243 faltas de ortografía y sintaxis en tres páginas y media deben ser un récord mundial. Sobre todo considerando que el documento procede del Ministerio de Educación y está firmado (aparte de las abogadas que al parecer lo redactaron) por altas autoridades de esa secretaría de Estado. Gian Carlos Drouet, presidente de la Junta Distrital de Resolución de Conflictos, por ejemplo. Ricardo Landázuri, jefe de Talento Humano, nada menos. 243 faltas de ortografía y sintaxis contiene la resolución por medio de la cual se castiga a Gonzalo Criollo, presidente del Consejo Estudiantil del colegio Montúfar, con la expulsión definitiva del plantel (“separación” dice el documento, pródigo no sólo en errores sino en eufemismos). Lo que sea que el ministerio trate de demostrarnos sobre este joven de 17 años (articulado, inteligente y sensible, como sabe cualquiera que lo haya escuchado hablar o haya leído sus escritos en su muro de Facebook), una cosa es segura: nunca, de ninguna manera Gonzalo Criollo cometería 50 errores de ortografía y sintaxis en tres páginas y media. 50, no ya 243. Si esas son las autoridades del sistema educativo, ser expulsado de él es un orgullo.

El caso es que los 243 errores de ortografía y sintaxis son, de lejos, lo menos vergonzoso de este caso. Hay cosas mucho peores. Gonzalo Criollo fue manipulado por el ministerio de Educación, utilizado políticamente mientras sirvió a sus propósitos y luego abandonado y sacrificado. Las razones de su expulsión son deleznables; los argumentos de quienes administraron justicia en este caso, arbitrarios. Refugiados tras una jerga jurídica hermética, disfrazaron con una apariencia de debido proceso el ensañamiento del Estado contra un menor de edad. Es el estilo sinuoso del poder disciplinario cuyo ejercicio permite al correísmo convertir los colegios en cuarteles (con policías en las puertas y vigilancia personalizada) cada vez que lo considere necesario. Para Gonzalo Criollo y sus compañeros, que no conocen otro modelo político que no sea el correísmo, esta primera experiencia con lo público debe ser inolvidable y devastadora.
¿Qué tiene el ministerio contra Gonzalo Criollo? Un parte policial. ¿Qué dice ahí? Que en la mañana del 16 de febrero, cuando los estudiantes del colegio se preparaban para protestar, él tomó un “equipo de audio” y les dijo: “No decaigamos en la lucha, no decaiga la voz de protesta por la reubicación de los docentes”. Se refería a los 16 profesores que fueron separados del colegio, según el Ministerio de Educación, por temas administrativos; según los afectados, por no pertenecer a la Red de Maestros, el sindicato que creó el correísmo para hacer proselitismo político dentro y fuera de los colegios. Ese día los estudiantes salieron en manifestación y se produjeron los desmanes que fueron noticia en todos los medios.
El Ministerio de Educación no ha podido probar que Gonzalo Criollo incitara a la violencia, lanzara piedras, hiriera a policías, destruyera bienes públicos. De hecho, no lo hizo. Por eso no hay fotos, no hay filmaciones, no hay testigos. Nomás un parte policial que recoge estas palabras: “No decaigamos en la lucha, no decaiga la voz de protesta por la reubicación de los docentes”. Eso es todo. Y por haber dicho eso la Junta Distrital de Resolución de Conflictos del Ministerio acusa a Gonzalo Criollo de “Alterar la paz, la convivencia armónica e irrespetar los códigos de convivencia de los centros educativos”, “Cometer actos de violencia de hecho o de palabra” y “Deteriorar o destruir en forma voluntaria las instalaciones institucionales y los bienes públicos y privados”, según rezan los artículos de la ley que se citan en su contra. Por haber dicho eso lo responsabilizan de todos los desmanes que se produjeron ese día: las puertas y las ventanas rotas, los policías apedreados, la interrupción del tráfico, el caos, el mobiliario urbano destruido… Por haber dicho eso, en fin, le aplican la sanción reservada a quienes cometen “faltas muy graves”, a saber: expulsión definitiva del colegio.
En el colmo de la incongruencia procesal, la Junta Distrital de Resolución de Conflictos del Ministerio de Educación invirtió el principio de la duda razonable. Normalmente se parte de la presunción de inocencia; si los argumentos de la parte acusadora dejan un resquicio para que se produzca una duda razonable, la inocencia prevalece. En este caso, sobre la base de tan escueto como insuficiente informe policial, se partió de la presunción de culpabilidad de Gonzalo Criollo; y como la evidencia presentada por la defensa no produjo una duda razonable, el veredicto de culpabilidad se mantuvo. Normalmente lo que tiene que demostrarse es la culpa. Aquí los jueces adjudicaron la carga de la prueba a la defensa. Por lo menos eso es lo que se alcanza a entender del documento.
Gonzalo Criollo, el dirigente que en cada manifestación de protesta exigía a sus compañeros que no se dejaran arrastrar por la violencia; el que negociaba con los policías y procuraba que el tráfico en la avenida Napo no fuera interrumpido, era un viejo conocido del Ministerio de Educación. El ministro Augusto Espinosa lo ha tratado mucho. Se ha reunido con él desde hace más de un año, es decir, mucho tiempo antes de que fuera electo presidente del Consejo Estudiantil. ¿Y por qué? Porque Criollo (esto en el Montúfar lo sabe cualquiera) era un cuadro de lo que en el ministerio se conoce con el nombre de Colectivo de Estudiantes Secundarios, la organización que el correísmo se inventó para neutralizar a la Federación de Estudiantes Secundarios (FESE). Pero Criollo piensa por cuenta propia y eso es imperdonable. Él está convencido de que los 16 profesores removidos del colegio lo fueron porque no pertenecían a la Red, el sindicato correísta cuyas sedes en todo el país funcionan como centrales de campaña de Alianza País, cuyos miembros reciben adoctrinamiento ideológico del Ministerio de la Política y se movilizan en buses para las marchas y contramarchas del gobierno. Por bien que se llevara con el ministro Espinosa (tan bien que hasta lo tuteaba) Gonzalo Criollo no podía estar de acuerdo con eso. Un día, a fines del año pasado, unos asesores del ministro fueron a buscarlo, lo sacaron del aula y le exigieron que se definiera políticamente. Él lo hizo.
Las protestas de febrero en la Institución Educativa “Juan Pio Montufar”, como la llama la Junta Distrital generosa en mayúsculas, ocurrente en el uso de las comillas y mezquina con las tildes, no son un caso corriente de indisciplina juvenil. Son un problema político marcado por las actividades proselitistas que el correísmo, con los recursos y la autoridad del Estado, ejecuta en los colegios. La expulsión de Gonzalo Criollo, el traslado de los 16 profesores, las sanciones a una veintena de estudiantes que fueron detenidos (y entre los cuales no figura ninguno de los encapuchados que lanzaban grandes piedras contra los policías) no son simples medidas administrativas y disciplinarias. Son una purga.
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Aquí, el documento completo y corregido del Ministerio de Educación.
Arriba: Gonzalo Criollo en Patria y 6 de Diciembre. Foto: 4Pelagatos
No había entrado hace algún tiempo a este espacio y me da mucha pena en lo que se ha convertido: en un dime y direte de los que están a favor o en contra de Alianza País. En ocasiones anteriores leía un artículo y los comentarios correspondientes en los cuales se evidenciaba no solo el respeto a la opinión de quien lo escribió sino el respeto hacia quienes se expresaban libremente. Esto es solo un ejemplo más de la degradación moral a la que hemos llegado en el país, falta de respeto absoluta a los derechos personales, a los sentimientos y pensamientos ajenos. ¿Qué viene a continuación? ¿ Cosas como las que están pasando en Europa o sin ir más lejos en Venezuela? ¿Acaso ISIS tiene razón de matar a aquellos que no comparten su fe, su forma de pensar, de creer? Qué pena con nuestro pobre país y con las generaciones venideras.
Por qué borraron mi comentario al artículo de Roberto ” Bareta Loca ” Aguilar ? no disque luchan por la libertad de expresión ?
“No decaigamos en la lucha, no decaiga la voz de protesta por la reubicación de los docentes”.
si por estas palabras le sancionan…entonces:
a Patiño en el 30 S cuando pedia a la gente que fuera a defender a Correa que le podria pasar
a Correa cuando en la Universidad Catolica de Guayaqul les dijo a los estudiantes ustedes son mas… y..
lo mismo paso con el estudiante universitario Rivera que cuando pegaron a los Diputados..eran jovenes valientes, luchadores…y despues que Rivera estaba ya en contra del gobierno hasta preso le metieron…
A un empleador abusivo, autoritario y a sus voceros ciegos, sordos y mudos, son a los únicos a quienes la presencia de un sindicato surgido de la necesidad de los trabajadores les estorba. En el objetivo de desvincularlo de su sector social y del pueblo cumplen el rol de satanizarlo, sin importar utilizar el discurso lastimero, desgastado y caduco sin la más básica investigación. El sindicato docente la UNE tiene la razón histórica de defender la profesión docente como parte de la calidad educativa para todos y todas. Exigimos desde nuestros inicios una evaluación integral al sistema educativo ecuatoriano para ubicar las debilidades y en unidad de acción enfrentarlos, combatirlos y susperarlos. Entiéndase bien no vamos a renunciar a una Educación Pública, Plurinacional e Intercultural al servicio de las mayorías, diga lo que digan los voceros del poder de turno. Gracias pelagatos por su intervención en temas que atentan los derechos humanos de la población en general. Un próximo artículo debería abordar la pregunta: ¿Por qué el correísmo no evalúa
el Plan Decenal 2005 – 2016 ?