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Poscorreísmo 4. ¿Cómo salir de la anomia institucional?

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Es obvio que en la lista de las preocupaciones de los ciudadanos aparezcan el costo de vida, el desempleo, la inseguridad… Pero que estén tan lejos de su interés los valores democráticos debiera ser, a su vez, motivo de preocupación. No lo es. Las mal llamadas élites endosan ese problema a la falta de lucidez de la masa de electores. Y para su consuelo pueden agregar que esa fractura, entre el país real y sus supuestos valores, es ampliamente anterior al correísmo. 

No obsta. El país real acaba de salir de una experiencia que, durante diez años, desconoció el abc de los acuerdos que están consignados, supuestamente, en la carta de convivencia. Y ahora, cuando Lenín Moreno, emplea otro estilo y otro lenguaje, cuando propone diálogos en vez de imposiciones, su nivel de popularidad se dispara.

¿Qué está percibiendo la sociedad? ¿Que lo que se juega entre Moreno y Correa es un enfrentamiento de modelo político? ¿O solo percibe formas, el estilo personal del mandatario y no la naturaleza profunda del régimen político y sus instituciones?

El hecho cierto es que el país real poco o nada tiene que ver con la institucionalidad; incluso con la construida por el correísmo. Hay que oír al arquitecto mayor, a Alberto Acosta, hablar de la Constitución de Montecristi como una de las más progresistas del mundo. Un compendio de derechos de las minorías. Un cuerpo de derechos y libertades que estaba destinado, dijo él, a servir de antídoto a cualquier intento caudillista o autoritario. Pues el país supuestamente allí condensado fue el mismo que votó una docena de veces por el caudillo que, a la postre, arremetió contra la misma Constitución y se convirtió en representante del Estado que, a su vez, representa –en su concepción– la sociedad. Es decir, él es la sociedad y el Estado. Él es la institucionalidad.

Diez años de autoritarismo, deja un país con instituciones totalmente forjadas para servir al partido del caudillo. Y eso dispara, otra vez, las afirmaciones y preguntas de siempre: hay necesidad de rehacer esas instituciones. Pero, ¿a partir de qué acuerdos si los ciudadanos no comparten, al parecer, los valores que deben unirlos y las nociones mínimas sobre esos valores?

Lo que ocurrió es innegable. El gobierno de Correa siguió siendo popular a pesar de atentados evidentes contra los luchadores sociales, indígenas, periodistas o ciudadanos en general. El electorado no vio contradicción alguna, por ejemplo, en autorizar al Ejecutivo a meter la mano en la Justicia (lo cual implicaba ponerla a su servicio). Nada dijo sobre la concentración de poder, una Asamblea sumisa, unos organismos de control inexistentes. No se inmutó al ver al Presidente dar órdenes a fiscales, jueces, superintendentes… O camuflar las verdaderas cuentas de la economía. Todo esto tiene que ver con la democracia, con sus mecanismos, sus valores, sus roles, sus sistemas de peso y contrapeso, la idea misma del interés público… En teoría, esto no debió ocurrir en un régimen democrático. Y si ocurrió deja un rosario de problemas.

El correísmo demostró, en forma palmaria, que el relativismo de valores nada tiene que ver con el número de leyes. Durante 10 años, Correa y sus asambleístas se convirtieron en fábrica de leyes, reglamentos, decretos… que ancoraron su poder; no la convivencia social. Arsenal jurídico que el mismo poder se encargó de contornear o de violar. La estabilidad no se sustentó en la ley y en acuerdos compartidos por los ciudadanos: se amparó en el miedo. Y la institucionalidad supuestamente creada por el correísmo siempre fue una ficción con alientos de realidad dados por el aparato de propaganda.

En el fondo, Ecuador sigue sufriendo de anomia institucional. Los diez años de correísmo agravan ese escollo. Le dejan un mamotreto de institucionalidad supuesta que le será largo y difícil de desmontar. Es decir, ese corsé constitucional hará mucho más difícil la tarea que tienen los ciudadanos en el país y que pasa, sin agotarse, por resolver cómo quieren cohabitar, bajo qué acuerdos y con qué valores.

13 Comments

  1. El pueblo es indiferente. Su pasividad y quemeimportismo es lo que hace que las sectas de individuos fanaticos y fundamentalistas como la jerga de AP se arroguen posiciones mesiánicas que han terminado destruyendo al país en todos los niveles de estructura física, ética, moral. Lo que corresponde inmediato es recomponer el país. Si no es posible una cirugía mayor con una convocatoria de Asamblea Constutuyente al menos intentar con una consulta popular que de al traste con tantos latrocinios que AP ha cometido y son evidentes en estos 10 años : quinto poder corrupto, autoridades de control designadas a dedo, reelección indefinida, estructura del CNE de un solo partido, consejo de la judicatura torcedor de procesos legales, etc., etc. El licenciado tiene la palabra para medir la respuesta del pueblo.

  2. Los mayores encubridores de la corrupcion del siglo 21.
    Es asi como deberian llamarse estos asambleistas de AP. Por todos los medios disponibles para ellos, tratan de encubrir el mayor acto de corrupcion de la dictadura del correato liderada por glas, en estos medios disponibles para ellos esta el cal, el fiscal baca o burro (como los dos empiezan con b de burro no logro caracterizar el nombre real de este encubridor) la judicatura, entre otros. Los ecuatorianos los tenemos identificados y no querremos, en un cercano futuro, que ninguno de estos defensores de la corrupcion vuelvan a poner sus manos en la politica, peor en instituciones que decidan el destino de los fondos del Pais.

  3. La herencia del Correísmo es el haber destruido la economía y la institucionalidad del Ecuador, aprovechándose de una Sociedad que en su mayoría vive ignorante de la realidad nacional y que sólo espera que le solucionen su necesidad de subsistencia, así sean conculcadas sus libertades y su libre pensamiento, mismo que es absorbido por la implacable y copiosa publicidad con que ha contaminado su cerebro y su espíritu el diabólico caudillo revolucionario del siglo XXI.

  4. Estimado José: la bandera con la que he marchado tiene estos 3 ejes; Educación, coherencia y Ética. Estoy convencida que sin ellos los cambios estructurales son imposibles.
    Además una vida es tener información, otra cosa es transformarla en un saber; una vida es tener formación y otra cosa es estar adoctrinados. Pienso que ésta última es la ausencia de las tres anteriores correctamente entendidas.

  5. El pensamiento de Maistre “que cada pueblo o nación tiene el gobierno que merece”, fue modificado, interpretado o arreglado por Malraux diciendo: “no es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen..”. Sea cual sea la exacta frase de estos pensadores, nos conducen a la misma conclusión, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Venezuela y Ecuador son los pueblos ideales para que líderes y oportunistas lleguen al poder y luego hagan de él su reino.
    Luego de un gobierno autoritario, impulsivo, abusivo, arbitrario, prepotente, grosero,oportunista y corrupto, que se valió del poder para dejar blindando física y legalmente todos sus actos y trapacerías, tenemos ahora a un gobierno, tibio, timorato, tembloroso e indeciso, que no puede, por último basándose en la misma escuela del antecesor, tomar decisiones, pero ahora si en beneficio de la verdad, la anticorrupción y la verdadera justicia.
    Tembloroso y blandengue, porque no se atreve a botar a quienes siendo parte de la última década perdida, siguen con sus mismas prácticas de ocultar, tapar y mediante extrañas decisiones y argucias, no actuar contra los que casi se llevan la Patria en peso.
    Y nosotros?, como dice el autor del artículo seguimos ‘sufriendo de anomia institucional’ y no hacemos nada para salir de ella.

  6. Muy buen análisis, aumentaría el rol del consejo nacional electoral, con un cinismo desafiante cambió la reparticion de escaños y sacaron más de 100 asamblestas sumisos aborregados con un proceso oscuro cuando tenían baja popularidad, para pasar leyes vende patria, esta gente debería estar procesada por esas causas, pero vemos q no pasa nada ni pasará con este gobierno…resiste Ecuador….

  7. Muy buenos análisis de varias facetas del poscorreismo señor Hernández, hacía falta poner el dedo en la llaga y buscar entender y aprender de nuestros desaciertos, lo que sorprende es que muchos actores y observadores sigan posicionando la década corrupta sólo como un capítulo vergonzante pero no lo ven como la consecuencia de todos los males que arrastramos desde la década anterior y antes.
    De igual manera creo que lo que veremos de Moreno si realmente empieza a gobernar el y no sus asesores tras 100 días de discursos y de campaña extendida será en buena medida el resultado de las herencias que le dejó su ex compañero de fórmula, especialmente en política y economía. Lo preocupante ya no será el saber cómo nos encontramos si no el cuándo saldremos del megabache en el que nos dejaron.

  8. La “anomia institucional” a la que se refiere en su excelente artículo José Hernández, se puede atribuir también -y quizás sobre todo- a la muy escasa cultura democrática y cívica de nuestro país, consecuencia del bajo nivel de educación que lamentablemente caracteriza a gran parte de nuestro pueblo. Correa y Alianza País supieron aprovechar muy bien de esas limitaciones para engatusar a la ciudadanía. El “proyecto político”, que en realidad fue un proyecto de poder, fue vendido fácilmente a un electorado con escasa capacidad de discernir. Baste recordar la masiva adhesión a la funesta Constitución de Montecristi, que el pueblo apoyó sin siquiera leerla. La propaganda torrencial e invasiva hizo el resto. Las mentiras y patrañas que sustentaron la popularidad del régimen fueron asimiladas sin dificultad por un país que, hasta el momento, no es capaz de comprender y procesar correctamente la magnitud del daño que los diez años de correato infligieron al Ecuador.

  9. SALOMON
    Los principales diarios de Ecuador editorializan sobre la corrupción sistémica que ha padecido el Ecuador durante la última década se debe al modelo estatista de la Revolución Ciudadana, que dejó “la mesa servida” para que se cometan todos los actos de corrupción que hoy apenas empezamos a conocer y que se podrán seguir cometiendo si no se realizan las reformas políticas y económicas para reducir el tamaño e importancia del Estado. Nuestra democracia está atrapada por la corrupción, desde que una de las campañas electorales del ex presidente Correa habría recibido financiamiento de Odebrecht, protagonista del más grande escándalo de corrupción nacional de todos los tiempos. Una fiscal muy dedicada a analizar el tema encontró motivos para vincular al Vicepresidente y lo envió al Fiscal General para su trámite correspondiente. Ojala no se demoren en resolverlo para poder sancionar a los culpables.

  10. Lo que no se entiende, no se defiende. En el presente siglo, todavía seguimos siendo sumisos. Como pueblo, siempre necesitaremos de un “patrón”. Está en nuestro ADN, y se lo saca sólo con educación. Pero NO de la que imparten en las escuelas del milenio.

  11. Definitivamente, el desmontaje del correismo es una quimera. El presidente Moreno dice una cosa, y por otro lado, sus colaboradores hacen otra. No existe independencia de poderes, y cito un ejemplo, el CNE. No hay un poder electoral independiente que nos garantize elecciones limpias, en caso de que se llamara a una consulta popular para eliminar el consejo de participación ciudadana y el artículo de la re-elección indefinida. Los fantasmas de fraude siempre estarán allí, y nunca se lograrán ir. Adicionalmente, las FFAA son testigos silenciosos de los rompimientos constitucionales, no reaccionan para nada y no sirven a su pueblo, como tanto lo han proclamado en su momento. Sólo Dios sabe qué mismo pasará con nuestro Ecuador.

  12. Todo es verdad. No queda nada para la imaginación. Un pueblo semi-ignorante sojuzgado por millonaria propaganda, no logra comprender que su futuro está comprometido. Por esa razón una consulta popular es un engaño. No se puede consultar a cuatro millones de personas que apenas pueden leer y si leen no entienden sus contenidos. Entonces, lo correcto sería evaluar con seriedad todos los aspectos que ocurrieron, para que se produzca una catarsis en que el falso prestigio del gobernante sea reemplazado por su mala fe, mala fama, responsabilidad política, falta de honradez y se pueda afirmar que comprometió el equilibrio y sustentabilidad de la economía del País y, bajo esos parámetros procesar su gestión ante la justicia, al haber incumplido con el pacto económico y social suscrito por el Ecuador con las naciones Unidas, al habernos dejado en la ruina luego de una increíble bonanza.

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