Por Andrés Mejía Acosta y John Polga Hecimovich*
La elección presidencial del 2 de abril abre para los ecuatorianos la posibilidad de elegir entre la continuidad de un proyecto político que por más de diez años se estructuró en torno a un solo partido de gobierno o abrir una puerta hacia la alternancia democrática y una efectiva separación de poderes. Esta elección también afectará la capacidad que tengan los actores políticos para estabilizar la economía y reactivar el crecimiento en un contexto de pluralidad y buen gobierno.
La formación de gobiernos en Ecuador: Ecuador siempre ha sido un país difícil de gobernar. Durante su existencia democrática, la elite política no ha logrado establecer un gobierno que incorpore las demandas de una sociedad diversa, con marcadas identidades regionales, ideológicas y étnicas. De hecho, la idea del co-gobierno casi siempre estuvo asociada con prácticas corruptas, clientelares o ilegales. Un ex presidente confesaba que “ser gobiernista es el peor insulto que se le puede decir a un político”. ¿Por qué los partidos y sus líderes políticos no cooperan en Ecuador?
Durante la época de la llamada partidocracia (1979-2005), se pensaba que los beneficios de formar parte de un gobierno no compensaban la responsabilidad de coparticipar en la toma de decisiones, sobre todo si éstas eran impopulares. La respuesta criolla fue la formación de “coaliciones fantasma” que permitieron a los presidentes repartir ministerios, designar jueces, autoridades de control y embajadores de diferentes partidos de oposición a cambio de votar por algunas iniciativas de reforma. Pero éstos pactos o alianzas puntuales nunca fueron formalizados ni sirvieron para dar continuidad o estabilidad en la adopción e implementación de políticas más allá de los acuerdos puntuales. En promedio, se calcula que durante este período los acuerdos informales no duraban más de seis meses y en promedio se cambiaba un ministro cada dos meses.
Paradójicamente, la llegada de la Revolución Ciudadana en 2007 no dio mayor estabilidad ni continuidad a la formación de políticas públicas, a pesar de que el presidente tuvo el apoyo mayoritario o casi mayoritario del partido de gobierno. En promedio, se calcula que cada ministro de Correa duró aproximadamente 17 meses en su cargo, que es un promedio de duración muy bajo en América Latina. A diferencia del período anterior, los frecuentes cambios y reacomodos de ministros con Correa fueron para mantener –o reciclar– a un reducido grupo de confianza en posiciones claves de gobierno. Este reciclaje de funcionarios de gobierno ha tenido efectos negativos sobre el manejo efectivo y transparente de los recursos públicos.
Los presidencialismos de coalición en América Latina: Es difícil concebir los beneficios de una propuesta política cuando en Ecuador jamás se ha experimentado el fenómeno de un gobierno de coalición en el gabinete. En su versión elemental, un Gobierno de coalición es un mecanismo formal de cooperación política que permite a diferentes partidos representados en la legislatura, tener una participación formal en la composición y funcionamiento del gobierno a través de diferentes ministerios en el gabinete. Esta practica, común en gobiernos parlamentarios multipartidistas, establece que los partidos socios de la coalición legislativa tendrían una participación proporcional en la formación del gobierno correspondiente a su contingente legislativo. De este modo, un cambio de ministro es posible siempre y cuando su reemplazo sea por otro miembro del mismo partido a fin de mantener la coalición intacta.
En América Latina, la formación de presidencialismos de coalición es una práctica creciente y muy variada en función de cada país. Dado que los presidentes no tienen la obligación de invitar a la oposición a formar gobierno, ni dependen de su apoyo para mantenerse en el gobierno, el manejo de los gabinetes ha sido discrecional y no siempre proporcional. Comparado con el resto de América Latina, el Ecuador tiene la más baja participación de ministros de otros partidos que forman parte del gabinete de gobierno. Efectivamente, la falta de inclusión de partidos aliados en el gabinete ha afectado la duración y estabilidad de las coaliciones legislativas en Ecuador.
El otro factor de éxito para la formación de gobiernos de coalición, tiene que ver con el momento en que se realiza la negociación política. En América Latina se estima que los gobiernos de coalición más exitosos tienden a establecer los términos de la distribución de poder y la colaboración antes de las elecciones. En el caso de Ecuador, la información completa sobre la configuración de la Asamblea Nacional, es un buen punto de partida para la conformación de un gobierno estable y programático.
¿Cómo funcionaría un gobierno de coalición en Ecuador?: Es natural desconfiar de lo que se desconoce. Por tradición política y lógica electoral, los líderes de partidos y sectores sociales en Ecuador no han querido formar compromisos formales de gobierno mas allá de hacer acuerdos puntuales, ofrecer apoyos electorales o integrar mesas informales de negociación. Difícilmente un acuerdo político puede sellarse de la noche a la mañana, pero el reto ahora consiste en trascender los acuerdos coyunturales y establecer un acuerdo político que dé beneficios mutuos para los miembros de la coalición.
La segunda vuelta electoral ofrece una oportunidad para cambiar la tradición y la historia política en Ecuador. En el contexto actual en la que PAIS ha ganado una mayoría de escaños en la Asamblea, es aún más necesaria la articulación de un gobierno de coalición que ayude a ampliar la base de apoyo electoral para el 2 de Abril, y establezca las condiciones y los acuerdos que sostengan al nuevo gobierno a partir de esa fecha. Concretamente, Guillermo Lasso y su partido CREO tienen la oportunidad de consolidar el apoyo electoral y discutir los parámetros de ajuste y estabilización económica con la integración del Partido Social Cristiano y Fuerza Ecuador en su programa de gobierno. Los partidos y movimientos de izquierda también tendrían una oportunidad única de participar en el diseño e implementación de políticas de protección social dentro de un futuro gobierno de coalición. En ambos casos, la formación de un gabinete de coalición con varios partidos tendría que formalizarse a través de un acuerdo programático y transparente con dichas organizaciones.
¿Se puede plantear una nueva forma de hacer gobierno?: Si Lasso gana el 2 de Abril, se enfrentaría a una mayoría opositora de PAIS. Lo más probable es que se vuelve a abrir el conocido escenario de fragmentación legislativa, bloqueo político y desgobierno que se vivió durante el supuesto período de la partidocracia. Hay que recordar que ese escenario fue instrumental para el éxito de Correa en 2007 y bien puede legitimar o acelerar el regreso de Correa al escenario político. La alternativa es articular y diseñar una manera alternativa de hacer política, donde los apoyos y acuerdos que se vivieron durante la jornadas cívicas después del 19 de Febrero, se materialicen en acuerdos firmes y formales de gobierno.
Siguiente artículo: escenarios para la formación de un gobierno multipartidario y su manejo.
*Autores:
Andrés Mejía Acosta es profesor de Desarrollo International, Kings’ College London.
John Polga Hecimovich es profesor asistente en la Academia Naval de los Estados Unidos.
Excelente propuesta, pero resta analizar si en verdad es posible la conformación de una coalición de gobierno, máxime si se considera que por ahora, los acuerdos son electorales. No se escucha el plantamiento de un gobierno compartido (más allá de las posibles negociaciones por debajo de la mesa)
una cosa tengo clara si gana Lenin Moreno la marioneta de Rafael Correa, un títere sin sangre en la cara, ni personalidad propia, tanto o más demagogo que su amo, la única alternativa sería irse del país ya que además de la quiebra inevitable del país vendrá la desdolarización, hiper inflación, la persecución, los crímenes de estado y la instalación en Ecuador de un régimen fascista, criminal y mafioso que irá de la mano del régimen venezolano
EQUIPO DE GOBIERNO
Jose Villamil
Hemos manifestado que el liderazgo no es de una sola persona, sino de muchas, que, con autoridad legal y moral, movilizan los varios niveles de la organización, hacia una idea convocante, en el caso de un país el llamado “bien común”.
También afirmamos que no es posible gobernar sin una burocracia preparada y convencida de su misión de servicio y de la visión institucional y nacional; es necesaria una masa crítica que gravite y facilite la acción de gobierno.
Reiteramos que la idea convocante de los ecuatorianos debe proponernos: “¡ser un país desarrollado en un plazo de veinte y cinco años!”
Para lograrlo, deberemos mediante la planeación estratégica, definir los objetivos de corto, mediano y largo plazos, para concretar el camino hacia esa finalidad.
Deberemos concertar políticas de Estado que atiendan las prioridades, optimizando los recursos siempre escasos y para generar capitales o motivar su afluencia mediante normas claras y panoramas confiables, incentivadores.
La política tiene dos esferas de acción, la de desarrollo y la de seguridad, ambas imprescindibles e interdependientes. De esas políticas deberán derivarse estrategias creativas, oportunas y convenientes para todos los actores nacionales y aliados externos; que nos permitan ser respetados, competitivos, atractivos y que nos posicionen en los escenarios y mercados globales.
Los ambientes del siglo XXI son y serán cada vez más dinámicos y de alta tecnificación, con un estrechamiento de relaciones cada vez mayor entre países y bloques; pero también entre ciudades y regiones del país y del extranjero.
Los líderes (equipo) deberán tener cabal comprensión de estas esferas de la política nacional y de su evolución en las coyunturas internacional y local; deberán saber aprovechar las oportunidades y neutralizar las amenazas que se presenten. Tendrán que estar capacitados y dispuestos a asumir riesgos, ajustar y descentralizar organizaciones, ideas y planes, delegar e innovar; todo dentro de limitados márgenes legales y de tiempo, por lo que requerimos de un Congreso responsable para que cambie, adecue y transforme el marco legal necesario para la consecución del cambio de modelo político, económico y social que nos saque del subdesarrollo y actual crisis. No caben en este escenario, dubitaciones ni dilaciones por rutinas u obstrucciones burocráticas y peor ideológicas partidistas. Tampoco mentes “cuadradas” librescas y leguleyas, con “poses de autoridad”.
Requerimos líderes verdaderos, que se apoyen en las tecnologías informáticas, administrativas y comunicacionales, que tengan pasión por el país y contagien entusiasmo a sus colaboradores, que sean creativos y apresuren una consulta popular para desterrar los restos de la dictadura, que acaso pudieran frenar los esfuerzos para el desarrollo y ocultar los crímenes cometidos contra los bienes de la nación.
Deben ser capaces de decir NO, cuando su conciencia y conocimiento les obliguen a defender el bien común y la ética; y SI cuando las ideas o acciones sean positivas, aunque pertenezcan a otros incluso la oposición.
Los nombramientos deben evitar “recaer” en: parientes, compadres y amistades, paisanajes, buenos muchachos dóciles, compromisos de campaña, jefecillos de comité “pro-cargos” del partido, adulones, intrigantes cobardes, cuotas políticas, pasa maletines y contenedores, pipones asesores y comisionistas sin sueldo, etc.
Los ministros y altos funcionarios deberían ser nombrados de ternas enviadas por los varios colegios de profesionales y cámaras de la producción. Que sea por concurso de merecimientos profesionales y oposición, el acceso a los cargos ministeriales, direcciones nacionales, Cortes de Justicia, Fiscales, Contralor, etc. EL Consejo Nacional Electoral debe estar organizado con presencia de representantes de todos los partidos legalmente reconocidos.
Los mejor preparados deberían tener el derecho de una oportunidad honesta y justa para un verdadero servicio a la nación. Pero por una sola ocasión. Debe prohibirse la reelección en todo cargo público.
No regreso al pasado lejano ni cercano, sin mirar atrás vamos al reencuentro de la historia.
Estimado Roberto, gracias por tu comentario. El punto de nuestro articulo era precisamente que no hubo coaliciones formales durante la “partidocracia”, sino solamente acuerdos informales, y que la clandestinidad de estos acuerdos es justamente lo que abrió las puertas para las practicas de corrupción. El hacer negociaciones políticas para lograr acuerdos de gobierno es un elemento intrínseco de cualquier democracia. Nosotros planteamos la formación de un gobierno de coalición como un instrumento de estabilidad, y a veces eso requiere poner a un lado las convicciones de corto plazo. Y formalizar estos acuerdos en torno a acuerdos programáticos (en lo económico, social) es justamente una manera de reducir el espacio reservado para el hombre del maletín.
Escuche su comentario en la radio latinoamerika de Oslo del dia de hoy.
Usted manifiesta que el gobierno del Ecuador actual es prepotente y que su forma de gobernar hace un daño a nuestro pais. Podria usted dar un nombre de alguien sin importar su ideologia politica que podria hacer un cambio como lo ha hecho la administracion actual? nuestra sociedad esta cansada de todos los engaños y mentiras de los
mismos politiqueros que han gobernado con la corrupción y el engaño. Usted manifiesta en su entrevista que el parlamento ecuatoriano que fue elegido este año 2017 el partido del gobierno no cuenta con la mayoria absoluta para vetar o no cualquier proyecto o
ley ya que los partidos opositores cuentan unidos con esa mayoria? de donde saca esa informacion? el partido del actual gobierno obtuvo 74 asambleistas de 137 posibles. Usted informo mal y dio una mala imagen del actual gobierno ante una sociedad noruega donde la verdad esta presente. Respeto su forma de opinar del actual gobierno pero rechazo toda forma de mala informacion acerca de la realidad actual. Me pondre en contacto con NorLarnet y asi pedir que ellos se encargen de aclarar y se corrija lo antes mencionado.
Es hora de que en el país desterremos prácticas caducas y abramos la mente a nuevas alternativas que fortalezcan la gobernabilidad, que ayuden a identificar objetivos nacionales de largo plazo que se observen y mantengan indistintamente de la ideología del partido de gobierno
Interesante reflexión. Pero me parece que se presenta un escenario construido desde una perspectiva de ingenuidad política. No se puede entender que un gobierno que tiene determinadas creencias y convicciones tenga que depositar en un grupo que cree de forma distinta la confianza para dirigir alguna cartera de estado. Intento imaginar un supuesto con Lasso en la presidencia y con un ministro de educación cercano a la UNE; o un Lenin Moreno con gente de CREO en le Ministerio de Industrias o con la misma UNE en educación; las visiones en la construcción de la política pública es diametralmente diferente. No habría forma de poder cumplir con las ofertas de campaña que generaron el voto popular en favor de determinada candidatura. Son esas ideas de creer que las coaliciones son la mejor forma de gobernar, las que sumieron al Ecuador en el desgobierno en la época de la partidocracia. Tampoco creo que un escenario de gobierno en coalición pueda garantizar que se combata de mejor forma la corrupción, porque el combata contra corrupción se lo debe hacer en todos los momentos y espacios, caiga quien caiga.
Muy bueno