La conformación de los gabinetes ministeriales constituye un buen punto de partida para el análisis de la coyuntura política de un país. En efecto, el estudio de quienes forman parte del grupo de asesores cercanos a los presidentes no sólo permite identificar la orientación ideológica de los gobiernos sino también la naturaleza de los acuerdos alcanzados entre el presidente y las distintas fuerzas políticas representadas en la legislatura.
Adicionalmente, el análisis de los gabinetes ministeriales ayuda a conocer el posicionamiento de los presidentes en temas clave de las democracias modernas, como el acceso de mujeres a cargos de decisión política, o el tipo de interacciones que mantiene el Ejecutivo respecto a diferentes grupos económicos y sociales. En definitiva, el estudio de los gabinetes ministeriales ofrece una fotografía del escenario en el que tanto actores políticos y sociales como agentes económicos deben tomar decisiones.
En el caso ecuatoriano, y más allá de la incertidumbre que genera en la administración pública y en el ambiente económico la demora en la designación del nuevo gabinete ministerial, lo que resulta claro es que el país se enfrenta a un nuevo momento político. Si el primer año de gobierno se caracterizó por el conflicto y las tensiones que se derivan de cualquier proceso de desmembración de un partido político hegemónico (como fue Alianza País), lo que se espera en los siguientes doce meses es el reacomodo del Ejecutivo frente a la nueva correlación de fuerzas políticas y sociales.
Bajo dicho guión es comprensible que durante el primer año de gobierno muchos ministerios se hayan entregado a actores cercanos al decenio pasado. La transición debía ser pausada, secuencial, y en esas circunstancias era necesario privilegiar la información y conocimiento acumulado durante la década de las mentes lúcidas (el sarcasmo es mío). De la misma forma, bajo el esquema planteado resultan comprensibles una serie de cambios que el país esperaría se tomen en las próximas horas.
En el frente político, el balance del primer año de gestión del gobierno da cuenta de la ausencia de un actor que constituya el vínculo entre Carondelet y la legislatura. No se ha observado una agenda política coordinada entre Ejecutivo y asambleístas oficialistas y esa deficiencia se ha hecho palpable en la incapacidad del gobierno de disciplinar a su propio partido. En más de una ocasión los medios de comunicación han sido el vehículo utilizado para que el propio Presidente sea quien llame a su bancada a votar en tal o cual dirección. Urge, por tanto, un cambio en la conducción de la política del gobierno. Dicha deficiencia tiene su corolario en la tirante relación que se da al interior del oficialista Alianza País. Los “aliados” parecen tener más espacio y capacidad de decisión que los propios integrantes del movimiento de gobierno. Retirar al Presidente Moreno del liderazgo de su agrupación partidista y retomar la Secretaría Ejecutiva con cuadros políticos pertenecientes a Alianza País podría ayudar a mejorar el manejo global de la política desde el gobierno.
En el frente económico, el primer año de gestión concluye con una clara señal de que el gobierno intenta dejar de lado, esta vez en serio, la política estatista del decenio de las manos limpias (el sarcasmo es mío). La reciente designación del ministro Martínez da cuenta de nuevos aires en el campo económico. Sin embargo, para que dicha designación sea coherente y arroje visos de esperanza entre los agentes económicos se requiere una renovación integral del equipo de apoyo del nuevo ministro (con excepciones como la de los ministerios de industrias y comercio exterior). En términos políticos, la designación del ministro de economía se debe leer como la concesión de un espacio de poder a los sectores productivos y empresariales. Efectivamente es así… y así es la política en contextos democráticos: un espacio de intercambio, negociación y alianzas. Quien niega esa posibilidad asume la política como el espacio de ganar todo o perder todo, como el escenario dual entre lo blanco y lo negro. Como el escenario en el que, de un lado está el “pueblo” y del otro está el “pelucón” (oligarca, burgués, aniñado, como usted quiera llamarlo). Esa política de la confrontación pura es propia de la década del jaguar latinoamericano (el sarcasmo es mío).
En el campo social, el año de gobierno que está por concluir deja en evidencia que se requiere de mayor presencia de organizaciones y movimientos ciudadanos en el gabinete ministerial. Aunque hay Carteras de Estado, como la de educación, trabajo o inclusión social, en las que se han observado avances importantes, existen otras en los que un refrescamiento es imprescindible. Las críticas en contra de la gestión de la ministra de justicia se han venido incrementando desde diversos sectores y su remoción constituiría una buena señal de cambio no sólo en términos de mejora en la gestión técnica de ese ministerio sino también en el plano del mensaje a la ciudadanía de que está feneciendo el período de ministros cercanos a la década de las mega obras (el sarcasmo es mío). El mismo comentario va para la ministra de salud pública. Al final, siempre habrá una representación diplomática que morigere los disgustos de una destitución.
Por otro lado, la nueva etapa del gobierno debería estar marcada por una ratificación de aquellos ministros que le han dado un nuevo aire a sectores fuertemente lesionados por la década ganada (el sarcasmo es mío). Los ministros de Hidrocarburos y de Defensa Nacional están entre las mejores adquisiciones del gobierno. Restaría afianzarlos con buenos apoyos técnicos en sus respectivas Carteras de Estado. En sectores estratégicos y seguridad, por tanto, la gestión debería continuar bajo la conducción y liderazgo de dichos actores (en el caso de seguridad, con el apoyo de la naciente secretaría de inteligencia). Desde luego, entre los ratificados seguramente estarán también los que formaron parte de la década de los corazones ardientes (el sarcasmo es mío). En ese aspecto, el Presidente Moreno prefiere seguir cosechando costos a cambio de poquísimas ganancias políticas. La Cancillería es el reflejo más palpable de cómo la tozudez del gobierno le pasará a mediano plazo una factura difícil de cancelar.
Santiago Basabe es académico de la Flacso
Me pregunto……Si para ser Ministro de Finanzas se analiza el perfil del candidato a ocupar ese cargo, y a su vez estos están en pleno conocimiento de la situación económica que vive el país? o solamente se aventuran a aceptar tal designación por figuretear y salir a pasearse por el mundo a costa del pueblo.
Ya escuchamos a la ex super Ministra Viteri que nos mareó con sus informes y supuestos convenios con los acreedores de la deuda externa, y al final salió sin solucionar nada y dejó ese “hueso para otro perro”.
Esperemos que ahora este joven economista actué maduramente y con cabeza fría aportando con sus conocimientos para que flotemos algo en esta dura lucha por no ahogarnos económicamente.
Al designar nuevo ministro para la cartera de economía, el licenciado Moreno .Párese que al final de un año de gobierno con una política económica similar a la de década del fracaso monumental y con los mismos actores de aquel estruendoso fracaso por fin se ha dado cuenta que ese tipo de economía. Rapas, tiene solo un resultado hambre y miseria la misma que se reparte a raudales entre la población,esperemos que con la designación de nuevos ministros de economía, defensa y tal ves unos tres o cuatro mas que esta por verse.Si en verdad esta decidido a gobernar apartándose de esa ideología retrograda que no nos lleva a buen puerto y cambia el rumbo del país en abriendo las puertas al mundo de los negocios,emprendimiento, oportunidades laborales de toda índole. Los mismos que dinamizan la economía,generan riqueza y sobre todo dan la oportunidad, que las nuevas generaciones sientan el orgullo de saberse preparados,para vivir en un mundo tan competitivo como el de hoy y no tengan que estar afiliados a un partido político que les mantiene en la miseria les regala bonos prometiendo les que;sus nietos y bisnietos tan bien serán “beneficiarios de dichos bonos, lo que garantiza que el partido cada año tendrá mas adeptos y el país, por supuesto tendrá mas indigentes.No señor nuestro pueblo lo que quiere es trabajo,educación, salud y paz.
En algo discrepo con Usted señor BASABE, el Ministro de defensa no es una buena adquisición ya que resulta que va a analizar si le extienden la seguridad al expresidente Correa, pudiendo destinar esos recursos para comprar equipos de seguridad
Y proteger las fonteras o dedicarlos a la salud y educación que bastante falta les hace esos recursos. Con respecto a la Ministra de Justicia Rosana Alvarado y la Canciller Espinosa, el Presidente seguirá ciego, sordo y mudo al clamor suyo y nuestro para que les pida que salgan de sus cargos y en un hipotético caso que lo hiciera les colocará en algún otro puestito ya que a Moreno le encanta ese aroma Correísta.