Juan Pablo Pozo, presidente del Consejo Nacional Electoral, dejó muy mal parados a los 250 expositores de la X Cumbre Mundial de Comunicación Política. Hay que imaginar a estos estrategas y consultores venidos de una veintena de países, reunidos desde hace tres días en Cumbayá –cerca de Quito– en una misión casi imposible: contar a políticos, asistentes, autoridades, profesores, estudiantes… contarse entre ellos cómo son los ciudadanos hoy y cómo tienen que hacer los políticos para conocerlos, comunicarse con ellos, hacer campaña y lograr hacerse elegir…
Hay que imaginar a ese ejército de gurúes de la política evocando sus experiencias, aceptando sus errores, explicando sus aciertos en un mundo que saben mutante.
Hay que imaginarlos, en fin, hablando de los nuevos electores, de las nuevas tecnologías, de los mapas mentales, de las estrategias electorales en esta era digital… Todo eso para tratar de perfilar a esos ciudadanos cada vez más dueños de su vida y de su voto, cada vez más inasibles en un mundo liquido donde lo impredecible y lo incierto es lo más seguro.
En ese mundo aterrizó hoy viernes (18), a las 13:00, Juan Pablo Pozo para hablar de “Las encuestas y pronósticos en tiempos electorales: una mirada desde la institucionalidad”. En ese mundo de zozobras, Pozo llegó con certezas. En su exposicion adoptó una actitud académica y se presentó como un ciudadano que se hace preguntas y se pasea entre escuelas de pensamiento. Un hombre que reflexiona y que incluso duda. No dijo que él es una autoridad dependiente. Y que si habla de institucionalidad debe ser porque es parte orgánica del proyecto correísta.
Hay que entenderlo: es imposible que en el ambiente democrático que se respira en este tipo de cumbres, un funcionario-militante pueda decir lo que realmente piensa. Eso explica su estrategia: convertir sus convicciones en preguntas y fingir que esas dudas fundamentan un supuesto debate. El paso siguiente consiste en formular premisas que desembocan, en forma irremediable, en un terreno prohibicionista y concentrador: el suyo.
Seguir la lógica de Pozo es caminar en terreno conocido. “Hoy –dijo– los pronósticos de una encuesta tienden a incidir a favor o en contra de determinado candidato. Se busca con las encuestas generar un estado de opinión…”. Definida la encuesta y su rol, afirmó que las encuestadoras tienen vínculos políticos, sociales y mediáticos. Nada demostró pero en su cerebro debe decirse que ya sembró una duda. Y le dio cuerpo con un ejemplo encontrado en algún estudio que data de 1994: la mitad de las encuestadoras en Canadá tenía una relación directa con un medio. No dice que los medios son corruptos, como dice su patrón. Pero deja sentado –como si esto probara algo– que hay esa relación. Y la reitera: “relación directa –dice– entre encuestas, organizaciones políticas y medios de comunicación”.
Tarda, pero Juan Pablo Pozo llega a su destino:
–¿Qué hacer, se pregunta, ante ese escenario (que acaba de fabricar)?
–Hay que regular, se responde. Y cita tres escuelas que algún día en el pasado estuvieron de moda: autorregulación, regulación directa y regulación directa en situaciones estatales.
Se dice favorable a la autorregulación, pero regulada por códigos de conducta y protocolos internacionales.
–¿Se cumplen estos criterios? No, se responde.
Eso le permite poner en duda pronósticos y encuestas y también exit poll y resultados a boca de urna. Pozo, se habrá entendido, ya no trota: corre a exaltar los conteos rápidos que hace el CNE. La conclusión es patética porque, aunque reconoce que la tendencia en el mundo es la autorregulación, él pone en duda su validez: “eso también –dice– debe ser motivo de análisis”.
El presidente del CNE no se atreve a decir que él quiere –que el correísmo quiere– regular directamente. Pero se aplica, con la obstinación de los conversos, a sembrar dudas para destruir cualquier herramienta de medición electoral y contrapeso democrático. Lleva 15 minutos dando vueltas alrededor de una idea que no termina de verbalizar, pero que todos han entendido: nadie debe competir con el CNE.
– “¿Que sucede –se pregunta– cuando las encuestas no coinciden con los resultados electorales?”. Entonces suma los países donde las encuestas no han acertado (Perú, Argentina, España, Panamá, Europa, Colombia, Estados Unidos…) y asume el papel de padre tutor preocupado: “Para que nadie diga: uno es el resultado que vi en la televisión y, otro, el que da la autoridad electoral”… No va más lejos. Solo planta aquí y allí lo que debe creer que son argumentos contundentes para que la sociedad, asustada ante tanto desorden, clame que Pozo prohíba sondeos, exit poll, resultados a boca de urna… Aún le queda tiempo para anunciar que “se empieza a debatir sobre la regulación de las redes sociales”… Prohibir, prohibir.
20 minutos tardó acomodando ejemplos para demostrar que el ruido que produce la sociedad democrática con sondeos y pronósticos, con errores y aciertos, mortifican su espíritu prohibicionista y concentrador. Él prefiere la seguridad que dan sus datos, tras la elección. Datos que, se nota a leguas, preferiría no tener que contrastar con nadie.
Se despide diciendo que con sus panas en el CNE han enterrado mitos y construido hitos. Han hecho historia. No solo es funcional y prohibicionista, también héroe incomprendido.
Ya se determinó.. ya lo dijo este angel celeste impóluto y virginal….:
” HAY FRAUDE ELECTORAL… A LA CÁRCEL TODOS LOS BORREGOS (millones…y mayoría).
Lo único que no sabe este enfermo, es que FALTA TIEMPO PARA EL DÍA DE LAS ELECCIONES.
El Correísmo cae por sus propios errores abusos de poder, vergonzante corrupción, caso pedro Delgado, CAPAYA, Jueza Collante etc. con todo esto imposible ganen elecciones, por eso tenemos que cuidar votos en las urnas Pablo Pozo no es garantía en CNE.
En parte este pobre sumiso tiene razón: las encuestadores se acomodan a quien les paga para informar lo que quieren escuchar los contratantes. Es negocio, y es evidente que lavan el cerebro de algunos bobos que se lanzan a candidaturas basados en las cifras maquilladas, cuando todo el mundo sabe que no tienen posibilidades reales.
Lo reprochable de este individuo es que nunca entendió la magnitud del cargo que le dieron, aún cuando fuese nombrado a conveniencia del fulano presidente. Nunca mostró un atisbo de independencia, desprestigiando al CNE, haciendo intrascendentes o no creíbles las opiniones o declaraciones de ese ente.
Pasará al olvido de la historia como eso: sumiso intrascendente.
En parte este pobre sumiso tiene razón: las encuestadores se acomodan a quien les paga para informar lo que quieren escuchar los contratantes. Es negocio, y es evidente que lavan el cerebro de algunos bobos que se lanzan a candidaturas basados en las cifras maquilladas, cuando todo el mundo sabe que no tienen posibilidades reales.
Lo reprochable de este individuo es que nunca entendió la magnitud del cargo que le dieron, aún cuando fuese nombrado a conveniencia del fulano presidente. Nunca mostró un atisbo de independencia, desprestigiando al CNE, haciendo intrascendentes o no creíbles las opiniones o declaraciones de ese ente.
Pasará al olvido de la historia como eso: sumiso intrascendente.
Pozo, desde ahora está preparando el terreno, para que despues de las elecciones, los resultados que él presente, no tengan contraste, ni sean chequeados, y la infamia se legalize.
Seguro pasarán a la historia, como la parte más perversa y corrupta en la política ecuatoriana, tribunal de borregos sumisos, ese será el nombre que la historia les dará,,