Desde que dejan sus funciones los expresidentes narcisistas sufren mucho. Ya no gozan del poder con el cual lograban restringir a sus críticos, tergiversar hechos y proyectarse como dioses en la tierra. Al dejar el mando, toda la farsa se empieza a desmantelar ya que surge la evidencia de la incompetencia y corrupción de sus gobiernos. Pero desde un punto de vista psicológico hay algo que les hace sufrir aún más: que les dejen de atacar, que los ignoren e incluso que sus opositores los olviden. Para comprender, primero hay que entender a los narcisistas del tipo maligno.
Los narcisistas en general son personas que tienen fantasías grandiosas, necesitan atención y admiración constante. Además pueden ser arrogantes, egocéntricos, manipulativos y controladores. Aunque la mayoría de narcisistas comparten estas características no todos son iguales porque hay distintos tipos de narcisismo: los frágiles, los exhibicionistas y los malignos. El narcisista de tipo maligno tiene, además de todos los síntomas mencionados, una obsesión por dominar a los demás y son sedientos de poder.
Lo interesante de los narcisistas malignos es que, a pesar de la arrogancia y prepotencia que proyectan, en el fondo tienen una autoestima muy quebradiza que les vuelve intolerantes a la crítica. Usan la dominancia y la agresividad para asegurar que nadie se atreva a criticarles. Por ejemplo pueden usar el poder para restringir la prensa y controlar lo que se dice de ellos. Esto es un mecanismo de defensa para proteger su frágil ego de ser lastimado. La supremacía de su cargo también les da una sensación de superioridad e importancia ante los demás y esto ayuda a fortalecer su baja autoestima. Esa es la razón por la cual muchos narcisistas de este tipo desarrollan una adicción al poder.
A pesar del sufrimiento que trae la crítica, los narcisistas saben cómo explotar toda situación y se pueden aprovechar incluso de lo que dicen sus más arduos críticos. Tener opositores que le atacan les puede beneficiar enormemente ya que les permite asumir el papel de víctimas y así logran enganchar aún más a sus admiradores que les empiezan a contemplar como mártires de la causa. Esto incluso puede incitar a sus fanáticos a que salgan a defenderles; eso les sirve para alimentar sus egos y su sentido de importancia. Además los oponentes, al reprobarlos públicamente a través de los medios de comunicación, les dan publicidad gratis que les ayuda a permanecer relevantes ante sus seguidores.
Actualmente un cierto expresidente sigue siendo el protagonista en los titulares en todas las noticias de corrupción y problemas de su gobierno. Con solo buscar su nombre en google se puede encontrar 1,130,000 páginas que lo mencionan; esto es mucha cobertura y atención. Lo que él hace, dice y piensa sigue siendo relevante y aún sus críticos están atentos y tienen interés de saber adónde va, dónde come, cómo es su casa, etc. Si se produjera un “reality show” de su vida fuera de la presidencia, no nos perderíamos ni un solo capítulo. Esto le da un sentido de trascendencia que es muy valioso para un narcisista. Como dijo el presidente Donald Trump: “la mala publicidad es a veces mejor que no tener publicidad.”
Por estas razones para un expresidente narcisista mucho peor que ser criticado es ser olvidado. Durante la presidencia, ellos están viviendo su sueño: ser la persona más importante y el centro de atención de toda una nación. Cuando acaban su mandato su peor pesadilla no es la crítica sino pasar a ser intrascendentes, que nadie se acuerde de ellos ni les mencionen, ser irrelevantes. El infierno para estos expresidentes es un lugar en el que nadie les recibe en el aeropuerto, sus caravanas ya no tienen seguidores e incluso ya no hay manifestaciones en su contra. Los villanos como Voldermort no llevan a cabo sus planes maquiavélicos para ser amados por todos: lo hacen para trascender, mostrando su poder y significancia. ¿Cuántos dictadores históricos y actuales son universalmente amados? Si no puedes ser un famoso querido por todos, ser reconocido por tu infamia es mejor que no ser nadie. Los psicólogos conocemos que incluso los niños cuando quieren más atención y no lo logran conseguir, pueden portarse mal para que les castiguen porque de esa forma, al menos, ya no están siendo ignorados.
Hay investigaciones científicas que sustentan esta idea. Los resultados de un estudio de neurociencia mostraron que las áreas del cerebro encargadas de procesar dolor social (la ínsula anterior y la cingulada anterior) estaban más activas en personas con mayor narcisismo cuando se les ignoraba y excluía de un juego. Asimismo hay muchos estudios en psicología que señalan que los narcisistas experimentan más emociones negativas y agresividad cuando se les excluye socialmente. Esto indica que entre más narcisista es una persona tendrá mayor sensibilidad y experimentará más dolor al ser ignorada y excluida.
Si el paraíso de un narcisista es ser una eminencia, su infierno es ser insignificante. Por esta razón el mejor castigo para los ex presidentes narcisistas es que dejemos de escribir de ellos, que queden olvidados. Como habrán notado no he mencionado ningún expresidente específicamente con el propósito de no alimentar su ego al mencionarlo directamente.
Ana Francisca Trueba es académica
Excelente analisis.
Sin embargo, hay que meterlo preso al inombrable, y despues recordarlo como el criminal que fue. Para que no se repita
Para ser candidatos a todas las funciones de elección, sería bueno que sean primero evaluadas a fin de que se escojan a los más calificados para desempeñarse en las funciones. Cuando el poder viene investido desde la persona eso no está bien. Un personaje público que ya no está en el cargo o en el rol de antes, pero se comporta como si siguiera en el poder, revela que está mal.
Es increíble que de tantos ex presidentes el único que hasta ahora quiere pertenecer a la vida política y desde muy lejos sea el Sr. Correa, esto ya lo veíamos venir durante los últimos años de mandato la prepotencia y su sometimiento sobre todos era algo que ya no lo podíamos aguantar más. Es un tema que nos debería poner a pensar en qué tipos de mandatarios queremos en las próximas candidaturas pues bien vemos que las personas con caras de yo no fui resultan siendo unos lobos.
Al narcisista gobernante que lo conocemos es necesario mantenerle activo con el fin que responda ante la justicia sus delitos de delincuencia organizada que han generado corrupcion perjudicando la economia del Ecuadory donde el lleve fue el pan de todos los dias ” prohibido olvidar”.
La persona narcisista considera que todo pasa a través de él y que cualquier opinión en su contra es errada. Si esa persona, pelea con cada individuo que comenta, estamos hablando de un deterioro más fuerte de su personalidad. Pero, en este caso, si tiene mucho poder, sale de su rol y empieza a observar lo que dice cada persona. Es como si alguien fuera por la calle y peleara con todo aquel que le mirara mal.
Así como pasa con gerentes, jueces, políticos; muchas de sus imágenes públicas son de peleas y de gritos sin importar lo que sienten los demás. Ellos están inflados de poder. Hay casos de personajes que no están en el cargo pero siguen pensado que tienen poder. Sin embargo, hay otros, como el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, que a pesar de no estar ya en ese cargo tiene una imagen construida a nivel mundial. Cuando el poder viene investido desde la persona eso no está bien. Un personaje público que ya no está en el cargo o en el rol de antes, pero se comporta como si siguiera en el poder, revela que está mal.
Distinguida Ana Francisca.
No creo que se puedan olvidar de Correa, su “innombrable” o “innombrado”
Cómo LASSO va olvidar a Correa? Si de unos cuanto miles de dólares que pagaba en impuestos antes del 2007, ahora tiene que pagar millones de dólares.
Cómo los ISAIAS van a olvidar a Correa? si no pueden volver de la Florida “limpios de culpa”.
Cómo los EEUU van a olvidar a Correa? si dio por terminado el acuerdo de mantenimiento de la Base de Manta.
Cómo los del Bco. de Pichincha van a olvidar a Correa? si les gano el juicio de 600 mil dólares; lo que parece fue sentar un mal precedente para la inmaculada banca.
Etc. Etc.
Estas personas naturales y jurídicas odian a Correa y quieren “sangre” en venganza. Cuando el odio de ellos desaparezca de sus corazones como manda la madre iglesia, el protagonista sería olvidado, y, por la vía del razonamiento que Ud. propone en su artículo, Correa y su narcisismo “morirían”, o al menos serian castigados y torturados in extremis. Pero ya sabemos que el cese de venganza es imposible, entonces hay protagonista para rato.
Yo no podría asegurar me estimada Ana Francisca que los narcisistas puedan auto reflexionar sobre su estado mental y el comportamiento ante la sociedad, lo que sí parece cierto es que aparte de su obsesión por ser el centro de mesa es un mentiroso compulsivo lo que le permite aparecer en los medios informativos, sino como entender las falsedades sobre la deuda externa y las grabes consecuencias para el desarrollo del País. Lo que yo si tengo muy claro es que no existirían estas personas si no hubiera ciudadanos que les aplaudan y por supuesto agachen la cabeza como la señora Sofía Martínez que se ancla en que ya dejo el poder hace 11 meses olvidando que el desastre económico, político, social, seguridad y, hoy narcotráfico escondido (guerrilla) están recién comenzando después de 11 años de controlarlo todo el aparato del Estado.
Excelente artículo.
Dejemos que la justicia se encargue del innombrable, pero estemos atentos a los procesos que se le instauren. Con un corto período que se sienta insignificante a lo mejor se suicida.