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¡Salven el Museo del narciso en Carondelet!

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4Pelagatos sabe que en el interior del gobierno de Lenín Moreno hay la voluntad de desarmar el Museo de Carondelet que, por más de medio millón de dólares, dejó instalado el anterior inquilino. En el gobierno se considera que ese museo debe ser eliminado porque es una obra de extraordinario mal gusto y que no aporta a la comprensión de la historia política del país.

La administración de Moreno tiene razón en que el Museo es una obra de una enorme pobreza estética y que tiene un valor museográfico cercano al cero absoluto. Sin embargo, el Gobierno está equivocado en lo principal: el Museo de Carondelet no debe ser desarmado, como pretende, sino preservado con enorme cuidado y celo porque se trata del registro más contundente que se ha hecho hasta hoy de un abominable período de la historia del país que no debe repetirse nunca más. Quienes concibieron el Museo, que básicamente es una colección de regalos hechos al jefe de Estado, consiguieron construir una obra tan horrible y ridícula que expresa, en forma impecable, el culto a la personalidad que se instaló en el Ecuador durante casi diez años de su historia. Se trata, sin duda, de una joya histórica.

Los honoris causa de Correa en vitrina

La colección de regalos, fotos y leyendas relacionadas con el paso de Rafael Correa por el poder, que está etiquetada bajo el presuntuoso nombre de Museo de Carondelet, debería pasar a formar parte, en otro lugar claro está, de un auténtico Museo de la Vergüenza Nacional. Ahí museógrafos, historiadores y curadores, verdaderamente  calificados, deberán armar una exhibición para los futuros visitantes que ilustre lo que fue el culto a la personalidad de Rafael Correa y lo que esa deformación perversa del ejercicio del poder representa para una sociedad. Para construir ese Museo de la Vergüenza Nacional, nada es más perfecto que lo que se exhibe en Carondelet.

El próximo museo debe ser un lugar donde los ecuatorianos puedan observar cómo alguien que gobernó con estándares democráticos propios de los más oscuros regímenes africanos, llegó a gozar de un culto a la personalidad parecido al que alguna vez tuvieron personajes de la talla de Stalin, Mao o Mussolini. En algún lugar deberá ir una leyenda, además, que diga “montar esto costó medio millón de dólares”. 

La colección de objetos debería mantenerse tal y como fue concebida concebida por los museógrafos y expertos correístas. Debería mantener ese mismo orden de las salas que arranca con una donde el visitante hace un recorrido, entre enciclopédico y escolar, de la historia política del Ecuador desde la fundación de la República hasta la llegada al poder de Rafael Correa. Se debería mantener el espíritu de esta sala para que se se vea cómo el correísmo diseñó el relato de los hechos para convencer a los visitantes de que la historia comienza con la revolución ciudadana. Antes de la llegada al poder de Correa todo era tinieblas y barbarie. Deberán tener especial cuidado, claro, de respetar las frases que acompañan a la muestra como la que dice: “luego de asesinato de Alfaro, el liberalismo cambió su rumbo acercándose a los capitales agroexportadores y financieros”, como si Alfaro no hubiera sido el más importante partidario de insertar al Ecuador en los mercados agrícolas y financieros internacionales.  Que a nadie se la ocurra quitar esta oración, que ilustra bien la soberbia del correísmo que se se refiere a la historia de siglo XX en el Ecuador: “del neoliberalismo a la recuperación del Estado”.

El premio Rodlolfo Walsh a la libertad de expresión. El mismo que entregaron a Chávez y Evo Morales.

En las siguientes salas, todas las piezas están colocadas de forma tal para exaltar su figura de hombre generoso, sabio y bueno que fue Rafael Correa. Los honoris causa que recibió están en un vitrina instalada frente a otra con las condecoraciones que recibió de otros jefes de Estado. Entre ellas sobresale una que sin duda será  imprescindible para cualquier historiador que trabaje en el montaje del Museo de la Vergüenza Nacional: el “Premio Rodolfo Walsh a la Libertad de Expresión”, otorgado a Correa por la Universidad de la Plata en la Argentina. Es el mismo premio que se entregó a otros dos referentes mundiales del atropello a la libertad de expresión: Hugo Chávez y Evo Morales. A un costado, hay una pequeña instalación, aún inconclusa, pero concebida, según la guía, para que en cada punto de luz vaya una diapositiva que ilustre cada una de las cumbres internacionales a las que asistió Correa. Como un albúm de fotos del tío exitoso que visitó Nueva York, París y Disney.

Y claro, también reposan los regalos que son la parte central de la muestra porque a través de ellos los museógrafos del correato han querido explicar el país. Si hay un machete regalado a Correa por un campesino de Manabí es porque a través de ese machete se puede hablar sobre los montuvios; si hay un azadón es porque a través de él se puede hablar de los pueblos indígenas de la Sierra. Uno de los momentos cumbres de este monumento del culto a la personalidad es la sala de los bastones de mando. Hay al menos una docena de esos objetos que fueron regalados al ex Presidente por líderes de comunidades indígenas o shamanes. “Los bastones de mando son sagrados. El cambio de varas y bastones de mando tiene significado jurídico, político y religioso”, dice la explicación. Así el visitante no dudará en absoluto de que esos bastones son la evidencia de que los representantes de los pueblos ancestrales reconocieron en Correa un liderazgo que alcanza lo mítico y sagrado.

Para la última sala, los museógrafos correístas reservaron aquellos objetivos de mayor valor y que fueron entregados a Correa por jeques y príncipes árabes de países petroleros. Caballos en oro y plata, relojes con diamantes, escenas pastoriles con figuras incrustadas con piedras preciosas: todo un himno a la personalidad de un hombre desprendido que no se enriqueció con objetos a los que prefirió ceder para admiración de sus compatriotas. El mensaje es claro: es imposible que haya corrupción en un gobierno dirigido por alguien que prefiere dejar en un museo piezas que podrían valer cientos de miles de dólares.

Figurinas de cerámica y metal en las vitrinas del museo

La colección de objetos y regalos de Correa, en definitiva, debe ser mantenido porque constituye un testimonio único de hasta qué punto el poder sin límites puede distorsionar la función pública. Qué mejor que esta colección para representar la vanidad y fatuidad con la que se puede llegar a ejercer el poder cuando no hay contrapesos y cuando la sociedad ha facilitado ese secuestro del poder.

Correa tuvo el acierto, hay que reconocerlo, de devolver a la nación lo que se le regaló por ser jefe de Estado. Eso es algo que no hicieron anteriores presidentes y que debería ser algo normal y no extraordinario como lo hace aparecer Rafael Correa. Sin embargo, el destino que Correa dio a esos objetos fue un lugar para rendirse culto a sí mismo, lo cual termina distorsionando la devolución.  Para que los futuros presidentes no se queden con los regalos, que en estricto sentido no les pertenece, debe existir una norma legal que establezca a dónde deben ir y qué se debe hacer con ellos.  En EEUU, por ejemplo, existe una Gifts and Declarations Act del año 1966 que fija como monto máximo, para un regalo recibido por el Presidente, el valor de 375 dólares. Es decir que el Presidente de los EEUU jamás podría recibir los suntuosos regalos que Correa recibió y que ahora los usa para exaltar su figura.

Así se ve Correa en el museo

 

Correa destina medio millón de dólares para hacerse un museo

48 Comments

  1. Con cuanta envidia escriben estos seudo periodistas, deberían dedicarse, así como “La peste”, a “youtubers comediantes”.
    Sé que no lo publicarán, pues es claro que son solo ustedes quienes se contestan.

  2. Señor Pallares muchas gracias por el articulo, la verdad desconocía de la existencia de este museo, los que en realidad creemos en la democracias en nuestros pueblos, nos quedamos espantados al conocer que existan personas, que tengas mentes siniestras y que vivan creyendo que todo lo que guardan y dejan es historia de un País.
    En lo personal creo yo, que todo este museo debe ser colocado en un sitio muy especial para este tipo llamado Correa, y cual es ese….. pues el ÁTICO de su propia casa en Bélgica, donde pasa la mayoría de su tiempo insultando a todo aquel que piensa y discrepa de todo lo que ha hecho, de esta forma se mantendrá entretenido, contándose sus propias historias el mismo y dejando en paz a nuestro querido País.

  3. Pienso que incluso las mejores exposiciones de este articulo no han tenido la suficiente proyeccion fantastica para transmutar con justicia y de forma ortodoxa la verguenza propiciada a la nacion por medio de esta falsa horadez.
    Es mi criterio, que esta ofensa aupada hasta la cresta del culto a la personalidad debe ser redimida a su misma altura, esto es en toda su vanidad y sobervia. El mejor lugar para este pseudo museo a la egolatria seria el edificio de la Unasur el cual habla por si solo . El mensaje de nuestra sociedad al mundo y a la Comunidad de Naciones Sudamericanas seria concluyente: Rechazo a la corrupcion en nuestras latitudes.

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