A 17 días, esta elección sigue siendo impredecible. Votar informados –un derecho que tienen los ciudadanos– será esta vez imposible. Las encuestas están fallando (se ha visto en el Reino Unido, Colombia, Estados Unidos…) y en Ecuador sus enormes disparidades generan perplejidad. No solo hay incertidumbres: la lógica de la campaña conduce a los candidatos a negar todo aquello que les es desfavorable.
¿Cuál es, en ese contexto, el panorama que tienen ante sí los electores? Aquel que han puesto a circular los sondeos que, a pesar de sus incomprensibles disparidades, coinciden en algunos (pocos) puntos:
Uno: Lenín Moreno es el candidato con mejores posibilidades electorales.
Otro (no unánime): Guillermo Lasso y Cynthia Viteri –aún con diferencias– siguen a Moreno. Paco Moncayo ocupa el cuarto puesto.
Otra coincidencia, también unánime: cuatro candidatos (Dalo Bucaram, Washington Pesantez, Patricio Zuquilanda e Iván Espinel) difícilmente alcanzarán 8% del electorado entre todos. Todo esto arroja algunas conclusiones:
- Una campaña regida por la ley del péndulo: el panorama que diseñan los sondeos indica que la elección se jugaría entre continuismo del correísmo y la ley del péndulo que ha caracterizado con mayor fuerza Guillermo Lasso en su campaña. La centro-izquierda que representa Paco Moncayo quedaría excluida . Los outsiders, o pretendidos outsiders, no han encontrado espacio en esta elección.
- Los indecisos harán la diferencia: su porcentaje sigue siendo de alrededor del 40% con tendencia, como es obvio, a la baja. Esta franja de electores es actualmente el foco de atención de los candidatos (sobretodo Moreno y Lasso) que creen tener seguro su electorado duro. Eso explica el giro que tendrán las campañas en estos últimos días y que ya se nota.
- El fantasma del voto oculto: las encuestas no reflejan lo que los sociólogos llaman espiral del silencio. Esto explica las equivocaciones de los sondeos en prácticamente todas las últimas elecciones en el mundo. Las empresas de sondeos no saben medir las emociones de los electores, cada vez más determinantes en las elecciones. Además, la gente no dice lo que piensa hacer realmente en la intimidad de la urna. Ese voto oculto perjudica siempre al establecimiento que ejerce el poder. Bajo el correísmo esto fue evidente en las elecciones seccionales de 2104. Si esta variable fuera cierta en todos los casos, el perjudicado en esta elección sería Lenín Moreno. Esta presunción solo se podrá evaluar, en los hechos, el 19 de febrero.
- ¿Habrá una vuelta o dos? Los sondeos muestran que Lenín Moreno va adelante pero que sus cifras descienden. ¿Se mantendrá esa tendencia? ¿En qué punto estarán esas cifras el 19 de febrero cuando se instalen las mesas de votación? Son preguntas que se hacen en todas las campañas de la oposición que creen que Moreno, lejos de estar cerca del 40% en las intenciones de votos, apenas bordea el 30%. Se da por hecho –sin exhibir piezas de convicción irrefutables– que habrá segunda vuelta. En la campaña de Moreno se actúa con la misma lógica pero en sentido contrario. Ni siquiera se preguntan si habrá segunda vuelta. Para Moreno y los suyos el triunfo en la primera vuelta es un hecho y en sus cálculos resulta de sumar votos duros, indecisos conquistados a última hora y votos válidos…
- ¿Y si hay segunda vuelta? Se dice que si hay segunda vuelta, seguramente perderá el oficialismo. Se da un argumento: si Lenín Moreno no gana en el primera vuelta, eso solo puede significar dos cosas: que el número de electores decepcionados del correísmo es mayúsculo. Y, dos, que quien llegue segundo podría, en esa circunstancia, generar alianzas ganadoras. ¿Es eso seguro? Lasso ha mostrado tener enormes dificultades para jugar en una cancha donde él no controla todo el juego. Viteri ha atacado tanto a Lasso que ha producido la impresión de que la suya es una candidatura chimbadora. Si fuera ella la finalista, ¿no está pegándose desde ahora un tiro en el pie? Moncayo, si no es finalista, ¿llamaría a sus electores a votar por un candidato de la centro derecha?
En este escenario, como se ve, la oposición tiene problemas para generar una alianza ganadora. Pero la situación de Moreno podría ser más desesperada. Primero porque ese escenario no ha sido previsto (públicamente) por el oficialismo. Y segundo, porque si se produjera, pondría a Moreno en una situación que Correa ha querido evitar (con éxito hasta ahora): la ineludible obligación que tiene el candidato de distanciarse del Correísmo. Daniel Scioli trató de hacerlo en Argentina con Cristina de Kirchner. El resultado electoral le fue desfavorable porque precisamente simuló tarde y mal esa ruptura.
Se pueden multiplicar los factores que demuestran por qué el resultado de esta elección es impredecible. El hecho político cierto es que a 17 días de ir a las urnas el juego presidencial sigue abierto a pesar del optimismo disparatado que exhibe el oficialismo.
Silencio pelucones el pueblo sabe del cambio en este gobierno …corrucpcion la hubo siempre pero la corrupcion del pasado con el pueblo en miseria ,,,,no se acuerdan … Prefiero la corrupcion con obra mil veces
jajajajajaaj quien habla de pelucones correa el que solo come con chef de belgica, solo viaja en avion propio de lujo viaja a mil paises usa ropas costosas relojes de marca mundial muy costosa, en fin .. esto No e de pelucones esto e e ecuatorianos. de LIBERTAD.
Prefiero a la corrupcion pero que ayudo a la gente humilde y no a este viejo corrupto que solo piensa en la gente rica