//

Moreno desaparece el museo que se fabricó Correa

lectura de 5 minutos

Cualquiera imagina el desengaño que debe habitar al ex Presidente Correa: su museo, dice en un tuit, fue desmontado. El tono, la forma, las palabras dan cuenta de la incredulidad que le genera ese hecho que 4P. anunció el 27 de noviembre pasado.

Rafael Correa está iracundo. Y para comunicarlo se cuida de poner el acento en sus estados de ánimo: los traslada a la ciudadanía que ya no podrá disfrutar –dice– de los regalos que él dejó en Carondelet. Es hábil la maniobra pero insólita porque Correa soñó con este museo para su grandeza, para dividir la historia del país en dos: antes de él y con él. Soñó con un museo monumental como lo prueba el proyecto que se publicó en 2016: quiso unir la Presidencia y las áreas aledañas y convertirlas en un gigantesco complejo museográfico. Un monumento a su ego que iba a costar $3,600.000. No lo hizo por falta de dinero. Pero sí ordenó utilizar $444.806 para la adecuación de las salas; un proyecto con un costo colosal que no ha sido investigado y en el cual participó Francisco Salazar, su ex viceministro de cultura.

Hacerse un museo es atribuirse un alcance histórico, pero también es exponerse al escrutinio. Develarse. El museo de Carondelet era (es) una pieza de una rara riqueza para los sicólogos del caudillo. Es la mejor concreción, en dimensión real, de la personalidad del ex presidente que gobernó al país durante una década. No se trata solo de su ego inconmensurable. Ahí está su deseo dramático de eternizarse y ese delirio de grandeza que lo llevó a compararse con los libertadores. Ahí está su ilusión obstinada de trascender y figurar en los libros de historia.

Correa repitió, en forma paladina, los cánones más burdos y predecibles de los gobiernos autoritarios. El poder (él) idealiza a las masas (el campesino, la gente humilde) a cambio de ser celebrado en su magnificencia: colecciona y exhibe las cosas sencillas de la gente porque están destinadas a humanizar al héroe. A enaltecerlo.

El museo destruye, precisamente por lo que representa, el perfil que Correa se quiso hacer de persona modesta y llana. De político de lavar y planchar. Sus doctorados honoris causa (15 durante su gestión) lo pintan como un ser que no solo quiso tener poder sino refregarlo en la cara de mucha gente. En sus filas para ser admirado, y ante sus adversarios y críticos como un gaje más de superioridad. Este punto es clave en su perfil sicológico. Correa siempre quiso tener poder y pasearlo ante la gente. El poder fue un desquite, una revancha tomada contra los vacíos, falencias y humillaciones que interiorizó, en forma dramática, en su infancia y adolescencia.

En la carrera por los honoris causa –en la cual, según Lenín Moreno, se sirvió de sus embajadores para obtenerlos– buscó una superioridad intelectual que lo ubicara en un punto tan inaccesible como incontrovertible. La voz única. La única explicación posible. La verdad.

Cada dato, cada pieza del museo fue pensada políticamente. Exhibir los regalos que recibió como jefe de Estado tenía un triple sentido: mostrar la importancia que le dieron los otros gobiernos (aunque canjear regalos es una práctica diaria). Crear un antes y un después de él, porque ningún otro Presidente dejó en Carondelet los regalos recibidos, Y, sobre todo, nutrir la imagen de un gobierno honesto. Era imposible sospechar que su gobierno fuera el más corrupto de la historia del país, cuando se tenía un presidente devolviendo caballos en oro o relojes con diamantes ofrecidos por jeques árabes a él y a su esposa. La coartada no pudo ser mejor.

Pero ese mismo subterfugio plantea un interrogante: ¿Correa es un cínico contumaz o el cinismo es el resultado en su caso de una mitomanía crónica? El hecho cierto es que mandarse hacer, con plata pública, un museo donde él es el actor y protagonista, es un caso digno para sicólogos. Hacerlo en Carondelet y hacerlo antes de irse del poder solo agrava su caso.

Sacarlo de la casa presidencial era urgente. Pero ojalá ese museo no sea destruido: es un caso digno, y no es el único, de una persona que en el poder dio rienda suelta a sus taras y complejos personales y a sus deficiencias democráticas. Correa quiso volverse un ejemplo. Y lo es: precisamente de aquello que los ciudadanos nunca deben tolerar a sus gobernantes.
Foto: Presidencia de la República.

El 14 de febrero, después de publicada esta nota, la Presidencia emitió el siguiente comunicado:

http://www.elciudadano.gob.ec/comunicado-oficial-de-la-presidencia-de-la-republica/

54 Comments

  1. Este artículo solo denota la aversión que siente quien lo escribe y lleva al Sr. Hernández a mostrar la bajeza de sentimientos, la sin razón y el odio hacia alguien que la historia y el mundo lo reconoce como una gran persona y un gran líder. El expresidente es un ser humano inigualable como ninguno en la época actual, alguien quien se preocupó por la gente más desposeída.
    Correa sin duda sembró mucho y a pesar de la persecución perversa y el odio desmedido de quien ostenta ahora el poder, aupado y aplaudido por una prensa mediocre y más corrupta como el que más; no soportan que Rafael Correa siga siendo el líder que el pueblo y latinoamérica extraña. Así se empeñen en calumniarlo, en montarle los juicios inmorales que quieran, en desmontar museos y obras hechas en su gobierno; la gente de bien volvería a votar por él.

    • Lo mejor que pudo hacer el actual gobierno es desbaratar el museo de Correa, me alegra mucho haber visto eso, el tipejo ese (Correa), le haya dado pataleta de las irás, es más, me hubiera encantado ver la cara de indignación de Correa, lo cual me alegra je, je, je, saludos borrego gil 🙂

  2. El mediocre de Corea hiso todo lo posible para que su protejido sea presidente, Ahora se desmantela un museo tributo a la corrupcion, nepotismo, peculado, desfalco de fondos publicos, enrequecimiento ilicito, Traicion a la constitucion…el uso de la corrupcion para amenazar a servidores publicos y consulados a comprar titulos honoris causa..cuanto despilfarro de dineros de los Ecuatorianos,

  3. Si estos revolucionarios practicarian la igualdad, no mantendrían ese museo ridículo que es en monumento a la opulencia y al ego de un personaje nefasto para la Nación. Deberían vender todos esos artículos y con ese dinero ayudar a los más necesitados y de esa manera
    palear en algo tanta necesidad en los mas pobres. No es aceptable que se hayan gastado más de 400.000 dólares en adecuar ese tal museo, la Contraloría deberia hacer una auditoría en la ejecución del museo. Basta ya de tanto derroche.

  4. No defiendo a Correa, pero a mi criterio ese museo debe prevalecer en cualquier otro sitio pero debe seguir, porque en la realidad son regalos que recibio un presidente del Ecuador y que no tenia porque llevarselos, se que el costo es insignificante en comparación con el dinero que se aprovecharon los corruptos ; por lo tanto no comparto con el articulo de este señor (pelagatos) que justifica que desaparezcan estos cuantiosos regalos por el hecho de no compartir una linea politica o idiologica; el asunto es la actitud que debemos tener todos los ecuatorianos ante los bienes publicos…creo que me hecho entender …pelagatos!

  5. Uno de los aciertos es sin lugar a duda el desmontaje de ese seudo museo, yo no perdi mi valioso tiempo en ir a visitarlo, pero sin lugar a dudas es el espacio que el desquiciado y atorrante de correa se creo para dar rienda suelta sus bajas pasiones y autoconvencerse que esta sobre todo terrenal ser humano.

  6. Las vibras negativas del innombrable y su humanidad deben viajar del museo de Carondelet a la petulancia y la ironía al panoptico Garcia Moreno (es una alegoria) a cumplir posiblemente los 40 años de prisión por las fechorias y crimenes cometidos de lesa ecuatorianidad.

  7. Admirable señor Hernández el don que usted posee, cual es el de retratar de cuerpo entero las miserias humanas de quien menospreció la inteligencia de todo un pueblo, tratando de meter siempre gato por liebre…lo que el individuo nunca comprendió es que el pueblo, impotente como se encontraba, no podía bajarlo de un solo tajo de la tarima permanente que se fabricó. Resalto, dentro de ese perfecto retrato elaborado por usted sin pasión pero con mucha objetividad, el siguiente texto, que encierra la esencia de quien fue y nunca más será:
    “El poder fue un desquite, una revancha tomada contra los vacíos, falencias y humillaciones que interiorizó, en forma dramática, en su infancia y adolescencia.”

Comments are closed.