En los últimos diez años nos hemos acostumbrado a escuchar al Presidente hablar de la “prensa corrupta”. Cada vez que difunden información incómoda al gobierno se acusa a los “medios corruptos” de faltar a la verdad y a la ética. El discurso estigmatizante contra los medios de comunicación se repite con tanta insistencia que algunos lo asumen como verdad. Hasta donde conozco, no se ha logrado comprobar caso alguno de corrupción en el que estén involucrados los medios, pero todo eso está por cambiar.
A través del concurso de frecuencias, el gobierno parece haber encontrado el mecanismo ideal para corromper a los medios de comunicación. Marcos Párraga, ex consejero del Cordicom y ex asesor del vicepresidente Jorge Glas, ya está detenido por exigir coimas de 200 mil dólares para asignar frecuencias. El Cordicom, por cierto, es el órgano encargado de evaluar y calificar los planes comunicacionales de los concursantes y de decidir a qué medios se les concede las frecuencias. El Observatorio de Frecuencias, constituido por la sociedad civil para dar seguimiento a este concurso, ha recibido denuncias de que a los medios de comunicación que buscan acceder a una frecuencia se les han acercado personas a cobrarles miles de dólares a cambio de incidir en la calificación de los planes comunicacionales. El cantante y ex asambleísta Gerardo Morán ya afirmó haber cancelado un total de $65.000 para participar en el concurso de frecuencias.
Por supuesto, no todos los medios habrán sucumbido a la presión de pagar al ex asesor de Glas para que se les asigne una frecuencia. Algunos medios han demostrado ser incorruptibles y no dejarse llevar por las presiones que sobre ellos ha ejercido este gobierno. Pero si el concurso sigue adelante, toda asignación de frecuencias quedará impregnada de dudas sobre corrupción.
Quiero dejar claro que la existencia de un concurso de frecuencias, manejado adecuadamente, no es el problema. El espacio radioeléctrico es un recurso público limitado; en consecuencia, un concurso para asignar las frecuencias puede ser fundamental para fomentar la diversidad en los medios de comunicación. Esa diversidad es esencial para el libre intercambio de información e ideas en la sociedad. Sin duda, los medios deben ser un espacio amplificador de voces diversas y al mismo tiempo deben satisfacer las necesidades de información de toda su audiencia, cada vez más diversa y plural. Por eso es importante que se fomente diversidad en la propiedad de los medios, de forma tal que no se concentre la propiedad en pocas manos, sean privadas o públicas (lo que no debería equivaler a gubernamental). Diversificar la propiedad de los medios debería incidir en la variedad de contenidos que difunden los medios. Además, también en respeto a la diversidad, debe garantizarse que medios de distinto alcance –comunitario, local, nacional, regional e internacional– tengan un espacio en la distribución del espectro radioeléctrico.
Pero para que el concurso de frecuencias sea legítimo es necesario, por lo menos, que: (1) sea ejecutado por un órgano que se encuentre protegido contra la interferencia política; (2) sea absolutamente transparente y (3) esté basado en criterios equitativos y objetivos aplicados en forma no discriminatoria. El concurso de frecuencias que han adelantado la Agencia de Regulación y Control de las Telecomunicaciones (Arcotel) y el Consejo de Desarrollo de la Comunicación (Cordicom) para la asignación de 1.472 frecuencias de radio y televisión no cumple con ninguna de estas tres condiciones.
Mientras el concurso de frecuencias se use como un mecanismo de premios a los medios que difunden propaganda gubernamental y castigos a los medios que incomodan al gobierno; mientras el concurso de frecuencias se convierta en un espacio más para obtener ilegalmente miles de dólares para el enriquecimiento ilícito de ciertos funcionarios, y mientras se utilice para silenciar voces críticas en vez de para diversificar los contenidos a los que podemos acceder a través de radio y televisión, es nuestro deber oponernos a que continúe.
El espectro radioeléctrico y el concurso de frecuencias parecen temas técnicos que no inciden en nuestra vida cotidiana. Pero nada más alejado de la verdad. En la medida en que, como audiencia, nos interesa tener la libertad de escoger entre una gran variedad de opciones los contenidos a los que podemos acceder en radio y televisión, la asignación de las frecuencias nos incumbe a todos.
El concurso puede promover o restringir la libre circulación de información e ideas en la sociedad. Tenemos suficientes razones para sospechar que lo que este gobierno busca no es precisamente la promoción de la libertad de informar. Esa libertad no afecta únicamente a los medios de comunicación. Cada vez que se silencia a un medio, negándole la asignación de una frecuencia, los ciudadanos nos vemos impedidos de acceder a los contenidos que difunde ese medio. Lo que está en juego es, nuevamente, nuestro derecho la libertad de expresión, que comprende también la libertad de buscar y recibir ideas y opiniones de toda índole. Las razones para exigir que paren el concurso, sobran.
Es lamentable,tener que observar todo estos bochornosos, como es la corrupción, que en verdad es una lacra social que corroe a la sociedades en general, y que esta enquistada y que difícilmente se podrá erradicar, puesto que es, como un virus que esta deambulando en el ambiente y que si lo coje a uno con las defensas bajas (alguien que no ha sido formado con principios ni valores humanos ), le pega; Respecto a la corrupción ya lo dije, pero si quiero aclarar que es tan corrupto el que pide dinero a cambio de algo, como el que paga por dicho favor, y no nos olvidemos que la ley, juzga tanto al autor material como al autor intelectual, por lo tanto es tan responsable el uno como el otro; esa es una tarea que les corresponde a los verdaderos medios de comunicación investigar.
“la asignación de las frecuencias nos incumbe a todos”, sobre todo por la finalidad que tiene para este Gobierno, “Eliminar las pocas frecuencias que levantan su voz, aún con el control de la Senacom, sacar del aire sin respetar trayectorias ni el trabajo de muchos años”. La sospecha de la transparencia, ya no cabe, cuando hay el secretismo y lo oculto, pregunto: ¿”Es tan reservada la información sobre el concurso”? ¿Es un secreto de Estado, que pondría en peligro la Seguridad del País? El objetivo es uno solo: Hacer lo mismo que con los canales de TV y salvaguardar la impunidad, ya no escucharemos noticias verdaderas e imparciales.
Ya callaron a muchos medios impresos, luego canales de TV, periodistas, radiodifusores, etc. Ahora el objetivo es mantener a los ciudadanos sumidos en la ignorancia, manipulando las radios a sus antojo y con la tendencia verdosa.
Es vital que la ciudadanía tenga interés por este tema ya que el gobierno, pretende, seguir silenciando voces o chantajeando medios para que solo su “verdad” sea escuchada.