Tres años cumple Mauricio Rodas como alcalde de Quito. Y todavía habla del deber ser. Lo hizo –ejemplo reciente– el 25 de abril pasado al presentar una Guía de Inversiones (ver foto). Su propósito, dijo, es “incrementar el desarrollo competitivo del Distrito y por eso es necesario elevar los niveles de inversión privada, tanto nacional y extranjera. Por su puesto generar un mayor dinamismo económico, empleo, bienestar y prosperidad para todos en la urbe”.
Así describió lo que sigue siendo una tarea para él y para su administración. La guía misma es un ejercicio vacuo porque no ofrece proyecto alguno a los inversionistas a los que, supuestamente, está dirigida. En ella, la alcaldía se limita a describir el marco legal y a ofrecer datos económicos sobre Quito que el departamento legal, de cualquier inversionista, puede bajar de Internet.
¿Ha creado el municipio condiciones específicas y competitivas con respecto a otras capitales? No están en esta guía. Sus responsables parecen creer que basta con hablar bien de sí para convertirse en blanco apetecido por los inversionistas. No hay un solo dato comparativo con otras capitales. Se dice que Quito ha mejorado la tramitología en permisos y licencias municipales. Pero no se demuestra esto en, por ejemplo, días ganados, ahorros, reducción de diligencias… Es pura retórica que choca con patentes caras, tramitología engorrosa, conflicto de competencias entre el municipio y el Estado en temas medioambientales, un paquidérmico registro de la propiedad… En definitiva, este folleto, impreso lujosamente, puede interesar a algunos abogados y, por cierto, promociona veinte bufetes especializados en el área de inversiones.
Tres años después, Mauricio Rodas sabe lo que tiene que hacer, pero no lo ha hecho. Quito está por fuera de la revolución contemporánea que se está dando en muchas ciudades del mundo. Basta ver lo que ocurre con Medellín, para no ir tan lejos. Londres lidera una lista de las ciudades más dinámicas e innovadoras del mundo. Pero hay capitales provinciales como Lyon que sorprenden: ahora hace parte del top-20 entre las ciudades más atractivas y agradables del mundo.
El problema de Rodas es que no tenía un proyecto de ciudad para Quito y no sabe cómo operar un cambio que haga de ella una capital contemporánea que, además, atraiga conocimiento y se singularice ante los inversionistas. Si se miran las oportunidades que se ofrecen en la página Quito invest muchas cosas se comprenden: Rodas y su equipo entienden la modernización como lo hizo el antiguo Conam, creado en 1994: sus planes se concentran en algunos proyectos de infraestructura. Pero no tienen una mirada contemporánea capaz de modelar una ciudad y ubicarla en el mapa mundial. Tampoco la conectan con la tecnología y las tendencias que forman hoy una ciudad e influyen en la morfología urbana y en las nuevas formas de producir y vivir en ella.
¿Qué debe ser Quito, según Mauricio Rodas? Al oírle, no se sabe. Él habla cada semana en Radio Quito –que se enlaza con una quincena de radios de la capital– de los mismos temas: cuánto ha avanzado la tuneladora en la obra del metro, qué rutas han habilitado con flujos y contraflujos por los trabajos del metro, qué acuerdos hace para la reubicación de las trabajadoras sexuales, qué desastres han cometido los grafiteros en el Centro Histórico, cuántas fachadas han pintado en esa zona, qué colector ha inaugurado, cuál es el plan de repavimentación y bacheo en una ciudad con vías en pésimo estado y profusión de huecos.
Este es el tema central de sus exposiciones en estas semanas de invierno; el más tremendo en 30 años, según dice. Rodas se explaya diciendo obviedades. Habla del clima que no colabora. De la lluvia que disuelve la “mezcla asfáltica”. Habla de la nueva carpeta asfáltica que acaba de colocar en uno de los 23 ejes viales principales de la capital. Los cita, uno por uno. Habla del ritmo intenso de los trabajos. Dice que se trabaja día y noche. Dice que hay tres componentes en ese plan de repavimentación que ha sido “técnicamente diseñado”. Habla del bacheo. Hace notar que tiene 27 brigadas para esa labor y que cuando llegó a la alcaldía había menos de diez… Ni un coordinador de obras públicas se perdería en detalles tan nimios. Tampoco los diría con la prosopopeya y la grandilocuencia con que Rodas se adorna.
Rodas es eso: un discurso sin sustancia. Un alcalde que no sabe cómo se transforma hoy una ciudad y cree que su trabajo se limita a hablar de cuántos metros avanza una tuneladora y decir a los quiteños que la lluvia, al disolver la mezcla asfáltica, dificulta el bacheo. Es triste ver volar tan bajo a un alcalde que pudiera hacer tanto por una ciudad como Quito.
No estoy de acuerdo con el comentario del sr Hernandez: Rodas sabe lo que hay que hacer pero no lo ha hecho. En mi opinión Rodas no tiene idea de lo que hay que hacer y por eso no tiene un plan estratégico para Quito. Es evidente su fracaso como alcalde. Su obra emblema , el famoso metro ni siquiera es de él. Y por ahí se habla de que estaría en la lista Odebrecht. Quito sin norte es el resumen de una pésima gestión que esperamos termine pronto y termine de sepultar políticamente a este individuo carente de preparación que pretendía postularse para presidente. Sería uno menos de los improvisados que quieren gobernar. Lamentablemente por ahí pululan muchos de estos especímenes oportunistas.
(JH) MAURICIO RODAS
Si bien se han realizado algunas obras de beneficio para la ciudad y sus habitantes en lo que va de este siglo, las mismas han sido aisladas sin que respondan a un plan general que respalde y sistematice una continua y ordenada planificación, programación y ejecución dentro de un período de corto, mediano y largo plazo. Las mezquindades políticas han estado a la orden del día. El interés de personas o grupos; el celo político en las cúpulas de decisión; las diferencias ideológicas irreconciliables, la inmadurez de alcaldes y/o colaboradores, la debilidad manifiesta de liderazgo de los alcaldes para hacer respetar los legítimos derechos de la ciudad, han atentado gravemente al progreso integral de la ciudad.
Inmersa en estas incertidumbres casi de carácter permanente, la elección de Mauricio Rodas (RM) como alcalde de Quito en las elecciones de enero de 2015 fue el triunfo celebrado de la oposición quiteña sobre el autoritarismo del correismo que tenía en el servil alcalde saliente Augusto Barrera su brazo ejecutor. El objetivo electoral ignoraba si RM estaba en realidad capacitado para asumir tan delicadas funciones de dirección en una ciudad que arrastra serios problemas de muy lento tratamiento que han justificado el descontento ciudadano. Tampoco se tomó en cuenta si el partido SUMA del alcalde Rodas tenía la suficiente fortaleza política para hacer frente a la aplanadora del movimiento gobiernista, interesado en imponer su voluntad a cualquier autoridad o región que no se subordine a su mandato omnímodo. De esta manera, la gestión del alcalde MR ha tenido más altos que bajos; está salpicada de muchas ineficiencias ya sea proveniente de sus propias limitaciones y también del entorno político, social y económico de la ciudad, que por estos tiempos han agudizado aún más sus problemas.
Es preciso reconocer que el correismo nunca acepto la derrota electoral de enero 2015, desatando con este motivo una serie de acciones politiqueras orientadas sobre todo a desestabilizar a la alcaldía de RM que se erigía como símbolo de la oposición de Quito. Para el efecto, el corresismo recurrió a la organización de continuas marchas de protesta por cualquier motivo o circunstancia que a su ojo tuerto le asomaban; provoca demoras intencionales en la entrega oportuna de los aportes estatales a que le corresponde a la ciudad capital con efecto dañoso en la programación y ejecución de la obra pública; persevera en la amenaza de destitución del cargo bajo argumento de descontento popular; desarrolla planes de oposición virulenta y revanchista a través de los concejales de AP que emiten mensajes de oposición no siempre válida para el interés de la ciudad; asambleístas de AP promoviendo juicios sin competencia legal para juzgar; etc.
RM ha tenido que lidiar no solo con la furia del correismo hegemónico de los últimos 10 años, interesado en imponer su voluntad a cualquier autoridad o región que no se subordine a sus mandatos, sino también con la debilidad política de la cuota de concejales de su partido SUMA a la hora de respaldar y redireccionar la administración municipal. Sin embargo, como cabeza del cuerpo edilicio, es indiscutible que sus incompetencias lo hacen responsable de todo cuanto ha hecho y dejado de hacer por omisión o negligencia. Por estos tiempos, MR no sale del shock al que lo han llevado sus enemigos políticos y los problemas que en cascada afecta a la ciudad. Sus informaciones radiales sobre avance de obras emergentes no lo dejan ver cuán cómodo se siente como alcalde de la capital del Ecuador.
Las calamidades que vive la ciudad no se superarán espontáneamente destituyendo a MR; están ahí como realidades que desafían la inteligencia, el conocimiento y la personalidad de quienes asumen la función de autoridades seccionales y nacionales. Las soluciones a los complejos problemas de los diferentes gobiernos municipales del país, entre ellos los de Quito, no pueden estar condicionadas a las órdenes políticas de los gobiernos de turno. Es importante superar el estado de beligerancia que hoy carcome a la unidad nacional. Necesitamos ponernos de acuerdo para construir el nuevo país a partir del próximo 24 de mayo de 2017. El nuevo gobierno tiene la palabra: continuismo o cambio. Los que creemos en el cambio somos optimistas de que llegó la hora de escuchar y ser escuchado sin ninguna restricción de libertades o de posición ideológica. Felizmente, existen mil caminos para llegar a una misma cima.
Lo más grave es de lo que esta guía es síntoma: la alcaldía pretende sustituir una visión de ciudad y el plan que le debería acompañar por las inversiones privadas. El resultado es que las prioridades de inversión son dictadas por las necesidades de los inversores y no por los intereses de la ciudad. Ese es el origen de muchos de los intercambiadores que se han construido: servir a desarrollos inmobiliarios adjuntos (esto ya fue así con los intercambiadores de Cumbayá, en tiempos de Barrera). O como lo pone tan francamente el secretario de Territorio, Jacobo Herdoíza, cuando justifica el Error Vial Guayasamín en privado frente a sus colegas urbanistas: “qué podemos hacer, si los chinos nos dan la plata”. Otro efecto de esta manera de gestión (o no-gestión), es que la normativa municipal se desarrolla no para canalizar la inversión privada, sino para permitir esa inversión donde ella necesita y no donde necesita la ciudad. ¿En todo el mundo se considera una estupidez urbanística la construcción de más parqueaderos y su abaratamiento? No importa: el lobby de los dueños de los parqueaderos y sus delegados en el concejo pasaron una ordenanza que alienta y subsidia los parqueaderos. ¿Ya se sabe que la extensión de los suburbios es un desastre económico y ambiental para las ciudades? No importa, se tumban las ordenanzas que buscan frenar esa extensión y se cambia el Plan de Uso de Suelos para favorecer los desarrollos en las periferias. Y así…
Buen análisis de lo que es Quito. Y, su Alcalde se pavonea con las pequeñas obras, que por naturaleza se deben hacer. Inaugurar la reparación de un “bache” que es parte de las actividades propias de un gerente, y, eso corresponde a la EPMMOP, que debe existir en su POA. De la misma manera la EPMAPS, no se puede concebir que en el presupuesto anual no se incluya el mantenimiento de los sumideros. La verdad, no tener un enfoque de la ciudad que quiere, es reconocer que no hay planificación y todo cae en la coyuntura. Ahora sus proyectos “de relumbrón” no han sido socializados, como son: los QuitoCables y la solución vial Guayasamin. Proyectos inviables desde el punto de vista técnico. Debe estar agradecido de que la administración anterior, tan denostada le dejo en bandeja el proyecto del Metro y más tarde que nunca logró contratarlo. Quito está lejos de ser una Metrópoli. Lamentablemente recomponer lo improvisado, requerirá de mucho tiempo, 10 años por lo menos. Así. Quito da pasos para atrás.
Vuela tan bajo porque carece de un plan en el que se visualice a Quito por lo menos en los próximos veinte años; y todos sabemos la verdad de perogrullo: si no sabes a dónde quieres llegar, difícilmente cumplirás tus objetivos. Ese es el caso de este alcalde, que en tres años sólo ha demostrado su inexperticia en la administración pública. Vuela tan bajo, porque no tiene idea de lo que es un águila, que otea el horizonte y con precisión logra sus metas. Obviamente, para lo que sí demostró que es un “aguila”, es para mentir a los concejales, para ocultar la realidad de las negociaciones, que hasta ahora no puede presentarla de manera diáfana.
Quiteños: son tres años de ineficiencia e ineptitud que ustedes han recibido de este mal alcalde. Ustedes, que se jactan de tener “huevos”, porque siempre dicen que no se “ahuevan”, ¿qué están esperando para recoger firmas y revocarle el mandato? Creo que dos años más de administración de Rodas, ya resultan insoportables.
Quito a la cola de las ciudades. Basta ir a Guayaquil o inclusive Cuenca, que hasta con su problema con el tranvía, está mejor que Quito. Se necesita un buen Alcalde que la ciudad no ha tenido hace muchos períodos.
Efectivamente, Quito a la deriva sin proyecto político ni de ciudad, llegó la gente equivocada que ahora copia lo que el gobierno saliente ha hecho durante los 10 últimos años sin sustento técnico. Movilidad un caos; vías destruidas; seguridad ciudadana no existe; etc. muy pronto estará fuera de la alcaldía sin ningún respaldo popular.
Llevas razón no tenemos alcalde solo empleados que cobran por
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