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Y ahora ¿por dónde empezar?

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Ayer, (3 de agosto) el presidente Lenin Moreno decidió, a través del Decreto 100, retirar todas sus funciones y delegaciones al vicepresidente Glas. En la política ecuatoriana hay un antes y un después de este día. Luego de años de complicidad, de ocultamiento, de negación, vimos al Presidente tomar una decisión radical que, si bien existen otros elementos, es consecuencia directa de las graves sospechas de corrupción que pesan sobre el aún vicepresidente.

Jorge Glas, primero como ministro, luego como vicepresidente, ha sido durante diez años el encargado de la relación con la China, una buena parte de la infraestructura vial del Ecuador, y el manejo de los sectores estratégicos: telecomunicaciones, petróleos, minas, hidroeléctricas, refinerías, la reconstrucción de Manabí. Decisiones de decenas de miles de millones han pasado por él, y las sospechas sobre corrupción en su manejo son cada vez más certezas y menos especulaciones: directivos de Petroecuador ya sentenciados, su tío Ricardo Rivera procesado por supuestamente haber sido intermediario “con un alto funcionario de gobierno” recibiendo pagos en su nombre, y, finalmente la vinculación directa con él a la que se refiere el representante de Odebrecht para Ecuador en sus delaciones. Su estrategia de defensa está definida y es idéntica a la que Correa más ha utilizado: una víctima traicionada.

Millones de ecuatorianos esperamos que las investigaciones al vicepresidente sean solo el inicio de un indispensable baño de verdad que va mucho más allá de él y las áreas a su cargo. El país merece saber qué pasó en estos años y que los responsables, todos, sean sancionados. Eso resuelve una parte de la impunidad y el pasado, pero para mirar al futuro, ¿por dónde empezar?: El gran desafío del presidente Moreno será liderar una profunda reforma institucional para evitar que el andamiaje que permitió y encubrió todo esto siga en pie.

Sacar las manos de la justicia, eliminar el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, prohibir la reelección, son las reformas constitucionales inaplazables. En lo legal, urgen modificaciones que aseguren el trabajo de la Fiscalía y Contraloría: eliminar el requisito de informes previos para iniciar procesos de peculado, encontrar un mecanismo para evitar el “secreto” entre Contraloría y Fiscalía sobre informes con indicios de responsabilidad penal; legislar y ratificar cuanto convenio de cooperación internacional se requiera para asegurar la presencia de imputados en sus procesos y para recuperar lo robado; ir tras los bienes y el dinero que estos funcionarios pudieran haber acumulado o escondido en cualquier lugar del mundo; revisar las normas sobre contratación pública; terminar con los gastos especiales (que se han convertido en la nueva versión de los gastos reservados); reformar las normas y decretos que se usaron para ocultar información, maquillar cifras, alterar la realidad. También quedan pendientes las decisiones que reparen la injusta persecución que han sufrido estos años las personas y organizaciones que no se “alinearon”, que denunciaron los abusos y la corrupción que hoy se confirman como ciertos.

La ruptura materializada ayer entre Moreno y Correa-Glas es irreconciliable. No son diferencias personales o de estilos distintos, son dos visiones contrarias sobre el poder, el país y la ética. Ojalá se imponga la que Moreno ha empezado a delinear: hablarnos con la verdad, cualquiera sea su costo; permitir que la justicia haga su trabajo, reconstruir la convivencia democrática respetando las diferencias; sorprendernos con lo que simplemente son las reglas básicas de la república; recordar que la lealtad y los principios no pueden confundirse con obsecuencia y complicidad.

María Paula Romo es académica y política 

24 Comments

  1. Estupenda su intervención en Teleamazonas, que bueno que Usted una mujer brillante, se haya desmarcado de esa clase corrupta que soló e pais. Ahora si, Paula Romo, merece ser desigmatizada de su error. ADELANTE PAULA.

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