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No es dinero electrónico

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El artículo 101 del Código Orgánico Monetario y Financiero del 2014 habla de la provisión (léase: emisión) de algo llamado “moneda electrónica” que estará respaldada en “activos líquidos del Banco Central”. Es muy secundario -aunque parezca paradójico- que esos activos líquidos sean presumiblemente inexistentes, empeñados o de mala calidad en proporciones significativas respectivas y según las propias cuentas -de conocimiento público- del BCE. Es información oficial: el ratio Reserva Internacional: Pasivo Exigible (que incluye encaje y depósitos de bancos privados y depósitos del sector público) no alcanza el 33%. El saldo ha sido rellenado con papeles, lo cual es ya en sí una forma de emisión monetaria pero no de bajo nivel.

Con lo grave que esto debería ser dado que se trata de los depósitos bancarios en buena medida, tampoco es lo más preocupante. Es grave, merecedor de más debate público de todo tipo, pero no es lo más preocupante. ¿Qué puede ser más preocupante? La propia existencia de la moneda electrónica. Quienes le llaman “dinero electrónico” caen sin saberlo en el ardid propagandístico más grande del año 2016. No sólo eso, lo ayudan a operar. Hacen el juego a los creadores del ardid. En juego, nada menos que la dolarización.

¿Qué es el dinero electrónico? El dinero electrónico es un sistema de pagos o billetera virtual que existe en 93 países. Es un avance tecnológico parcialmente muy útil. Parcialmente peligroso también porque vuelve vigilable toda transacción por regímenes y tecnocracias con las más variadas intenciones hacia la vida de las personas. Pero asumamos la mejor de las intenciones en gobernantes y funcionarios -algo que 3.500 años de historia económica no avalan- y digamos que el dinero electrónico es un mecanismo útil simplemente. Cualquiera que se oponga al dinero electrónico puede ser tachado de tecnófobo o reaccionario frente al progreso tecnológico con gran facilidad. Cualquiera que se oponga a que sea manejado exclusivamente por el Banco Central del Ecuador puede ser tachado de “pro banqueros que se quedaron sin ese negocio” o “defensor a ultranza del afán de lucro sobre servicios sin fines de lucro” con igual facilidad.

Y es por eso precisamente que a esa moneda distinta al dólar respaldada en “activos líquidos del BCE” según el propio artículo 101 del COMYF se la vende como un sistema de dinero electrónico. No lo es. O mejor dicho, el sistema de dinero electrónico enmascara lo que el art.101 del COMYF revela. Que hay otra moneda, especie o numerario -todos sinónimos- respaldada en algo que no son dólares, ingresando al sistema. Y no son dólares porque los bonos que han rellenado el vacío de la RILD son simple deuda por ahora incobrable. Algunos observadores optimistas (o cándidos) piensan que al no existir confianza en la -astutamente denominada- moneda electrónica no hay mayor riesgo para la dolarización. Que la gente no va a aceptarla. Pero basta con que se pague a empleados públicos (estatales), proveedores, jubilados y otra gente “atrapada” por pagos pendientes y sus propias cuentas por pagar para que circule ampliamente. Supermercados y bancos pueden ser fácilmente obligados.

En año de crisis cada vez más profunda lo que menos se necesita es una amenaza adicional a los ahorros, jubilaciones y salarios. Lo único que puede evitar que entre furtivamente a operar la moneda electrónica (pagaré respaldado en pagarés, decía el brillante analista Francisco Zalles) es la resistencia organizada de la ciudadanía. Pero el primer paso es llamar a las cosas por su nombre. Lao Tsé dijo que cuando las palabras pierden su significado la gente pierde su libertad. Orwell nos advirtió sobre lo mismo 2.500 años después. Llamemos a las cosas por su nombre. Sólo entonces dejaremos de ceder la cancha. De regalar el juego comunicacional. De derrotarnos antes de empezar la defensa de la dolarización. No es dinero electrónico. Usa un sistema de dinero electrónico pero ese no es el tema ni el problema. Es otra moneda y -según la ley y claramente- se llama moneda electrónica.

8 Comments

  1. Inédito que un gobierno con bajísimo nivel de credibilidad, endeudado extremadamente dentro y fuera del país, y con un Banco Central sumiso lleno de papeles y pagarés, tenga la conchudez de tratar de introducir una moneda electrónica trucha.

    El gobierno de las RATAS VERDES de Alianza País anda chiro, sigue chiro, y al parecer… seguirá chiro. Le debe a Raymundo y a todo el mundo? Tienen la capacidad financiera y ofrecen la confianza para emitir moneda paralela al dólar?

    Absolutamente no! No a fraude, no a la trampa, no al dinero electrónico, moneda electrónica o como lo quieran llamar. Pilas Ecuador!

  2. Entretenido pero bastante perdido de la realidad. Bajo lo que mencionas ninguna de las monedas existentes en el mundo valen. Los dólares que circulan están respaldados en papeles del tesoro americano y los dólares en los bancos igualmente en papeles de préstamos. Pero lo más crítico es que no argumentas nada más allá de una posición conservadora.

    • Si lees la “Teoría del Dinero y el Crédito” de Ludwig von Mises o “Dinero, crédito bancario y ciclos económicos” de Jesús Huerta de Soto, vas a incorporar matices importantes entre banca libre, leyes anti fraude en emisión de moneda, etc. “Posición conservadora” es el estatismo e inflacionismo en este caso. Evitemos las confusiones básicas.

  3. Gracias Juan por tan valiosa explicación, el BCE legalmente facultado para la emisión y control de la nueva moneda y que muy pronto será tan popular como el seguro por desempleo implementado por este gobierno.En consecuencia al tener nueva moneda,no existe obligación legal para respaldarla.La problemática a la que asistimos es mas grave que aquella donde se establecio el impuesto a la circulación de capitales?.Sus objetivos son los mismos ,esto es ,de cubrir la sanjas fiscales?

    • Es similar. Es un riesgo a la estabilidad bancaria y por ende a la dolarización.

    • Coin no es tan generalmente ententido como money. Mejor con esa terminación.

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