Recurriendo a añejos conceptos de soberanía y rentistas conceptos de competitividad por devaluación de los salarios, Correa públicó en 2004 un texto en el que propone salir de la dolarización creando una moneda paralela. Piensa que es factible saltar de un medio de pago a otro sin producir traumas severos en la economía. Basta revisar el empobrecimiento y quiebra social que se produjo en Argentina que mantuvo en circulación su moneda, dejó de usar el dólar y, al abandonar la convertibilidad, el peso que se mantenía a la par se devaluó, de la noche a la mañana, a la cuarta parte.
Dicen los economistas que el valor de la moneda es igual a la confianza. En 2000, Mahuad tuvo que dolarizar la economía porque todas las transacciones y precios ya se fijaban en dólares por la total desconfianza en el Sucre. El gobierno de entonces reconoció una realidad económica, fijó una cotización de cambio y el uso del dólar fluyó casi con normalidad en todo tipo de transacciones. Inicialmente se produjeron problemas por el redondeo. Pero luego de 17 años, el balance es más del lado positivo.
Algunos exportadores añoran –así como los teóricos de la izquierda que defienden el control monetario del Estado– más por chauvinismo, tener moneda propia y lograr competitividad con el mercado exterior abaratando mano de obra y devaluando la riqueza. Cierto es que las economías de otros países tienen productos más baratos por devaluación de sus monedas nacionales, pero es también cierto que son circunstancias temporales. En el Ecuador se trabaja poco en conceptos como productividad para reducir costos unitarios, o en eliminar sobrecostos por impuestos, burocracias, tramitología y rigidez laboral para mejorar competitividad. Correa se convirtió en defensor del viejo discurso oligárquico, en el sentido que las exportaciones se fomentan con devaluaciones.
Poco dialéctico como se ha mostrado, incluso las realidades de la economía no han afectado los prejuicios y dogmas de Correa muy poco académicos. En estos tediosos 10 años ha insistido en culpar al dólar y no a sus errores, por los daños causados a la producción, al consumo y a los precios. No es una arbitrariedad entonces, presumir que el proyecto de dinero electrónico sea el camino de crear la moneda paralela.
A pesar de la propaganda, los estímulos tributarios, la persistencia e incluso su obligatoriedad para algunos, es mínimo el tamaño de transacciones electrónicas con esa no-moneda. No hace falta sino alguna percepción para concluir que eso que dicen dinero, no existe. Para emitirlo, el Banco Central lo respalda, dice la ley, en “activos líquidos”, o sea, no en dinero (cash) sino en inversiones que pueden transformase rápidamente en caja. ¿Cuáles son esos activos líquidos? Bonos del gobierno, que no son líquidos por los plazos y por la sequedad de la caja fiscal. Según aparecen las cuentas, eso que dicen dinero, es tal por el nombre, porque no tiene respaldo uno a uno.
Pero supongamos que el gobierno de Moreno insiste en pagar obligaciones con ese no-dinero. ¿Lo recibirán los burócratas? Y si lo reciben, ¿qué deudas podrán pagar con ese no-dinero? Concebido como un medio de pago alternativo al dólar, pues no se respalda en los depósitos en cuentas privadas, no tiene denominación y no tendría el tenedor la certeza de su valor. Es decir, si una unidad de ese que dicen dinero, cargado en teléfono celular, equivale a una unidad de dólar.
Pero supongamos que el Licenciado logra lo que el economista no pudo, y los ciudadanos masivamente reciben y hacen pagos con eso que dicen dinero, que está cargado en un celular. Y llega el momento en que por falta de dólares el gobierno no tiene moneda para liberar sus obligaciones. Así como sucedió en Argentina, el valor de ese dinero alternativo al dólar se derrumbará y provocaría, como sucedió allá, un empobrecimiento incontenible.
Es paradójico que el irresponsable y corrupto gasto estatal y despilfarro, haya conducido a colocar a la economía en un estado tan delicado de vulnerabilidad y fragilidad al punto del quiebre, cuando el precio del petróleo es de cerca del doble del precio promedio entre los años 2000 y 2006. Y es intolerable que pese a la evidencia del fracaso del modelo gastador que provocó tasas negativas de crecimiento y aumento de desempleo y subempleo, se persista en crear condiciones para, encima de ese daño, salir de un sistema monetario que ha sido un gran defensor de los ingresos. Sin dolarización viviríamos con altas tasas de inflación y devaluación que agudizarían los efectos negativos del experimento correísta.
Evitar ese empobrecimiento y caos, que sería el escenario si se abandona la dolarización, por fuerza o engaño, es posible. Él Licenciado debe reconocer los indicadores, denunciar los yerros de su predecesor, reducir gastos y no seguir absorbiendo la liquidez incluso la que representan en encaje los depósitos en cuentas corrientes y de ahorros. Basta de endeudamiento y de falsear la realidad con propaganda. No por defender una moneda extranjera sino por defender la economía de las personas. No en vano se confía tanto en el dólar.
Digo Ordóñez es abogado y político
El nuevo “dinero” es discapacitado.
El apodado “dinero electrónico” no existe. Mientras el respaldo (dólares) lo entrega el ciudadano, irá desapareciendo, no solo con el consumo del usuario, sino por las devaluaciones, ya que NO ES DOLAR. Sólo sirve dentro de Ecuador, y no podría ser ni siquiera cambiado por dolares en Colombia, o Perú, peor en USA. Tampoco lo cambiarían, por soles o pesos, ya que no puede tener valor cambiario para ningún país fuera de Ecuador. Como dijo Nebot: “DEDO ELECTRONICO”