El 22 de junio será un día para recordar. La empresa uruguaya Tenfield, mediante su brazo mediático Gol TV, firma un convenio con la Federación Ecuatoriana de Fútbol y pasa a disponer de lo más redituable que tiene este deporte en el país: los derechos de televisión, luego de firmar un convenio válido por 10 años.
Tenfield logró convencer a la FEF con una oferta mínima de USD 22 millones por temporada, un incremento del 5% cada año y otros beneficios provenientes de la evolución que tenga el negocio. Tales condiciones económicas superaron a las ofrecidas por la francesa Lagardère (empresa de amplio manejo del mercadeo deportivo en Europa), el consorcio Directv/Winsports y la ecuatoriana Servisky.
De esta forma, Tenfield se expande en América con un modus operandi agresivo. Dentro del continente es el contrapeso de la argentina TyC, empresa salpicada por el Fifagate. Fundada por el uruguayo Paco Casal (quien de oscuro jugador de fútbol pasó a ser uno de los magnates del negocio del balón), Tenfield se afinca en el Ecuador después de haberlo hecho en el país natal de su creador, Venezuela y Perú.
Más allá de ser un mero canal que emite partidos de fútbol y vendedor de espacios de publicidad, la estrategia de Tenfield tiene otra dimensión, pues busca convertirse en un actor importante en el país donde se afinca. En su carta de presentación como oferente de los derechos de TV dice que su objetivo es facilitar “… un espacio para que el fútbol del Ecuador se lance y se proyecte más allá de sus orígenes y fronteras, y que nos deje con la satisfacción de haber cosechado sus frutos en beneficio de todos de la mano de los socios adecuados”.
Tras todo este dechado de buenas intenciones, existe un fondo que los detractores de Tenfield no se cansan de mostrar. Frecuentemente, la empresa es acusada de ejercer una influencia excesiva, más allá de su condición de socio estratégico. En Uruguay, por ejemplo, ejerció como un estado superior de consulta para medidas decisivas como la nominación del técnico de la Selección, además está sindicada de ser una suerte de ‘monte de piedad’ para los clubes, que angustiados por la falta de recursos empeñaban ahí sus derechos de televisión y mercadeo.
La última gran polémica de esta empresa fue fuerte. El contrato que mantienen con la Asociación Uruguaya de Fútbol permite el uso de la imagen de los jugadores sin que esto signifique ninguna retribución para los actores del espectáculo. Los reclamos fueron subiendo de tono, al punto que los internacionales uruguayos que militan en la Selección iniciaron un boicot contra Tenfield, a la que acusan de “explotación ilegítima”. Este conflicto no se ha resuelto formalmente.
Y si de conflictos hablamos, no es que Tenfield llegará al país a recorrer un camino expedito. Todo lo contrario. Una vez que la FEF notificó la firma del acuerdo, Directv (actual detentora de los derechos y que transmite el fútbol a los abonados de su servicio) amenazó con llevar el tema a la Superintendencia de Control de Mercado. Alude que no existió “proceso de licitación”, concepto ajeno al fútbol ecuatoriano, pues durante el mandato del caído en desgracia Luis Chiriboga se expropió a los canales privados los derechos de TV sin mayor interés en buscar aliados basándose en sus méritos y ponencias.
El 18 de mayo pasado, en la unidad judicial civil del Guayas, se radicó una denuncia por incumplimiento de contrato en contra de la Federación Ecuatoriana de Fútbol; demanda interpuesta en partes iguales por CNT, TvCable y la ya citada Directv. El 21 de junio pasado, el juez Carlos Andrade López abocó conocimiento y la causa fue admitida. Se abre así un nuevo escenario: la FEF enfrentada con sus todavía -hasta diciembre- socios y quienes, de una u otra forma, le ayudaron a soportar una situación generada por la incompetencia de la TV estatizada.
Lejano está ese día del 2013, cuando con todo el poder económico generado por los precios del petróleo, los medios televisivos administrados por el Estado firmaron un contrato para producir el fútbol y mostrarlo por señal abierta. Por entonces, el desenlace al que hoy asistimos era previsible. El vínculo, con vigencia de cinco años, era insostenible si no se socorría a la señal de pague por ver. Y así terminó sucediendo. Hoy, el modelo sigue siendo vigente exclusivamente bajo la mencionada modalidad, con lo que quien no puede pagar no podrá ver los partidos de una competencia local cada vez menos interesante. Un fracaso más del Estado empresario.
Esteban Ávila es periodista
Es extraño el caso de Munúa, el peor técnico que ha venido a Liga de Quito y uno de los peores que ha aterrizado en el Ecuador. BSC, Emelec, El Nacional y hasta Deportivo Quito en sus tiempos descentes ya lo hubieran echado hace tiempos. Y Liga en sus tiempos de claridad y responsabilidad también. Lo de este técnico vende humo es vergonzoso, no le importa el daño que hace a una institución que a base de esfuerzo y humildad se hizo grande y fue orgullo de Quito y de todo el Ecuador. Se mantiene en el cargo dando un discurso simplón y repetitivo, y ninguno de los dirigentes hace nada, sino mejor lo defienden y apoyan, tanto que parece que él está sobre la institución. Tanto es así, que hace pensar que hay algún trato extraño con esta nueva empresa, GolTv. ¿Les dieron plata y hay que aguantar a su recomendado becado?, si es así me da pena, porque quiere decir que vendieron a Liga, a su hinchada a su historia. Están jugando con reglas que ellos mismos aborrecían, y terminaron siendo esbirros de un millonario extranjero que les dice que pueden hacer y que no. Es como vender el alma diablo, y sin importarles que Liga y su gente (hinchas) nos quememos con ellos en el proceso. Ahora lo único que les queda es transparentar todo, decir la verdad, ¿por qué este señor tiene un manto protector tan poderoso?, que de una manera impávida responde a la rueda de prensa con las mismas frases y sin importarle la historia y los hinchas que se ilusionan o sufren por el equipo, el equipo más representativo de Quito y ganador del Ecuador.
Mucha gente dirá que es tonto tanta importancia que se le da el fútbol, pero el fútbol, y
estudiado por sociólogos, es lo que le gusta al pueblo porque se puede asimilar en muchas cosas a la vida misma, mucha gente que no tiene éxitos propios, o ilusiones que seguir, las ponen en su equipo con el que se identifica, siendo siempre malo claro está, el fanatismo. Pero no podemos negar que el fútbol es un deporte que no es de clases sociales, ni de razas, ni de nivel cultural, simplemente con un trapo y cuatro piedras se puede jugar.
Por eso nos gusta, por su sencillez, porque nos sentimos identificados, nos unimos los pueblos por unos colores, pero esta vez parece que los dirigentes vendieron los colores, como la bandera vendida a una embarcación de Japón, para que un rico uruguayo haga y deshaga lo que quiera con nuestra querida y espero todavía noble institución.
Yo solo se que en cuestiones de futbol hay que esquivarle al pendejismo a la máxima potencia y eso se consigue dejando de ser hincha, esto es, dejar de ir a los estadios y/o dejar de pagar para evitar hacer de pendejo. Al futbol solo hay que jugarle….punto.
La mayoría de presidentes están de acuerdo con la asociación a Tenfield, también es claro que les van a cobrar a las radios, quizá por eso es la preocupación de Ávila, porque las radios han trasmitido el fútbol y usufructuado de él, sin pagar un centavo. El fútbol es un negocio y como negocio entra dentro de lo que aman los liberales que es la oferta y la demanda. El problema es qué se va a ser con ese dinero, pues de seguro no va a ser administrado con inteligencia por nuestros dirigentes, como Paz, que trae jugadores paquetes, oxidados a ganar verdaderas fortunas, o Bsc que trae extranjeros con sueldos de ochenta mil dólares a malcriados o solo con nivel local. También está la tan desigual repartición de dinero entre clubes, Bsc, Emelec y Liga se llevan casi todo el pastel, a los demás migajas, otra regla del mercado liberal. Tenfield es solo el dueño de la exhibición del fútbol, no de la estructura injusta del mismo.