En su charla de despedida a Rafael Correa, el militante Xavier Lasso demostró de forma soberbia y contundente cómo el gobierno de la llamada revolución ciudadana llevó a cabo el más profundo proceso privatizador de la historia moderna del Ecuador.
Lasso mostró, con su guión escrito a la medida del invitado, cómo el gobierno de Correa convirtió a buena parte de los bienes públicos en instrumentos para beneficio de una o de un grupo de personas. Algo que, en el sentido más estricto de la palabra, es una privatización. Porque privatizar es convertir un bien público, como se supone que es Ecuador TV, en una plataforma mediática para uso y beneficio de una persona. Así como el avión presidencial se utilizó como si fuera el vehículo privado de un magnate, así como las empresas públicas fueron administradas sin fiscalización ni auténtica rendición de cuentas como ocurrió con la Refinería de Esmeraldas o así como los carros del Estado circulan sin placas para llevar a los hijos de los funcionarios al colegio, así fue cómo el canal del Estado estuvo, durante algo más de una hora y media, al servicio absoluto del ex presidente.
Desde el inicio mismo de la entrevista, el entrevistador dejó en claro que estaba ahí para cuidar al entrevistado, hacerlo sentir lo más cómodo posible y si hubo en algún momento en que le quiso comunicar una discrepancia lo hizo casi casi como disculpándose. No había entrevistador sino maestro de ceremonias, una suerte de relacionista público atento y dispuesto a que su jefe pudiera lucirse. “¿De qué sirve la corbata?” le preguntó muy al comienzo del encuentro luego de decirle que se la había puesto por primera vez, luego de siete años, y que lo había hecho por tan importante acontecimiento.
Lasso parecía que estaba más interesado en que su entrevistado lo tenga en su lista de partidarios incondicionales: “Tengo la sensación de que se va abatido y creo que Rafael Correa debe salir por la puerta grande”, le dijo en el algún momento en el que parecía que iba a cuestionar las recientes críticas de Correa al presidente Lenín Moreno. “Se puede desvanecer la revolución ciudadana”, dijo, como suplicándole que deje de lanzar dardos al nuevo gobierno porque “no debemos hacer públicas nuestras diferencias”. Nuestras: lo dijo como político, esta vez bien disfrazado de periodista.
Lasso no tuvo empacho en declarar su adhesión y militancia a favor de la revolución ciudadana. Durante un buen tramo de la entrevista habló de lo importante que son, para las sociedades subdesarrolladas como la ecuatoriana, los líderes como Correa. Parecía incluso suplicarle que vuelva: “los buenos líderes pueden suplir la deficiencia social y cultural… Mientras menos cohesionado, menos cultura de diálogo de consenso, de organización se tiene más necesario es un líder”. Lo dijo, todo adulón, y luego precisó como para no dejar dudas: “no hay que temer a los líderes”.
La entrevista se convirtió en algo así como un monólogo en el que el actor principal usó el apuntador para no extraviarse, para que le sople la línea susceptible de retomar el guión. Lasso no se preguntó nada sobre los casos de corrupción o sobre aquellos temas que, como la Refinería del Pacífico, son emblemas de los cuestionamientos a la década de Correa. ¿Odebrecht? Por supuesto que no apareció. Y cuando se habló sobre la deuda externa se refirió a aquella que se auditó al principio del gobierno. Ni por asomo preguntó sobre la deuda contraído por Correa con los chinos o por la deuda que contrajo en plenas elecciones para que el país no colapse.
Se habló de la economía, claro, pero de cómo el gobierno de Correa se vio afectado por los bajos precios de las materias primas. Nunca sobre la falta de competitividad del aparato productivo ecuatoriano. ¿Y Venezuela? Cuando Correa aseguró que el problema es la violencia de la oposición, a Lasso no se le ocurrió, ni por asomo, cuestionar tamaña desvergüenza. ¿Alguna pregunta sobre los insultos lanzados con fondos públicos desde las sabatinas durante 10 años? No, a Lasso no se le ocurren esas cosas o simplemente no le da las ganas de preguntarle porque, claro, eso sería contrariar a su líder. “La historia lo absolverá”, llegó decirle. Lasso hizo el papel de comodín. Lo hizo desde el comienzo de la entrevista y sostuvo, para dar viada a la ficción de Correa, que antes de la llegada de la revolución ciudadana en Ecuador no había Estado. Antes de Correa lo único que había eran las tinieblas absolutas. La historia comienza y termina con él, dijo en suma Lasso a sus televidentes.
La entrevista con Correa no solo desnuda el uso funcional de Ecuador TV y la forma en que se privatizó casi todo el Estado a favor de una camarilla correísta. Dejó planteado el problema que, para el gobierno de Moreno, significa tener a alguien como Lasso al mando de los llamados medios públicos. En efecto, en en su guión de adulos y cumplidos no quiso jugarse por la política de diálogo del actual presidente Lenín Moreno y prefirió ofrecer a Correa un trampolín para que defienda su críticas y desdén por la iniciativa de los diálogos con la oposición.
Fue precisamente en ese contexto, el de las críticas de Correa al diálogo, que Lasso protagonizó el punto más lamentable de la entrevista. Lo hizo cuando trató de auxiliar a Correa con una cita de Lenín, pero del Lenin “ruso, del soviético”, precisó: “A veces hemos tenido que dialogar con aquellos que fueron nuestros enemigos y si dialogamos es simplemente porque no los hemos podido abatir”. Xavier Lasso citó a Vladímir Ilich Uliánov sin que el contenido siniestro de la frase lo incomodara en absoluto. Y Correa replicó a la velocidad del rayo con dos “¡pero es obvio!” consecutivos, como si para él y Lasso abatir a los contrarios fuera algo tan normal como pelar un plátano.
La entrevista de Lasso a Correa demostró como operó el proceso privatizador de la revolución ciudadana: los bienes públicos al servicio de una persona o del partido en el Gobierno. Una privatización en la cual el Estado ni siquiera recibe un centavo a cambio de la enajenación de sus bienes. Una privatización, además, en la que el que usa el bien público no tiene que pagar un centavo de su bolsillo y, peor aún, impuestos por su su usufructo. La privatización perfecta, sin duda.
Pero la entrevista también dejó pendiente la discusión que tiene que haber sobre los medios públicos y el papel de los periodistas que son pagados por el Estado. Lasso, en este caso, no parecía ser un funcionario cuyo sueldo sale del bolsillo de todos los ecuatorianos sino de los fondos de Alianza País.
Resulta difícil creer a los políticos y a los periodistas, efectivamente -como señala Pallares- en el gobierno de Correa hubo un proceso de privatizaciones a todo nivel, un proceso neoliberal con discurso de izquierda, la acción de una nueva derecha, etc.; pero esta tesis no la ha mantenido siempre Pallares, por el contrario siempre habla contra el estatismo y el izquierdismo de Correa. A cuál Pallares le creemos?
Que rastrero este periodista cain, indigna serpiente que sin ningún recato, coquetea con un canalla, pero admitamos que la Prensa si tiene mucha culpa, con su actitud novelera y simplona ha dado cuerda a estos acomplejados aventureros de la política, dándoles espacios y protagonismo.Por favor IGNORENLOS, arrójenlos al tacho del olvido, ya que la justicia corrompida no los ha puesto en la cárcel donde deben estar, son alimañas venenosas que han hecho mucho daño.
Fue una entrevista muy ilustrativa que refleja toda la obra maravillosa que hizo en este período para todos los ecuatorianos especialmente para los más pobres, arriesgando hasta su propia vida ya que tocó a las élites que eran los dueños del país Gracias mil veces gracias.
Buenoooo: Es de seguro que fue debut y despedida tanto para el adulón
como para el adulado odiador.- Se acabó.-
Que pobreza de hombre, pobreza de periodista, que se puede esperar de estos, que ni a su propio hermano lo respeta y se humilla ante el tirano que durante 10 años permitió el saqueo del pais a cuenta de la mal llamada revolución ciudadana.
Con a la fábrica de leyes absurdas que lo único que hace es limitar el trabajo y progreso de los ecuatorianos.
Esperemos que Moreno pueda enderezar el país y devolvernos la paz y trabajo que todos necesitamos.
¡Qué pobreza de espíritu de este señor Javier Lasso!, No respeta a su Familia ni a sí mismo. En mi seno familiar me enseñaron que por ningún concepto debo ofender con mis actos a mis Padres y Hermanos, pero este Señor Javier Lasso no ha tenido recato alguno para ponerse a los pies del más grande calumniador de su Hermano Guillermo Lasso, sin importarle la unidad y el amor a la dignidad familiar.
Cristo tuvo 12 discípulos a quienes los llamó de todo corazón HERMANOS, pero entre ellos asomó un Judas que lo traicionó, entregándole de la manera más canallezca a las autoridades romanas; esta figura calza muy bien para el Señor Javier Lasso.
Qué increíble oirle explicitar su pensamiento sobre el desarrollo y su relación con la cultura. Es un pensamiento absolutamente colonizado, es el dogma del desarrollismo de Rostow y, viniendo más acá, no difiere de la visión alienada de Oswaldo Hurtado expresada más crudamente en “Las costumbres de los ecuatorianos”. Cómo un tipo tan opaco puede a la vez ser tan transparente.
Qué vergonzoso que un periodista empiece una entrevista diciendo que se ha puesto corbata por primera vez en siete años para recibir a quien es ya un ciudadano común. Que manera de arrastrarse sin importar ni las apariencias.
La credibilidad y legitimidad de Moreno puesta en evidencia. Como permite que los medios de comunicación del Estado continuen a disposición absoluta del Narciso que no se cansa de repetir sus códigos de mentiras y engaños ensayados en sus sabatinas. En esta materia, Cuál es la política del licenciado respecto de los medios incautados para promover el linchamiento mediático de quienes no comparten el pensamiento político del partido de gobierno. Está claro que no hay demostración de coherencia con lo que se publicita. Habla de austeridad y sin embargo continúan los mismos periodistas domesticados para hacer el bulling politiquero que con seguridad engrosan descaradamente los presupuestos burocráticos. Por qué no dice al país cuanto gana el remedo de periodista X Lasso verdadero comodín del correismo que lo utilizo como funcionario de alto rango en el servicio exterior y en el ministerio de relaciones exteriores. No vi la entrevista de lo cual me felicito. Sabía que la entrevista era el monumento a la lambonetia y adulo a un sujeto que hasta ya en su condición de paria se recreó haciendo lo que más sabe, hablar y hablar de todo sin ningún significado. El gatopardo ecuatoriano más detestable.
APestan!