La marcha que realizó el correísmo el martes 10 de abril tuvo un costo político para ese movimiento. Que se resume en dos hechos: haber dejado en evidencia, una vez más, que su poder de movilización es débil y haber expuesto un discurso que se limita a la necesidad desesperada de tener impunidad y de volver a recuperar el poder sin importar que sea a través de mecanismos nada democráticos. Es decir, golpistas.
La marcha demostró que el correísmo radical está muy lejos de tener ahora la capacidad de movilización y convocatoria necesarias para ser un actor político determinante. Una vez alejado del poder y sin tener a la mano las capacidades del aparato burocrático de los que gozó durante diez años, los líderes ultras del correísmo fracasaron en su intento de armar una protesta callejera masiva. Se trata de un sector político que hasta hace poco podía darse el lujo de movilizar a decenas y hasta veces cientos de miles de personas. Es verdad que hay fotografías donde se ve a una columna humana copando una calle del centro histórico del Quito, pero la imagen no tiene relación con las que aparecían durante las protestas en contra de Correa, por ejemplo.
No es la primera vez que este sector del correísmo ultra ha dejado ver su maltrecha capacidad de movilización. En realidad esto ocurre desde que dejaron el poder. Ahí está el ejemplo de la movilización convocada para la desafiliación “masiva”, que fue un fracaso, y la romería hasta el Consejo Nacional Electoral donde pretendían ser reconocidos como movimiento político y a la que fue tan poca gente que la acera de la 6 de Diciembre, donde está el Consejo Nacional Electoral, les resultó muy grande. Y qué decir, además, de la pobrísima convocatoria durante la campaña a favor del No de la consulta popular o de la despedida de Rafael Correa en Guayaquil cuando regresó a Bélgica. En definitiva, la marcha no fue la demostración que el correísmo esperaba hacer en Quito y, más bien, fue un acto fallido en el que se contaron en vivo y en directo frente a la sociedad.
Pero el costo más alto para el correísmo pudo haber sido otro: exponer públicamente y esta vez ya en la calle y no solo en redes sociales el discurso que actualmente lo cohesiona. En las consignas que se gritaban y en los carteles que se llevaban no había más que exhortos abiertamente golpistas para que caiga el gobierno de Lenín Moreno, así como pedidos para que se libere el ex vicepresidente Jorge Glas y se paralicen las investigaciones en contra de Rafael Correa. En otras palabras, la propuesta de los marchantes era impunidad y golpismo.
A las impresentables demandas se sumó un episodio que expuso los niveles de humanidad y decencia que tienen los protagonistas e inspiradores de la marcha: el escandaloso y escalofriante cántico de “se va a caer, se va caer, el patuleco se va a caer…”. El que haya circulado en redes sociales las imágenes de los principales dirigentes correístas cantando esa estrofa mientras daban saltos y se reían, ocasionó una repulsa tan grande en redes que ni siquiera los ánimos golpistas y las exigencias de impunidad habían generado.
En el video (que fue borrado de las cuentas correístas) se proyectó un mensaje de miseria humana que difícilmente puede perdonar una sociedad medianamente decente. Sobre todo cuando se había visto cómo no hace mucho, durante la campaña, esos mismos dirigentes condenaban, furibundos, cualquier alusión que se hacía de los problemas físicos del entonces Lenín Moreno. La imagen es además particularmente perversa porque los protagonistas cantan “patuleco” con una alegría y una energía que no deja lugar a la duda sobre su calidad humana. ¿No son acaso los mismos que durante la campaña levantaron todo un escándalo cuando un político de oposición dijo que el candidato Moreno debía informar a la sociedad sobre su estado de salud?
Pero si la imagen del Ricardo Patriño, Gabriela Rivadeneira, Soledad Buendía, Carlos Viteri, Paola Pabón y otros dirigentes de esa corriente política cantando “patuleco” ha sido aborrecida y condenada, lo mismo ocurrió con un cartel en el que iba escrito “#NosFalta1”, que iba acompañado de una foto del ex vicepresidente Jorge Glas, preso por el caso Odebrecht.
La relación que el cartel hacía de la situación del equipo periodístico de El Comercio, secuestrado en la frontera norte, con la prisión de Jorge Glas fue otra señal de la calidad de los reclamos y reivindicaciones que expuso en la marcha el movimiento correísta. Hay que agregar que el secuestro de los periodistas ha sido, desde su inicio, otro pasivo moral que ha acumulado el correísmo: hasta ahora ninguno de sus líderes, incluido el propio Correa, ha hecho público un solo gesto de condena. Y dos de sus operadores mediáticos, al menos, insinuaron en redes que se trataba de un montaje para achacar el gobierno de Correa haber permitido que el narcoterrorismo se instale en la zona.
En definitiva, la marcha fue un error estratégico del correísmo radical porque expuso la pobrísima dimensión de su capacidad de movilización y porque fue, sobre todo, una vitrina en la que se expusieron sus deleznables y repudiables aspiraciones. Luego de lo ocurrido el martes, ha quedado claro que Correa y sus seguidores constituyen una corriente política abiertamente golpista cuya principal reivindicación frente a la sociedad son sus aspiraciones de impunidad.
Opinio sobre las medidas que se debería tomar para evitar espías ecuatorianos sirviendo a países foráneos.
Una vez mas tarde que nunca. Los informantes ecuatorianos que espían a Ecuador en favor de países foráneos Por referendun se les debería considerar traidores como tal deberían
pagar penas de acuerdo a su falta desleal y ser presentado a la ciudadanía esta lacra miserable.
Estoy de acuerdo, la marcha fue muy pauperrima, es más ni información hubo en los medios, claro la exepsion es 4pelagatos, aquí si siguen todo lo referente a correa y podemos informarnos todos los pasos que da.
EN LA FOTO DE PORTADA SOLO FALTA EL FLAUTISTA DE HAMMELIN
Estimado Martín: Muy buen análisis.
La escasa concurrencia en la marcha correísta me hace abrigar la remota esperanza de que los borregos que, durante DIEZ años respaldaron con su voto a esta banda de delincuentes y criminales que gobernó el Ecuador, empiezan a reflexionar; Dios quiera que sea así.
De otro lado, un comentario amable y respetuoso: el superlativo de pobre : Paupérrimo.
Un Abrazo.
a mi punto de vista el correismo nunca fue productivo para el desarrollo del país su única dique buenas obras fueron sus carreteras y sus escuelas del milenio pero eso fue un maquillaje a la realidad de nuestro pais acabo con todo dejo e la pobreza extrema a muchos ecuatorianos lo único que pudieron hacer es saquear el pais.
Patiño, Rivadeneira, Buendia, Hernandez y demás beneficiarios de la década ganada salgan a insultar y vejar al nuevo padrino, es por el pánico que les corroe las tripas sólo de pensar que su jefe sea enjuiciado y condenado, porque cuando el caiga, todos ellos caerán como fichas de dominó, se les acabará la impunidad y muchos de ellos le harán compañía a Glas y Correa en la cárcel para que estén juntos otra vez pero eso será cuando en nuestro país se restablezca la decencia y la justicia no comprada por esta escoria social llamada revolución ciudadana.
Está visto que el correísmo en nuestro país cada vez es más débil perdiendo su credibilidad, esto se vio reflejado en la última convocatoria a manifestación en la cual la acción cometida por varios de sus miembros fue muy penosa y a la vez muestra la clase de personas que son. Ya que para manifestar no se necesario agredir a los demás y mucho menos tomar mofa de condiciones especiales, recordemos en la época de campaña electoral fueron los mismo que reclamaron cualquier tipo de discriminación en contra del actual presidente Lenin Moreno y ahora son los mismos que lo agreden de una manera muy vergonzosa dando a notar la forma en la que el correísmo decae.