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No se rindan

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Les debía esta columna. No pude escribir entre semana porque soy miembro de la Comisión de Régimen Económico de la Asamblea Nacional donde se trató en primer debate el paquetazo económico que el correísmo quiere vender como si fuera una receta de algún homeópata.

Palabra es palabra. Ofrecí a los 4 Pelagatos escribir un artículo semanal;  aunque tarde, cumplo.

Después de haber debatido con mis colegas de Alianza País y haber usado todos los argumentos posibles, poco cambió en el proyecto de Ley. ¡Qué desgaste! ¡Cómo pesa la responsabilidad que ustedes, a pedido mío, pusieron sobre mis hombros! ¿Logré algo? Sí. Algo. Pero después de casi tres años de aferrarse a ese algo, hay días, amigos míos, que uno quiere bajar las armas, arriar las banderas e irse a casa con el uniforme raído, las insignias rotas, las botas viejas y la cabeza gacha del soldado impotente y vencido. Llegar al hogar caliente, a la caricia de la mujer, al olor del café.

Pero el político no tiene el consuelo del combatiente. No. Llegas a casa y comienzan las llamadas de tu familia preocupada por el país. Te preguntan si sabes algo. Te comentan que en redes sociales se burlan de ti, te ofenden desde el anonimato. Entonces, casi en cenizas espirituales, te arrastras a la cama para buscar dormir.

Al siguiente día vuelves al combate, en disparidad de fuerzas, porque tus conciudadanos, en medio de la euforia de la borrachera petrolera del 2013 le dieron un cheque en blanco de 100 asambleístas al Presidente Correa.

Todo el día tratando de derribar con argumentos una pared ideológica y un fundamentalismo incluso alimentario. Llegas a la noche, otra vez vencido.

Abatido salí a la Shyris el jueves 7 de abril de este año. Mi hermana menor, a la que amo como si fuera mi hija mayor, cumplía años. No pude ir. Tenía que estar con ustedes en la calle. Llegué a eso de las 19:30. ¿Qué encontré? Un grupo de ciudadanos que se miraban absortos. Indignados pero cansados. A lo lejos, discursos que más parecían arengas de compañeros de infortunio. No hay estrategia. No hay objetivos políticos. Pero había lo que debe haber en la calle: GRITOS.

¿Y los vencedores? Aquellos que durante una semana me hicieron morder el polvo de los votos, ¿dónde estaban? En la Plaza Grande; pero luego supe por confesiones de un colega AP, que también allá estaban cansados. Hartos de la misma escenografía, del mismo discurso repetido durante nueve años. Estaban ahí; pero sus mentes estaban en otro lado. También en la Plaza Grande había lo que debe haber en una plaza: GRITOS.

Los demás ecuatorianos preocupados. Las víctimas reales del paquetazo: los usuarios de las tiendas de barrio, los trabajadores de los ingenios azucareros, entre otros,  viendo el drama, antes de vivirlo en pocos días más, desde la TV. Una TV castrada por la Ley de Comunicación.

Alguien, como si fuera un insulto, algún rato me dijo que yo era un francotirador de la política.  Soy algo más rústico y obsoleto que eso. Soy un espadachín solitario. Un hombre que se faja a mandobles en cada esquina por un soberano que no es un rey sino que es un pueblo.

Todo combatiente necesita un pueblo que lo respalde. Y todo pueblo necesita combatientes que lo defiendan. Estrategas, tácticos. No Señores de la Guerra. La política ecuatoriana de esta década; y particularmente en estos tiempos de fin del correísmo se llenó de Señores y Señoras de la Guerra políticos. Preocupados por sus feudos electorales; los escaños que pudieran obtener en la próxima asamblea o sus eventuales candidaturas presidenciales, se olvidaron de algo básico: la estrategia, el objetivo y el beneficiario, o sea, el pueblo.

Me hace bien escribir esto. Me redime, me purifica.

Si ustedes salen a las calles, se expresan, se activan en las redes sociales, aunque sean veinte personas, este espadachín o francotirador (que tiene contrato con sus mandantes hasta mayo del 2017), seguirá en batalla, aunque sea una batalla perdida.

Soy hijo de padres de buen barro; de un país libre y mi propia naturaleza me hace gritar desde el fondo de mi alma, una vieja frase: “Yo me muero; pero no me rindo”.

Créanme: Apes y nosotros estamos cansados, Vencerá el que quede de pie. No se rindan, por favor.

26 Comments

  1. Estimado Dr. En sus párrafos plasma toda la triste pero real actualidad de nuestro hermoso país. Un país de muchos pero gobernado por unos pocos corruptos. En un párrafo comenta la inexistencia de una estrategia clara y asiento en su comentario. Los discursos disparados como “voladores de fiesta de pueblo” en búsqueda de un escaño en la asamblea o un sitio en Palacio Presidencial se escuchan en las calles y eso incrementa el desánimo ciudadano. Estimado Dr. lidere una efectiva gerencia social, esa es la clave para reconstruir nuestro hermoso país.

  2. Adelante Dr. Aguilar. Las marchas son un referente pero no la única demostración del sentir ciudadano. Como que nos falta una estrategia y coordinación para hacerle ver al gobierno nuestra inconformidad con su gestión.
    Ojalá haya sensatez entre los líderes opositores y se privilegie la unidad y un plan de gobierno consensuado antes que las candidaturas sectarias.

  3. Estimado Ramiro.-
    Casi nuevamente se me aguaron los ojos al llegar a la palabra 156 hasta moquee , qué frases ,que retórica ,que aguante que has tenido , tres años luchando contra tus compañeros y no has sacado nada, te recomiendo dona tu sueldo a la fundación Jesús del gran poder hasta que termines tu sufrimiento y serás redimido,ahí te quiero ver
    Cordialmente

  4. No se rinda Ramiro, no se de ese lujo gente como usted no lo puede hacer, somos muchos que estamos tras de usted, nos falta un líder en las marchas.

  5. De quien más se atreve el triunfo ha sido, quien no espera vencer ya está vencido”. Hay que seguir, no mire atrás ni siquiera para ver el hermoso fuego de las llamas en las que se van consumiendo la ignominia y el autoritarismo delincuencial.

    Estamos con usted Doctor, pero no como áulicos, sino con respaldo cuestionador y crítica consultiva

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