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Tan privatizador y tan a la defensiva el Mashi en su enlace 473

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Rafael Correa, finalmente, quizá no es tan agresivo como se piensa y dice. Su agresividad, ya legendaria, no parece obedecer estrictamente a una actitud o estrategia de ataque sino más bien a una angustiosa y desesperada necesidad de defenderse.

El enlace 473 permitió ver que Correa es, sobre todo, una persona al que lo aterrorizan las crisis y cuya única fórmula de defensa es la agresividad. Más o menos como un gato acorralado que lanza zarpazos, pero con la diferencia de que, en el caso de Correa, es su estridente vanidad lo que lo hace patéticamente humano.

Quizá es el nuevo formato de sabatina lo que desnuda esta faceta de la personalidad de Correa. Sin las multitudes que lo aplauden, sin las mujeres que lo piropean, sin los ministros que trémulos y pálidos aguantan todas sus burlas y sin los músicos que le cantan al verlo entrar, el Correa del enlace 473 se descubre frágil, timorato y cuando sube el tono y lanza alguna puya destemplada en contra de sus adversarios lo hace por mandato de su extravío y angustia. Tampoco lo ayuda presentarse en chaqueta y camisa de cuello ni no tener a su lado a su bufón quichua parlante: el Mashi.

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Por segundo sábado consecutivo, el enlace se hace en un escenario poco habitual. Sin músicos, sin muchedumbres que lo aplaudan ni todo el despliegue de cámaras, esta vez estuvo al frente de una larga mesa donde también se sentaron algunos de sus ministros. Tampoco vistió su camisa blanca sino que usó chaqueta y camisa de cuello. Toda una sabatina descafeinada. ¿El eco de los críticas que se le hacen a sus enlaces? Es probable.

El enlace 473 fue básicamente un acto ultra defensivo que tuvo tres momentos.  Uno para demostrar que su modelo de gasto público fue bueno y no como dicen quienes lo acusan de haberse dilapidado todo el boom petrolero. Otro para negar las acusaciones que le hacen a su gobierno por no haber estado preparado para enfrentar una tragedia humanitaria.  Y un tercero para que nadie crea, como se dice, que no simpatiza con la sociedad civil, o al menos con lo qué el cree que es sociedad civil.

Fue precisamente en medio de su intento por defender su modelo que hizo el anuncio más importante de su sabatina: la privatización de  hidroeléctrica Sopladora, que será vendida para poder enfrentar los problemas fiscales suscitados por el terremoto, cosa que también hará con el Banco del Pacífico y los canales incautados.  Lo curioso de todo esto es que poco antes de hacer el anuncio había dicho que su gobierno no tenía problemas de liquidez para afrontar las consecuencias del terremoto. “Liquidez es lo que menos falta”, había dicho minutos antes al sostener que con los créditos de la CAF, el BID y quizá del FMI se podrían obtener hasta mil millones de dólares. Claro, luego de decir que había liquidez puso un recaudo al asegurar que “esto nos va costar muchísimo más”.

Pero su defensa del gasto público estuvo lleno de piruetas. Por ejemplo, al defender su decisión de liquidar los fondos de ahorro, a los que él bautizó alguna vez como “los fonditos”, Correa llegó al absurdo de decir que si hubiera mantenido esos fondos de ahorro quizá hubiera habido más muertos con el terremoto. ¿La razón? Parece mentira pero Correa sostuvo que únicamente gracias a los hospitales, puentes y a las carreteras que se han construido durante su gobierno, a expensas de los ‘fonditos’ se supone, se salvaron muchas personas ya que o pudieron huir por los puentes y carreteras o fueran tratadas en los hospitales. Es decir, no guardé ‘fonditos’ pero gracias a eso hubo menos muertos.  En la primitiva mente de Correa, el Ecuador anterior a su gobierno no tenía ni puentes, ni hospitales ni carreteras. Se debería suponer, entonces, que antes de su gobierno no había tampoco poblaciones y por ende no debían haber muertos.

Pero para llegar al anuncio de la venta de Sopladora y otros activos, Correa hizo mucho esfuerzo por negar las versiones que hablan de que la plata del petróleo fue malgastada. “La plata del petróleo está ahí, en carreteras y hospitales e infraestructura como las hidroeléctricas. Ahora tenemos que convertir esos activos en liquidez”, sostuvo como si estuviera anticipándose a alguna crítica futura. Y en ese intento llegó a decir que si antes no había hidroeléctricas, como Sopladora o Coca Codo, es porque la inversión extranjera jamás hubiera venido a un país sin carreteras y sin un Estado organizado como el que él da por sentado que ha fundado.

Pero los argumentos de Correa para defender su modelo de gasto no se quedaron ahí. En realidad, fue mucho más básico. Entre otras cosas, dijo que era absurdo que se lo critique por tener una Secretaría de la Felicidad porque,  según él, no hay una Secretaría sino un Programa de la Presidencia para el Buen Vivir. “Le vamos a cambiar el nombre de Secretaría de la Felicidad por Programa de la Presidencia a ver qué dicen”, soltó Correa como sin darse cuenta o pretendiendo no darse cuenta de la burrada que había dicho. En esa misma línea, sostuvo que la críticas al Programa Espacial Ecuatoriano tampoco tenían razón de ser porque, según él, sus críticos confunden ese programa con lo que él llamó una agencia privada que lanzó el satélite Pegaso. Como si nadie supiera que fue su gobierno el que puso el dinero y toda la tramoya para el ridículo show del satélite de marras.

El segundo punto de la defensa sabatina fue el relacionado con la reconstrucción de la zona devastada por el sismo. Ahí Correa dedicó unos poquísimos minutos para hablar sobre cómo se enfocarán la reconstrucción (tres ejes mencionó sin dar muchos detalles: que se cumplan en el futuro las normas de construcción, la reubicación de las casas y la reactivación productiva) y enseguida se enfocó en lo que para él era lo más importante: defender y justificar su decisión de que no haya ni la más mínima participación ni observación ciudadana al manejo de los dineros que se usarán en la reconstrucción. ¿Fideicomiso? El fideicomiso no solo que es ilegal sino que es un absurdo porque es como privatizar los impuestos (minutos antes había anunciado la privatización de Sopladora y TAME). ¿Y la fiscalización? Para qué si tenemos Contraloría, Fiscalía y Asamblea, argumentó insultando, una vez más, la inteligencia de sus mandantes que conocen hasta la saciedad que el Estado que él ha construido no tiene ni Contraloría, ni Fiscalía ni Asamblea que se atrevan a observarle absolutamente nada. “No caigamos en esa trampa. Nos quieren poner una camisa de fuerza. En el sector público tenemos Contraloría, Fiscalía, Asamblea y mil tipos de controles. ¿En qué parte del mundo se privatizan impuestos? Hemos dispuesto que haya 50 funcionarios de Contraloría. Esto va a ser transparente va a ver control de la contraloría”, dijo.

Luego vino la tercera fase de su acto defensivo: el relacionado con la sociedad civil. Como tanto se lo ha criticado por su actitud hostil a la sociedad civil, expresada entre otras cosas en su participación en una conferencia en el Vaticano, Correa decidió que esas críticas no son válidas porque él es sociedad civil. ¿Cómo habrían de decir que él se opone a la sociedad civil si él es parte de ella? Pues sí, aunque es el jefe de Estado, Correa piensa que basta definirse como un simple ciudadano para salir  como por obra de magia del Estado. El Jefe de Estado pretendiendo no ser parte del Estado, esa es, básicamente, la idea que tiene Correa para defenderse de quienes han atacado su discurso sobre la construcción de un estado democrático. “¿Yo soy sociedad civil o acaso marciano? Lo que dije es que hay organizaciones de otros países que vienen a intervenir”, machacó a la defensiva y luego volvió a presentar un video con su intervención en el Vaticano la que, según él, no tenía ningún contenido que afectara al derecho de la sociedad organizada a participar en política. Pero bastaba escuchar su intervención para darse cuenta de que todo aquello que se le ha criticado tiene sustento. A este tema le dedicó un buen pedazo de la sabatina. Elevando la voz y adoptando esa pose de hombre agresivo dijo al menos tres veces que los medios de comunicación, los periodistas “politiqueros” y los políticos perdedores no son sociedad Civil. No como él, claro está.

Para cerrar este capítulo sacó el libro de su autoría “De Banana Republic a la no república” y luego de dejar en claro que no le gusta publicitarse, se disculpó por hacerlo y nombró las librerías donde se lo puede comprar. Eso sí, aclaró que no lo coloca en la web porque, según dijo, eso sería violar los derechos del editor.

Todo un miembro de la sociedad civil el señor Correa.

Captura de pantalla 2016-04-30 a las 9.44.39 p.m.

25 Comments

  1. Haber que mismo, se quejan de las sabatinas y cuando lo hace de manera más sencilla empiezan a burlarse, que el bufón parlante quichua, que las mujer es que lo piropean, etc. Que porque no vende empresas y activos públicos decían y cuando lo va a hacer se quejan. Ojo que va a salir a la venta solamente un 49% de acciones, no es privatización como dicen ustedes el 51% queda en poder del estado. No hay nada que se pueda hacer porque todo está mal. Realmente quien los entiende

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