El alcalde de Quito se demoró cinco meses en entregar información sobre el proyecto vial Guayasamín. Cuando por fin lo hizo (o supuestamente lo hizo, el jueves pasado ante el Concejo Metropolitano), esa información dejó de ser relevante. ¿Por qué? Porque al mismo tiempo modificó el proyecto. Tanto lo modificó que ahora es necesario hacerlo todo de nuevo. El presupuesto, los análisis financieros, las proyecciones de tráfico (si las hubo), los estudios de impacto ambiental (si alguno se hizo)… Todo eso hay que repetirlo. Y diseñar una serie de obras adicionales que requieren sus propios estudios y sus propios análisis financieros. En consecuencia, hay que renegociar el contrato con la China Road and Bridge Corporation, cuyo compromiso con la ciudad es para construir algo muy distinto de lo que ahora se pretende construir. ¿O no? Mauricio Rodas actúa como que no. Él quiere que la ciudad piense que todo sigue igual, solo que “optimizado”.
Esto es lo que el alcalde hizo ante el Concejo a través de sus asesores y sus secretarios municipales: primero presentó los estudios técnicos y financieros que debió presentar hace cinco meses cuando se aprobó el proyecto; a minuto seguido, presentó los cambios en el proyecto que vuelven obsoletos esos estudios. ¿No es una burla?
La buena noticia: el Municipio se echó para atrás en su ofensivo despropósito de construir en media ciudad un mega viaducto de concreto sin lugar para el transporte masivo, sin respeto por la gente y el espacio público, sin sombra de criterios urbanísticos y conceptos de ciudad contemporánea.
El nuevo proyecto vial Guayasamín elimina el paso elevado sobre la plaza Argentina y, según informó al Concejo el secretario de Movilidad, Darío Tapia, añade las obras siguientes: un corredor para transporte público entre las parroquias de El Quinche, Yaruquí, Pifo, Puembo, Tumbaco y Cumbayá; una terminal de transferencia en Cumbayá; un corredor para buses articulados o biarticulados entre Cumbayá y la plaza Argentina; una serie de paradas especiales para esos buses a lo largo del trayecto; una gran estación subterránea en el subsuelo de la Plaza Argentina, con dos bahías de estacionamiento de 180 metros de largo cada una, lo suficientemente grande como para abastecer los 40 mil viajes diarios que en la actualidad se hacen entre Quito y Tumbaco y aun para crecer, en el futuro, hasta 100 mil viajes diarios según Tapia; ascensores, rampas, escaleras eléctricas y servicios propios de una estación de tales dimensiones; conexiones con las estaciones de metro de La Carolina y, en la superficie, un gran espacio arbolado con circuitos peatonales, un parque de esculturas, una plaza elevada y una estación para bicicletas de uso público.
La mala noticia: de todo eso lo único que hay es una vistosa colección de renders, es decir, de representaciones digitales de lo que se hará, llegado el caso. Y esos renders sólo muestran lo bonita que va a quedar la plaza Argentina. En cuando al resto, nadie ha visto nada. Lo único que se sabe a ciencia cierta con respecto a todas esas maravillas es que ninguna consta en el contrato con los chinos. Lo demás sólo son preguntas sin respuesta. Por decenas.
¿Cómo será el terminal de transferencia de Cumbayá? ¿En qué terreno se construirá? ¿Será necesario hacer expropiaciones? ¿Se han estudiado los flujos de transporte, las frecuencias, los destinos? ¿Cuánto costará todo eso? ¿Lo pagará el Municipio o lo pagarán los chinos?
¿Cuántas unidades de buses articulados o biarticulados se adquirirán para la ruta Cumbayá-plaza Argentina? ¿Cuántas paradas se construirán? ¿En dónde? ¿Quién hará los estudios técnicos para determinarlo? ¿Cuánto costará todo eso? ¿Lo pagará el Municipio o lo pagarán los chinos?
¿Cómo serán las anunciadas conexiones para transporte público entre la plaza Argentina y las estaciones de metro? ¿Midieron ya el impacto en el tráfico que implica llevar buses interparroquiales hasta República y Eloy Alfaro? ¿Ya diseñaron la estación de transferencia que servirá para este propósito y que, obviamente, no estaba contemplada en el plano original de la estación del metro La Carolina? ¿Dónde la construirán? ¿Se seguirán comiendo el parque? ¿Cuánto costará todo eso? ¿Lo pagará el Municipio o lo pagarán los chinos?
¿Y qué ocurre con la tan cacareada interconectividad entre el sistema de buses parroquiales y la Ecovia (esa colección de latas de sardina que echan humo negro y que habría que empezar a llamar de otra manera)? ¿Está el sistema de buses de la 6 de Diciembre preparado para absorber ese nuevo flujo de pasajeros o requiere una actualización? De requerirla ¿cuánto costará? ¿Lo pagará el Municipio o lo pagarán los chinos?
El hecho de reservar un carril exclusivo de la vía para buses, ¿en qué medida cambia las estimaciones del flujo vehicular proyectado? Si en el proyecto original la ruta se saturaría en cinco años según los propios estudios de prefactibilidad de los chinos, ¿cuánto durará si añadimos 40 mil viajes diarios de transporte público? ¿Cómo afectan estos cambios a la recaudación de peajes? La recaudación disminuirá, sin duda. Ese costo ¿lo pagará el Municipio o lo pagarán los chinos?
No hay respuestas para estas preguntas. Y no las hay por una simple razón: este segundo proyecto vial Guayasamín, lo mismo que el primero, carece de estudios técnicos que lo sustenten. Sus simulaciones están basadas sobre el tráfico actual, no se han hecho cálculos de proyección del tráfico para los próximos años. No se ha estudiado los flujos y frecuencias en el uso de transporte público para determinar, por ejemplo, el número y la ubicación de las paradas. No se han diseñado todavía las paradas, las estaciones de transferencia, los corredores exclusivos. Como nada de eso se ha hecho, no se ha podido calcular los costos de la nueva infraestructura. Sin embargo el contrato, se supone, está firmado y las obras en marcha.
Más aún: el alcalde Mauricio Rodas –y esto es irritante porque demuestra hasta qué punto llega su menosprecio por la inteligencia de los quiteños y su falta de respeto por la esfera pública– pretende hacernos creer que, tras esta radical reingeniería, el proyecto terminará costando… ¡lo mismo que antes! Y que los chinos se harán cargo de todo sin decir ni pío. Nomás hay que seguir construyendo y todo se resolverá en su momento.
¿Por qué hace todo esto el alcalde Rodas? Porque puede. Así de simple. Es lo más intolerable de esta historia: Mauricio Rodas se permite semejante nivel de irrespeto a la ciudad porque la correísta Ley de Empresas Públicas se lo permite. En eso consistió la primera parte de la presentación del jueves ante el Concejo Metropolitano: un asesor jurídico explicó sin sonrojarse la inapreciable ventaja que ofrece la ley vigente, a saber: permite pasarse por el forro los más elementales principios de ética pública. No lo dijo con esas palabras, por supuesto, pero ése fue el eje de su intervención: contratación a dedo; posibilidad de elegir un proyecto sin necesidad de analizar alternativas; posibilidad de poner la ciudad patas arriba sin que el Concejo tenga que enterarse siquiera; permiso para acometer megaobras sin contar con los estudios correspondientes; cláusula de confidencialidad para proteger a la contratista en perjuicio de la ciudad; posibilidad de hacer ajustes al diseño del proyecto (como los que se está haciendo) sin tener que dar explicaciones… En fin, ¿puede alguien imaginar una ley más generosa… con los chinos y sus asociados?
En medio del más sospechoso secretismo, el alcalde Mauricio Rodas y su gerente de Obras Públicas, Alejandro Larrea, que prefirió no dar la cara ante el Concejo, trataron de ejecutar un millonario proyecto, tan irresponsable con la ciudad que ningún urbanista con dos dedos de frente lo respaldó. Se sirvieron de las peores prácticas del correísmo: la contramanifestación pagada; la falsa “socialización”; la propaganda como estrategia de convencimiento; la descalificación de los críticos bajo la acusación de que boicotean el progreso; la división de las organizaciones barriales (como en el barrio Bolaños, cuyos habitantes siguen sin saber qué va a ocurrir con ellos); la populista sinrazón de la mayoría, con el argumento de que un proyecto es bueno porque las encuestas lo aprueban; la simplificación del debate público a su expresión más palurda: construir obras vs “quejarse de todo”. En fin: la miseria de la política.
Pero la ciudad los detuvo. Pequeños grupos de ciudadanos organizados, la opinión pública activa en las redes y en los debates abiertos, un puñado de expertos y profesionales con vocación por lo público consiguieron impedir el atropello que Rodas estaba dispuesto a perpetrar. Y lo obligaron a cambiar el proyecto. A retroceder. Sin embargo, en vez de pedir disculpas y asumir lecciones, el alcalde vuelve al mismo esquema del principio: la misma opacidad, la misma falta de estudios, el mismo desprecio por la ética pública, las mismas cláusulas lesivas a los intereses de la ciudad, como aquella que impide por 30 años construir nuevas soluciones de movilidad entre Quito y el valle so pena de tener que indemnizar a los chinos ¡por lucro cesante! En fin, el mismo irrespeto de los últimos cinco meses. Todo lo mismo pero con un empaque “optimizado”. Mauricio Rodas no aprendió nada. Ya no sorprende.
Estimado Robeto
Felicitaciones por el artículo, por favor investigen también del tema del proyecto Metro cables en El Condado. Es otro proyecto sin estudios serios ni socialización. Ustedes pueden ver en la Avenida Mariscal Sucre gente protestado de la Urbanización El Condado, San José del Condado, Pisulí, Rodós y otros barrios que están en desacuerdo con esta obra.
Esta es otra obra que estará en manos de los chinos, adjudicada a dedo y sin estudios bien hechos.
Lastimosamente muchos de los quiteños votaron por Mauricio Rodás, no por su capacidad, sino porque No era Barrera y me incluyo en esta votación porque había que votar de entre los dos por menos malo y dañido para Quito.
Rodas, lo peor que le ha sucedido a Quito. El problema de su elección estuvo en que Quito no voto por Rodas, sino CONTRA Barrera y Correa y se aprovecho este señor ese sentimiento de odio hacia el oficialismo de los quiteños para filtrarse. De no, como Rodas JAMAS PERO JAMAS hubiese ganado.
Parece que lo mismo va a suceder en las elecciones Presidenciales.. el sentimiento y odio asumen el papel de la moral y el pensamiento..
Estimo que el artículo busca demostrar la improvisación y la falta de transparencia de Rodas y su equipo en el caso de la Solución Guayasamín. Pero también deja ver el paralelismo d el comportamiento político del Alcalde y de Correa: prepotencia, manipulación mediática, opacidad en los procesos contractuales, falta de ética.
Concuerdo con la necesidad de que 4P, respecto de este tema en particular, no se quede en la crítica, sino que abra, promueva, el espacio para debatir las soluciones. Con seguridad no habrá alternativa perfecta que contente a todo el mundo, pero la que se logre en base a consensos serios y legítimos, será la que sea aceptada por la ciudadanía.
Coincido, el Rafa y Mauricio son uña y mugre, pero caminan separaditos… nomás, eso sí, reciben apoyo de los mismos grupos económicos de Guayaquil, Ambato, Cuenca y claro, también Quito.
Muy bien Melissa te felicito, asi se les habla a los ignorante envidiosos, y todos los inbeciles, que se consiguieron 45 mil firmas en un pueblo de 7 mil, parecen que alli estan las firmas de los Muertos vivientes del Ecuador…
Estimado Roberto:
Admiro la profunda crítica que haces de un proyecto sobre el que los capitalinos sabemos muy poco. Me has dejado muchas inquietudes y eso demuestra que tu artículo está muy bien informado. No es solamente una “diatriba de odio”.
La verdad es que si bien Rodas es un tipico politiquero inutil, hay que reconocer que por lo menos escucho las criticas y acepto que se modifique el proyecto. Aca en Guayaquil el alcalde te manda a callar y se acabo, la obra va porque va.
Sr. Aguilar ustedes como periodistas deben proporcionarmos la luces que no obtenemos de nuestros gobernantes no llenarnos de tanto pesimismo. Proponga mediante su buen trabajo de investigación alguna solución a estos graves problemas de tráfico que se tienen en Quito.
El Alcalde que llegó atrasado y corriendo a las manifestaciones, el que un día se une a Nebot y Carrasco pero luego se hace el desentendido. El que propone una gran viabilidad (el metro heredado de Barrera) pero deja a las vendedoras de tripa mishqui en la Vicentina. El que cree en Quito viven solo quiteños y quiteñas, el que cree que tiene futuro político….
Imbéciles ??? Imbéciles los que no se dan cuenta que las grandes obras toman tiempo, requiere de mucha planificación , presupuesto, y tiempo. Imbéciles los que se quejan por todo, por los que creen que el único respondable y a la vez culpable de los problemas de la ciudad es una sola persona, el alcalde, esos mismos imbéciles critican pero ahi se los ve contaminando la ciudad, botando la basura donde no es, orinando en las calles, comprando cosas robadas, irrespetando las leyes de tránsito, pero para criticar estan primeritos. Critiquen al delincuente dictador que nos gobierna que tiene al país endeudado , con un montón de impuestos y miles de personas desempleadas.
jajajajaja….. Que buen sentido del Humor que tienes MELISSA!! excusando lo inexcusable!
La viveza al igual que la estupidez son contagiosas. Este alcaldecito al igual que el “iluminado”, creen que están ante un puño de estúpidos. ¡Cuán equivocados están estos dos “caballeritos”!
Para francote. ” sambo de piel clara”? Quien carajo te crees. Acaso tienes sangre azul, racista ignorante. No hay espacio en este forum para individuos como tú.