¿Qué tal si Juan Pablo Pozo sigue siendo el presidente del Consejo Nacional Electoral durante la consulta convocada por el presidente Lenín Moreno? La pregunta irremediablemente provoca inquietudes, incertidumbres y temores. Imposible que no sea así.
Pozo es un personaje que sin duda provoca cualquier cosa menos certidumbres, con la excepción, claro, de los poquísimos que conocen con precisión cuáles son sus lealtades e intereses. Vanidoso, ampuloso y hambriento crónico de lisonjas y condecoraciones, Pozo es un petimetre de los que no se sabe hacia dónde piensa disparar, hasta que lo hace.
La posibilidad de que Pozo siga siendo Presidente del CNE y que esta vez nuevamente esté en sus manos la organización, la puesta en escena y los resultados de un proceso electoral no es nada remota. Es más, hay todo un operativo en marcha para que aquello ocurra.
En estricto apego a la ley, a Pozo se le acaba 29 de noviembre venidero el período para el cual fue escogido por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, CPCCS; ese organismo que decidió que el mejor contralor sería Carlos Pólit -ahora prófugo de la Ley- y que Carlos Baca Mancheno sería el mejor Fiscal, a pesar de que su único mérito era ser operador incondicional y fanático de Rafael Correa. Es decir, de acuerdo a la ley y la Constitución, Pozo debería irse a su casa ese día.
Pozo no es el único consejero al que se le acaba su mandato el 29 de noviembre. Igual cosa ocurre con otros dos consejeros elegidos por el CPCCS, en virtud de su inmaculada y comprobada militancia correísta: Nubia Villacís y Paúl Salazar. Sin embargo, la posible convocatoria a consulta popular está abriendo la ventana a a interpretaciones que buscan que Pozo, Salazar y Villacís se queden más tiempo. Al frente de esta iniciativa está el presidente del CPCCS, Edwin Jarrín, otro correísta ultra que se opone a la consulta y que, como si fuera poco, es esposo de la asambleísta Soledad Buendía: ella hace parte de la feroz delantera del más radical correísmo que se ha fijado como bandera luchar contra la consulta porque, de ser exitosa, le quitaría la posibilidad a su líder eterno, Rafael Correa, de volver a la Presidencia.
Según Edwin Jarrín “si hay una consulta, en enero también estaríamos en período de elecciones. Es decir, se designaría a los consejeros, pero una vez que termine el período electoral del 2019 se posesionarán. Y los actuales podrían prorrogarse hasta el 2019”. La declaración de Jarrín tiene relación con el proceso de selección de los nuevos consejeros del CNE que está en marcha para reemplazar a Pozo, Villacís y Salazar. Si hay consulta, es su razonamiento, se tiene que suspender ese proceso y dejar en sus cargos a los tres consejeros hasta el 2019. Claro, lo que no dice Jarrín es que por negligencia del organismo que él preside, el proceso de renovación del CNE está atrasado. De no estarlo, este problema no existiría.
La lógica del Edwin Jarrín no es compartida por todos, como es obvio. El Observatorio Ciudadana Electoral piensa que la prórroga de las funciones de Pozo y los otros dos consejeros no solo es ilegal sino que riñe con la ética y la transparencia electoral. Por eso, los miembros de la organización de la sociedad civil proponen que la única salida es que los consejeros suplentes asuman la titularidad y reemplacen a Pozo, Salazar y Villacís. “La consejera y los consejeros salientes Nubia Magdalena Villacís, Juan Pablo Pozo y Paúl Salazar deben dejar sus cargos el 29 de noviembre próximo sin dilación alguna. No hacerlo sería una conducta contraria a la ética y constituiría arrogación de funciones que es castigada penalmente por el Código Integral Penal”, dice el Observatorio en una carta pública.
La posibilidad de que Pozo se quede en el CNE y siga siendo su presidente para organizar y dirigir la consulta aparece como una historia de terror cuyo único descenlace puede ser la falta de confianza en el proceso y en sus resultados. Pozo estuvo al frente de uno de los procesos electorales más irregulares que se tenga memoria en la reciente historia del país. Fue su gestión la que permitió que el candidato gobiernista, ahora Presidente, goce de las más absolutas ventajas frente a la candidatura de Guillermo Lasso. A Pozo, nunca le interesó que el aparato mediático del gobierno trabaje militantemente y sin límite alguno por el candidato escogido por Correa y no permitió siquiera que el proceso sea observado por el único equipo en el mundo que es conocido por su imparcialidad y objetividad auditando elecciones: el de la Unión Europea. Y luego, claro, vino el episodio del apagón informático que hasta ahora no se ha explicado convincentemente. Todo un palamarés para sembrar duda y desconfianza.
Alguien puede dar preguntando a @JuanPabloPozoB que me tiene bloqueado, en bando está, si con @lenin o @MashiRafael Es para un deber!!! pic.twitter.com/88vutjj51j
— AntiCorrupcionEC 🇪🇨 (@ecuadorcorrupci) November 1, 2017
Pozo es el sinónimo de opacidad. De lo poco que se conoce sobre por dónde desfilan sus lealtades, lo más cierto es la reverencia que ha profesado por Rafael Correa, objeto indiscutible de la consulta. Una reverencia que ha sobrepasado, y con mucho, los límites del decoro y el respeto propio. Imposible olvidar, por ejemplo, la condecoración que Correa le otorgó por su trabajo en las elecciones pasadas. Pozo colocó, en su discurso, al ahora ex Presidente en la galería de los grandes héroes no solo del país sino de la América toda. “Nunca me imaginé recibir esta condecoración del Presidente que sentó la estabilidad en el país”, dijo almibarado Pozo quien recibió, de vuelta, un “él estuvo del lado del deber” como piropo del todopoderoso.
Confiar en Pozo como máxima autoridad electoral se torna imposible como imposible es confiar en un CNE que fue elegido, bajo la misma lógica con la que el CPCCS eligió al contralor Carlos Pólit. La raison d’être del CNE fue, en su gestación, convertirse en un organismo de absoluta y total confianza para Rafael Correa.
Pero la opacidad de Pozo es, precisamente, la que ahora alimenta las versiones sobre sus más recientes movimientos. Se comenta, en los corrillos del CNE y de Carondelet, que Pozo ahora trata de convencer a Lenín Moreno de que hará un buen trabajo para que no dude en impulsar su prórroga y para que una vez concluida la consulta, en el caso de que gane la tesis de Moreno, se quede en el cargo incluso para dirigir las siguientes elecciones seccionales. Otros dicen, en cambio, que Pozo ha sido y es fiel a Doris Solís, otra correísta ultra que ahora está luchando en contra de la consulta. También hay versiones de que Correa confía en Pozo pero que lo más importante es que se prorrogue Paúl Salazar, porque es bien sabido que es hombre de extrema confianza de Ricardo Patiño y ficha clave en el proceso por ser quien maneja, de la mano de los venezolanos, todos los sistemas informáticos del CNE. En todo caso, lo único cierto, en medio de tanta versión y sospechas, es que un personaje como Pozo solo despierta sospechas e interrogantes y que eso no es bueno para una consulta como la que ha planteado Moreno.
La posibilidad de que Pozo esté otra vez al frente del CNE en unas elecciones no tiene nada de remota. Pero resulta francamente aterradora. ¿Qué grado de confianza puede tener la sociedad de un personaje como éste cuyo máximo mérito ha sido la obsecuencia, el adulo y la opacidad? Ciertamente ninguna.
El Presidente Moreno tiene todavia el apoyo y la confianza de toda la nacion, tiene el derecho de cambiar totalmente de gabinete, no es posible entender que espera para actuar. Dudoso que tenga la ciudadania que comprobar que nada cambia, que es mas de lo mismo, lo que ha cambiado es el estilo de comunicarse con la nacion, pero en el fondo todo queda igual.
Esta destapado y mas que claro que el deseo del pueblo fue manoseado a conveniencia del ex dictadorzuelo; acaso somos tan complices como ellos para permitir que en nuestros ojos se nos sigan burlando y saliendo con la suya al utilizar a los mismos personajes vendidos para que manipulen la consulta, La lógica del Edwin Jarrín no es compartida por todos, como es obvio. El Observatorio Ciudadana Electoral piensa que la prórroga de las funciones de Pozo y los otros dos consejeros no solo es ilegal sino que riñe con la ética y la transparencia electoral. Por eso, los miembros de la organización de la sociedad civil proponen que la única salida es que los consejeros suplentes asuman la titularidad y reemplacen a Pozo, Salazar y Villacís.La posibilidad de que Pozo esté otra vez al frente del CNE en unas elecciones no tiene nada de remota. Pero resulta francamente aterradora.
La posibilidad de que Pozo esté otra vez al frente del CNE en unas elecciones no tiene nada de remota. Pero resulta francamente aterradora.
Esta destapado y mas que claro que el deseo del pueblo fue manoseado a conveniencia del ex dictadorzuelo; acaso somos tan complices como ellos para permitir que en nuestros ojos se nos sigan burlando y saliendo con la suya al utilizar a los mismos personajes vendidos para que manipulen la consulta, La lógica del Edwin Jarrín no es compartida por todos, como es obvio. El Observatorio Ciudadana Electoral piensa que la prórroga de las funciones de Pozo y los otros dos consejeros no solo es ilegal sino que riñe con la ética y la transparencia electoral. Por eso, los miembros de la organización de la sociedad civil proponen que la única salida es que los consejeros suplentes asuman la titularidad y reemplacen a Pozo, Salazar y Villacís.