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¿La llegada de Roldán al lado de Moreno es una buena señal?

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El Presidente empieza a llenar uno de los mayores vacíos de su equipo: la política. Lo hace llevando a su lado a Juan Sebastián Roldán como secretario particular. Él refuerza el equipo presidencial que tiene, entre sus principales figuras, a Miguel Carvajal y a Augusto Barrera.

Curiosamente, el Presidente ha capoteado una época de intensa densidad política con muy poca presencia suya en el ámbito público. Moreno habla los lunes al país, pero esos mensajes son más un ejercicio sensiblero que un espacio para señalar su agenda y dar pistas sobre sus prioridades gubernamentales. Tampoco ha usado el formato de la entrevista para esclarecer opciones o decisiones de su administración. En realidad, su acción ha estado más enfocada a desligarse y distanciarse de su antecesor, que a perfilar su gobierno.

Esto explica por qué en la acción política ha habido mucho trabajo submarino enfocado en desmontar las redes más evidentes del correísmo, inhabilitar a Correa y neutralizar algunos de sus fieles. Moreno requería ganar confianza, credibilidad y legitimidad en la opinión. Esa etapa concluyó el 4F. Desde entonces, el Presidente debe respuestas y decisiones al país sobre los derroteros de su gobierno. Y por supuesto eso requiere un discurso con certezas; no las ambigüedades tan obvias en el Presidente o en personajes como María Elsa Viteri que lleva una semana dando entrevistas sin anunciar una sola decisión.

El gobierno de Lenín Moreno no puede ser la suma de cuentas por arreglar con Rafael Correa: requiere definirse, indicar los nortes, sistematizar su trabajo, dar coherencia a sus acciones. Dicho de otra manera, construir un discurso propio y exponerlo: llenar el vacío político que hoy es tan elocuente. Nadie sabe, en efecto, quiénes son los operadores políticos y nadie sabe con quién hablar en el gobierno para conocer, a ciencia cierta, el rumbo tras la consulta popular del 4F.

El vacío político incluye un interrogante de fondo: ¿El morenismo es más de lo mismo pero sin Correa? ¿O Moreno (a pesar de los mensajes que ha enviado al componer con correístas impresentables o apoyar al asesino de Caracas) está a tiempo de renovar una izquierda que con Correa se hundió en las peores prácticas del autoritarismo estatista? Sin duda esos interrogantes también hacen parte de la agenda personal de Juan Sebastián Roldán. Dirigente de Ruptura, él dejó el gobierno de Rafael Correa con María Paula Romo y su movimiento, en enero de 2011, cuando Correa anunció que iba a meter las manos en la Justicia. Hasta entonces ya había habido desafueros, corrupción y una Constitución que permitió a Correa optimizar en forma exponencial la matriz caudillista que Ruptura se había propuesto combatir. Roldán hace parte de aquellos que cree que el error no está en esa Constitución –que consagró la concentración de poder y creó bodrios como el Consejo de Participación Ciudadana– sino en Rafael Correa.

Por eso, el ejercicio del cargo que ocupa desde hoy será un excelente termómetro para ver si ex correístas como él asimilaron la experiencia, o sencillamente recurren al síndrome del chivo expiatorio y archivan la tarea que un día se propusieron: renovar el ala progresista y servir de antídoto para que la experiencia totalitaria no se repita.

Por eso la presencia de Roldán al lado de Moreno abre un interrogante, que podría ser promisorio, en este momento de definiciones: que haya un equipo político alrededor del Presidente (Miguel Carvajal, Roldán, Augusto Barrera, Andrés Michelena…) cuya labor es generar con el Presidente la sustancia política de un gobierno que, por ahora, sigue siendo, en el plano ideológico y conceptual, correísmo sin Correa. Y podría ser promisorio solo por una razón: ahora que Correa es historia, su reto es reconciliarse con la democracia formal y probar que, precisamente para hacer política social, son capaces de poner al país a producir, generar empleo y riqueza.

Roldán llega, en todo caso, al gobierno justo cuando la curva de expectativas por parte de la opinión, ante el gobierno de Moreno, alcanza el punto más extremo.

Foto: diario El Telégrafo

26 Comments

  1. Me quedo con que “…el morenismo es más de lo mismo, pero sin Correa…”, el corrupto. Una buena señal hoy, y una pésima mañana… hoy contento a Dios, y mañana al diablo… esa es la política del Presidente Moreno, quien creó que está mareado creyendo que el 70% de apoyo del 4 F, es incondicional con el e irreversible y eso es una falacia !!. Ya llega al año, y no pasa nada… excepto que la deuda sube a 1.000 milloncitos por mes….

  2. De lo que he visto y he oído de Roldán me parece que es una persona coherente y preparada, si bien su pasado correista le quita un poco de credibilidad hay que darle la oportunidad de que demuestre sus buenas intenciones.

  3. Buena señal de qué…este es otro enchufado saperoco, vivo y oportunista. Parece que ya se olvidó, Sr. Hernandez, de cómo defendía este fulano a Correa, se han olvidado de este tipo increpando a la gente en la clausurada plaza de toros de Quito, cuando gritaban contra correa…Buena señal de qué…???

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