Lenín Moreno y su gobierno están en una encrucijada peligrosa: bajan en los sondeos mientras se calienta la situación económica y la frontera y el correísmo y sus aliados arremeten contra el Consejo de Participación Ciudadano Transitorio. Esa guerra declarada, y perdida, por el correísmo contra Julio César Trujillo y los otros consejeros, debería favorecer al Presidente; al fin y al cabo fue él quien propuso sus nombres. Pero no es así. Su acción y la del Consejo de Participación Ciudadana Transitorio están siendo percibidas por la opinión en líneas totalmente paralelas.
Trujillo y los suyos están yendo directo al grano: actúan conscientes de que el país reclama un cambio de fondo con respecto a la década de Correa sembrada de despilfarro y corrupción. Moreno desde que llegó al gobierno, hace casi un año, hizo un pésimo cálculo, que sigue sosteniendo y que, en vez de réditos, ha carcomido su capital político: apostó a no hacer olas y a separar la paja (Rafael Correa) de lo que él creyó el trigo (militantes, burócratas, asambleístas, electores…). En su visión, bastaba con demostrar que Correa se desvió de los postulados iniciales y que en vez de animar un proceso social y político, convirtió la Revolución Ciudadana en una causa individual con culto a la personalidad incluido.
Moreno creyó no tener alternativa. Quizá por haber hecho parte de la década correísta, se dijo que si él tenía otra oportunidad, lo obvio era otorgársela a los demás. Por eso compuso con actores totalmente desprestigiados, los recicló y los candidatizó para ciertas embajadas. Por eso protegió a Correa y le dejó los guardaespaldas pagados por el Estado. Por eso ha sido ambivalente con funcionarios suyos como Richard Espinosa y María Fernanda Espinosa. Por eso -y para no ser declarado traidor por los gobiernos tiranos con los cuales Correa tejió lazos privilegiados- intentó quedar bien con Dios y con el diablo. Con Donald Trump y con Nicolás Maduro.
El Consejo de Participación Ciudadana Transitorio incrementó la velocidad del momento político. Y su celeridad, lejos de favorecer a Moreno, puso en evidencia su juego ambiguo, su incapacidad para zanjar sus propias contradicciones que evidencia, por ejemplo, el caso de María Fernanda Espinosa. Se dice que ella renunciará si es elegida para presidir la Asamblea General de la ONU. ¿Y si no ganara, se queda en su cargo? ¿Y por qué no se puede ir desde ahora, cuando debió haberse ido desde hace tiempo?
Moreno está en aprietos políticos porque la estrategia que pautó para distanciarse de Correa falló. Es verdad que el expresidente está inhabilitado y que no hay, que se sepa, ninguna nostalgia en el electorado por verlo volver. Sin embargo, el aparato correísta y sus asambleístas no aterrizaron en el país real. Su grado de fidelidad a Correa sigue siendo directamente proporcional a los secretos que administran sobre favores, canonjías o corruptelas. Igual ocurre con los llamados morenistas, cuyo nivel político es tan pasmoso que hacen aparecer a CREO –no se diga a los socialcristianos– como bloques de lujo. El fracaso de la gestión política del gobierno en la Asamblea Nacional es innegable.
Moreno no concreta el salto que él mismo prometió y que el Consejo de Participación Ciudadano Transitorio aceleró. Lo suyo aparece ahora como timorato y ambiguo, como paños de agua tibia al lado de la gigantesca ola de corrupción que el país ha descubierto y que impone cambios drásticos. Pero no toma decisiones, deja que su ministra de economía siga coqueteando con las tesis fallidas de Correa y hablando para no decir nada, no manda a la casa a su Canciller, no pide cuentas a la correísta Rosana Alvarado que tan bien trata a Jorge Glas, luce bloqueado totalmente en la Asamblea… Mientras tanto, el Consejo de Participación Transitorio toma decisiones valientes, sin prestar oídos a amenazas e intentos de desestabilización que pululan en estos días. Ese Consejo Transitorio es el aliado de Moreno pero está marcando un ritmo diferente al suyo; el ritmo que requiere en este momento la política pública.
Moreno está en aprietos políticos aunque sabe –por lo que ocurre con el Consejo de Participación Transitorio– que el país quiere decisiones: un total rompimiento con ese pasado, sus personajes, sus prácticas, sus mecanismos de corrupción. Moreno sabe que tiene que salir de ese amorcillamiento que genera un total desfase con una sociedad que quiere un rumbo, un relato nuevo, decisiones rápidas, claras y una gestión gubernamental coherente. O acelera o se hunde.
Los sondeos están diciendo que la sociedad puja por acabar con esta etapa y tener claridad sobre el norte que propone el gobierno. Se entiende que la sociedad quiere dedicarse de lleno a sus urgencias: la economía, el empleo, la seguridad, la obra social. El gobierno tiene que agregar la reinstitucionalización y la frontera. Si Moreno sigue patinando en las decisiones políticas, lo único seguro es que su brecha con la sociedad real aumentará. Y eso se verá, en forma irremediable, en el próximo sondeo.
Foto: Presidencia de la República
Ecuador vive una peligrosa encrucijada: la indecisión, incoherencias e incertidumbres del Presidente Moreno y la anomia y abulia en el pueblo ecuatoriano, confluyen hacia una combinación suicida. Si el Presidente Moreno no sabe o no atina a dónde ir con sus políticas interna y externa, lo único que nos garantiza es que no iremos a ninguna parte. Perdón, sí a una: al abismo. Y, claro, con los ojos vendados y sin paracaídas.
Lenin Moreno no tiene caracter para dirigir un pais y menos sacarlo de donde lo dejo Rafael Corea afectado por la coreucuion de su desgobierno es su lentitud de acción y su falta completa de liderazgo, esto se observa en los grupos de la asamblea y correistas que trabajan a su arbitrio y no respaldan a su jefe, esto se acentúa en el ministerio de relaciones exteriores cuya canciller utiliza todos los recursos de la cancillería para hacerse publicidad a su ambicioso objetivo personal
La situación política es muy vergonzosa para los ecuatorianos, porque no existe un gobierno que tome decisiones en beneficios del pueblo ecuatoriano, y lo único que hace es pelear y excusarse con el anterior gobierno que para bien o mal ya paso, debe tener una visión correcta para el futuro de millones de personas que depende de buenas decisiones, en la seguridad nacional, seguridad interna, seguridad política y beneficios económicos.
Si el presidente no toma las riendas del país lo único que nos garantiza es que no iremos a ninguna parte. Pero se empeña en perder capital político y credibilidad por sus enredos ,contradicciones y comentarios erráticos.
“Moreno creyó no tener alternativa. Quizá por haber hecho parte de la década correísta, se dijo que si él tenía otra oportunidad, lo obvio era otorgársela a los demás. Por eso compuso con actores totalmente desprestigiados, los recicló y los candidatizó para ciertas embajadas. Por eso protegió a Correa y le dejó los guardaespaldas pagados por el Estado”
La única solución frente toda esta situación es tomar decisiones definitivas y certeras que hagan que el país empiece a marchar en orden, de lo contrario será un gran caos.
Los que votamos por el si en las 7 preguntas de la consulta popular teníamos bien claro lo que queríamos: sanear al pais de la mafia correista. Lo que ha hecho el CPCCS(t) no es mas que acatar ese mandato del pueblo. Pero hoy vemos a todos los que medraron del gobierno anterior, unirse para tratar de boicotear con leguleyadas esa tarea. A esta grey humana no le importan los insultos que se han lanzado mutuamente, ni las miserias lanzadas contra Moreno. Alli vemos a los morenistas abrazados impúdicamente con sus antiguos coidearios. Y el presidente injuriado no tiene la dignidad de poner orden en este basural de intereses. Por eso, El CPCCS debe seguir firme en su misión de librar al pais de esos farsantes verdes. El pais entero los respalda.
Estoy totalmente de acuerdo con José, el Ecuador lamentablemente esta en una situación desastrosa tanto política como económica y necesitamos urgentemente que el presidente tome cartas en el asunto, deberíamos dejar de pagar la seguridad a Correa que por mi conocimiento se que se paga con dinero del pueblo se debería fiscalizar ya a Correa e investigar a fondo sus obras del milenio y universidades en donde se encontraría despilfarro de dinero, corrupción y falsas palabrerías. Se necesita que el presidente Lenin actué ya por que con bondad y buenas intenciones no seguiremos ni para atras ni para delante seguiríamos estancados en el país actual.
Moreno sabe que el país requiere decisiones, aun nosotros queriendo dejar el pasado atrás, pero todo es tan evidente, los eventos de fraude que van uno tras de otro de la mano de cada entidad pública, así como se ha dado desde los mandatos anteriores, al parecer se dará una cosa o bien se pone los pantalones y hace algo diferente, o en algún momento se regresara a las huelgas, y al caos del que todo esto trae.
El Ecuador vive una peligrosa encrucijada: la indecisión, incoherencias e incertidumbres del Presidente Moreno y la anomia y abulia en el pueblo ecuatoriano, confluyen hacia una combinación suicida. Si el Presidente Moreno no sabe o no atina a dónde ir con sus políticas interna y externa, lo único que nos garantiza es que no iremos a ninguna parte. Perdón, sí a una: al abismo. Y, claro, con los ojos vendados y sin paracaídas.
¿Qué esperan Moreno y el pueblo ecuatoriano para reaccionar frente a los problemas desarrollados y resumidos en las valiosas reflexiones sucesivas de José Hernández y de otros ciudadanos preocupados por el devenir del país y por el ser y deber ser del gobierno nacional?