Frente al terremoto, una de las reacciones que se observó en las redes sociales fue la de ponerlo todo entre paréntesis. Todo salvo la ayuda humanitaria. Cualquier sugerencia, insinuación o crítica fue vista poco más o menos como muestra de insensibilidad, crimen contra la humanidad o traición a la patria. 4Pelagatos fue incluido en esa censura por haber recogido el malestar de mucha gente ante el pésimo manejo informativo del gobierno en los primeros momentos tras el terremoto.
Pero una catástrofe, lejos de poner las políticas públicas entre paréntesis, es la coyuntura donde éstas más se evidencian. ¿Cumplen su trabajo los organismos de crisis? ¿Son acertadas las prevenciones? ¿Funciona la coordinación interinstitucional? ¿Se activan los fondos de contingencia? ¿Los hay? ¿Y qué pasa con la información? ¿Existen los mecanismos adecuados para mantener a la sociedad al tanto de lo que ocurre? ¿Qué mensajes se difunden y en qué forma? ¿Qué efectos producen? ¿Están las víctimas protegidas de la delincuencia?
Es evidente que la catástrofe impone prioridades: atender a las víctimas, instalar albergues, recoger y distribuir ayudas… Pero esto no invalida las preguntas planteadas. Todo hace parte de lo mismo. Y todo es política pública. Apoyar a las autoridades para que cumplan su tarea no significa abstenerse de evaluar sus acciones. Una parte de las funciones del poder consiste, precisamente, en prever las catástrofes (especialmente en un país donde se presentan todos los riesgos de la naturaleza), disponer de mecanismos de reacción rápida, planes de emergencia, equipos de asistencia y primeros auxilios, coordinación interinstitucional, política de comunicación… Las catástrofes no convierten a las autoridades, por prurito de corrección y falso humanitarismo, en seres intocables y a la política pública en una mala palabra. Y nadie, en momentos como estos, confunde política pública con politiquería.
Después del terremoto ha habido una cacería de brujas en las redes contra aquellos que critican la capacidad de reacción del gobierno y su pésima política de información.
¿Acaso no fueron miles las personas angustiadas por saber lo que estaba ocurriendo e indignadas porque sus circuitos habituales de información no decían nada del tema?
¿Acaso los canales de televisión del Estado no siguieron con su programación regular, como si nada ocurriera, hasta dos horas después de la tragedia?
¿Acaso no había que buscar información en CNN?
¿Acaso los canales privados, disminuidos en su capacidad operativa por la crisis a la que el correísmo les ha conducido, canales que han tenido que prescindir de sus corresponsales, están preparados para reaccionar ante una emergencia como esta? ¿Acaso las amenazas y amedrentamientos no han atrofiado también su instinto periodístico?
¿Acaso la sociedad civil es tan desconfiable y peligrosa para tener que prescindir de sus aportes informativos en las redes sociales y “creer sólo lo que digan los canales oficiales”, como insisten todo el tiempo las autoridades del gobierno? ¿Acaso no es mejor, en una emergencia como esta, sumar todos las voces?
¿Acaso no transcurrieron dos horas sin que los ecuatorianos supieran siquiera si había una alerta de tsunami? ¿Cómo se debía interpretar el hecho de que la Secretaría de Riesgos pusiera un tuit al respecto y luego lo borrara?
¿Acaso formular alertas sobre el mal manejo de la información, criticar la reacción inoportuna del gobierno, constituye un atentado contra la unidad nacional e implica una falta de sensibilidad ante la tragedia?
¿Acaso no es un tema de política pública pedir a un presidente que ha hecho de la división del país una estrategia, que deponga su espíritu de confrontación?
¿Acaso esta misma tragedia no es un llamado para quienes creen que el país, además de su vulnerabilidad y sus atrasos, puede darse el lujo de estar dividido entre buenos y malos?
El presidente de la República, al regreso de su viaje, habló durante ocho minutos y medio y –aparte de mostrarnos su congoja que todos compartimos–sólo dijo generalidades, no anunció nada específico pero sí encontró oportunidades para calzar proclamas partidistas y cerrar con un “hasta la victoria siempre. ¿También es criticable señalarle esto a nombre de un falso humanismo que deja por fuera la política pública?
¿Acaso quienes piensan que la unidad nacional ante la tragedia implica tragarse cualquier rueda de molino opinarían lo mismo si se tratara de George Bush enfrentando la crisis del huracán Katrina?
Hay un estado de censura social en el Ecuador. En las redes esta tendencia es orientada por los trolls del gobierno, pero encuentra un terreno fértil en una sociedad dopada por la corrección política. Con el fantasma de la politización se quiere restar espacio a la preocupación legítima por las políticas públicas y sustituirla con la mojigatería de la unidad nacional. Criticar no es bien visto. Criticar es de sufridores. La actitud correcta es desconectar el cerebro y entregar a la autoridad la responsabilidad de pensar por todos. Ya se podrá luego, con la misma facilidad, convertirla en chivo expiatorio y culparla de todo. Al final, la factura de la falta de crítica terminará pagándola el país entero.
Foto: Presidencia de la República
Janeth dudo que este tipo lo haga ya que la oposición no va ha ceder ante la amenaza de que tienen que votar por su nueva ley , así es que tendremos Fredy para largo. Y hablando de éste vago ha hecho algo por los damificados . A ya está meditando con su jorga de VAGOS.
¿Qué sentiste cuando el lunes por la mañana informaron del robo de dos camiones con donaciones para Manabí?
Imagínense entonces cual es el sentimiento de muchos ecuatorianos al pensar que los fondos que se están recaudando (ya sea ayuda nacional, internacional o vía imposición) serán administrados bajo las mismas fórmulas aplicadas a todos los recursos públicos, que ha captado el Estado durante los nueve años de revolución (es decir, sin control ni fiscalización).
Les pido reflexionen acerca de las futuras soluciones para enfrentar la crisis, ya que no se trata de dejarse llevar por el patriotismo y sentimentalismo, que en estos momentos a todos nos invade (y me incluyo). No podemos permitir que se utilice a mi tierra (porque soy bien Manaba), y a las otras provincias afectadas, para apaliar una crisis económica y social derivada de una pésima administración gubernamental, que es anterior a la tragedia del sábado.
Entendamos, las críticas (que son motivadas) no pretenden despertar el odio ciudadano, sino que tienden a que la ciudadanía despierte y sea consciente de sus derechos de exigir cuentas y de reclamar sobre el buen uso de los recursos que se está recibiendo, y más en estos momentos que estas provincias si los necesitan.
Además no es solo el sacrificio de un pueblo golpeado, el gobierno está en la obligación de canalizar las demandas de la población… y si eso implica dejar sabatinas, eliminar Ministerios y Subsecretarías innecesarias y demás gastos suntuarios, lo debe hacer.
Lo más estúpido e irresponsable que están repitiendo es, respecto a Manabí: “ya lo reconstruimos una vez, volveremos a hacerlo”. Son tan conchudos para afirmar que Manabí se encontraba en la terrible situación que se encuentra ahora. Los que no tienen corazón, sensibilidad y cerebro para decir cualquier cosa ante la grave tragedia son los robolucionarios, que pretenden engrandecerse a costa de este terrible evento.
El problema de fondo en esta crisis no es que tan rápido se informa, sino que tan rápido se actúa, con qué recursos, y con cuanta eficacia.
El problema de fondo es que no hay un plan para emergencias y peor un fondo para atender estas.
Como conocemos, el Fondo de Solidaridad fue liquidado en el año 2008. Hoy tuviese alrededor de $18.000 millones, lo suficiente para un masivo operativo de rescate y un debidamente financiado plan de reconstrucción.
Esta es la gran responsabilidad del Gobierno actual; ¿porque liquidó el fondo, con que bases, y por qué no lo reemplazó? ¿Cuál es el plan de emergencias de Gobierno?
La madre le dice al hijo que comienza a tener éxito: “Hijito no te gastarás todo, guardarás para las vacas flacas; así dice la biblia”.
La esposa le dice al padre de familia: “Mi amor no harás tantas compras; ahorra algo para el futuro, para alguna eventualidad”.
Todo un Gobierno central, ¿no debería tener una gran responsabilidad al no tener hoy nada de recursos para atender la emergencia?
Este hecho, esta incapacidad de respuesta del Gobierno actual, sin plan de emergencias, y en especial sin dinero para afrontar eficazmente la emergencia, es que lo que se debe juzgar, ayer, hoy y siempre.
Es vedad que en el momento de crisis se demuestra el verdadero liderazgo? Aquí lo hemos palpado…hemos visto mucha gente propios y extraños con todos los deseos de colaborar quien los coordina? Cuál es la verdadera estadística de la catástrofe? Se ha llegado a todos los rincones de esta catástrofe? No es una LESA HUMANIDAD dejar de atender a esa población que hoy se encuentra completamente incomunicada y que no hay ningún tipo de atención? Para qué sirven los helicópteros si no dan servicio a la comunidad? Claro siempre y cuando no se usen estos que tienden a quedarse en tierra porque la fuerza gravitacional es mayor que su impulso a elevarse….Dios Bendiga a nuestro pueblo por la solidaridad demostrada y maldiga al que quiera se aprovecha de estos momentos dolorosos para cualquier tipo de “saca ventaja”……
Es claro que la respuesta es y sigue siendo deficiente caso contrario las declaraciones del jefe de estado fueran más que generalidades información concreta del plan para contingencias de este tipo, lo que devela el fracaso rotundo en ésta materia sin dudas. Buen artículo pelagatos.
Si se habla de política pública sería pertinente hacer un análisis más amplio sobre el tiempo de respuesta de los organismos y dispositivos de emergencia, la capacidad de movilización de contingentes recursos y personal, la canalización de la ayuda brindada desde todos los sectores. No encuentro nada de eso en el artículo. Si quieren hablar de política pública – que es necesario hacerlo – analicen estos elementos también. Si no, sean más sinceros y señalen que hacen un análisis político del manejo de una crisis.
Saben algo 4pelagatos, hasta hace poco pensaba que el país estaba liquidado. Pensaba que la infección de politiquería correísta había hecho tanto daño a los ecuatorianos que seríamos incapaces de volver a vivir como una sociedad normal después del correato.
Pero ha sido esta desgracia; la que me ha hecho ver que hay un espíritu de ecuatorianidad que no ha sucumbido al odio tóxico que, sistemáticamente, se ha venido inyectando en el tejido social. Una muestra de solidaridad espontánea, como ésta, no se la veía desde la Guerra del Cenepa.
He vuelto a recuperar la fe que tenía en la sociedad civil, aquella que a pesar de las vicisitudes no pierde el sentido común y eso es lo más importante.
Pero tenemos que reconocer que el país, y mucho más el gobierno, no estaban preparados para una tragedia semejante.
Tengo la impresión – espero no equivocarme- de que éste es un punto de inflexión en nuestra historia. Quizás por fin entendamos que los únicos colores que de cuentan ahora no son el blanco, el celeste o el verdeflex, sino el TRICOLOR que nos une.
Felicitaciones 4pelagatos!! Ustedes están con la razón !! Hay que con más fuerza vigilar y denunciar acaso quieran “echar uña” en los dineros destinados a la reconstrucción de Manabí. Que se reconstruya con planificación, con amor hacia la Patria y sus habitantes sufridos.
El gran actor de la emergencia fue….WHATSAPP..!! ayudo a la inmediata comunicacion con familiares….hasta los celulares fallaban….y luego CNN, Gracias..!! PEro lo imperdonable es la pésima información de que era una Sismo de 6.5…..Fue error del Inst. Geofisico o una declaración política..??….Penosas las dos opciones..