A través de su cuenta de Twitter, el Presidente Rafael Correa preguntó: “alguien me puede explicar el “perjuicio” de poder pedir 9 meses de licencia sin sueldo”? La pregunta se debe a una de las reformas laborales que con 85 votos acaba de aprobar la Asamblea Nacional bajo el rimbombante nombre de “Ley Orgánica para la Promoción del Trabajo Juvenil, Regulación Excepcional de la Jornada de Trabajo, Cesantía y Seguro de Desempleo”.
La ley no modifica los tres meses de licencia remunerada por maternidad que recibe la madre ni los 15 días de licencia remunerada por paternidad que recibe el padre, tan solo establece que voluntariamente podrán prolongar la licencia hasta por nueve meses, aunque sin remuneración. Según la ley, durante ese tiempo los trabajadores podrán solicitar su cesantía, aunque sólo la recibirán dos meses después de haberla solicitado. La ley establece también que durante el periodo de licencia las madres podrán seguir recibiendo las prestaciones de salud del IESS, y que estarán protegidas contra el despido.
Hecha esta aclaración, no pretendo en este espacio detallar los contenidos de la ley (de eso se están encargando ya los organismos de propaganda del gobierno a través de sus cadenas de radio y TV). Tampoco pretendo explicar por qué nueve meses de licencia sin sueldo perjudican a cualquier familia (no se requiere ser economista para entender algo tan obvio). Me referiré a la relación entre la reciente reforma y la discriminación contra las mujeres, cuyo perjuicio el Presidente no alcanza a comprender.
Uno de los espacios donde con más frecuencia ocurre la discriminación contra las mujeres es el ámbito laboral, y las principales causas de discriminación laboral contra las mujeres son el embarazo y la maternidad. Son formas de discriminación todos los tratos desfavorables que las mujeres recibimos en el trabajo o al solicitar un trabajo, sea por quedar embarazadas, por las obligaciones que conlleva la maternidad o por los trastornos médicos relacionados tanto con el embarazo como con la maternidad. Aunque las leyes lo prohíban, en la práctica la sola posibilidad de quedar embarazadas incide en las contrataciones, en los salarios, en los ascensos, en la asignación de determinadas funciones, y en la percepción que se tiene de la mujer en el ámbito laboral. La discriminación es más clara cuando el embarazo se convierte en realidad.
El embarazo y la maternidad son tomados en cuenta como criterios para evaluar nuestra habilidad para trabajar. A diario a las madres se nos hace preguntas que jamás se plantean a un hombre que es padre, y se cuestiona si estamos en condiciones de reincorporarnos al trabajo o asumir responsabilidades que los hombres asumen. “¿Necesitas que te consiga una cuna para que puedas asistir a la reunión?”, me preguntaron en son de burla hace no mucho. No importa cuán eficiente seas, si eres madre –especialmente con niños de corta edad- se percibe que no tienes el mismo nivel de compromiso que los hombres (resulta irrelevante si son o no padres, porque se presume que ellos no tienen obligaciones con su familia más allá de proveer). Adicionalmente, si no eres madre se percibe que el trabajo para ti no es cuestión de subsistencia, sino a lo mucho un hobby. “¿Para qué necesitas un aumento de sueldo si no tienes hijos?”, le preguntaron recientemente a una amiga.
No importa si tienes o no hijos, si quieres o no tenerlos, si puedes o no tenerlos; si eres mujer, tu edad reproductiva será un factor determinante en tu trabajo. La ley impide que te pregunten siquiera sobre una decisión tan privada como la de tener o no hijos, pero no puedo recordar una semana de mi vida en la que alguien no me haya hecho esa pregunta en mi trabajo (ni hablar de los que se permiten juzgar mis decisiones reproductivas). A pesar de que la maternidad sólo es un factor determinante en las posibilidades laborales de las mujeres y no de los hombres, a la mayoría le cuesta admitir que se trata de una forma de discriminación. Claro, la ley prohíbe esta discriminación y las mujeres podríamos denunciarla. Pero ¿quién está en condiciones de enfrentar las represalias laborales que una denuncia conllevaría?
Tan evidentes son las posibles consecuencias laborales que se derivan del embarazo, que uno de los momentos más aterrorizantes para las mujeres que trabajan es el de comunicar a su empleador que están embarazadas. Nuevamente existe una disociación entre la ley y la práctica. La ley me protege del despido por anunciar mi embarazo y nada me obliga a contarle a mi empleador que estoy embarazada hasta que llegue el momento de solicitar la licencia. En la práctica, incluso antes de que los cambios físicos sean aparentes, los estragos y malestares evidencian que estamos embarazadas. Más aún, el sentido común nos alerta que esconder la condición de embarazo tendrá un impacto en la relación laboral, por lo que muchas optamos por poner el embarazo en conocimiento de nuestros empleadores cuanto antes.
En una realidad en la que el embarazo y la maternidad continúan siendo una de las razones primordiales de no contratación, hostigamiento y despido laboral en contra de las mujeres, la adopción de una ley que permite a las mujeres optar por extender nueve meses su licencia de maternidad sin pago sólo contribuirá a profundizar esta forma de discriminación. La enorme mayoría de mujeres no se verá beneficiada por la reforma: ¿quién puede darse el lujo de tomarse nueve meses sin sueldo cuando más necesita estos ingresos? Además, el riesgo de perder el empleo es demasiado real. Tampoco se beneficia el empleador ¿acaso podrá contratar a alguien sólo por esos nueve meses de reemplazo? ¿acaso no existen costos asociados con la rotación laboral? Aunque en la práctica la reforma sea pura demagogia y nadie opte por una licencia de nueve meses sin pago, la mera posibilidad de que una mujer pueda optar por este “beneficio” aumentará las dudas de un empleador al contratar o promover a una mujer en edad reproductiva.
Si bien la ley dispone que el padre también puede optar por esta licencia, en una sociedad donde el estereotipo de la mujer como la encargada de la crianza y el hombre como responsable de proveer los recursos está tan arraigado, esta reforma afectará de manera desproporcionada a las mujeres en su vida laboral. Lo que es más grave, los años en los que las mujeres pueden procrear coinciden, precisamente, con los años pico de la carrera, aquellos en los que los trabajadores son más atractivos para las empresas.
Los Estados que han aumentado la licencia familiar remunerada han demostrado ganancias en productividad y costos reducidos por rotación laboral. La prolongación de la licencia pagada también está asociada con períodos de lactancia más largos, aumento en los controles post natales a recién nacidos (lo que previene enfermedades riesgosas) y reducción de la mortalidad infantil.
Pero aún mayores son los beneficios de una política pública que facilite a los trabajadores (sin importar su género) cumplir con sus obligaciones laborales y familiares a la vez. Así no sólo se mantiene la productividad sino que se protege la estabilidad financiera de la familia, al tiempo que se contribuye a disminuir el estereotipo de la mujer confinada al hogar. Los negocios, la economía, la salud pública y las familias se benefician cuando las políticas conducen a condiciones laborales que se acoplen a las necesidades de hombres y/o mujeres trabajan y son igualmente responsables de sus familias. La legislación debería promover la flexibilización de los horarios laborales (no sólo durante la lactancia), fomentar el teletrabajo, incentivar a que las empresas o instituciones públicas mantengan sitios privados para extraerse leche en el trabajo, o al menos exigir que se cumpla la obligación legal de establecer guarderías que tienen las empresas con más de cincuenta trabajadores de establecer cerca del lugar de trabajo, una guardería infantil gratuita para los hijos de su personal.
En suma, lo verdaderamente revolucionario sería que el Estado incentive que las mujeres podamos trabajar en igualdad de condiciones, sin que el embarazo sea un factor determinante en el ámbito laboral. Que las mujeres que trabajamos no seamos perjudicadas laboral o financieramente por tener hijos es un paso esencial para la igualdad de género. Lo ideal sería que existan condiciones para que las mujeres no nos veamos obligadas a decidir entre el trabajo y la vida familiar, pero la reforma apunta precisamente a lo contrario. “Ley Orgánica para la Promoción de la Discriminación Laboral por Embarazo”, quizá sería un nombre más ajustado a la realidad.
La articulista no ha leído la ley. Pedir licencia no es una ‘obligación”, puede ir a trabajar inmediatamente si quisiera así. ¿Decía usted algo cuando no había nada respecto a esta alternativa? Los opositores al gobierno hablan todo el tiempo en contra de acciones y leyes, pero nunca dijeron nada cuando no había leyes ni acciones. Que verguenza!
Esta reforma es extraordinaria. No sé de qué se quejan. En EU la embarazada debe tomar sus vacaciones para ser remunerada y si hay complicaciones puede aplicar para una licencia médica de hasta cuatro meses sin pago. De que descriminacion hablan..? Nosotros tenemos o creemos tener el derecho de trabajar poco! Por eso no hay productividad y la pobreza sigue presente por tantos siglos.
Es simple, poner primero lo primero. Cada persona debe pensar cuál es su prioridad en la vida.
No sé si pueda servir de algo, cada comentario, desde cada punto de vista, necesidad e interés tiene completa validez. Si hacemos estudios de la estructura económica mundial, encontraríamos el problema 1 del porque estamos inmersos en un trabajo-salario y no un trabajo-oportunidades-felicidad. Si hacemos estudios biológicos sobre el amor, la presencia y la familia, encontraríamos el problema 2,
Y para ambos problemas habría que tomar decisiones sobre que quiero hacer?, a qué me dedico más?, en qué o en quién invierto mi tiempo? Y esto es libre de feminismo, machismo, sueldo, igualdad, y otros conceptos del ámbito social-económico.
Usted puede tomar la licencia mas de los tres meses con paga si tiene los medios, si no los tiene, no toma la licencia, punto¡¡ Cual es es drama de todo el mundo, antes las botaban de los trabajos por estar embarazadas, antes no tenían mayor respaldo ni derechos, ahora por que tienen la opción de pedir una licencia hasta por un año SI PUEDEN SOLVENTARSE se quejan¡¡¡… direccionen con criterio su queja, porque quejarse cuando les dan opciones para bien no es inteligente.
Aplausos!
Muchas mujeres “lloramos” porque se terminaron las 12 semanas de maternidad porque solo una madre sabe que es terrible tener que dejar a una criaturita tan pequeña e indefensa al cuidado de alguien más porque obviamente es imposible vivir 9 meses sin sueldo; más aún cuando ya no son 2 personas adultas que deben mantenerse sino 3: pañales, ropa, controles médicos, medicinas, etc. Nada es gratis. Hablan de planificar, ahorrar y si supieran que es difícil, sin hijo ahorraba poco, no se diga ahora que tengo muchos mas gastos. Vivir sólo con el salario de mi esposo no es posible ni por un mes. Es fácil decir que la ley es opcional, voluntaria. Pero nadie dice como se debe hacer para que el sueldo de uno alcance para 3.
Porque oponerse a una Reforma que no sabemos si las madres cuanto este vigente la seguirán? Yo en mi caso si solicitaría el permiso saber que puedo regresar al trabajo despues de 1 año de haber criado a mi hijo me vendría bien, se que el tema económico es difícil pero es el esfuerzo que se hace por nuestros hijos, y aparte que las mujeres por el echo de estar embarazadas y ser madres nos discriminan en cualquier parte del mundo de echo yo he sido madre en dos ciudades europeas y por el embarazo y la maternidad me han despedido he ganado juicios pero las empresas han preferido indemnizarme y no devolverme mi puesto de trabajo. Y eso es un stress para la mujer para el bebe y la familia. Pero si te dan la opción de volver cuando estes bien yo veo esto como un adelanto para las mujeres en Ecuador..
Sólo una precisión, la trabajadora sí está obligada por ley a comunicar su estado de gestación al enterarse del mismo.
Me parece que quien escribiò este articulo olvido deliberadamente mencionar el porcentaje de niños nacidos con enfermedades graves o catastròficas y que necesitan el cuidado de su madre de forma permanente, en cuyo caso los nueve meses de licencia sin sueldo seria fundamental para la subsistencia del recièn nacido, conozco de innumerables casos en esta situaciòn y las madres se han visto en la obligaciòn de renunciar a sus trabajos, me gustaria conocer algùn comentario al respecto, sin tanta politiquerìa por cierto y mas humanismo.