La corriente general dentro de la opinión pública no tiene un buen concepto de Luis Chiriboga y su administración en la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF). De hecho, el cuerpo legal que defiende al expresidente federativo consideran que la presión mediática y social ha tenido influencia decisiva en la situación procesal.
Sin embargo, en el intento de poner en limpio 17 de años gestión, hay necesariamente que omitir posiciones maniqueas y encontrar en el camino puntos favorables, que de una u otra forma llevaron al fútbol del país a una posición inédita. Y en ese ejercicio habrá que tener presente que, más allá de cualquier virtud dirigencial, los desencadentantes principales de cualquier éxito deportivo fueron dos: el capital humano en la cancha y el proceso técnico-científico iniciado por Dusan Draskovic en 1988.
A la hora de valorar virtudes, Chiriboga tuvo una capital: la buena selección que hizo de los directores técnicos. Salvo la primera etapa con Carlos Sevilla (1999), cuyo fracaso dejó herida de muerte la posibilidad de que un DT nacional triunfe con la Selección, el resto de entrenadores designados (Hernán Darío Gómez, Luis Fernando Suárez, Sixto Vizuete, Reinaldo Rueda) tuvieron un saldo positivo a su favor, sea en resultados o en rendimiento. Gustavo Quinteros, designado en la curva final de la administración, se perfila correctamente tras un inicio vacilante en la Copa América 2015.
El siguiente punto positivo es, tal vez, el más imperceptible. También fue uno sobre el cual la administración pasada dio marcha atrás, solamente para involucionar. Desde 2000 hasta el 2007, el Campeonato Ecuatoriano de Fútbol redujo su número de participantes. En lugar de 12 equipos, pasó a tener 10 en su categoría máxima. El resultado fue positivo: la competencia se depuró, las distancias entre los equipos de arriba y abajo se redujeron y el nivel local se elevó, al punto que puede afirmarse que esta medida fue fundamental dentro de la era dorada del fútbol ecuatoriana, la que empezó en la clasificación al Mundial de Japón – Corea 2002 y culminó con la derrota en octavos de final del Mundial de Alemania 2006.
En el 2008, la Primera División registró un aumento de 10 a 12 equipos. Desde entonces, la grieta entre los equipos que pelean títulos con los que apenas pueden mantenerse arriba es cada vez más elocuente, la competitividad disminuye con el paso de los años, amén de que la crisis económica impide mejores inversiones para potenciar planteles, incluso en los equipos mejor organizados. El resultado queda a la vista: Ecuador quedó fuera del Mundial Sudáfrica 2010 y en el de Brasil 2014 fue imposible superar la cota registrada en Alemania 2006. Todo esto, entendido desde la perspectiva de que el producto Selección responde a los reflejos del medio local.
Cuando Chiriboga asumió en la FEF, apenas había un torneo juvenil, de categoría Sub 20, llevado adelante en forma menesterosa y sin mayores ambiciones. Hoy, luego de 17 años, la competencia juvenil a escala nacional comprende cuatro categorías (Sub 12, 14, 16 y 19), además del torneo de Reservas desactivado este año. Sin embargo, la imposición de que un juvenil actúe en Primera Categoría no puede ser nombrada como acierto.
En cuanto a infraestructura, el proyecto Goal de la FIFA colaboró para que las selecciones nacionales entrenen en un local propio. Hasta el 2010, se dependía de la buena voluntad de la Escuela Superior Militar del Ejército, en Parcayacu, para tener un lugar de concentración espartano y campo de prácticas. Lo mismo pasó con el local de la FEF, en Urdesa (Guayaquil). Antes de su apertura, en el 2004, la entidad se reunía en locales tan variados como el auditorio de Filanbanco o la sede de la Federación Deportiva Nacional del Ecuador.
Lo antes enumerado se encuentra en un platillo de la balanza. En el otro, se distinguen la falta de transparencia, la autarquia, el poder absoluto, la intolerancia ante el cuestionamiento y demás. La FEF vivió de todo durante la era más larga de su existencia, la era Chiriboga.
Muy acertado Esteban, a esto tengo que agregar que las mafias que se manejan a nivel de federación nacional con la complicidad de las federaciones provinciales y las dirigencias de algunos equipos nos pasan la factura de un futbol mediocre y controlado por el poder, así cuando eran 10 equipos en la serie A y entró en crisis el barcelona, al año siguiente se volvió a los 12 equipos con lo cual se salvó del descenso al barcelona, pues al quedar penúltimo habria bajado a la serie B
Interesante, cómo el tiempo es relativo, mientras por un lado se sataniza los 9 años de la administración correísta, por otro lado se ve como normal los 17 años en que Chiriboga hizo y des hizo lo que le vino en gana… interesante también que en el presente análisis se haya pasado por alto los escándalos de los cercanos al social cristiano Chiriboga, concretamente el caso de tráfico de drogas a cargo del capitan Luna… Veremos si la justicia norteamericana tiene el poder de obligar a devolver los dineros mal habidos por ‘Luchito’!
Esteban. Felicito por el analisis sereno de la labor de Luis Chiriboga en la FEF. Falta son embargo un segundo artículo sobre las estrategias del ex presidente para tener adherentes y votos seguros.