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Hillary vs las sumisas de Correa

lectura de 7 minutos

La semana anterior se llevó a cabo en EEUU la Conferencia Nacional Demócrata (CND). Ciertamente, lo que destaca de este proceso es la candidatura de Hillary Clinton, que es vista por muchos como un avance en materia de derechos de género en la política. En este sentido, ese proceso creo yo, nos deja algunas lecciones que los ecuatorianos podríamos aprender, estando también a las puertas elecciones presidenciales en 2017.

La candidatura de Hillary emociona por las mismas razones que la de Obama lo hizo hace ocho años: porque representa la reivindicación de un sector históricamente invisibilizado, y porque, como ella misma dijo, constituye la ruptura del techo de cristal para las mujeres que durante décadas fueron excluidas de estos espacios. Cierto es que Hillary no es inmaculada, y que podemos criticar y cuestionar varias cosas de su carrera política. Sin embargo, su candidatura representa para muchos, un avance importantísimo en materia de género e inclusión. Ésta logra trascender de su persona, pues simboliza algo con lo que muchas ciudadanas sueñan, aspiran y se identifican.

En contraste, nuestro panorama electoral se destaca por la ausencia de candidatos que representen a sectores minoritarios. La oferta presidencial ecuatoriana para 2017 está, al igual que hace diez o veinte años, llena de hombres entre 40 y 60 años, de clase media alta. Es verdad que existen por ahí dos posibles candidatas mujeres, otros dos indígenas y además un candidato afrodescendiente. Pero siguiendo las encuestas, la exposición en medios y la conformación de esa mal llamada “mesa de la unidad”, es obvio que, de existir una coalición política, no girará en torno a esas candidaturas. Parecería entonces, que como sociedad no hemos avanzado a validar, reconocer y aceptar propuestas políticas de sectores no tradicionales; de ahí la necesidad de encontrar o reciclar candidatos de “la vieja escuela”. Por otro lado, parecería también que las candidaturas que representan a minorías no han sido capaces de construir un discurso con el que todos los ecuatorianos puedan sentirse identificados. Más bien, da la impresión de que cada quien lucha desde y solo para sus propios intereses.

Esto se agrava porque, como electores y ciudadanos, somos bastante conformistas y crédulos. Nos tragamos sin mayores cuestionamientos el cuento de la inclusión de la mujer en la política solo porque tres fanáticas de Correa fueron colocadas a la cabeza de la Asamblea. Pero todos sabemos que a ese lugar llegaron no por ser mujeres, y mucho menos por sus capacidades intelectuales, sino por su habilidad sistemática para complacer al Ejecutivo, incluso a costa de sacrificar los derechos de su propio género. Basta oírles comentar sobre cualquier tema para darse cuenta de esto. Mientras tanto, aquellas que algún momento se atrevieron a hacer propuestas que buscaban fortalecer su protección, fueron silenciadas, amenazadas y públicamente humilladas. Otras, que quisieron hacer política desde la oposición, fueron insultadas, maltratadas y hasta expulsadas del país. Esto no debe sorprendernos: vivimos en un país donde el propio Presidente puede decir públicamente que la igualdad política en materia de género sirve para “mejorar la farra”, y por esto, en lugar de rechazo, recibe aplausos y risitas morbosas de sus seguidores.

Por otro lado, las mujeres que el gobierno de Correa ha permitido participar en política se han convertido, por sus acciones y omisiones, en un atentado contra el ejercicio de los derechos de las mujeres y la democracia misma. ¿De qué sirve el discurso fingido del “todos y todas, ciudadanas y ciudadanos”, si a la vuelta de la esquina la presidenta de la Asamblea se muestra meneándose con pinta de reggaetonera mientras remueve la olla de la comida? En este despliegue de estereotipos y clichés de mal gusto, parecería que Gabrielita quiso reafirmar su feminidad desde la cocina y la capacidad de sacudir las caderas.

Luego está la idólatra Pamela Aguirre, quien se refiere al Presidente como “papito Correa”. Tan sumisa es, que admite, sin vergüenza, haber sacrificado sus estudios para que “taita Rafael” se reelija, aunque eso signifique (y ella lo sabe bien), hacer tabla rasa de la Constitución. Y cómo no recordar a Marcela Aguiñaga, quien hablando sin sentido y con franca ignorancia, llegó a decir que sería sumisa, pero para defender los derechos de género, como si aquellos fuera posible. Incoherentes, paternalistas, sometidas, y últimamente, hasta chabacanas: así son las políticas de la era correísta. Qué lejos estamos de tener una Hillary, una Michelle Obama, o una Ruth Bader-Ginsburg.

Es necesario también indicar que la falta de candidaturas fuertes de mujeres en Ecuador se explica porque nuestra forma de hacer política es, en sí misma, un despliegue permanente de machismo y violencia de género, que es tolerada y fomentada desde el propio electorado. Porque desafortunadamente, la mayoría de ciudadanos es incapaz años de diferenciar el debate del insulto, y la fiscalización de la homofobia. A muchos les espanta más la idea de que ciertos funcionarios públicos puedan ser homosexuales, que las decenas de denuncias por corrupción, violación de derechos humanos y transgresiones a la Constitución que pesan sobre ellos. Muchos aplauden con fervor cuando un político cuestiona la “hombría” de su contendiente, le reta a un enfrentamiento a golpes para solucionar cualquier discrepancia, y hasta le amenaza con hacerse sus necesidades encima suyo. ¿Tan confundimos estamos que no distinguimos la capacidad de liderazgo de la violencia verbal, la agresividad y el machismo?

En el primer día de la CND, Michelle Obama dijo que las elecciones no deben ser una batalla entre candidatos, partidos o ideologías, sino que deben ser el medio para decidir quién tendrá el poder de incidir en la vida de nuestros hijos durante los próximos cuatro años. Los ecuatorianos entonces, debiéramos preguntarnos al momento de elegir, si son estos los personajes que queremos que nuestras niñas y jóvenes tengan como modelos, quienes les impongan roles y les den ejemplo. La respuesta, obviamente, debería ser no. Porque los ecuatorianos no deberíamos tolerar un modelo de hacer política que fomenta el machismo, la exclusión, los estereotipos y hasta la homofobia. Creo que como ciudadanos y electores nos merecemos más que esto. Y que estamos fallando en exigirlo como se debe.

9 Comments

  1. las sumisas de Correa no merecen que les destine tiempo ni espacio. Son absoluta y totalmente INTRASCENDENTES. la historia de encargará de ponerlas en el lugar que les corresponde: el total olvido. Pero antes, deben responder por todo el daño que han causado, por ignorancia u omisión, no importa. Lo tontas no les exime de responsabilidades.

    Creo que la tarea es impedir que nos olvidemos de estas mujeres y que pasen de agache sin rendir cuentas.

  2. Como sociedad nos hace falta la suficiente madurez emocional y racional para derrumbar estereotipos machistas tan arraigados , en donde se piensa que una mujer no es capaz de liderar una nación . Pero estamos asistiendo al cambio de paradigma una nueva visión de mundo , aquella en donde las mujeres han sabido ganarse a pulso , con lucha , con decisión con rebeldía la posición que ostentan. Claro sin ser sumisas ni obsecuentes con el poder , la mediocridad o el fanatismo , anteponiendo la honestidad ante todo.

  3. Grandes corporaciones que no les importa el genero de quien ejerce el poder,en EEUU las armas no salen de circulación por el simple hecho de buscar un bien mayor,conservar las fuentes de empleo que sugiere fabricarlas y las enormes ganancias para sus dueños,que se maten es algo aislado,muy a pesar ,de que un descendiente afro se desgargante frente a su congreso pidiendo imposibles.Acá la farándula,el deporte y el genero también han sido y serán utilizados para que el verdadero poder se mantenga.Bien se dice en este espacio,el talento y la igualdad no es cuestión de caderas insinuantes,rostros bonitos ,diversidad de razas ni de genero.

  4. Si de pronto Hillary sale electa como presidenta de EEUU ha de ser igual que la elección de Obama, un hecho extraordinario. Casos estrictamente puntuales y lejos muy lejos de que se repitan con frecuencia en el tiempo.Atender la satisfacción de múltiples intereses sobre todo de tipo económico, empuja a la plutocracia a utilizar cualquier herramienta, llámese en este caso, hombres ,mujeres y etnias distintas, es decir apostar por la idiosincrasia claramente direccionada para hacernos pensar que hay espacio a las reivindicaciones enorme quimera, pero buena estrategia para ejercer por siempre el poder.

  5. Flojo el artículo. Insinuar que, por procurar un espacio de género, es preferible apoyar a que una mujer llegue al poder por encima de su probidad es algo insensato:
    “Cierto es que Hillary no es inmaculada, y que podemos criticar y cuestionar varias cosas de su carrera política. Sin embargo, su candidatura representa para muchos, un avance importantísimo en materia de género e inclusión”
    Cierto es que tenemos mucho machismo es nuestra política. Pero buscar que acciones afirmativas proyecten a más mujeres a la pútrida arena de nuestra política solo desdice de la capacidad de las mujeres.
    El feminismo, creo yo, no sólo debería buscar empoderar a la mujer que se acoge a su arquetipo o se acomoda a sus parámetros de acción. Burlarse o denostar de mujeres que hacen libremente lo que las plazca por el hecho de pertenecer a un gobierno despreciable no es un buen feminismo. El feminismo debería, lo cual no se colige en este artículo, de apoyar a la mujer a hacer lo que le plazca siempre y cuando sea por decisión personal, incluso la de someterse a un tal y cual patriarcado.
    Triste papel el de un feminismo que solo acepta a un tipo de mujer y rechaza a otra por su grado de aceptación al tal patriarcado.
    Finalmente, se profesa admiración por la señora Obama o la Clinton. ¿No cabría admirar a la corrupta Kirchner? Total, ella es otra muestra dela triunfo del género pese a sus “pecadillos”
    Lamentable artículo que busca ensalzar un cegato feminismo y combinarlo con una crítica a un despreciable gobierno.

  6. La política en nuestro país no es cuestión de genero o algo parecido ,y nada tiene que ver en mi opinión con la lucidez y formación de sus participantes.A las claras es cuestión de intereses y obviamente quienes auspician y hacen sus apuestas tras bastidores por sus candidatos siempre ganan las elecciones y luego recogen sus inversiones con cuantiosas ganancias(un negocio ma).La certera contribución de quienes pueden acceder a realizar preguntas a los condidatos,debería ser primero averiguandoles por quienes están detrás de sus candidaturas,este solo hecho mejoraría y en mucho nuestra capacidad para elegir.Los juntos (EEUU),también utilizan la manipulación colectiva a pretexto de incluir candidatos que representan a sectores minoritarios,pero los resultados siguen siendo precarios en cuanto a políticas de reivindicación.Digo esto porque de algún modo quienes nos gobernaron en el pasado parecería que no les duele el País,sus reclamos son minimos por no decir nulos,ya no organizan,ya no increpan ni confrontan,hoy ellos viven mucho mejor.Bueno sería saber ahora a que se dedican y cual es su modo de vida.

  7. “Más bien, da la impresión de que cada quien lucha desde y solo para sus propios intereses.” Esta frase resume el problema en el Ecuador. Todos quieren su tajada. Nadien hace nada por el projimo, por el país! Ojala haya algun dia que haya fiscalizacion, justicia y legislacion independiente del ejecutivo!

  8. Muy buen artículo, conceptos claros, y claramente expuestos. Mientras no superemos la forma de hacer política siempre tendremos un papito Correa, o algún otro lider “mesianico”.

  9. Excelente María Dolores ! Lamentablemente el machismo está tan arraigado en, esta vez sí vale la pena decirlo, todos y todas, que debe ocurrir un proceso de transformación radical a nivel de cada persona para que las futuras generaciones puedan gozar de una mayor inclusión. Cuando esto ocurra se podrá considerar un signo de madurez de nuestra sociedad. Empecemos en casa !

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