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Assange y la inútil diplomacia ecuatoriana

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Ecuador es el país con más refugiados de toda América Latina. Más de 60.000 personas han sido reconocidas como refugiadas en Ecuador y otras miles están en el país como solicitantes de refugio. El 20 de junio se celebró el “Día Internacional de los Refugiados”. Pero allá por esos días la agenda del Canciller Long no se enfocó en los miles de refugiados en Ecuador y la necesidad de garantizar sus derechos. Long prefirió visitar a Assange, quien lleva cuatro años asilado en la embajada de Ecuador en Londres. Al parecer, a pesar del cambio de Canciller, el afán por protagonismo y no la sensatez seguirán guiando las prioridades de la diplomacia ecuatoriana.

Aclaro que reconozco la lucha de Assange por la transparencia, que lo ha llevado incluso a evidenciar graves violaciones de derechos humanos. En mi opinión, los whistleblowers merecen protección cuando divulgan información sobre actos contrarios a la ley, casos de corrupción o violaciones de derechos humanos. No pretendo desconocer que Assange sea un perseguido del gobierno estadounidense, país donde podría enfrentar la pena de muerte si se lo llega a juzgar por espionaje o traición a raíz de que revelara documentos clasificados sobre crímenes atroces perpetrados en Afganistán e Irak. Aún así, conceder asilo a Julián Assange fue un error, tanto desde la perspectiva jurídica como desde la diplomática.

Recordemos que hasta ahora Estados Unidos no ha solicitado la extradición de Assange. El país que sí emitió una orden de detención internacional en su contra es Suecia, donde Assange está siendo investigado por denuncias de presuntos delitos sexuales. Las acciones judiciales por la mayoría de esas denuncias han prescrito mientras Assange se aloja en nuestra Embajada, con lo cual la Cancillería ha contribuido a impedir que tales acusaciones sean debidamente investigadas, dejándolas en la impunidad. ¿De quién lo estamos protegiendo?

El gobierno ecuatoriano justifica su decisión argumentando que los derechos humanos de Assange podrían ser violados en caso de una eventual extradición desde Suecia hacia Estados Unidos. Pero tal extradición es más que improbable, no tanto porque Estados Unidos no la ha solicitado (no soy tan ingenua) sino porque Suecia ha ratificado Convenios Internacionales que prohíben expresamente la extradición de una persona a un país donde exista el riesgo de que sea condenada a pena de muerte. El presupuesto de la concesión de asilo es que las autoridades judiciales suecas se van a negar a brindar a Assange las garantías judiciales a las que tiene derecho y que un Estado como Suecia va a violar flagrantemente sus obligaciones internacionales, extraditando a Assange a Estados Unidos. ¿En serio dudamos de Suecia? Desde el punto de vista jurídico, no parece el argumento más sólido.

Otro error jurídico consistió en asumir que una vez que Assange fuera reconocido como asilado en la embajada de Ecuador en Londres, las autoridades del Reino Unido le otorgarían un salvoconducto que le permitiría viajar a Ecuador para gozar de su protección internacional. Probablemente algún asesor le contó a Patiño sobre la Convención sobre Asilo Diplomático en virtud de la cual los Estados se comprometen a respetar las decisiones de asilo que se otorguen en legaciones diplomáticas, navíos de guerra y campamentos o aeronaves militares. Pero mientras que el asilo territorial o refugio es un derecho reconocido a nivel universal, el asilo diplomático sólo se ha institucionalizado en América Latina. Cancillería no se percató de que el Reino Unido no es parte de la Convención sobre Asilo Diplomático y no existe un fundamento en el derecho internacional actual que obligue al Reino Unido a respetar la decisión de Ecuador de conceder el asilo a Julián Assange en la embajada ecuatoriana en Londres, permitiéndole viajar a territorio ecuatoriano. Tan entusiasmados estaban con su novelería que ignoraron que no existe una norma -nacional o internacional- que obligue al Reino Unido a conceder un salvoconducto a Assange.

Desde el punto de vista diplomático, Cancillería no tuvo la visión suficiente como para calcular la inflamada reacción que su decisión generaría en Suecia y el Reino Unido. Es posible que, lejos de ayudar a Assange, la concesión de asilo por parte de Ecuador haya promovido las acciones y omisiones de las autoridades de Suecia y del Reino Unido en virtud de las cuales la situación de Assange se ha convertido en una detención arbitraria, como lo reconoció a inicios de febrero el Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre Detenciones Arbitrarias.

El desacierto de la diplomacia ecuatoriana generó que Assange se encuentre recluido en una embajada cuyas instalaciones no ofrecen las condiciones mínimas para ser un centro de privación de libertad prolongado. Todo apunta a que Assange tendrá que permanecer ahí indefinidamente, o al menos hasta 2020 cuando prescribe el último delito sexual por el que se lo investiga. Las pequeñas instalaciones de la embajada no permiten garantizar la salud física o mental de Assange, pero a cambio le acaban de dar un gato.

Los equívocos diplomáticos no cesan ahí. La diplomacia ecuatoriana se aferra a que Suecia y el Reino Unido se comprometan a no extraditar a Julian Assange a un tercer país, compromiso que, en términos tan amplios, resulta contrario a sus obligaciones internacionales. Los diplomáticos ecuatorianos tampoco han sido lo suficientemente hábiles como para lograr una cooperación judicial efectiva entre las autoridades judiciales de Suecia y del Reino Unido, con miras a permitir a las autoridades suecas avanzar la investigación de las causas abiertas en su contra.

La necedad de Cancillería nos cuesta muy caro y no me refiero sólo a los miles de dólares que Ecuador invierte en mantener a Assange en la embajada. Hace pocos días, el Ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido reiteró al Canciller Long que descartaba toda posibilidad de cooperación con Ecuador en tecnología, conocimiento, educación, comercio, temas humanitarios, entre otros, mientras el fundador de Wikileaks esté asilado en la embajada de Ecuador. Los costos de la crisis diplomática entre Ecuador y el Reino Unido, generada a partir de la concesión de asilo a Assange, son incalculables. Con las novatadas de la Cancillería perdió Assange, y perdemos todos.

1 Comment

  1. Me da la sensación que Assange “está en prisión”, aunque tenga TV o gato, en prisión tendría los mismos beneficios que le otorga la embajada. Pero no puede salir, tiene que vivir en un espacio que no “garantiza salud mental”, como lo indica usted, es decir, su libertad ha sido tan coartada como la que hubiera tenido en una cárcel. La gran diferencia es que mientras esté en la embajada se libra de una reputación de malhechor.

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