A María Augusta Calle el humanismo le es ajeno. Ella únicamente entiende sobre razones de Estado y, de entre ellas, aquellas que son propias de los estados con los que se siente identificada ideológicamente. El drama de las personas como individuos le importa poco. O casi nada.
En una entrevista sobre movilidad humana que concedió a diario El Comercio, Calle sugiere que el drama de los migrantes cubanos que han arriesgado su vida para llegar a los EE.UU., y que fueron deportados hace poco, no es algo que le deba preocupar al Ecuador. Si esos cubanos han migrado es por culpa de los EEUU que han bloqueado económicamente a la isla y por sus leyes migratorias que estimulan la salida de la gente de isla. Ese “no es un tema de Ecuador”, ha dicho sin inmutarse en la entrevista.
Calle ni menciona ni se pregunta sobre lo que podría ocurrir con esos cubanos a su retorno al país del que decidieron huir, ni todo lo que han de sufrir durante su proceso de deportación. Ese no es un tema por el que deba preocuparse el Ecuador, sostiene Calle sin plantearse siquiera la posibilidad de incluir criterios humanistas, propios de los estados modernos y democráticos, en la reacción del gobierno ecuatoriano ante la tragedia de los cubanos migrantes.
Se podría pensar que Calle, al decir todo esto, simplemente estaba siendo fiel a su ADN estalinista y que el problema para ella es que haya gente que traiciona el paraíso comunista cubano para buscar el pervertido reino del capital. Pero no. Cuando Calle se refiere en la entrevista sobre los hatianos, también deportados por el gobierno de Rafael Correa, insiste en que ese es un problema ajeno al Ecuador. “¿Desde cuando acá nosotros, porque proclamamos el principio de la ciudadanía universal, tenemos responsabilidad con la pobreza infame que vive Haití?”, se pregunta como si estuviera incómoda ante la posibilidad de que el drama de los hatianos fuera algo que deba preocupar al Estado ecuatoriano. Para la asambleísta Calle, la tragedia de los cubanos y de los hatianos no debe ser un problema del Ecuador porque su sufrimiento es culpa de otros. Que sufran, que sus derechos y su dignidad sean pisoteados no es cosa que deba ser un problema para el Ecuador. En otras palabras, sus derechos humanos no existen para el Ecuador.
Pero la doctrina migratoria de Calle alcanza su mayor nivel de deshumanización cuando esboza su concepto sobre la ciudadanía universal y, sobre todo, de la “migración responsable”. Cuando el periodista le pregunta sobre la evidente contradicción entre el enunciado de la ciudadanía universal que pregona el Ecuador con el la inhumana decisión del gobierno de deportar a cientos de cubanos que estaban de paso en el Ecuador, Calle dice que “la ciudadanía universal no es sinónimo de zona franca” y esboza lo que para ella es la teoría de la “migración responsable”. Para Calle la migración responsable es salir únicamente con el pasaporte y los papeles en regla. “Si usted va a un país y no tiene pasaporte ¿cómo está ahí? La gente es bienvenida, pero con documentos”, dice Calle. La migración responsable, asegura, “implicaría que la gente sepa que el rato que migra tiene que ir responsablemente, documentadamente, tiene que ir con todos los resguardos para su seguridad; ser responsable”.
¿Habrá pensado la asambleísta lo que hubiera significado su concepto de migración responsable para todos los fenómenos migratorios de la historia? Si la gente es únicamente bienvenida con documentos, como ella dice, ¿cómo podrían salvarse los cientos de miles de sirios que huyen del infierno de la guerra en la que viven? Difícil imaginar a los judíos que huyeron del terror nazi siendo bienvenidos en otros países únicamente si tenían sus documentos en regla. ¿Es consciente Calle que cientos de miles de ecuatorianos han migrado y siguen haciéndolo en busca de mejores horizontes en los EE.UU. o en Europa precisamente sin sus documentos en regla?
Es evidente que para Calle el derecho a la movilización es inherente únicamente para aquellos que no viven en los paraísos comunistas que ella defiende. La ciudadanía universal es legítima cuando no se trata de cubanos que huyen del castrismo ni hatianos que han sido expulsados por el gobierno de Rafael Correa.
Con los conceptos que expresó en su entrevista con El Comercio, es muy fácil imaginarse a la asambleísta consternada cuando cayó el muro de Berlín. Finalmente, ésa era una obra extraordinaria que impedía que la gente traicione al comunismo y huya en búsqueda del abominable capitalismo donde el capital está por encima del ser humano. Es una lástima que no le hayan preguntado sobre el éxodo venezolano porque lo más probable era que dijera que ese fenómeno se debe a la guerra económica que los EEUU ha declarado a Venezuela porque, en su entender, es imposible pensar que el drama se debe a un modelo político y económico que ha quebrado a Venezuela.
El pensamiento de Calle representa al más retrógrada e inhumano estalinismo que aún late en el Ecuador. Lo trágico es que ese pensamiento haya guiado a las decisiones migratorias que el Ecuador adoptó hace poco. Lo que hace Calle en la entrevista es tan solo jusficarlas.
Los mayores irresponsables fueron los asambleistas de Montecristi que apoyaron la famosa “ciudadanía universal” y el consiguiente ingreso sin visa a Ecuador de cualquier persona sea honesta o deshonesta, honrada o delincuente, turista o emigrante. Entre sus consecuencias nefastas se cuenta la migración descontrolada de quienes buscan llegar a USA; de mucha gente que busca empleo, inclusive informal, restando las pocas oportunidades que quedan para los ecuatorianos y la facilidad de desplazamiento por el país que con la robolución ciudadana tienen los narcos para el microtráfico que ahora abunda a nivel nacional…