El pasado martes, 25 de abril, el mismo día en que la Cancillería ecuatoriana publicó un vergonzoso comunicado oficial sobre la situación en Venezuela en el que se solidariza con el Gobierno de Nicolás Maduro, rechaza “cualquier acción que tenga la finalidad de subvertir el orden democrático en el hermano país” (omitiendo la forma cómo el régimen venezolano ha buscado apropiarse de todos los poderes del Estado y ha torpedeado la realización de un referéndum revocatorio contemplado en la Constitución de ese país) y hace un llamado al diálogo (sin mencionar a los presos políticos, la arbitraria inhabilitación del líder opositor Henrique Capriles, ni la salvaje represión por parte de la fuerza pública que han sufrido muchos de los que han salido a protestar contra Maduro), El Telégrafo publicó esta caricatura:
El dibujo, para quienes no estén al tanto, hace referencia a la mujer que, en medio de las multitudinarias manifestaciones en contra del régimen venezolano que se han dado en los últimos días, se paró delante de un vehículo antidisturbios para detener su avance (esta nota de la BBC, de donde está tomada la siguiente imagen, narra el acontecimiento).
En su dibujo, el caricaturista “Ladrillo” sugiere que tanto la mujer que se enfrentó a la tanqueta, como los medios de comunicación que dieron a conocer su acción son manejados por el Gobierno de Estados Unidos, representado por el “Tío Sam”. La caricatura también sugiere que la situación que atraviesa Venezuela no es realmente dramática, sino que Estados Unidos quiere presentarla así, para lo cual utiliza a manifestantes y periodistas.
Más allá de tratarse de una caricatura infame, que pretende minimizar la crisis económica y social que atraviesa Venezuela, el dibujo en cuestión también trasluce una ignorancia o un menosprecio abrumadores. ¿Acaso no sabe “Ladrillo”, ni los editores que dan espacio a sus desvaríos (en enero el mismo dibujante publicó una caricatura según la cual el Departamento de Justicia de Estados Unidos investiga las coimas de Odebrecht en Ecuador por deseo de los Isaías), que la mujer que enfrentó el vehículo antidisturbios es apenas una entre las cientos de miles de personas que han salido a protestar en las calles de Venezuela contra el régimen de Nicolás Maduro? Tal vez no conozca al detalle las cifras que reflejan la magnitud de la crisis de Venezuela, como que el tamaño de su economía se redujo casi en una cuarta parte sólo entre 2014 y 2016 o que el año pasado la inflación rondó el 700%, afectando principalmente a los más pobres, ¿pero no se ha enterado de la crónica escasez de productos básicos, el aumento de la pobreza o el colapso del sistema de salud? ¿Tampoco ha escuchado hablar de las milicias armadas por el mismo chavismo (a las que se acusa de haber provocado varias de las muertes de los últimos días), o del incremento de la violencia hasta niveles similares a los de una nación en guerra? ¿Y no se ha cruzado con alguno de los miles de venezolanos que se han exiliado en Ecuador (y otros países de la región) en los últimos meses, escapando de lo que a estas alturas luce como un Estado fallido?
Lo que sí es más probable que “Ladrillo” ignore, sobre todo si se informa sólo a través del pasquín para el que trabaja, es que el Gobierno venezolano, a través de Citgo, la filial estadounidense de PDVSA, donó medio millón de dólares para el evento de investidura de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos. Curiosa manera de tomar revancha por la injerencia que, según viene denunciando el chavismo desde hace años (siempre sin pruebas), el “Imperio” pretende tener en Venezuela …
La caricatura de “Ladrillo” habría causado indignación incluso si se hubiera publicado en un medio privado (aunque difícilmente un engendro así hubiera tenido espacio en un diario distinto a El Telégrafo, u otro pasquín controlado por alguno de los nefastos gobiernos del socialismo del siglo XXI, por más de izquierda que sea). Pero que haya aparecido en el diario público es aún más grave porque se trata de un espacio de propaganda oficial cuya línea editorial está claramente alineada con el discurso del Gobierno. ¿Es eso lo que en Carondelet piensan sobre la situación de Venezuela? ¿Creen en verdad que la crisis no es tan grave como la presentan los “medios mercantilistas” de todo el mundo?
Si Lenin Moreno quiere marcar un verdadero cambio de estilo frente a Correa, como ha ofrecido, no basta con querer mostrarse conciliador o con cuestionar más que tibiamente la costumbre de su antecesor de denostar a quien se le cruce. Un verdadero cambio implica, entre otros requisitos, desmontar el enorme aparato de propaganda y descalificación que tan funcional le resultó durante la campaña y que tiene a El Telégrafo como uno de sus puntales. Ese diario que ya era una vergüenza para el periodismo y que, al publicar la caricatura de “Ladrillo” sobre Venezuela, consiguió la triste hazaña de superarse a sí mismo.
En tanto y cuanto se crea en la “libertad de expresión”, Sr. J.Valverde, esta miseria de Ladrillo tiene el derecho a publicarse; pero no en un periódico pagado por todos los ecuatorianos cuyo “director?” golpea mujeres y dinamita a otras. Si un periódico o similar se corre el riesgo de publicarlo, hallá ese medio, serán los lectores los que decidan si compran o no.
La miseria mayúscula es que este miserable dibujastro se debe a una línea miserable de periodismo que a su vez responde a una miserable política: defender a ese bruto narco dicatador asesino.
La caricatura es tan asquerosa como el Director del pasquín Orlando Pérez. Fiel reflejo de la bajeza en la que viven y trabajan. La desinformación, la distorsión de la realidad, y los golpes bajos son la mirada al espejo diaria de ese mal llamado “diario”.
El licenciado cuántico, con su sabiduría milenaria, sacó al país de banana republic y lo transformó en papel higiénico republic, así de brillante , profundo y objetivo es el nuevo monstrito que tenemos peor que el adobe de la caricatura.
Increíble, mundano, absurdo, descorazonado… asquerosoooooo!!! Así es como podría calificar a semejante “caricatura” en donde El Telégrafo ha caído estrepitosamente bajo casi al nivel o peor de su colega francés, Charlie Hebdó y de otros diarios alrededor del mundo que son iguales que él.
Lejos de querer representar mediante el dibujo una forma más “light”de lo lamentable y doloroso de la situación de nuestros hermanos venezolanos, cuando eso no cabe ni en broma, se nota que todo responde al egoísmo desmedido de las autoridades en turno.
Vergonzozo que “un medio de comunicación” se preste para eso: para burlarse descaradamente y sin repudio absoluto del hambre, miseria y humillaciones que miles de venezolanos están pasando en su patria. Si bien es cierto que Estados Unidos ha tenido y sigue teniendo injerencia en asuntos exteriores de casi todo el mundo, creo que llegar a estos límites ha sido repugnante.
No queda más que decir que “El Telégrafo” es de lo peor y ni siquiera ojearlo da gusto para criticarlo, con esto me queda clarísimo que no voy a volver a leer si quiera a leer prensa basura para ver las barbaridades que publica. Prensa que se burla de la desgracia ajena sin un ápice de humanidad y que a cualquiera algún día podría pasarle. Pero en la vida todo da vueltas! Veamos como les irá en el futuro a estos pseudo periodistas (que seguro ni fueron a la universidad) faltos de ética, moral y principios. Cuestión de tiempo…
Cristina, entiendo su posición frente a la caricatura publicada en el telégrafo. Pero meterle en el mismo saco a Charlie Hebdo me surge una pregunta: ¿usted cree que la libertad de expresión debe tener limitaciones?
El caricaturista “ladillo” de el Telégrafo representa la prensa amarillista de un partido politico en abuso del poder conferido, cualquier porquería que dibuje distorsionando la represión acometida al pueblo indignado, es sólo otro perro rabioso vestido de borrego, haciéndole de bufón cuentero para divertir a su capataz y justificar el salario que lleva a su bolsillo (pagado por el pueblo). Tiene un “ladrillo” por sesos, tapar las consignas nefastas de dictadores que arman a civiles para proteger su codicia de poder absolutista y totalitario, y echar tierra a zombies hambrientos y muertos en las calles.
Le queda mal el alias de ladrillo, debe quedar en “adobe”
Moreno admite que en Venezuela no existe ni papel higiénico, eso dice muchas cosas, Correa trata de legitimar las absurdas políticas y mentiras de su par Maduro, por que las suyas son un espejo y cuando el apoyo popular no exista deberá aplicarlas acá igualitas, alguien en verdad puede pensar que este Gobierno no es un verdadero fraude? Que realidad es la que esta viendo la gente?