¿Los plantones en la Shyris son menos masivos? ¿Son más ciudadanos? ¿Corren tras alguna plataforma? Hay debates pendientes. En ese sentido, quizá haya concordancia en que hubo una inflexión en julio-agosto del año pasado. Algunos creen que incidió la visita del Papa del 5 al 8 de julio. Es una coincidencia.
El cambio tiene que ver con la dinámica de un proceso ciudadano cuyas etapas, durante el correísmo, son claramente discernibles: apoyo al régimen, decepción, paso por el desierto, reagrupamiento, pérdida del miedo, retorno a la calle, reencuentro, concentración masiva… 2015 fue un año de grandes manifestaciones en marzo, junio, julio y agosto. En junio Guayaquil se manifestó apoteósicamente en la avenida 9 de Octubre. Se habló de más de 300 mil personas.
En Quito, en la Shyris, los plantones se han hecho por autoconvocatoria. Hay políticos que han participado, como Andrés Páez y Mauricio Rodas. Páez se equivocó al querer erigirse en dueño de las concentraciones. Reculó. Rodas hizo una aparición tan excepcional como rocambolesca. Se archivó.
La Shyris es un lugar simbólico. Está la tribuna que el correísmo quiere para sí. Está la sede de Alianza País. Es el punto de encuentro de la clase media quiteña; aquella que salió a la calle contra Bucaram, protestó contra Lucio Gutiérrez cuando cambió la Corte; puso muchísimos cuadros del correísmo… Aquella que se moviliza por libertades, marcos constitucionales y también por el bolsillo. Es un sector que acompaña en las calles a las centrales sindicales, a los indígenas, a los sectores sociales cuando se citan frente a la Caja del Seguro para avanzar hasta las calles aledañas a Carondelet. Son ciudadanos que se mezclan en las calles pero ni se conocen ni tienen un derrotero en común. Salvo uno: que Correa se vaya.
Esa es su fuerza y su talón de Aquiles.
Su fuerza: en la calle han materializado la resistencia a un gobierno que tiene todos los poderes, un aparato gigantesco de propaganda, cargos, buses y sánduches para movilizar a los suyos y un deseo irrefrenable de detentar todas las verdades y copar todos los espacios: incluso la calle, el último reducto que queda a los ciudadanos.
Su talón de Aquiles: botar a Correa se reveló un imposible institucional –no se rompe el marco jurídico– y un imposible político –Correa tiene apoyo y ninguna fuerza política quiere victimizarlo–.
La resistencia que manifiesta se topó, entonces, con dos problemas. Correa no se irá. Dos: intentarlo, como solo algunos lo hicieron, era exponer a los manifestantes, en su conjunto, a actos de violencia impredecibles. De hecho, algunos sondeos registraron, a finales del año pasado, que la violencia disuadió a ciudadanos de ir a la calle.
La resistencia callejera, al parecer, está ahí. Sigue cantando, exigiendo, reclamando, gritando, vociferando, insultando que se vaya, que se largue el Presidente. Pero ya sabe que esa conclusión, ese deseo no lo verá concretarse; no en la forma que la vivieron Bucaram, Mahuad y Lucio.
La resistencia callejera igualmente sabe que los plantones de la Shyris, como las manifestaciones a lo largo de la calle Guayaquil, tampoco sirven –como debería ser el caso– para que Correa escuche y rectifique. Por el contrario: es pan bendito para un movimiento que cree que, además de detentar el poder, debe poner más gente en las calles.
Todos esos factores están pesando en la conformación política de una resistencia callejera que, confrontada a la imposibilidad de botar a Correa, tiene que construir un nuevo imaginario. Ya ha dado muestras de estar en ese camino.
Primero: ha entendido que la resistencia se hace poniendo la cara, mostrándose. Como un acto ciudadano, coherente, despojado del miedo a las consecuencias que tiene unirse a la resistencia, ponerse ante las cámaras del régimen. En este punto, el hartazgo desemboca en una gran catarsis.
Segundo: se está apreciando –en términos ciudadanos y políticos– el valor que tiene la resistencia pacífica. Uno, porque el poder tiene la fuerza. Y, dos, porque la puede usar precisamente para desnaturalizar las posiciones políticas y éticas de los ciudadanos.
Tercero: en la Shyris se le está dando todo el sentido a la ocupación de ese espacio, sin pretender convertirlo en punto de partida hacia Carondelet. Es tan cierto que los manifestantes que ahí se reúnen cuando deciden marchar, solo lo hacen alrededor del parque La Carolina.
Cuarto: sin una salida dramática, los ciudadanos que van a la Shyris se ven forzados a enfrentar la complejidad política. Eso implica reflexionar y responder sobre algunas cosas. Una: el correísmo es una realidad política que tiene todavía fuerza social. Dos: no se puede salir del correísmo sin construir alternativas democráticas. Es decir, la bronca es necesaria, pero no es suficiente para pensar el futuro del país. Tres: la vida es más compleja que las redes sociales. Lo que es sencillo en el plano personal, tarda mucho en cuajar colectivamente.
Quinto: La resistencia callejera tiene otro doble desafío: dar cuerpo a la autonomía que reclama de los partidos políticos y al diálogo –distante si así lo entiende pero necesario– con las alternativas que hay o surjan al régimen.
En todo caso, los ciudadanos que van a los plantones o a las manifestaciones son los únicos que pueden construir formas nuevas de pensar lo público en una perspectiva postcorreísta. Que no hayan podido botar a Correa, como algunos preconizaron, es una oportunidad para los resistentes de instalarse en el rol de verdaderos ciudadanos. Acabar, por ejemplo, con la idea peregrina de que la realidad política es tan sencilla que basta con botar presidentes para que Ecuador se parezca al sueño que cada uno tiene pintado.
¿Quién les invitó a este portal a EcuaGurú y al ciudadano Guillermo a pretender darnos clases de ideología política haciendo apología de los entuertos de la trasnochada revolución? Sus discursos sólo sirven para adormecer a los adoctrinados verde flex. El correísmo con su inexistente filosofía política del Socialismo del Siglo XXI, para el país, resulto el experimento gubernamental más desastroso de la vida republicana, sólo comparable al del presidente de los siete pecados capitales. Ciertamente, el Ecuador se despertó de este letargo que significó el alucinógeno populista, como también hemos madurado políticamente. Nadie quiere que el peor ciudadano del país se transfigure en mártir y pretenda luego volver como el salvador. Lo que queremos es que concluyan el período para juzgarles ante el país y la historia por el daño irrogado y por haber hecho cultura los actos de corrupción y clientelismo político.
Mientras en la oposición no aparezca un líder coteja de este encantador de serpientes llamado Correa, que tenga ese maldito don de subyugar a las masas, el tirano mantendrá un apoyo firme de sus “encantados” (como Mr. Bombón) que, si bien es cierto, han disminuido, representan más de lo que cualquier opositor quisiera.
De los 300 mil millones de dólares que manejó Correa, sólo 45 mil se han invertido en obras – con sobreprecios, corrupción, concentración de contratistas, obras sin planificación, mal hechas y todo lo que está mal en esa orgía-, ese flujo económico sin precedentes en el país, generó riqueza en grupos sociales deprimidos y sirvió, entre otras medidas populistas, para pagar el bono de la pereza a millones de pobres, incrementar la burocracia con buenos sueldos a cerca de un millón de familias, así como para deslumbrar con infraestructuras viales, hidroeléctricas, escuelas del milenio, centro de salud, edificios administrativos, etc. Pero pocos son los que se preguntan dónde está el saldo de 250 mil millones y por qué estamos endeudados en más de 40 mil millones?. Pocos son los que se preguntan con angustia, cómo le vamos a hacer con esa carga en el inmediato futuro? Cuál mago o suicida se enfrentará a esa realidad en el próximo gobierno?.
Y eso es hablar sólo de los aspectos económicos. Lo más grave es la indefensión en que deja a la ciudadanía, con la justicia amarrada, sin órganos de control ni fiscalización, con aparatos de inteligencia y represión que coartan los derechos civiles, con un poder concentrado en el ejecutivo que será muy difícil de cambiar, a menos que se instale en el país un proceso que derogue el sistema creado en Montecristi y deformado por Correa.
Las calles se calentaron el año pasado a su punto más alto. Vino el papa, el fútbol, las fiestas y se enfriaron. Correa entonces, aprovechó y mandó a aprobar las reformas disfrazadas de enmiendas constitucionales. Ese 3 de diciembre, día nefasto para el país, Correa desplegó todo su potencial represivo -aunque los manifestantes eran cuatro pelagatos-, dejando claro que no está dispuesto a permitir acciones de protesta, consolidando así su régimen fascista.
Qué hacer? El deterioro del país en los meses que faltan para el nuevo gobierno, puede ser fatal: lo peor está por venir. Sea que gané la oposición o el continuismo, el futuro es de pavor y el culpable sigue con un poder enorme y letal.
Constitucionalmente, la posibilidad de salir de Correa ya pasó (aunque nunca la hubo, por su dominio de la Asamblea): el presidente puede ser destituido por la AN hasta antes de un año del término de su período. La renuncia, que es otra opción constitucional, es impensable.
Fuera de la constitución, la salida de Correa sería un golpe, no viable e inconveniente: el mal peor que la enfermedad.
Qué hacer? La pregunta del millón, sin respuesta.
Whitacker, les diste un estatequieto a estos payasos que desde un iphone se dan el lujo de escribir cualquier tonteria a favor de su amo -convertido en un vulgar pillo acolitando a que los que tiene a su lado roben- son gente que sin saber leer ni escribir gana unos mega sueldos que jamás volverán a ganar. Todos unos tarea de ineptos.
De acuerdo con Andrés Valdivieso, de hecho, el comentario del sr. Hernández me parece zesgado e inclinado a desmotivar el esfuerzo que el pueblo hace para demostrar su descontento. Yo personalmente estoy convencido que a un embustero, a un delincuente no se le puede creer! Estoy convencido que estamos en una carrera totalmente desigual puesto que estos demonios ya vendieron su alma al diablo y saben que el momento que se acaba el recreo van a ser perseguidos, y van a pagar, la carrera en sì es empobrecernos y su propósito es exactamente igual al de Venezuela, no soltar el poder e imponer su mentira como la verdad absoluta.
Aquì cabe analizar al espejo que tenemos en Venezuela, ahi es donde vamos si no logramos obtener la destitución, fiscalización, decomisión, juzgamiento y pena ejemplar a todos y cada de uno de quienes han sido parte de esta nefasta influencia.
Las urnas del 2017 es un suicidio.
No vamos a para de marchar pacìficamente hasta lograr nuestro objetivo.
ECUAGURU
Hablas bonito pero ni Ud. mismo cree lo que está diciendo. Lleno de contradicciones mantiene el mismo discurso populista con el que engañan al pueblo para favorecer sus intereses y los intereses ajenos al pueblo ecuatoriano.
Es más, su verborrera literaria que pretende demostrar su conocimiento y educación tienen ausencia de veracidad, es más huelen a mortadela.
Estimado Carlos Bombon A.debo decirle algo que su pequeña y reducida cabeza no ha logrado aun procesar en debida forma:
Los ciudadanos (hoy cerca del 75% y probablemente mas), no queremos botarle al corrupto de Carondelet y su gavilla de corruptos y asaltantes de la economia de las familias ecuatorianas,por que entendemos que estos fascinerosos de AP.,como golpistas profesionales que son ,conocen lo que ellos hicieron al Coronel Gutierrez y como lo hicieron.
Para que entienda mejor tienen comprado el silencio de los milicos de las tres ramas y hoy, la de los policias claro que hay pequeñisimas excepciones (Gral.Gabela por ej.) y tienen de su lado a cerca de cien hibridos de burro y de borrego que no hacen mas que alzar la mano cuando el dueño del rebaño habla o escribe algo y a mas de aquello,maneja a su antojo a un tropel de mamarrachos sin personalidad y temblorosos miembros de la funcion judicial que para no perder su sueldito o no ser descubiertos de su pasado ,hacen lo que el monarca ordena.
Entonces no quda mas que dejarlo terminar su mandato, ganarle en las elecciones y no dejar que el tirano y sus lacayos chupamedias huyan para juzgarlos y hacerles devolver todo lo robado al pais y condenarlos por todos sus abusos con el pueblo que lo creyo y lo eligio Presidente mas no tirano y peor malcriadito con aires de maton de barrio.
Entendido mi estimado?