planificación y queda sometido a su entera discrecionalidad.

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Rodas gobierna Quito pensando en su carrera política. Es un político mediático. Todos los son, dice Santiago Nieto, que charla con él cuando pasa por Quito. Nieto no admite que Rodas sea superficial, lo ve como un político de su tiempo. Su sistema es trabajar en función del impacto que pueda crear en la opinión. No conoce la ciudad pero es lo suficientemente disciplinado como para aprender de memoria lo que necesite. Por ejemplo, puede escuchar a un especialista durante una tarde, tomar notas y luego recitarlas con soltura en una radio o un canal de televisión. Es lo suficientemente obsesivo como para dedicar horas a cuidar la imagen que proyecta en las redes sociales. Es lo suficientemente osado como para creer que él y Suma están haciendo un quiebre en la política tradicional ecuatoriana. Por ejemplo, que su fórmula de “gobierno responsable” no es un eslogan sino una ideología.

Rodas se muestra mucho y proyecta siempre la imagen de un alcalde ejecutivo y ganador. Pero en casi dos años de gestión, no ha logrado cuajar una sola gran idea sobre el futuro de la ciudad en el imaginario quiteño. Eso explica que se haya refugiado en el proyecto del metro, la gran promesa incumplida de Augusto Barrera. Sacrificó la visión de ciudad a largo plazo a cambio de la estrategia que los asesores de mercadeo político llaman quick wins, en la que todo es juego efectos. Es capaz de llamar a todos los medios de comunicación y bloquear el tráfico para inaugurar un parque minúsculo en el mirador de Guápulo. Es capaz de desplegar un gran esfuerzo retórico –produciendo el efecto contrario al que busca– para defender el cambio del mobiliario de La Carolina o el rediseño de las paradas del trole.

En los barrios, el quick win por excelencia es la cancha sintética, que un ex funcionario de su administración llama “el nuevo tótem de la época”. Para ganarse el favor de una liga barrial nada más fácil que construir una, que cuesta $140 mil y $8 mil anuales de mantenimiento. Esta fiebre no obedece a ninguna política que no sea la de forjar clientela y mantenerla contenta.

La estrategia del alcalde-candidato no rinde. Ha bajado en las encuestas y en las redes sociales se ha convertido en sujeto de bullying. Pero, como siempre tuvo una imagen muy superficial, incluso cuando ganó la alcaldía, hay encuestadores que piensan que el rechazo que genera es igualmente superficial. Y que puede revertirlo este año si consigue hacer algo importante como alcalde. De lo contrario, su balance en el Municipio será irrisorio y su camino a Carondelet, cuesta arriba.

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Fotos: agencia Andes y Ecuavisa

36 Comments

  1. Puede ser todo lo que dicen, pero ya va pasando el tiempo y no avanzado mucho además comparan con guayaquil allá como 20 años y solo el centro de guayaquil y unos cuantos metros mas afuerita esta bonito, pero vayan en bus público y vean los alrededores parece que el tiempo allí no ha pasado esta todo olvidado, y el Alcalde Rodas se empeña en publicidad y le falta mucho, Yo vivo en sector periférico de Quito a 15min y por allí nada de nada el año pasado se logro algo-poco en obras a través del Consejo Provincial y eso en base de amistades pero del municipio nada, más bien nos cambiaron predios rústicos a predios urbanos donde no hay servicios básicos y mejor toco hacer trámites para justificar que no hay servicios básicos y rebajar el impuesto como que uno hubiese echo el cambio, existen Distritos zonales del municipio como el de Calderón pero trámites como el que les comento lo envían al centro o sea de que ayuda hablan, y allí estamos todo Quito haciendo este tipo de trámites congestionado todo sentado en medio patio a plena luz solar o este momento en medio de materiales de construcción de que Quito para vivir mejor habla el Alcalde , así que si piensa llegar a Carondelet esta cuesta arriba

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