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Carta abierta a Carlos de la Torre

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La verdad, ministro De la Torre, es que escribir esta carta no me resulta cómodo. Después de todo, usted fue mi profesor en la universidad y nuestro trato en las entrevistas en las que coincidimos antes de que asumiera su actual cargo siempre fue cordial, pese a tener puntos de vista muy distintos. Pero esa incomodidad mía, tan quiteña, finalmente se quedó corta frente a la perplejidad, la indignación, la vergüenza ajena que he llegado a sentir al escuchar varias de sus declaraciones.

Su nombramiento al frente del Ministerio de Economía y Finanzas nunca me generó expectativas. Al fin y al cabo, usted fue un férreo defensor del manejo económico del anterior gobierno (aunque ahora, acaso para salvar su puesto o para resaltar los supuestos éxitos de su gestión, intente desmarcarse) y, por tanto, era esperable que el dispendioso e irresponsable modelo de la última década se mantuviera sin mayores cambios. Así ha ocurrido y, como era obvio, los resultados no podían ser muy distintos.

Empecemos por lo fiscal. La semana pasada, en una entrevista en Teleamazonas, mencioné que en 2017 el déficit del Presupuesto General del Estado no iba a ser de $4.800 millones, como usted seguía insistiendo, sino que iba a terminar por encima de $6.000 millones. Ayer, en el mismo canal, usted descalificó mi intervención y aseguró que “no se están utilizando las cifras correctas y se hacen lecturas inadecuadas de las cifras fiscales”. Luego, en ese estilo tan suyo de sugerir que los demás no saben de lo que están hablando (habría que contar cuántas de sus respuestas empiezan con “hay que entender”), dijo que la cifra que yo había dado “sale del algún cálculo sencillo y tenemos que entender que son elementos mucho más complejos”. Por favor, ministro, díganos dónde está la complejidad en el cálculo del déficit. ¿No es simple aritmética: la diferencia entre los ingresos del Presupuesto (sin tomar en cuenta los recursos procedentes del financiamiento) y los gastos (descontando lo que se paga por amortizaciones de la deuda)? ¿O acaso nos va a salir con una nueva manera de calcular el déficit, así como en el gobierno anterior nos salieron con el artificio de la deuda consolidada (artificio que usted justificó varias veces, incluso ya en su cargo actual, cuando pronunció esa desafortunada frase de que la deuda entre instituciones del Estado “es como deberle a la esposa”)? Lo cierto es que ayer mismo, en la página del Ministerio que usted dirige, se publicó la ejecución presupuestaria hasta el 31 de diciembre del año pasado y adivine qué: el déficit que ustedes reconocen está en $6.100 millones. ¿Acaso no estaba al tanto por la mañana? ¿No había dado, como corresponde a su cargo, un seguimiento continuo al comportamiento de los ingresos y los gastos del Presupuesto? Ahora sale con justificaciones carentes de todo rigor técnico, incluso mencionando egresos “inesperados” que no corresponden al Presupuesto General del Estado. Lo que queda claro es que los analistas económicos teníamos razón cuando advertimos que, pese a que usted y su equipo sólo debían proyectar los últimos meses del año, los ingresos contemplados en el Presupuesto para 2017 estaban sobrestimados (en los ingresos tributarios, por ejemplo, erraron en casi $1.000 millones) y que, por tanto, el déficit estaba subestimado. Y, en realidad, la cosa es incluso más grave, porque como ha detectado el Observatorio de la Política Fiscal, $1.300 millones que se están registrando como ingresos petroleros corresponden a amortizaciones de ventas anticipadas de años anteriores, por lo que el déficit real sería de $7.400 millones. Las mismas mañas que en el gobierno anterior.

Pero usted insiste en que el manejo fiscal va en la dirección correcta y asegura que en 2018 el déficit va a ser de 3,9% del PIB. ¿Nos puede decir, por favor, cómo piensa reducir el déficit a la mitad de un año a otro? Ya me imagino su respuesta: en lugar de comparar el Presupuesto de este año con el que realmente se ejecutó en el anterior, lo comparará con el Presupuesto aprobado para 2017 (que no sólo pifió groseramente en sus proyecciones de ingresos, sino también en las de gastos) y basándose en esa comparación engañosa dirá que el de este año es un presupuesto austero.

Pasemos, si le parece, a uno de los temas sobre los que más debatimos en las entrevistas en las que usted se presentaba sólo como director del Instituto de Investigaciones Económicas de la PUCE, omitiendo el pequeño detalle de que, a la vez, era asesor de la gerencia del Banco Central. Me refiero al rol de esa institución en una economía dolarizada. Usted estaba de acuerdo con que el Banco Central, que debería ser un custodio de los dineros que capta y el garante de la dolarización, prestara a manos llenas al Gobierno para ayudarle a salir de apuros. También estuvo de acuerdo con que una parte de esa deuda, que llegó a rozar los $6.000 millones, es decir, 6% del PIB, fuera “cancelada” con la entrega de acciones de instituciones financieras públicas (¡de las que el Central era, a la vez, acreedor!). Nunca se mostró preocupado por el modo en que los préstamos al Gobierno iban deteriorando el balance del Central, que tenía cada vez menos activos líquidos (reservas internacionales) y cada vez más activos ilíquidos (bonos del Tesoro, acciones de la CFN, etc.). Lo cierto, ministro, es que al 29 de diciembre, como lo ha expuesto el presidente de Asobanca, Julio José Prado, se registró la peor cobertura de las reservas bancarias privadas con reservas internacionales. En cristiano: las reservas internacionales (los activos líquidos del Central) están en $2.451 millones y lo que las instituciones financieras privadas tienen depositado en la misma institución suma $3.900 millones. ¿Y la diferencia? Pero permítame darle otro dato: a la misma fecha, los depósitos del Tesoro en el Central son de apenas $108 millones, es decir, alcanzan para las colas, pese a que del Presupuesto de 2017 usted dejó cuentas por pagar (la diferencia entre el gasto devengado y el efectivamente pagado) por cerca de $1.000 millones. Todo apunta, ministro, a que en los próximos días se viene la tercera emisión de bonos en apenas ocho meses de gestión. ¿Qué opina de esto el Presidente, que ha criticado el “grave endeudamiento” que heredó de su antecesor y también la falta de mesura que “puso al límite la sostenibilidad de nuestra economía”?

Me imagino que usted preferirá sortear esos temas espinosos y enfocarse en uno con el que se siente más a gusto: el crecimiento del PIB. Usted asegura que el crecimiento del tercer trimestre de 2017 (el primero completo de su gestión) no tiene nada que ver con la cantidad de recursos (procedentes de nueva deuda) que el Gobierno inyectó a la economía. Según usted, la recuperación es genuina y sostenible (y que nadie ose poner en duda los resultados que publica el Central, pese a que presentan graves inconsistencias con las previsiones de la misma institución e incluyen aspectos tan llamativos como la enorme contribución de la “variación de existencias” al crecimiento económico). No menciona que entre los principales componentes del PIB sólo crecen el consumo (público y privado) y las importaciones, mientras que las exportaciones y la inversión caen (esta última por décimo trimestre consecutivo). Tampoco señala que el crecimiento del consumo privado se dio pese a que el mercado laboral sigue sin presentar signos de mejora. Si tan seguro está de que el crecimiento económico no depende de los recursos procedentes de nueva deuda (que el Gobierno inyecta a la economía a través del gasto), no se endeude en el primer trimestre de este año y veamos cómo nos va.

Esta mañana, en su cuenta personal de Twitter, usted escribió: “No sé qué es lo que más afecta a nuestra economía, o la caída del precio del petróleo y la apreciación del dólar, o las expectativas negativas de las personas y empresas generadas por el temor que se alimenta de los falsos análisis económicos utilizados como herramienta política”. ¿No se le ocurrió preguntarse, ministro, si la economía se está viendo afectada por el modo irresponsable con que usted maneja las cuentas fiscales (lo que también desalienta la inversión), por la improvisación con que elaboró su “programa económico” (que provocó un rechazo generalizado) o porque no ha hecho nada para que el sector productivo recupere algo de competitividad, es decir, porque su manejo de la economía no se diferencia en nada del modelo que nos trajo hasta acá? En lugar de buscar culpables en los analistas que no están de acuerdo con usted (¿tanta incidencia cree usted que tienen esos “falsos análisis” en las expectativas de los agentes?, ¿no cree que ellos pueden formarse un criterio propio sobre la situación económica con base en sus experiencias?), debería trabajar en un diagnóstico un poquito más elaborado de la difícil situación que atraviesa el país. Después de todo, eso es lo mínimo que se espera de un ministro de Economía.

Atentamente,

 

José Hidalgo Pallares es economista

24 Comments

  1. El análisis de la economía ecuatoriana se ve en la personas diariamente, todo sube y no alcanza lo que se gana, pero, mucho tiene que ver con la ignorancia del pueblo, éste”pansoncito” del ministerio está así por las “colas y sándwiches” que seguramente sobra del Banco Central y de los depósitos de los Bancos Privados.

    Este fue otro “chupamedias y borrego”del “mandamás-tirano”, que esperaban con su apariencia de mentiroso?, debería pensar bien, cuando deje en paz al “licenciadito” moreno,
    e ir a la PUCE a mendigar por su trabajo.

  2. Excelente análisis.
    Qué méritos le encontró el licenciado para nombrarle ministro? Es un correista lambón, mediocre y cínico.
    Después de la consulta se nos viene la noche. Quién podrá salvarnos?

  3. Por qué debemos continuar con el mismo plan económico cuando se comprueba que éste sigue hundiendo más al País. Por qué el Sr. Presidente Moreno mantiene el mismo equipo económico que ya manifesto el Eco de la Torre que no habrá cambios en el manejo? parece que tiene carta abierta y manda en el Gobierno?
    Recuerdo una declaración del Ministro de la Torre que es inapropiado en cuanto a la deuda externa refiere: ! no es necesario renegociar la deuda porque crearía inseguridad ante los medios internacionales! (b palabras más o menos el sentido era tal).
    El Sr Correa manifestó aos atrás, lo recordarán: La deuda contraída es ilegal e ilegítima , razón por la que ordenó una auditoría de la deuda que era creo 10 veces menos que la actual? Hoy la tremenda deuda de 60.000 mil millones a aterroriza vá en el mismo camino y con un verdadero equipo responsable porque la integran personalidades efectuarán la auditoría de la misma y, ya veremos, que quizá aparezcan adicionales corrupciones .
    Sr. Presidente Moreno, no queda otra opción para Usted que deshacerse de quienes nos mintieron en lo económico y social , que solo por ello deberían estar encarcelados; un cambio en el timón con decisión hará verdaderamente renacer la esperanza tan mencionada y el concierto internacional extenderá sus brazos al Ecuador y pondrá recursos e inversiones que nos fortalecerán. Sr. Presidente, deje el temor y tome la resolución final….. Cambiar todo lo que debe cambiar por bien del País y de Usted mismo.
    Respetuosamente por un mañana mejor

  4. Felicitaciones Jose , usted lo ha desnudado totalmente….estamos en manos de gente sin conocimiento , sin verguenza, y con una tremenda falta de sentido comun….

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