– ¡Ganó el NO en Colombia!
– ¡Te alegra que no haya ganado la paz! Es inconcebible tu posición.
– Nadie va a estar jamás en contra de la paz. Es un valor intrínseco a la naturaleza humana. Además, el triunfo del NO en Colombia no implica una derrota de la paz. Supone una reflexión colectiva sobre la lucha eterna entre dos valores: la justicia y la paz.
– La mejor justicia es la reconciliación. Es muy fácil opinar sobre un conflicto que no te toca; que no ha cobrado víctimas entre tu familia y amigos.
– El plebiscito colombiano es un extraordinario ejemplo de que la democracia es la mejor forma de tomar ciertas decisiones.
– ¡Una democracia donde el ausentismo fue de casi el 60 por ciento! ¿Qué te garantiza de que el NO sea la decisión de la mayoría de colombianos y no solamente de aquellos que tuvieron ganas de ir a votar? Esta es la ficción de la democracia burguesa. El pueblo habla de otras maneras.
– ¿Cuáles?
– Las encuestas dieron al SI como triunfador por alto margen. Las redes sociales, la voluntad pacifista de los latinoamericanos. Sin embargo, en la democracia burguesa, la formalidad distorsiona la realidad. La paz debió firmarla el gobierno y aprobarla el Congreso.
– Colombia no cuestiona el procedimiento. Está muy cómoda con sus instituciones democráticas. Mira, yo creo que este es un punto importante para volver viable un país. Las reglas constitucionales se conocen de antemano, la nación las acepta y las usa. El resultado, por más estrecho que sea, se respeta. Además, el acuerdo de paz, era un triunfo absoluto de las FARC y una rendición casi incondicional del Estado colombiano. Matas; secuestras; reclutas a la fuerza niños para convertirlos en guerrilleros; te dedicas al narcotráfico; tienes por años atados a troncos a tus rehenes… Y luego te sientas a negociar paz y salvo. Que nada te sea reprochado. Que nada te sea juzgado. Tú no has violado los derechos de nadie, era una guerra contra el Estado opresor y fascista. Al final del día, además del perdón y olvido, quieres canales de TV, escaños obligatorios en el Congreso. ¿Y el Estado qué obtiene a cambio? ¿Cuál es la parte de la responsabilidad en el conflicto que tú asumes? Ninguna. Eso no es paz. Eso es rendición. ¿A santo de qué debía rendirse la sociedad colombiana y el Estado a un grupo delictivo?
– ¿A santo de qué? De la paz. A cambio de que no hayan más muertos. Para que Colombia crezca, se desarrolle en armonía y reconciliación. El perdón es un axioma cristiano.
– Antes del recibir el perdón debes redimirte. Hacerte responsable de tus actos, enmendarte. ¿Qué garantías tiene Colombia del propósito de enmienda de las FARC? ¿Iban a dejar el narcotráfico? ¿a devolver el dinero producto de la droga y el secuestro para reparar a las víctimas?
– Piensas como un paramilitar. Como tú piensan los traficantes de armas; los que ven a la guerra como un negocio sin importar las personas…
– La violencia al margen de la ley es detestable, sea de las FARC o de los paramilitares…
– ¿Y la violencia dentro de la Ley? ¿La que ejerce el Estado?
– Esa es la fuerza de la ley. Si el Estado no tiene fuerza coercitiva para aplicarla no serviría de nada. Derrida decía…
– Déjate de retórica burguesa. Toda fuerza es ilegitima, salvo la que utiliza el pueblo, esa es la única que se justifica moral y filosóficamente.
– ¿Y cómo habla el pueblo si no es a través de sus leyes, de sus parlamentos, de sus elecciones…?
– Habla en las calles, en el monte. Ya sabes, cuando el oído burgués es sordo es hora de oír al compañero Mauser como decía Mayakovski.
– Podemos dejar la poesía y volver al tema. Creo que Colombia o cualquier otro país del mundo jamás votaría contra la paz. Aquí quiero subrayarte una cosa muy importante. Colombia no vivió una guerra civil. Lo más cerca que estuvieron las FARC de controlar territorios e imponer su “ley” y sus “autoridades” fue cuando Pastrana cometió el error de caer en la trampa y entregarles una zona de distensión en El Caguán. Por lo tanto, el acuerdo de paz de Cartagena en realidad no se suscribió entre una parte de la nación colombiana en armas y otra parte de la nación del lado del gobierno y de sus Fuerzas Armadas. El voto NO es, a mi entender, un voto contra el texto y las condiciones del acuerdo, no contra la paz. No se podía tratar a las FARC como un par del Estado y su sociedad. Un acuerdo legítimo habría significado por lo menos, que los cabecillas de las FARC acepten sus crímenes y vayan a prisión por un tiempo menor; entreguen el dinero ilícito a las familias de las víctimas. No todos presos, eso no se puede; pero alguien debe aparecer como responsable.
– ¿Y quién responde por la violencia de Estado?
– El propio Estado. Para eso están las cortes nacionales y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esa es la diferencia. El Estado puede ser juzgado en todo tiempo, las violaciones a los derechos humanos no prescriben y hay un orden internacional. Las FARC, al margen de ese orden o de cualquier otro, querían impunidad absoluta.
– No me convencerás nunca.
Perfecto análisis, para el que no lo vivió de cerca y no sabe de que se trata el acuerdo, creyendo erróneamente que el plebiscito era un “si” o un “no” por la paz es muy fácil decir que “Colombia duele” por haber dicho no. No es tan fácil perdonar cuando los daños trascienden más allá de lo que los medios nos mostraron. Ahora es cuando las farc demostrarán sus verdaderas intenciones de paz.