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El CNE no la invitó, porque la Unión Europea no se hubiera tragado el cuento

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Cuando alguien invita formalmente y por escrito a un diabético a un concurso para ver quién come más algodón de azúcar es porque sabe que no va a aceptar. Quizá para lo único que pueda servir la invitación es para que conste en alguna parte. Esto es lo que hizo el Consejo Nacional Electoral con la misión de observación electoral de la Unión Europea: la invitó para venga a hacer algo que no hace. Es decir, la invitó porque sabía que no iba a aceptar las condiciones del CNE.

La confirmación de este oscuro antecedente del reciente proceso electoral lo hizo el CNE de una forma muy graciosa. En un intento por refutar a los periodistas que han dicho que el CNE no permitió que vengan los europeos, ese organismo envió a este pelagato, vía Twitter, la carta en la que se ve que esa misión no aceptó dicha invitación. Pero, ¡oh sorpresa!, en la carta en que la UE no acepta venir a observar la segunda vuelta electoral y que el CNE exhibe como prueba irrefutable de su buen comportamiento, los europeos dicen que no aceptaron venir porque se les invitaba a hacer una observación en “modalidad conducida”. Se prueba que la invitación estaba pensada para que no sea aceptada por un simple motivo: la doctrina y los principios de esa misión les impide hacer trabajos que no sean absolutamente independientes.

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“En respuesta a su solicitud, le informamos que la Unión Europea no participa en misiones de observación electoral en modalidad conducida por lo que no participará como observadora en la segunda vuelta electoral en Ecuador”,  responde Vincent Ringenberg, representante de la delegación de la UE, al presidente del CNE. Como se ve en la carta, Juan Pablo Pozo envió la invitación el 6 de marzo del 2017. Eso prueba otras dos cosas adicionales: la “invitación” concernía la segunda vuelta y fue hecha faltando apenas días. Un problema insuperable para una misión que, por el tamaño de su operación, necesita mucho más tiempo para sus preparativos.

El documento que el CNE mostró como una prueba de que sí había invitado a la UE se convirtió en un auténtico bumerán en su propia cuenta de Twitter. “En modalidad conducida’, quiere decir manipulada por el partido de gobierno o sea ustedes”, fue lo que posteó la primera persona al tuit del CNE. “Quisieron imponer a la Unión Europa una modalidad conducida a su misión observadora, y encima publican la carta de rechazo???? Jajajaja”, escribía otra usuaria mientras otro decía que “es q hasta para tapar sus errores son bestias. Ahora ya todos entendemos xq no vino la UE como sí sucedió en Perú”.

Los usuarios de tuiter no son tontos. Muchos entendieron que la invitación de Pozo era una mañosería para que el equipo europeo no venga al Ecuador. Y tienen razón. Según el manual de la misión europea, que es público, se menciona entre las condiciones para hacer una misión que “se garantice a los observadores de la UE un acceso sin impedimentos a todas las fases del proceso electoral y se les proporcione oportunamente libre acceso a la información electoral”. Es evidente que el CNE y el Gobierno, del cual depende, no quisieron que la misión europea venga. El presidente Rafael Correa lo dijo expresamente apelando a supuestos principios de reciprocidad: si los europeos no nos dejan observar sus elecciones entonces no podemos admitirles en el Ecuador.

Si la invitación hubiera sido en modalidad independiente, lo que claramente se incluye en el Código de la Democracia, la misión europea seguramente hubiera hecho observaciones que hubieran comprometido la versión oficial de transparencia que dizque ha mantenido el CNE. Basta echar un vistazo al manual que tiene esa misión para entender las razones por las cuales Juan Pablo Pozo hizo lo debido para impedir que viniera. Para comenzar, en sus observaciones finales hubiera dicho que la autoridad electoral ecuatoriana no es independiente y que no garantiza credibilidad. En el manual se establece que hay una serie de preguntas que los observadores deben tener en mente antes de redactar las observaciones: “¿Está la independencia de la autoridad electoral y de sus miembros suficientemente garantizada por ley y en la práctica? En el caso de una autoridad electoral independiente y no partidaria: ¿Refleja la composición de la autoridad electoral un equilibrio de intereses no partidarios? ¿Existe confianza pública en la capacidad de la autoridad electoral para actuar de manera no partidaria e independiente?”.

Resulta bastante fácil imaginar qué hubiera dicho esa misión en su informe final tomando en cuenta que los cinco miembros del CNE son notoriamente partidarios del partido de Gobierno y que su presidente, Juan Pablo Pozo, ha hecho público su empatía con el presidente Rafael Correa. Incluso se ha vanagloriado de su amistad poniendo fotos en las que se le ve a él y su familia posando junto al Presidente en redes sociales.

La misión europea hubiera examinado el manejo de los medios de comunicación estatales. La UE dice en su manual que sus enviados deben observar qué “tanto los medios de comunicación del Estado como los financiados con fondos públicos tienen la responsabilidad de ser equitativos e imparciales durante el período de la campaña electoral”. ¿Qué hubieran dicho sobre el manejo abiertamente proselitista a favor de Moreno de El Telégrafo y de los canales incautados? ¿Qué hubieran dicho sobre el contenido publicado en la agencia Andes o en El Ciudadano? Es bastante obvio que las conclusiones a las que hubieran llegado la misión europea iban a ser, por decir lo menos, vergonzosas para las autoridades ecuatorianas. En el 2008, cuando el correísmo aún no había consolidado su monopolio mediático, vino esa misión para observar el referéndum para aprobar la Constitución de Montecristi. Ahí dijo sobre El Telégrafo: “rompió el principio de cobertura imparcial proporcionando la mayor parte de su espacio a la opción en pro del ‘Sí’ (o contra el ‘No’) tanto en su sección informativa como en sus páginas de opinión”.

Otro tema de observación hubiera sido el padrón electoral. La misión siempre examina si el padrón electoral, ya sea físico o digital, está bien hecho, si no existen problemas con los empadronas en el exterior o si no hay exceso de empadronados que no votan. El manual es muy claro en este tema y dice que la misión “debe reunirse con partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil y otras partes interesadas para analizar si tienen alguna preocupación con respecto al proceso de inscripción de votantes y para determinar si hay confianza pública en la exactitud y el carácter incluyente del censo electoral”. En la campaña se habló de decenas de miles de muertos y extranjeros no inscritos que estaban acreditados para votar.

El gobierno hubiera quedado muy mal parado en el tema del abuso del Estado, ya sea de sus bienes o de sus funcionarios, durante la campaña. El manual dice al respecto: “Los candidato en el poder no deben aprovecharse de sus cargos para hacer campaña. Los funcionarios del Estado deben participar en actividades de campaña solamente a título personal, durante su tiempo libre, fuera de horas de trabajo y no deben vestir uniforme o usar vehículos oficiales”. ¿Se imaginan a estos observadores frente al caso de Rafael Correa haciendo campaña incluso con su caravana de carros de la Presidencia o presenciando cómo cientos de carros sin placa del Estado participaron en los actos proselitistas de Lenín Moreno? ?Se imaginan esa delegación examinando la contratación oscura del conteo rápido del CNE a la Empresa Pública de la Escuela Politécnica Nacional, que fue presentada como si hubiera sido hecha por la Politécnica Nacional?

Si hubiera venido la misión europea hubiera prestado oídos a Ana Mercedes Díaz, la ex directora del CNE de Venezuela que trató de denunciar problemas con el software que usó el CNE. Ella terminó refugiándose en la Embajada de los EEUU porque, según ella, la iban a detener. La misión europea hubiera examinado dicho software y si no se lo permitían hubiera señalado aquello en su informe.

Sin duda, la misión hubiera dicho algo sobre el tema de la tercera copia de las actas que no se extendieron aunque la ley lo exige, como sostuvo el experto Fausto Camacho. Además, hubiera incluido en sus observaciones que el presidente del CNE no estaba facultado legalmente a proclamar resultados sin audiencia pública, como en efecto lo hizo. Una misión observadora con esos parámetros y esa forma de trabajar era imposible en el esquema de elecciones que se trazó el CNE y el gobierno del cual depende. Resulta muy comprensible que la única modalidad de observación que admita es la de acompañamiento. El gobierno tiene la iniciativa, las delegaciones hacen turismo, no observan nada y si algo tienen que anotar lo hacen discretamente y en sobre cerrado.

El operativo, por demás engañoso, para que no venga la misión europea y para aceptar otras pero bajo la modalidad de acompañamiento es un elemento más que impide que la autoridad electoral y el gobierno hayan construido credibilidad y legitimidad. Al Ecuador vinieron misiones de observación que únicamente acompañaron a la autoridad electoral. Las misiones de Unasur, de la Organización de Estados Americanos (OEA), de la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore) y de la Asociación Mundial de Organismos Electorales (AWEB). Ninguna de ellas revisaba de forma íntegra el proceso. Peor aún, algunas de estas, sobre todo la de Unasur, no garantiza ninguna imparcialidad pues se trata de una organización que ha sido manejada por los gobiernos de la región cercanos al correísmo. A tal punto es evidente el sesgo de la misión de Unasur que, durante el simulacro del 19 de marzo, el presidente del CNE respondió ásperamente a los cuestionamientos del delegado de CREO y sus observadores aplaudieron con visible entusiasmo.

En un proceso electoral concebido en total opacidad no cabía una misión independiente. La invitación hecha por parte del presidente del CNE, Juan Pablo Pozo, además de haber sido enviada a última hora, fue tramposa. Pero se agradece su gesto de enviar esa carta a este pelagato. Es lo más transparente que ha hecho ese organismo.

25 Comments

  1. Dionicio García Carreño, senador español, observador de los comicios del 19.02.17 dijo: En la CEE hay interés de saber sobre estos comicios porque recién se firmó el tratado comercial con Ecuador. No se invitó a participar en estos comicios pese a la gran experiencia que tienen. Esa es una actitud torpe del gobierno ecuatoriano, no se dan cuenta que es más importante la seguridad jurídica que las bellezas naturales que se pueden exponer desde el turismo. Lamento esta incomprensible posición de los gobernantes.

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