La aprobación de la consulta popular, que podría acabar con las aspiraciones reeleccionistas de Rafael Correa, depende de la decisión que tome una jueza cuya carrera profesional se la debe casi por entero a él. Además, cuando la jueza se casó no encontró otro mejor lugar para sellar su unión de amor que el palacio de Carondelet ni otro mejor maestro de ceremonias que precisamente Rafael Correa.
Se llama Tatiana Ordeñana y debe presentar en estos días, a sus otros compañeros de la Corte Constitucional, un informe calificando de procedente o improcedente la consulta que con tantas ansias espera el presidente Lenín Moreno. Él está interesado, junto a una buena parte del país, en deshabilitar la posibilidad de que Correa vuelva al poder. La jueza es la llave maestra para que la consulta sea analizada por el pleno de la Corte.
Ordeñana no es, en ningún caso, una jueza que pueda salir a decir que no tiene ningún vínculo personal, afectivo o ideológico con la persona que es, definitivamente, el mismo objeto de la consulta. Se trata de una funcionaria que no solo llegó a ocupar el puesto de juez de la Corte Constitucional gracias al deseo, interés y seguramente presión de Correa, sino que su carrera profesional está marcada de pe a pa por el proceso de la revolución ciudadana.
Si se suma que cuando Ordeñana se casó con Marco Navas Alvear, actual miembro del Consejo de Educación Superior, CES, y otro adherente del proceso correísta, lo hizo en uno de los salones del palacio presidencial y con el propio Correa como maestro de ceremonias, las razones para pensar que tiene un corazoncito comprometido en el tema sobre el que deberá decidir se multiplican geométricamente. Para que no quede dudas de la alegría de ese momento inolvidable, los novios posaron para Sandra Cruz, una periodista de diario La Hora que cubría la fuente presidente y que consignó ese momento para la eternidad en un tuit. Ordeñana y Navas, se sabe, siguen siendo pareja y, en honor a la verdad, su unión significa un nada despreciable ingreso mensual a la familia: él gana $5 000 dólares en el CES y ella $6 000 en la Corte.
Pte. R.Correa casará en pocos minutos a @TatianaOrdenana jueza de @CorteConstEcu en Carondelet @lahoraecuador pic.twitter.com/Krt8UnnqRn
— Sandra Cruz (@sandracruz_ec) August 8, 2016
La jueza Tatiana Ordeñana lo debe todo a Correa. Sus primeros pasos en la administración pública los dio en el recién creado Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, Cpccs, organismo cuya suerte se juega precisamente en la consulta sobre la que ella deberá resolver ya que si gana el Sí habrá una renovación del mismo. A ese organismo ella ingresó luego de pasar un proceso de selección de entre siete candidatos propuestos por Correa y estuvo entre la mayoría de consejeros que fueron vistos como incondicionales al entonces Presidente. Ordeñana es doctora en Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil y especialista en Derechos Humanos; un tema que no volteó a mirar cuando su Presidente los atropellaba en ejercicio del poder.
Los dos años que estuvo en la Cpccs fueron marcados por la polémica que levantó ese organismo por nombrar funcionarios absolutamente incondicionales a Correa en cargos clave. Por eso, cuando pasó a ser parte de la Corte Constitucional en el 2012, fue señalada como una de las jueces más correístas de ese organismo. Las críticas que le caían no fueron suficientes para tener algo de recato con su imagen pública y el 8 de agosto del 2016 se casó con Marco Nava Alvear en el palacio presidencial. “Trascendió que la ceremonia fue presidida por el primer mandatario, en reservado, con la presencia de amigos y familiares de la jueza”, reseñó La Hora que tuvo la exclusiva de la boda. Ordeñada “llegó a las 18:00 y en cortas declaraciones dijo sentirse feliz y emocionada por esta nueva etapa de vida”. El equipo de comunicación de Carondelet no subió ni la foto ni la noticia del acontecimiento.
Aunque su cargo en la Corte Constitucional tiene una duración de nueve años, la jueza Ordeñana podría salir en el 2018 cuando deberá realizarse la segunda renovación parcial del organismo. La responsabilidad de decidir sobre la pertinencia o no de la consulta le cayó el 18 de octubre. Según diario El Comercio, tenía 10 días para presentar su informe.
Ordeñana, sin embargo, no es la única jueza en este proceso. Ella deberá analizar cinco de las siete preguntas planteadas por Moreno. Las dos restantes, que tienen consecuencias más económicas, las deberá analizar la jueza Marien Segura Reascos. Se trata de las preguntas que tienen que ver con la derogación de la Ley de Plusvalía y la reducción del área de explotación petrolera del parque Yasuní. Segura, al igual que Ordeñana, lo debe todo a la revolución ciudadana. Fue directora del Centro de Rehabilitación Social de Máxima Seguridad, La Roca, en el 2010, luego jueza de la Unidad de la Familia del Guayas y, finalmente, antes de llegar a la Corte Constitucional, directora del Departamento Legal del Ministerio de Salud Pública en el Hospital de Guayaquil.
A Ordeñana y Segura no les une únicamente haber hecho toda su carrera profesional de la mano del correísmo. Ninguna de las dos tienen el perfil de prominentes juristas que, por lo general y casi siempre, tienen los miembros de las cortes constitucionales del mundo. Ni Ordeñana ni Segura han sido catedráticas de referencia ni han escrito libros o elaborado tesis jurídicas de trascendencia nacional y peor regional. Las dos son criaturas nacidas en el interior del proceso burocrático e ideológico que montó el correísmo en el Ecuador.
Ahora, Ordeñana en las preguntas que tienen que ver con la reelección indefinida y el Consejo de Participación Ciudadana y Segura en las que se relacionan con el Yasuní y la Ley de Plusvalía tienen que decidir si abren la puerta a la consulta al pleno de la Corte o si le ahorran esa responsabilidad al organismo. Rafael Correa, testigo y maestro de ceremonias del matrimonio de Ordeñana, estará haciendo fuerzas en algún lugar para que su protegida diga que No. Veamos.
Se enjuagan la boca diciendo, repitiendo como catarnicas que son demócratas, progresistas, dignos representantes y respetuosos de la participación ciudadana, hasta hicieron una Constitución fraguada para mandar sólo un partido, un autocrata, que sin empacho se declaraba “dueño” de todos los poderes, traicionando la carta magna y al mismo pueblo. El pueblo con su decisión debe legalizar lo que enmendaron sin consentimiento en el periodo legislativo anterior amañado a intereses particulares, ya vemos los resultados de la década atracada y terror del régimen de la revolución ciudadana…suerte de perro rabioso para el pais.
No olviden asegurarse de cualquier manera que sea la madre del ladrón glass quien le castigue como se merece, con toda seguridad su vieja le dará el castigo merecido!… por si acaso es una ironía que en el país de Ripley no sería nada raro.
YA BASTA CARAJO!!!!
Sin palabras, en que porqueria se ha convertido nuestra política, favores por aquí, favores por aca. Miseria humana.