Todas las encuestas disponibles hasta el momento sobre el escenario preelectoral, hablan de un porcentaje de más o menos 30% de voto duro para la candidatura oficialista. Pero como ya sabemos el devenir de cualquier campaña y posterior votación puede traer consigo muchas sorpresas (sino pensemos en Brexit y Colombia como un ejemplo de esto) ésta podría no ser la excepción.
Todo está en juego para Alianza País en estas elecciones. Luego de consolidar su poder durante una década, por primera vez desde que detentan el poder, no tienen ganada la elección de 2017 y lo alcanzado en términos de control y poder absoluto, podría estar en riesgo. Diez años en que se anuló por completo la fiscalización podrían hacerse agua, si llegara a ganar una candidatura de oposición. Es por esa razón que el movimiento de gobierno pondrá todo su arsenal de guerra para esta batalla. Sin embargo, el propio hecho de que hay demasiada carne en el asador podría ocasionar graves impactos en la estrategia de campaña oficialista.
En primer lugar está el dilema de la continuidad versus la ruptura. Resultará casi imposible para Moreno-Glas marcar distancias con el correísmo duro. La posibilidad de construir una candidatura con cierta autonomía del Presidente, se perdió en el momento en que Moreno aceptó la imposición de Glas como su binomio. Glas asegura la lealtad total a Correa y la continuidad del modelo. Los guiños de independencia que realiza y realizará Moreno serán meros coqueteos de forma. Sabemos que en la realidad, esa candidatura durante la campaña estará tutelada cercanamente por el propio presidente.
Ahí está el quid del asunto. El dilema que presenta la posibilidad de perderlo todo –o al menos buena parte– junto con la necesidad de vender una nueva promesa de redención manteniendo el liderazgo de Correa, pero tratando de reinventarse, los colocará en un laberinto. Metidos en este complejo juego, la figura presidencial como faro de guía puede resultar en extremo peligrosa.
Si Rafael Correa llega a convertirse en una figura preponderante e invasiva en la campaña, como lo hizo en la campaña de las seccionales en 2014, Moreno-Glas podrían sufrir el efecto de la barrerización de su campaña. Si los electores en 2017 muestran un hartazgo similar con la figura presidencial, como lo hicieron para la elección de alcaldes, entonces Moreno-Glas quedarían atrapados en su propio terreno, disparándose en los pies.
El dilema para ellos entonces reside en cómo asegurar una victoria en primera vuelta, tomando en cuenta que el Ecuador en 2016 es bastante disímil a aquel que creyó la fábula refundacional hace 10 y 8 años. Si bien no se puede tener certeza del tamaño de la factura que deje la compleja situación económica que atraviesa el país, es cierto que la personalidad Correista ya no cala en el electorado como antes, y que una sobre exposición del saliente gobernante en la contienda podría terminar causando un efecto perverso para la candidatura del oficialismo.
El caso para los estrategas del gobierno es, entonces, absolutamente delicado. Valdría que conversen con Augusto Barrera quien conoce a fondo lo que sucede cuando Rafael mete demasiado la mano.
Anamaría Correa es académica
El gran problema que se teme suceda para las proximas elecciones dada la desconfianza y el arbitrario manejo de poder por justamente tener acceso a todo el aparato mediatico del Estado por parte del actual oficialismo ha hecho que esos tales “votos duros” sean una especie de “cronica de un fraude electoral anunciado” sin verguenza alguna y con la debida anterioridad por parte del jefe de ese grupo politico y sus idearios mas cercanos.
Ademas la deshonrrosa ambicion politica de los sectores de oposicion para llegar a la presidencia cada quien por su lado ha hecho que la misma se fraccione y se resquebraje de tal manera que los APs se sientan tan dichosos, seguros y confiados de que, por tal ineptitud politica de los opositores ellos tengan las de ganar.
Ahora solo falta que el pueblo, el que siente y sufre las consecuencias de toda la pesima administracion economica, del endeudamiento innecesario, del divisionismo creado a fuerza de arbitrariedad y prepotencia, del cansancio que es mirar como el gobierno se cola “hasta en la sopa” con sus cadenas, enlaces y el mal uso de los medios para hacer proselitismo politico fuera de muchos mas etceteras, reaccione y busque la salida a tal “decada malganada” de los izquierdistas ineficientes. Siendo asi que si con toda seguridad vaya a dar resultado el tal “Efecto Barrera” entonces se le agradeceria al mashi que inicie el apoyo electorero a sus amiguitos las 24/7 pero ya!!!
El efecto Barrera, es ineludible para AP. Y mientras más injerencia haga el Presidente, mayor será el derrumbe del binomio oficialista. Correa no puede evitar meterse de lleno en la campaña, y eso sería fatal para sus aspiraciones de continuidad.
Leo siempre sus artículos. Los felicito