Hay que distinguir entre un régimen económico que deja que los empresarios sean exitosos o fracasen por sus destrezas para enfrentar la competencia y otro que convierte a los empresarios en clientes políticos del poder y cuyo éxito depende de políticas direccionadas y prebendarias. Lo primero es liberal, lo segundo es mercantilismo.
En el pasado, como en estos años de correísmo, muchos empresarios, por fuera de sus gremios, se acostumbraron a crear redes tras bastidores para tener información, tener influencias y capacidad de persuasión a gobernantes, ministros y funcionarios de menor rango. Mayor habilidad de pescadores en río revuelto, al parecer,han desarrollado en estas épocas en que la inestabilidad jurídica, el chantaje burocrático y el miedo han afectado grandemente a los empresarios que, por falta de contactos o por razones morales o éticas, no han plegado a sumarse al chateo con los funcionarios del régimen.
Muchos comentaristas critican lo atrabiliario de una norma, lo riesgoso de otra o lo inconstitucional de una más. Mientras tantoestos empresarios sonríen con cierta conmiseración. Ellos saben que ya será el ministro tal o el secretario cual, que por via de algún reglamento modificará la ley. Así se arma el show y a través del whastapp circula el “no te preocupes que ya está hablado”.
Para la propaganda existe el rostro revolucionario. Atrás, en el cuarto aparte donde se decide qué hacer, está el Estado oligárquico. En él, el poder se congracia con el dinero y las partes ofrecen transacciones mutuamente convenientes. Arribismo político y arribismo social. No en vano es que algunos paupérrimos hace diez años, hoy surfean y se codean con los que creen que concentran el poder real.
A eso llaman alianza público-privada. Un acuerdo en el que las concesiones desde el poder se gratifican con concesiones al poder. Mientras se firme el contrato, mientras sostengan la excepción, mientras fluya la información, todos ponen rostro de afiche para maquillar la corrupción, el pisoteo de las libertades, el deterioro del concepto de república. Es, según dice un empresario del sector alimenticio, gozoso por las protecciones y salvaguardias, el mejor gobierno de la historia del Ecuador. Generosa calificación que no es gratis. La han pagado los consumidores que por resultado de las sesenteras políticas de “crecimiento endógeno” han secuestrado a los consumidores a consumir “lo nuestro” sin tener espacio de escoger por calidad o por precio.
Como es característico de estos modelos que no son liberales (ni neoliberales, concepto que académicamente no existe), el éxito de hacer empresa no resulta de la eficiencia y la productividad. El éxito tiene que ver con la capacidad de influencia política para que un burócrata que entiende el valor de congraciarse con el dinero, tome una decisión o haga una excepción. A estos empresarios no les molesta que se creen barreras u obstáculos para los emprendimientos. Por el contrario: los celebran pues eso impide el incremento de la competencia. A estos empresarios no les molesta la inmensidad de burócratas, trámites, formularios, requisitos, controles, en tanto cuentan con los contactos precisos “al más alto nivel” a los que acceden sin hacer antesala. Lo hacen por un mensaje de texto. La influencia política es su arma de productividad y eficiencia.
A quienes creemos en la libre empresa y en que los emprendimientos deben tener amplio espacio para el éxito, sin barreras de entrada y sin prebendismo, esta clase de empresario representan la antítesis, no solo económica, sino moral. Estos años de correísmo no solo han arrasado la economía mientras muchos empresarios prebendarios han lucrado del modelo fracasado sino que este experimento socio-populista se ha acompañado con una severa agresión contra valores fundamentales de la democracia. A pesar de ello, esos empresarios no se han despegado del chateo con el gobierno.
Seguramente estos empresarios creerán que un nuevo gobierno solo significará el cambio de rostros. Es decir, ya habrá que abrir un nuevo chat con los que vengan. Pero hago votos para que el nuevo gobierno no sea solo un cambio de rostros, sino de valores y de ideas. Y que estos empresarios reciban un portazo.
Diego Ordóñez es político
Prostitución a todo nivel y por cuál razón. Corrupción. Completamente reprochable.
Difícil que el nuevo gobierno acabe con esta practica que es una forma de vida del Ecuador. Profesores que por algún regalo compensan los puntos que le faltan al alumno para que supere una prueba, clínicas que dirigidas por profesionales han visto una oportunidad para hacerse de dinero sobrefacturando por sus servicios, empresarios que se resisten a pagar impuestos y los evaden por doquier, algunos medios de comunicación y periodistas que se prestan para posicionar a los candidatos para luego cobrar por sus favores, fundaciones creadas con el propósito de camuflar sus ingresos y no tributar, por ejemplo, FUNDACIÓN MALECON 2000,alguien sabe que personas y cuantas están detrás,cunato dinero manejan,cuales son los alcances de sus actividades?.Estructuras de poder impenetrables,hechas a la medida pues no permiten inclusive que la diversidad étnica logre instancias de ese poder.Todo candidato debería ser auscultado, a tal punto de que se haga publico quienes son sus financistas, entonces el pueblo con mas elementos de juicio tome una decisión con su voto, sería una forma de iniciar a depurar con antelación esta forma de vida.
PERSONA ALGUNA HABLA DE CIENCIA SINO DE EXPERIENCIA, COMO ASÍ LO HACÌAN ANTES JUZGAN QUE ACTUALMENTE PASA LO MISMO.
Diego me alegra que siga poniendo las tildes donde deben estar. No hace falta insultar para decir verdades. Sólo quien no tiene la verdad a su lado buscará siempre ultrajar, herir, vulnerar honores, menospreciar, etcétera.
Ecuador sigue siendo el pueblo bueno y crédulo. En unos meses, así lo espero, tendrá libertades para manifestar lo sufrido y sacudirse de sus humillaciones. Una buena tarde, dgst
Muy bien dicho. Históricamente el “éxito” de ciertos empresarios se ha debido al chateo político, incluso a costa de afectar a la mayoría, como las devaluaciones por presión de los exportadores.
Excelente artículo.
Para los que aplauden al socialismo del siglo XXI, la práctica del telefonazo no ha cambiado, se ha incrementado. Nadie hace gratis nada en la vida. Sería bueno que se quiten la venda de los ojos y observen, cuántos contratos de las entidades públicas que han adjudicado a los “nuevos empresarios”, como: la CFN y su publicidad, las producciones de TV que nunca salieron al aire, sin concurso, casos de despilafarro COMPROBADOS, etc. No hay inmoralidad, hay amoralidad.
Por favor analicen, de $16 mil millones de deuda a $ 33 mil millones y en aumento, y esa deuda es la que cargarán nuestros hijos y al menos una generación más.
Si no han leido el pensamiento de Simón Bolívar, les recomiendo que lean el Discurso en Angostura, allí verán que los ideales del libertador están muy lejanos de los ideales y actuación de la larga y fracasada noche neosocialista.
Claro y preciso
Vamos bien
excelente!
Exelente articulo, por fin alguien desnuda al mal empresario que no tiene ninguna mision socio-economica y solo le importa su bolsillo y para eso cuenta con su mejor socio corrupto, el gobierno.
Fueron los empresarios nacionales los que durante muchas décadas estuvieron acostumbrados a gobernar atrás del poder, mediante el tradicional “telefonazo”, poniendo o deponiendo a los altos funcionarios del Estado, a Ministros, asesores, y, principalmente y con mayor esmero, a las autoridades de Control, precisamente aquellas que debían velar por el cumplimiento de las normas que regulaban sus actividades económicas. Y esto era posible gracias a los favores a ellos debidos por las máximas autoridades de las Funciones del Estado, principalmente, el financiamiento de sus campañas electorales, que después de los triunfos en las urnas de sus patrocinados, era recuperado con alta rentabilidad económica y política, producto, entre otras cosas, de las políticas monopolizadoras dictadas por los gobiernos tendientes a entregar en manos del gran empresariado, todo un país, atado y sin defensa, en calidad de mercado cautivo. Del mismo modo, veíamos como desde el Congreso se aprobaban leyes proteccionistas y benefactoras en el ámbito tributario, social, laboral, ambiental, etc., a favor de los grandes empresarios y en desmedro del interés general, normativa que el Ejecutivo se esmeraba en promulgar y poner en vigencia rápidamente. Pero, llegó la Revolución Ciudadana a terminar con todas esas aberraciones que sólo sirvieron para el enriquecimiento desmedido de unos cuantos usufructuarios del poder y el concomitante empobrecimiento de las grandes masas populares. En efecto, con el actual gobierno se les acabó la fiesta, y esos mismo empresarios que otrora se llamaban ellos mismos “exitosos”, ahora, que han tenido que enfrentarse al nuevo ritmo del quehacer productivo contando sólo con sus escasas aptitudes y abundante incompetencia, sin inteligencia creativa ni capacidad innovadora, se han convertido en empresarios quejosos, pedigüeños y llorones. Pero, es lo que hay…