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Carta abierta a Gabriela Rivadeneira

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Gabriela,

Como mujer debería sentirme orgullosa de que otra mujer ocupe una posición tan alta como la tuya. Independientemente de nuestras convicciones políticas, normalmente celebraría que una de nosotras alcance una posición de toma de decisiones tan relevante en la vida pública del país. Y es que estoy profundamente convencida de que la participación y representación de las mujeres en todos los niveles de gobierno es una condición necesaria para el fortalecimiento de la democracia. Una mujer presidiendo la Asamblea Nacional del Ecuador no es poca cosa, tomando en cuenta los difíciles obstáculos que históricamente las mujeres hemos enfrentado para acceder a puestos de poder, lo que a su vez ha derivado en una subrepresentación de las mujeres en los distintos ámbitos de gobierno.

El problema es que de nada nos sirve que seas mujer y presidas la Asamblea si eres incapaz de representarnos. Durante décadas, las mujeres nos vimos impedidas de ejercer plenamente nuestros derechos en condiciones de igualdad con los hombres. Tú simbolizas un cambio en esa historia de discriminación al menos en el ámbito político. Tu sola participación en un puesto de poder y de decisión política podría tener un efecto multiplicador para avanzar hacia la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. No obstante, lejos de fomentar la igualdad, has ejercido tu posición para perpetuar los estereotipos de género que fortalecen las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres.

Tan extensa es la lista de desafortunadas declaraciones públicas que has realizado como Presidenta de la Asamblea, que ya perdí la capacidad de sorprenderme. Pero aún no pierdo la capacidad de indignarme, y hoy te escribo para expresar mi absoluto rechazo a tus últimas declaraciones dirigidas a las mujeres ecuatorianas. “Todas las mujeres en el país tenemos la tarea de ser madre, ser esposa, trabajar“, dijiste recientemente en la radio. Evidentemente no entendiste que resulta inútil la paridad política si no promueves también la paridad en la vida privada. No estás a la altura de la posición que ocupas. No nos representas.

Tus expresiones son un insulto al movimiento de liberación de la mujer. El concepto de patriarcado está tan arraigado en tu mente que no puedes concebir una mujer libre, una mujer que en vez de tareas tenga opciones, derechos y libertades. Es impactante cómo con una sola oración eres capaz de desconocer décadas de lucha para redefinir el rol de la mujer en la familia y el trabajo. Es una lástima que una mujer con tu poder no pueda comprender que la naturaleza no nos encadena ni fija nuestro destino. La capacidad de reproducción no nos define como mujeres. No tenemos un mandato biológico de criar hijos. No somos valiosas en función de un hombre o un esposo. Nada nos obliga a casarnos. Y si escogemos trabajar es porque es nuestro derecho, no nuestro deber. Por cierto, las leyes han reconocido estos derechos que tú como Presidenta de la Asamblea ignoras.

Tu visión androcentrista me tendría sin cuidado si no ocuparas la posición de Presidenta de la Asamblea. Pero resulta que tu sueldo se paga con mis impuestos, y que tu deber como funcionaria pública es contribuir a un clima de respeto e igualdad entre hombres y mujeres. Al estar en una posición de poder, tienes el deber de garantizar que tu libertad de opinar no lesione derechos humanos. Como líder política, juegas un papel fundamental para combatir, a través de tus expresiones, toda forma de discriminación y violencia contra las mujeres. No espero que entiendas eso. Menos aún aspiro a cambiar la limitada visión que tienes de las mujeres. Pero te pido al menos que te abstengas de difundir comentarios discriminatorios y estereotipados contra nosotras.

Aunque tus expresiones pueden tener un impacto mucho mayor que el de otras expresiones discriminatorias que han sido cuestionadas por el Cordicom y sancionadas por la Supercom, estoy convencida de que estos organismos mirarán para otro lado. Y me alegro que así sea. Las sanciones no deben provenir de un aparato del Estado sino de la sociedad en su conjunto. No me cabe duda: la sociedad se encargará de sancionarte con su voto en las próximas elecciones.

Hasta tanto, mientras dure tu mandato, como tu mandante te exijo una disculpa pública. Una disculpa a todas las mujeres que no pueden ser madres, a las que no quieren ser madres, y a las que han escogido ser madres. Una disculpa a todas las mujeres solteras, casadas, viudas o divorciadas. Una disculpa a las mujeres no conformes con su género. Una disculpa a todas las que trabajamos por opción o por necesidad y a todas las que no trabajan. Una disculpa a todas las mujeres libres, que no nos dejamos oprimir ni cumplimos tareas o roles asignados arbitrariamente por la sociedad. Finalmente, una disculpa a todas las personas que, sin importar su género, confiamos en que la participación plena de las mujeres en el ámbito político no se restringe al derecho a ocupar cargos públicos sino que abarca la inclusión de las voces, demandas, prioridades e intereses de las mujeres en la agenda pública.

Atentamente,
Daniela Salazar

86 Comments

  1. Te felicito Daniela pues manejas un bagaje respecto del tema que muchxs feministas no lo tienen. Te felicito por tu valentía de expresarte. Te felicito porque te ha bastado escribir (correcta o incorrectamente) para generar un debate muy ameno.

    Agradezco Daniela el que hayas escrito el artículo, como dije, con ello generaste un debate y gracias a ello he podido aprehender más sobre el tema de género (muchos comentarios valiosos, otros con tinte y direción)… cuestión que se vuelve profunda cuando aparece el comentario de Atahualpa Oviedo desde una perspectiva holística, alejada de la derecha y la izquierda; y diciendo a gritos: CONCIUDADANOS! AÚN TENEMOS MUCHO QUE APRENDER!

    De ahí, he conversado un par de veces con la Sra. Rivadeneira y no me llamó la atención como política, tampoco logré interpretar que sea una pensadora que aporte al desarrollo social, mucho menos pude ver un cuadro crítico, a su mismo proceso, con el fin de re-cualificarse constantemente… lo único que pude determinar es que es una máquina repetidora de clisés, de eslóganes, una mercader del mensaje que le impone el poder… una reproductora del patriarcado contra el que “lucha”, claro, según ella, sólo porque lo dice.

  2. Que increíble a mis 46 años recién me estoy enterando por los comentarios que leo de éste artículo y por la campaña mediática de la derecha y la izquierda derechizada, que antes del 2006 hemos estado en un país de MARAVILLA donde se respetaba las leyes, a la mujer, a los niños, a los GLBT, a los indígena a los pobres, un país donde no ha existido la pobreza y que con un capitalismo humanitario nos llenó de riqueza al pueblo ecuatoriano, donde no han existido las élites gobernantes que hacían y desasían de un empobrecido país. Me acabo de enterar que lo que he vivido ha sido una solo una pesadilla creada por mi mente cuando mis familiares tuvieron que migrar desterrados de su propia tierra, de un feriado bancario donde banqueros corruptos nos robaron y que ahora son los que van a salvar al devastado país, de los sindicatos dorados, de los sindicatos abusivos que cerraban por más de un mes hospitales, escuelas, colegios, servicios básicos, donde tenías solo una hidroeléctrica, los caminos eran de herradura, etc. etc. Que pesadilla creada por mi mente!!!!!!, me he imaginado que el Ecuador se botaba presidentes y asumían el control títeres de los grupos de poder. El Ecuador de hace 10 años ha estado lleno de escuelas, hospitales, centros de salud, carreteras, con la economía más solida de América Latina y creo del mundo. Vaya que perdido que estado ¡!!!!!!!!, o será que nos quieren meter otra vez el dedo???? Para dar el poder a los mismos?????, lo que respecta a mi no quiero volver al pasado.

  3. Atawallpa Oviedo muy de acuerdo con su punto de vista coherente y lógico con la realidad de la sociedad en que vivimos programada por mecanismos mentales que no nos permiten hacer análisis con objetividad……… NO al machismo ni al feminismo

  4. A DANIELA SALAZAR Y GABRIELA RIVADENEIRA
    “La civilización patriarcal no se define por el dominio de los hombres sobre las mujeres, sino por el tipo de ser humano, masculino y femenino, que hace posible tal dominación.”
    Casilda Rodrigañez
    Este artículo tiene el propósito de cuestionar los argumentos esgrimidos por Daniela Salazar en la Carta abierta a Gabriela Rivadeneira , no lo hago para defender a la presidenta de la Asamblea, pues también cuestiono su proceder, pero tampoco comparto la visión de Daniela Salazar ya que desde mi punto de vista sigue con la misma visión patriarcal pero desde el otro lado. Como asimismo, no participo de una serie de memes y de escritos contra Gabriela, pues detrás de ellos hay todo un machismo y un sexismo, que es más de lo mismo y que refleja que no hay cambio. Correistas y anti-correistas, los dos lados de la misma moneda.
    En primer lugar, voy a definir lo que entiendo por patriarcalismo: Hace unos 4000 años se imponen los patriarcas en el medio oriente. Según la historia oficial de Occidente, el más importante patriarca es Abraham, quién declara que dios se le había presentado para decirle que él era “único verdadero” y que los demás eran paganos. A partir de esta fábula, Abraham empieza la persecución y muerte de quienes no creían en su dios monoteísta. Esto, conllevará paulatinamente a la instalación de la monodia o el monismo, y de todos los tentáculos que irá recreando en su recorrido hasta alcanzar el máximo nivel en nuestros días, con el perfeccionamiento del pensamiento único o paradigma monocultural de la civilización patriarcal. La historia se divide: antes y después del patriarcalismo.
    El propósito fundamental del patriarcalismo fue el matricidio, para terminar con todos los modelos de lo matricial o principio femenino de vida, a la que consideraban inferior, salvaje, atrasado, deforme, etc. (Platón: Las mujeres son” inferiores por naturaleza”. “Las mujeres son resultado de una degeneración física del ser humano”. Del matricidio vino el etnocidio, el genocidio, el ecocidio, el teocidio, el infanticidio, etc., etc. Desde la muerte de la gran madre y de la matria (no: patria), la humanidad está huérfana. La eliminación de lo maternal consistió en domeñar a todo lo femenino que hay en la vida: la mujer, la naturaleza (dominad a la naturaleza), la sensibilidad, la emocionalidad, la sensitividad, la sexualidad, las etnias, las culturas, la espiritualidad (no confundir con la religión que es patriarcal), etc. Esto, al mismo tiempo condujo a la creación del prototipo perfecto: varón, adulto, blanco, rico, heterosexual, profesional, libre; convirtiéndose en el referente y espejo de lo que deben ser todas las personas, familias, comunidades y sociedades, en todo el mundo (“lo que debe ser”: La Ley del Padre).
    Esto es, la búsqueda de la homogenización y de la uniformización, en contraposición, a la idea de diversidad, de variedad, de pluralidad, de heterogeneidad. Por ello, su razón de vida ha sido la anulación y/o eliminación del otro, de lo diferente, de lo opuesto; en contraste al otro paradigma, que entiende que el hombre y la mujer son complementarios, y, por ende, todo en la vida sigue esa misma matriz y su sentido de vida es la búsqueda de la armonía y equilibrio entre posiciones polares. Siendo ese, el gran y profundo dilema, que ha recreado dos mundos totalmente diferentes, los que chocan permanentemente con la cantidad de conquistas, guerras, depredaciones, explotaciones, que cuenta la historia desde el patriarcalismo, antes de ello, no se han encontrado vestigios a ese nivel.
    De toda esta persecución a la pluralidad, surgió la monarquía, el monoteísmo, el monopolio, la monogamia, el monocultivo, etc., etc., los cuales, son la manifestación y expresión de su sistema-mundo, al cual le llamaron “la civilización”. Y todos quienes no responden a estas lógicas (concepto patriarcal), han sido perseguidos y catalogados, como: salvajes, primitivos, bárbaros, atrasados, incultos, subdesarrollados, tercermundistas, etc.
    Esta dominación por alrededor de 4000 años de lo femenino y de todo lo que no se ajuste al esquema vertical, divisorio, separatista, racionalista, etc., conllevó a una serie de luchas de emancipación por cada uno de ellos: el indigenismo, el ecologismo, la psicología transpersonal, el relativismo cultural, el feminismo, el veganismo, los GLTB, el igualitarismo, el antiespecismo, la quántica, etc., etc.
    En el caso del feminismo han surgido varias tendencias, una de ellas, propugna que las mujeres tengan los mismos derechos, atribuciones, funciones, formas, como la tienen los varones, es decir, igualarse a los varones para ser como ellos. Un otro feminismo y en oposición a esta visión, plantean que hay que marcar la diferencia entre lo masculino y femenino, pero con una valoración equitativa. Y así otras tendencias. Pero a la final, se ha impuesto mayoritariamente la concepción de igualdad, por ello, hoy se habla de “igualdad de género”. Que básicamente se refiere a una participación cuantitativa igualitaria entre hombres y mujeres en las instituciones, organismos, entidades, sin darse cuenta que todas ellas fueron creadas y sirven para mantener la civilización patriarcal. Dándose el caso, de que algunas mujeres han llegado a puestos de poder (Margaret Thatcher, Angela Merkel), desde donde han defendido y consolidado -aún más- el sistema-mundo patriarcal.
    Esto es, lo que llama Casilda Rodrigañez la configuración de la “mujer patriarcal”, la que ha asimilado e interiorizado el patriarcalismo y lo defiende hasta mucho mejor que algunos varones. Esto también se relaciona con lo que Claudio Naranjo habla de la “mente patriarcal”, como la forma de pensamiento de la civilización que nos ha conducido a la crisis global, y entre ellos, al calentamiento climático que ha puesto en peligro la existencia misma de la especie humana.
    Ante ello, han surgido el feminismo decolonial o el integral, que han visto que el problema no es de cantidad sino de calidad, lo que implica la intervención de categorías, principios, formas, ontologías, desde el senti-pensar de todo lo femenino de la vida y de todos aquellos pueblos y formas de vida anti-patriarcales. Esto es, conceptos como: espiralidad, ciclicidad, reciprocidad, correspondencia, integralidad, complementariedad, armonicidad, etc. La presencia abierta y manifiesta de “mujeres patriarcales” en el ejercicio del poder patriarcal, ha hecho que se desvíe o deforme la lucha y se haga más difícil y compleja la introducción de la femineidad o matrilidad a todo nivel en la vida humana, al haber propias mujeres que se oponen.
    La “igualdad o equidad de género”, a la final se ha constituido en una trampa que integra y coopta a las mujeres al servicio del sistema-mundo patriarcal civilizatorio. Tanto es así, que la derecha lo acepta, y los organismos internacionales y las ongs también hablan de “igualdad de género”, pues hay mujeres patriarcales enfrentándose a las mujeres y varones que quieren acabar con la civilización patriarcal, colonial, capitalista, desarrollista. La “igualdad de género” se queda en la resiliencia, la adaptación la mitigación, la vulnerabilidad, la sustentabilidad, el desarrollo, la pobreza, es decir, en parches, para así no enfrentar y resolver los problemas estructurales que originan todo ello.
    Dentro de la teoría de género hay dos vertientes: la que defiende los roles por género, y la que dice que los roles son construcciones sociales. En el primer caso, está Gabriela Rivadeneira y que es la posición conservadora, y en el otro, Daniela Salazar que es la liberal, pero ambas, son expresiones de la “mujer patriarcal”, ya que desovillan algunas, no en conjunto, una serie de categorías y formas patriarcales. Gabriela y todas las correistas, han “reconocido” que son “sumisas” ante su patriarca Rafael Correa y ante todo lo que él ha dicho y hecho, a pretexto de procesos y de lo positivo que él ha realizado. Son la máxima expresión de la obsecuencia, y promoción del verticalismo del poder, de la uniformización en el pensamiento único, del cristianocentrismo curuchupa, del autoritarismo de su majestad, en definitiva, de todo el menosprecio y morbo de la “mente patriarcal” sobre las mujeres, los indígenas, los homosexuales, la naturaleza, la espiritualidad, la democracia, etc.
    Dentro de las mujeres patriarcales liberales, tenemos conceptos como los que señala Daniela (preciso que muchos otros conceptos que señala no son patriarcales): Empecemos por la principal que critica a Gabriela “Todas las mujeres en el país tenemos la tarea de ser madre, ser esposa, trabajar“, y su argumento de cuestionamiento dice: “(…) no puedes concebir una mujer libre, una mujer que en vez de tareas tenga opciones, derechos y libertades (…) eres capaz de desconocer décadas de lucha para redefinir el rol de la mujer en la familia y el trabajo (…) no pueda comprender que la naturaleza no nos encadena ni fija nuestro destino. La capacidad de reproducción no nos define como mujeres. No tenemos un mandato biológico de criar hijos (…) Hasta tanto, mientras dure tu mandato, como tu mandante te exijo una disculpa pública. (…) Una disculpa a todas las mujeres libres, que no nos dejamos oprimir ni cumplimos tareas o roles asignados arbitrariamente por la sociedad.”
    En síntesis, el gran debate por el rol-centrismo, en la que algunas defienden la idea de eliminar los roles para que la asuman indistintamente hombres y mujeres. Ellas ven, que el problema está en el rol en sí mismo y no en la discriminación por un rol, y cuyo argumento de defensa es la visión patriarcal del estar más allá de la naturaleza para estar encima o en dominio de ella. Y, por otro lado, la concepción patriarcal cristianocéntrica de exigir disculpas.
    Todo lo señalado anteriormente, nos ha conducido a que la mujer rica o de clase media que trabaja fuera de la casa, se sirva de empleadas domésticas para que hagan las tareas del hogar, a que los niños sean criados y educados por las sirvientas y no por sus propios padres, etc. Con ello, reafirmando y consolidando el sistema de dominación patriarcal-capitalista con otras mujeres, las cuales generalmente son las indígenas y negras, que también han abandonado a sus hijos con las abuelas. Etc., etc. Qué sería de ellas y de ellos, si no hubiera quien les dé haciendo esos roles que no quieren hacer.
    Esto quiere decir, que el asunto es integral, de un tipo de sistema social que ha dividido a la familia, y que ha sacado de la comunidad: la escuela, la espiritualidad, el trabajo, la medicina, etc., para separarlo y especializarlo todo. Lo que ha generado una sociedad cada día más patriarcal, es decir, individualista y hedonista, en la que a pretexto de libertad, quieren estar más allá de lo biológico, de la naturaleza, de lo comunitario, de la espiritualidad, de lo armónico, de lo complementario, etc.
    Cuántas mujeres se sienten tristes, porque este sistema les obliga a trabajar por un salario y abandonar a sus hijos. Pero tampoco es solución, que el hombre se quede en casa y ella salga a trabajar, y que él alimente a su hijo con leche de vaca y no con leche materna, que el niño no viva el cuerpo a cuerpo con su madre, etc. Aquí vale anotar, lo que hace referencia Casilda Rodrigañez : “Todas (prácticamente) hemos carecido del cuerpo a cuerpo con la madre, del contacto piel con piel con la madre, de la sexualidad básica de nuestra vida, donde se cargan las pilas y se organiza todo el desarrollo ontogénico. Esto ha sido comprobado recientemente por la neurofisiología (Nils Bergman…) (…) Al quitarnos la madre, nos cortan las raíces de la vida, como a los bonsáis.”
    El gran logro del patriarcalismo para construir la “mujer patriarcal” fue la pérdida de la maternidad, así, ella se convierte en defensora del poder falocéntrico. Esto lo resumió Freud, cuando aseguraba que sólo había un sexo y que la mujer era un varón castrado. Ésta, la forma más terrible de describir a la mujer por su vacío de maternidad. La Biblia de origen patriarcal lo proclamó: ‘El hombre te dominará’, ‘parirás con dolor’ y ‘pondré enemistad entre ti y la serpiente’…así resumía el Génesis a la nueva civilización que se levantaba contra las sociedades matriciales.
    Entonces, el problema no está en los roles ni en el género ni en la paridad numérica ni en nada parecido, sino en la “mente y sociedad patriarcal”. Es esta mente dictatorial, la que nos ha conducido a toda esta disfuncionalidad entre lo masculino y femenino, en todos los órdenes y formas de nuestra vida social y natural. Necesitamos otro mundo, que funcione de otra manera, entre las cuales, es fundamental recuperar la mayoría de actividades en la familia y en la comunidad. Un mundo, donde los roles naturales de las mujeres sean valorados y respetados por los varones y viceversa. Para que haya diferencia y variedad entre varón y mujer, en respeto y apoyo mutuo, y no, para que se haga una mezcla en que no sepamos las cualidades y condiciones de ser varón y de ser mujer. Para que la igualdad sea en la diferencia y con ello hagamos un mundo de complementariedad y no de anulación del otro. Para que las mujeres retomen la dirección de sus familias y de las comunidades. Para que ellas se hagan cargo de la economía pues tienen mejores condiciones, ya que se ha demostrado científicamente que ellas tienen mejor capacidad de adaptación a los riesgos y de resiliencia ante situaciones vulnerables, que los varones. Etc.
    En definitiva, para que haya un equilibrio entre nuestro hemisferio cerebral masculino (derecho) con el femenino (izquierdo), y podamos salir de toda forma de dominación anoréxica y miope, conservadora o liberal, y regresemos a la naturaleza, es decir, a la madre vida, a la madre tierra, a la diosa-madre, a la madre cósmica, para amarla y cuidarla. Y así, recuperar a nuestra madre y dejar de estar huérfanos que caminan desolados por la vida, y aprendamos a caminar en consenso, conciliación, mediación, correspondencia, simbiosis, sinergia, homeostasis, etc.

  5. Quienes militamos en el feminismo por considerarlo una necesidad del tiempo que vivimos para alcanzar la igualdad de género, no podemos menos que congratularnos por tu excelente artículo. Sigue escribiendo así.

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