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En respuesta a José Hernández

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En 2007 el 82% de ecuatorianos, conducidos por dirigentes políticos (que ahora parecen encontrados), conducidos por dirigentes gremiales, empresariales y sociales (que ahora parecen arrepentidos), conducidos por periodistas y medios (que ahora proclaman su error), entregaron un cheque en blanco a Correa para refundar el país. Apenas un 12% de ilusos anticipamos que lo que se gestaba no era ningún cambio sino la consolidación del populismo con visos de autoritarismo y sentido de perpetuidad.

Lucio Gutiérrez negoció con Correa los 24 votos de su partido en el Congreso para autorizar la instalación inconstitucional de una Asamblea Constituyente. El alcalde Nebot mostró con orgullo la papeleta en la que había rayado SÍ en la consulta convocada para ese propósito. Todo el país en romería, sin diferencias de clases sociales o grupos de interés, extendieron la alfombra para que Correa sienta que dejaba de ser presidente y asumía el rango de majestad.

En febrero de 2012 (luego de cinco años de correísmo) en una encuesta desarrollada por Latin American Public Opinión Project, de la Universidad de Vanderbilt para el “Barómetro de las Américas” -y realizada para investigar “Quiénes votaban por Correa”-, se constató que aproximadamente la mitad de la población del quintil más rico de la sociedad, así como del segmento más educado, compartían el gusto electoral por el correísmo en igual porción que los electores de clase media y popular y con quienes solo habían recibido educación primaria.

Esta investigación mostró simplemente que no eran todos los pobres, los supuestamente redimidos y beneficiarios del asistencialismo, quienes apoyaban a Correa. También lo hicieron los ricos, los más educados, los “privilegiados” en la acepción izquierdista.

Esa misma corriente acompañó en el arrasamiento del endeble sistema de partidos -esencial en el funcionamiento de la democracia-, de las instituciones republicanas, de las libertades fundamentales. La élite apostó por un mayoral que reprima la indisciplina. Y que además sea espléndido en el reparto de los réditos de la nueva riqueza estatal.

Los empresarios, se dice, son liberales. Y si un gobierno se aproxima a ellos, tomará medidas “neoliberales”. En realidad esta conclusión es, en estos años, un prejuicio más que una verdad. Ellos han sido el soporte político del gobierno (no los gremios, sino los grandes grupos empresariales); ellos estimularon la adopción de políticas rentistas que ni de lejos son liberales: proteccionismo, mercados cerrados, crédito subsidiado. La élite supuso haber puesto bajo su control al correísmo en lo económico y miró al infinito mientras, con acial en mano, se “disciplinaba” a indios, a políticos, a periodistas.

Y así como la élite en relación con la economía no actualizó sus lecturas y sigue clamando con la mano extendida -como lo hacen las clientelas electorales-, en política convirtió en axiomas la tropicalización electoral, la convicción de que solo el tarimero es carismático y que la mano dura sin límites institucionales es necesaria para corregir la ingobernabilidad. No es raro, en consecuencia, ahora que Correa ya metió su dispendiosa mano en sus bolsillos, que esa élite sostenga que debe ser reemplazado por alguien de parecidas características y humores.

¿Por qué el país ha aguantado políticas económicas fallidas y autoritarismo? Por élites de mala calidad, rentistas y severamente cortoplacistas que sistemáticamente han propiciado modelos populistas y el amiguismo antes que instituciones. Por redes políticas que se articulan en torno a negociantes que construyen redes de corrupción. Por el atávico izquierdismo y estatismo en todas las clases sociales que miran al Estado como fuente de ingresos, privilegios o redención.

Mientras la élite argentina jugaba jockey -decía Pablo Longueira, brillante expolítico chileno- nosotros buscamos construir consensos e instituciones. La diferencia entre los procesos y los resultados de crecimiento y consolidación democrática son notorios. Los elementos culturales hacen la diferencia.

Hay que hacer un pare y pensar sobre los elementos que concurrieron para estos experimentos nefastos, como lo fue el de Bucaram, el de Gutiérrez y ahora el de Correa. E intentar cambiarlos. Esto no pasa por los radicalismos o el lenguaje epopéyico para destronar al mesías puesto allí por el 82% de ecuatorianos. Pasa porque los que así obraron identifiquen en qué estuvo su error e intenten no reincidir. Pasa por élites ilustradas que permeen elementos culturales de apego a la democracia y sus valores y hacia un modelo económico en libertad, clave del crecimiento sostenido.

11 Comments

  1. Recién leo este excelente artículo publicado en junio de 2016. Yo tenía una columna de opinión en un importante medio de la ciudad de Ambato. Un día el director del periódico me dijo que estaba teniendo problemas con mis artículos porque molestaban a los “revolucionarios de manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes” –frase copiada al dictador ruso Stalin-, por lo que me sugería que escriba sobre otros temas. Yo le dije al director que para comentar sobre las erupciones de la mama Tungurahua, los llapingachos y el pan ambateño, mejor le agradecía por la oportunidad de escribir en su diario. Y es que cuando a uno le hierve la sangre al ver tanta corrupción e impunidad no puede escribir sobre otros temas.

    Yo conocí personalmente a Rafael Correa cuando fue Ministro de Economía y dio una conferencia en la Cámara de Comercio de Ambato. Luego de poco tiempo Correa regresó a la ciudad ya como candidato a la Presidencia de la República. Tuve la oportunidad de almorzar con él y otras personas en el mercado Modelo. Ahí se me prendió un foquito de alarma al escucharlo y me quedé con un extraño presentimiento: este tipo era peligroso.

    Tengo para mí la tranquilidad de que nunca le di un voto en ninguna de sus candidaturas. No formo parte del 82% de ecuatorianos que votó por el energúmeno que destrozó la institucionalidad del país.

  2. Solo una Constituyente, previa a las elecciones que recupere la institucionalidad republicana: la división de funciones y poder, la implementación de controles estatales y ciudadanos a través de acción popular, la eliminación del control por parte del ejecutivo a las demás funciones, la elección popular de todos los dignatarios: Contralor, Procurador, jueces de Corte Constitucional y Nacional, superintendentes; nos permitirá unificar esfuerzos para recuperar el país que el castro-narco-comunismo lo ha deteriorado ética y económicamente.

  3. El articulista califica de “experimentos nefastos” a los gobiernos de Bucaram, Lucio y Correa. El articulista olvida nombrar al gobierno que es el paradigma de lo nefasto: el de Mahuad.
    Esa omisión no es baladí. Devela la falta de calidad moral del articulista.

  4. Excelente análisis. No hay que olvidar la carta blanca que la gran mayoría del pueblo del Ecuador le dio a Correa, para que instale la Asamblea Constituyente a su gusto y antojo, violando las normas jurídicas vigentes en aquel momento. Ojalá hubiese un poco de cordura en la clase política, para no cometer los mismos errores.

  5. Un artículo muy inteligentemente escrito, un análisis serio y muy certero. Seguramente no les gustara a muchos, pero deja en claro un aspecto imuy valedero, todos los sectores sociales y económicos apoyaron a Correa por diferentes razones e intereses, ahora se quejan, nos toca aguantarle hasta el proximo año. Y especialmente rescato una frase ” Por el atávico izquierdismo y estatismo en todas las clases sociales que miran al Estado como fuente de ingresos, privilegios o redención.” Nunca más bien dcho.

  6. Magnifico su análisis: la verdad la gente dio su voto por el cambio pero para mejorar, no para empeorar la situación del país. Un gobernante economista que al final de su mandato ( diez años en el poder, con los ingresos mas altos por el alto precio del petróleo) se vanagloria de un crecimiento del 0.1 pct, pequeño crecimiento pero al fin crecemos aunque sea para abajo. El lobo vestido de borrego acabó con lo que quedaba del país. Ahora tenemos que sepultar al correato y pensar en personas normales que desde el poder puedan reconstruir el terremoto social y económico que nos dejan los revolucionarios del siglo XXI.-

  7. Quien llegue a la Presidencia (sea de izquierda, de derecha, de clase media o alta) actuará presionado por la élite económica del país. Correa denostó a los banqueros y a los grandes empresarios y, ellos han sido los que más han ganado durante el correismo.
    Quién ponía y sacaba ministros? Quién daba el ok o se oponía con escándalos a los proyectos grandes de obra pública? No eran los grupos de poder económico que cuidaban sus intereses?.
    La pregunta es ¿cómo corregir ésto? y que el gobierno, actuando en democracia, busque el desarrollo del país con equidad y libertad.

  8. Totalmente de acuerdo con Ud, el problema en el 2007 fue el mismo de ahora, la oposición está totalmente dividida, tenemos ya 5 “precandidatos” pero todos ellos con aspiraciones de llegar a Carondelet por su cuenta.
    En estas condiciones los elegidos por su majestad para sucederle: Moreno y/o Glass, van a pescar a río revuelto y no sería nada extraordinario tener otros 9 años de correismo, sin derecho de inventario del atraco del siglo.
    Lo sensato sería realizar una encuesta Nacional tipo elecciones primarias y que el aspirante más opcionado haga frente al candidato oficial, esa sería la única forma de asegurar el triunfo de la oposición y terminar con este oprovioso reinado, su rendición de cuentas y procesar a los responsables del atraco, sean quienes sean

    • De acuerdo con su comentario señor Almeoda , lamentablemente las aspiraciones personales y grupales de poder de los precandidatos anunciados y sus seguidores , van más allá de la razón y la cordura política que es lo necesita nuestro país

  9. Perfectamente expresado el camino libre que le tendieron a Correa para que se afiance en su Trono de Poder, ahora a pensar cómo se le quita la alfombra roja y se lo deja en el aire!

  10. Excelente. La historia mundial tambien nos recuerda que grandes crisis economicas dejan vacios. Y Es ahi cuando toman fuerza los populistas y caudillistas. Pero los controles y balances de una democracia tienen que prevalecer.

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