La decisión del gobierno nacional de dar un giro al modelo económico de la década anterior se materializó semanas atrás con la designación de Richard Martínez como ministro de esa cartera de Estado. Aunque dicha señal ha sido recibida con esperanza entre agentes económicos, actores políticos y sociales y, en general, opinión pública y ciudadanía, hay sectores que no ven con buenos ojos la posición asumida por el Presidente Moreno. Aunque parezca paradójico, las desafecciones con el nuevo ministro y su propuesta económica no provienen de partidos de oposición sino precisamente del propio movimiento de gobierno. Por ello, para que las medidas recientemente anunciadas lleguen a buen puerto, se requiere no sólo que el ministro Martínez demuestre su talento en lo económico sino también su capacidad de maniobra y negoción en lo político.
Dado que la llegada del ministro de economía constituye un grave golpe a la visión estatista que orientó al movimiento de gobierno desde su creación, muchos de los actuales líderes de Alianza País no estarán dispuestos a ceder su posición ideológica ni la del partido. Para ello, buscarán incrustar en el equipo económico a actores que les sean leales, que actúen como su canal de comunicación y que, en la medida de lo posible, desorienten las líneas de acción propuestas por el ministro. En este aspecto, una de las primeras tareas, en lo político, del ministro Martínez constituye la desvinculación (sistemática y ordenada) del círculo de decisiones clave de aquellos actores abiertamente alineados con la década en la que se asumió que la economía únicamente podía y debía girar alrededor del aparato estatal. Los que siempre fueron seguidores del marxismo y sus ideas no van a pasar de la noche a la mañana a creer en Adam Smith y las propuestas liberales de la economía.
Una batalla política aparte es la que deberá librar el economista Martínez al interior del propio gabinete ministerial. Si bien dentro del grupo de colaboradores más cercanos del Presidente Moreno hay ministros comprometidos con el desarrollo del país, que actúan y deciden independientemente de los efectos que de allí se puedan derivar hacia el movimiento oficialista, aún quedan aquéllos que fueron parte del festín de la década pasada. En este aspecto, el éxito del programa económico estará dado por la capacidad política del economista Martínez para formar una coalición de ministros que se alineen a su propuesta. Esta gestión no es sencilla no sólo porque la cuota de ministros opuestos a cualquier idea relacionada con la libre oferta y demanda es alta sino también porque aún ejercen cierta influencia sobre el Presidente Moreno.
La legislatura es otra arena en la que el ministro Martínez deberá evidenciar sus dotes de negociador político. En primer lugar, la gestión del ministro tiene que enfocarse a conseguir lo más pronto posible la aprobación del paquete de reformas legales necesarias para que el programa económico planteado pueda efectivizarse. A medida que vaya pasando el tiempo las elecciones seccionales se irán acercando y los acuerdos del momento empezarán a diluirse entre las ofertas de campaña y la necesidad de los ahora aliados de desmarcarse del gobierno. Si bien para la gestión legislativa habrá un actor político que desde Carondelet busque acercamientos con la Asamblea Nacional, será necesario que el ministro Martínez tienda sus propios vínculos frente a los legisladores. Los principios de la microeconomía se aplican también a la política y en la tarea de llevarlos de una arena a la otra deberá involucrarse directamente el ministro y su grupo de colaboradores más cercanos.
Finalmente, aunque no menos importante, el ministro Martínez debe tener la capacidad política para posicionar ante la opinión pública la idea de que su programa de reformas económicas corresponde al gobierno nacional y no al sector al que previamente representaba. Dicho de otra manera, la estrategia política y de comunicación desde el ministerio de economía debe estar orientada a que los beneficios, pero también los costos, de las medidas que se deberán tomar se observen como el resultado de una acción colectiva del gobierno nacional. De esta forma el economista Martínez reducirá los incentivos hacia comportamientos desleales al interior del propio gabinete ministerial; y, a la par, generará mayor presión hacia el gobierno en su conjunto para que enfrente los embates de los sectores que, tarde o temprano, se mostrarán distantes con los imprescindibles ajustes económicos que el país debe asumir.
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Si es difícil el reto económico que enfrenta el ministro Martínez lo es aún más el de naturaleza política. Tomar decisiones clave contando con más aliados en la oposición que en el propio partido oficialista es un escenario novedoso en el Ecuador y frente al que Richard Martínez debe vincular sus destrezas macroeconómicas con su olfato político. Un equipo de apoyo de su entera confianza, ministros aliados a su proyecto, relación directa con la legislatura y apalancamiento de la propuesta económica como un proyecto del gobierno y no de un sector específico, son algunas de las acciones de orden político que deberían constar en la agenda del nuevo ministro de economía. La idea clave aquí es que, en buena medida, como se comportan los mercados y agentes económicos se comportan las arenas y actores políticos.
El país ya ha visto las primeras decisiones de Richard Martínez, el economista, ahora espera las que provengan de Richard Martínez, el político.
Santiago Basabe es académico de la Flacso
Excelente su artículo señor Basabe, tenemos que ver si se pueden plasmar las medidas económicas para que se dinamice la economía, pero como usted manifiesta hay que esperar que los” morenistas correístas”aprueben el proyecto de ley sin mayor problema, y dejen a un lado esa ideología fracasada en donde el Estado acapara todo, con las consecuencias terribles que hemos observado en la última década en la economía del país y la corrupción existente.
Muy centrado el análisis sobre la estrategia tanto económica como política que debe poner en práctica el flamante Ministro de Economía, es de esperar que logre maniobrar hábilmente frente a los correístas y a los actuales miembros del Gabinete, el país lo necesita para empezar a recuperar el tiempo perdido en tratar de contentar a todos! Ojalá empiecen a pensar en función de recuperación de la economía nacional!
Interesante análisis, sin embargo no estoy tan de acuerdo, el nuevo Ministro Martínez entró demostrando como se esperaba (al no haber sido un funcionario público) poco conocimiento a mi criterio en materia pública (cuestión mas legal que técnica) al pretender que por disposición divina desaparezca el techo del 40%, cuando, si esto está estipulado en la ley y fue observado por la contraloría, no podía de la noche a la mañana un mago cambiar las reglas y establecer formulas por más técnicas que éstas sean para cambiar el mecanismo de cálculo.
Creo yo por tanto que sus limitaciones se dan mas en materia legal, pues su cargo al ser de un carácter administrativo está seriamente limitado, y aunque la asamblea parezca por herencia correísta un ente político, es en sí un ente legislador, es por ello que si el ministro logra encausar legalmente sus argumentos técnicos, se pueden obtener grandes e irrefutables resultados.